Capítulo 31.

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Ya habían pasado seis meses de bastantes cosas. Hoy por fin era diecinueve de abril, lo que significaba que cumplía los veintiún años. La mañana se me había pasado lentísima, pero una vez que las clases terminaron, Lily y yo ya íbamos saliendo de la universidad. Ambas estudiábamos periodismo y no nos costó demasiado integrarnos en el lugar. Gracias a ella y a Harry ahora yo podía entender el francés mucho mejor, aunque igual me hacía falta más práctica. Al menos entendía la mayoría de las clases. Y Pierre había sido bastante flexible con nuestros horarios de Vogue, así que trabajábamos ahí los lunes, miércoles y sábados desde las siete hasta las diez. Por suerte, hoy era martes.
Los chicos estudiaban en un horario distinto, así que habían salido más temprano de la jornada que nosotras, quienes salíamos a las cinco de la tarde. Liam estaba estudiando pedagogía en música, Zayn estudiaba pedagogía en inglés y Niall y Louis estudiaban teatro. Con tan sólo imaginármelos prestando atención en alguna clase la risa me entraba sola.
-...¡Mierda, no te creo! -rió Lily mientras ambas nos deteníamos en la acera frente al edificio de la universidad.
-Me costó creerlo también -asentí, pensando en la excelente calificación que había sacado esta mañana.
Miré a ambos lados de la calle, esperando a que Harry hiciera su aparición, como cada tarde, para llevarnos a nuestra fantástica casa. Generalmente siempre estaba estacionado cuando yo salía; no tenía idea de por qué estaba retrasado hoy.
-¡Hey! -Lily me codeó, causando llamar mi atención-. ¿Qué tal si vamos a mi casa para celebrar tu cumpleaños con los chicos?
-Oh, eh, yo... -vacilé mordiendo mi labio inferior-, no puedo; Harry me dijo que me tenía una sorpresa y todo eso.
-¡Vamos, no seas mala amiga y vamos a casa! -tironeó de la manga de mi chaqueta-. ¡Oh, mira quién ha llegado!
Volteé hacia la calle rápidamente, pero una punzada de decepción se me clavó fuerte en el corazón al ver que se trataba del auto nuevo de Louis. Tocó el cláxon dos veces e hizo cambio de luces para saludarnos. Volví a mirar a mi alrededor mientras que Lily me arrastraba hacia su novio.
-¡Feliz cumpleaños, fea! -rió Louis.
-Gracias, antipático -bromeé.
-¿Suben o qué?
-Vamos -chilló Lily empujándome en el asiento trasero del auto, para luego ella entrar a un lado de su novio.
-Pero yo...
-Vamos, la pasarás bien con nosotros -Lily se volteó en su lugar y me sonrió.
Resoplé resignada. Bien, Harry me llamaría cualquier cosa, ¿cierto? Después de todo, sólo estaríamos en la casa de los tíos de Lily. Bueno... ya no era de los tíos de Lily, pues se la habían regalado luego de decidirse por vivir en Australia. Ahora era sólo de Lily, Louis y Liam. Niall y Zayn estaban viviendo en el departamento de Fabiola y Diana hace unos tres meses atrás. Me alegraba saber que al final sus relaciones tuvieron buenos resultados, aun después de todo lo que tuvo que pasar.
No habían pasado ni cinco minutos dentro del auto y la ansiedad ya me estaba carcomiendo; necesitaba saber de Harry. ¿Habría llegado a la universidad? ¿Me estaría buscando? Estaba actuando como una loca psicópata, pero ya me había acostumbrado a pasar cerca de él a cada momento, exceptuando, claro, cuando tenía que ir a estudiar. Levanté mis caderas para sacar mi celular del bolsillo trasero de mis jeans y rápidamente marqué el número de Harry. En seguida me mandó al buzón de voz. Sentí cómo un hueco se iba formando en toda mi caja torácica e inmediatamente comencé a recordar lo que había sucedido hace ya tres años. ¿Me habría dejado nuevamente? No. Esta vez sería positiva frente a mis propios miedos.

Me perdí en mis preocupados pensamientos, y para cuando volví a la realidad, el auto se estaba estacionando a los pies de una gran colina. Me erguí en el asiento para ver dónde estábamos; definitivamente no era la casa de Lily.
-Um, ¿dónde estamos? -murmuré.
-Vamos, vamos, vamos -exclamó Lily bajando rápidamente del auto para abrir la puerta trasera. Le agradecí con una confusa sonrisa.
El atardecer se había pronunciado aún más. La nubes se volvían rosadas a medida que se alejaban del lugar. Las capas de colores del cielo iban de anaranjadas, a rojas a un rojo mucho más intenso. El viento soplaba tranquilamente, haciendo que la combinación de éste junto con el verde de la colina y el cielo -que parecía un cuadro de óleo recién pintado- pareciera totalmente mágico.
De repente, todo se volvió oscuro. Llevé inmediatamente mis manos a mis ojos y sentí cómo alguien ataba un nudo a la parte posterior de mi cabeza. Mierda, me habían vendado los ojos. ¿Era esto una especie de broma o qué? Porque si así era, no sabía si me estaba gustando mucho. Mis brazos se entrelazaron; uno al de Lily y el otro al de Louis. Acto seguido, los tres caminamos hacia el frente. Pude sentir que me estaban llevando a la cima de la colina gracias al gran esfuerzo que estaba haciendo para seguir adelante.
-¿Qué es todo esto? -pregunté.
-Tranquila, cumpleañera -rió Louis.
-¿Me estás pidiendo tranquilidad, Tomlinson, cuando estoy siendo llevada a un lugar que no conozco y con los ojos vendados? -fingí indignación.
-Sí -fue su única respuesta.
Quise rodar los ojos, pero sería totalmente inútil, así que seguimos nuestro camino en silencio. No pensaba que la colina fuera tan empinada; se veía bastante inocente desde abajo. Cuando por fin nos detuvimos, jadeé un par de veces antes de que mi respiración volviera a la normalidad.
-¿Ya? -bufé.
-Ya, joder, ya -rió Lily; justo después, la venda desapareció de mi visión.
Si no fuera por los brazos de Louis y Lily aún sosteniéndome, estaba segura de que me desmayaría aquí mismo. Abrí mis labios y una cortina de lágrimas puso mi vista borrosa. Llevé ambas manos a mi boca al encontrarme con aquel panorama frente a mí. Mamá, Danny, quien llevaba en brazos a mi pequeño sobrino Jack de dos meses, su novia Maddie, Liam, Niall, Fab, Zayn y Diana estaban aquí. Todos con unas grandes sonrisas en el rostro sosteniendo en sus manos globos en forma de corazones rosados y blancos. Oh, Dios, era perfecto.
-Oh, por...
-No digas nada aún -me susurró Lily.
Quise mirarla y preguntarle a qué se refería, pero justo en ese momento apareció Harry desde el otro lado de la colina. Llevaba un traje elegante negro, estaba bien peinado y tenía una orgullosa sonrisa en el rostro. Oh, mierda, ¿qué era todo esto? ¿Por qué Harry se veía jodidamente caliente dentro de ese traje y yo apenas llevaba jeans y suéter? Mordía su labio inferior justo de esa forma cuando intentaba impedir que su sonrisa siguiera creciendo más. Sus ojos verdes se veían incluso más claros; no sabía si era debido al atardecer justo en su rostro o por aquel brillo intenso que siempre iluminaba mis días.
-Feliz cumpleaños -susurró cuando estuvo al frente mío.
No hice nada más que sonreír. Ahora me sentía incluso más débil. Mis piernas caerían en cualquier momento, pues Lily y Louis ya no estaban a mi lado. El aroma de Harry era totalmente embriagador, lo que me causó ganas de comérmelo a besos justo ahora. Sin embargo no tenía fuerzas para absolutamente nada. Tomó delicadamente mi barbilla y besó mis labios. Cerré mis ojos; sin querer, una lágrima se deslizó por mi mejilla.
-Te amo tanto, ______ -susurró aún con su boca junto a la mía.
Dio dos pasos hacia atrás al momento en que metía una de sus manos en el bolsillo de sus pantalones. Se inclinó hasta poner una de sus rodillas en el suelo y apoyarse en la otra, sosteniendo una pequeña caja azul marino en sus manos. Oh, no, ¿qué era esto? Santa mierda. Ahogué un sollozo mientras llevaba ambas manos a mi pecho.
-_____ Merrick -dijo Harry, aún con la sonrisa en sus labios-, sé que al principio te decepcioné y rompí tu corazón como nadie había hecho. Ni siquiera estuve en tu cumpleaños número dieciocho, y jamás me perdonaré eso. Quizás no merezca la respuesta que quiero escuchar, después de todo, pero lucharía y lucharé por ti todo lo que sea necesario. Te dije que te amo, y siempre lo dije en serio. Eres la única mujer que ha llegado a meterse dentro de mi piel tan profundo que apenas me cuesta creer que sea real; que tú seas real. Apenas te vi por primera vez en mi vida, supe que mi corazón pertenecería a ti... y sabía que jamás me rendiría hasta enamorarte. Espero haberlo logrado. Después de todo lo que hemos sufrido, llorado, peleado y discutido, para mí sigues siendo esa chica con la única cosa que me hace sentir diferente. Contigo puedo ser quien realmente soy. Tú eres todo lo que yo pedía, y me encantaría ser lo que tú anhelabas. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, _____. Tú me haces plenamente feliz. Tú eres mi felicidad -hizo una pequeña pausa y levantó la tapa de la cajita que aún sostenía en sus manos, dejando ver un anillo con pequeños diamantes que relucían a la luz del sol. ¡Joder, un anillo!-. ______ Merrick, ¿Aceptarías ser mi esposa por el resto de nuestra eternidad?
¡SANTA PUTA MIERDA! Mierda, mierda, mierda. ¿Él iba en serio? Si era un sueño, por favor, que nadie me despertara.
Mi corazón se saltó un latido y luego comenzó a batirse dentro de mi pecho con una fuerza que jamás había experimentado. Llevé mis temblorosas manos a mis labios una vez más, dejando que las lágrimas cayeran violentamente. No tenía palabras para esto. Esperaba haber escuchado excelente todo lo que acababa de decir. Lo único que pude hacer fue asentir; un asentimiento fue todo lo que pude realizar luego de sus hermosas palabras, no obstante sabía que para él sería más que suficiente. Asentí como idiota repetidas veces antes de darme el valor de decir algo a través de mis sollozos.
-¡Sí, acepto, acepto, acepto! -chillé.
-Mierda, te amo -resopló mientras se ponía de pie.
Pude ver cómo sus dedos temblorosos sacaban el anillo de la caja y se la tendía a Louis, el más cercano a nosotros. En ese pequeño lapso de tiempo me percaté de las miradas de todos los presentes. Sus labios probablemente se rasgarían si su sonrisa llegaba a crecer un milímetro más, sobre todo los de Liam. Mamá y Lily lloraban incluso más que yo, con sus brazos entrelazados y una de sus manos cubriendo sus labios. Una de las manos de Harry tomó la mía izquierda y volví mis ojos hacia él; su mirada no dejaba la mía en ningún instante. En su dedo índice y pulgar sostenía el anillo, e instintivamente tensé mis dedos, para segundos después sentir el objeto de plata deslizarse por mi dedo anular. La sensación del objeto siendo puesto en mi mano me llenó de una emoción tan grande que apenas podía contener; era como si una nueva etapa estaba surgiendo en nosotros, y así era. Una vez que contemplé el anillo, inmediatamente me lancé a sus brazos, rodeando mis manos en su cuello y alzando mi boca hacia la suya, sellando nuestro compromiso en un gran beso lleno de amor.
-Te amo tanto -sollocé.
-Te amo mucho, _____ -susurró-. Gracias por aceptar casarte conmigo.
-Gracias por permitirme hacerlo, Hazza.
Tomé su rostro entre mis manos, examinando cada parte de sus facciones. Era tan perfecto. Sus ojos estaban ligeramente rojos, al igual que su nariz. Estaba a punto de llorar. Besé sus labios una vez más, sintiendo ese exquisito sabor que sólo él podía brindarme.
-Así que... -murmuré mirándolo a los ojos-. Finalmente obtuvimos nuestro final feliz.
-No, _____. Este es apenas el comienzo de tú y yo.

FIN.

El Arte De Encontrarte (Secuela de LFDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora