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Enseguida una camarera apareció tras una puerta y vino a atenderme.

—Hola, ¿qué te pongo?

Era una chica gordita pero muy guapa, probablemente tendría sólo un par de años más que yo.

—Una botella de agua fría, por favor.

No tardé más de cinco minutos en volver a las toallas con mi familia, pero de repente, todos se habían esfumado. No tenía ni idea de dónde estaban pero, por muy egoísta que sonara, me daba igual. Pasaba tanto tiempo con mi familia que ya tenía sobredosis.

Me puse a tomar el sol, sin cascos ni nada, simplemente relajándome. Me hice un moño alto, para que el pelo no me diese calor. La verdad, no tenía una imagen favorecedora en esos instantes. Pero como estaba cómoda, me dio igual. De repente, un chorrito de agua helada en mi espalda hace que me encabrite, grite un insulto y me levante de golpe.

Cuando me giro tocándome la zona mojada de mi espalda, veo al portador de esa botella. Se me olvida por completo la perrada que me había hecho y se me ilumina la cara.

—¿Kain? —pregunté, tirándome hacia sus brazos. El hecho de que estuviera sin camiseta y sólo con unos pantalones de vestir era muy sexy. Espera, ¿pantalones de vestir?

—¿Por qué no estás en el trabajo? —pregunté, separándome un poco de él y bajando los brazos de su cuello para entrelazarlos bajo la parte superior de mi bikini negro. Era el típico con cordones que se unen tras el cuello; tenía pocas tetas pero tampoco me apetecía ponerme unas tetas que no tuviera con push-up y mierdas de esas.

—Me apetecía venir a veros, tengo una hora libre. ¿Qué pasa? —preguntó, tirando de mi cintura hacia su cuerpo— ¿No puedo?

Puse mi mano en su pecho a modo de freno. Aquel gesto me había dado un escalofrío, pero... parecía que sólo había venido para tocarme, y eso no me gustaba. A Kain le gustaba tocarme, pero yo no era ninguna muñeca hinchable que pudiese follarse cuando quisiera.

Mi familia nos llamó a lo lejos, y tuvimos que separarnos. La verdad es que ese contacto inesperado había sido... intenso. Mis padres y mi hermana estaban en la orilla de la piscina. Ahora hacía calor y mis padres aprovecharon a refrescarse en el agua. Pero la verdad es que a mí me apetecía tomar más el sol que meterme en el agua. Ya que Kain estaba con la parte de abajo del trabajo y no podía bañarse porque sino no tendría tiempo para cambiarse, decidió ir a tomar un poco el sol, conmigo.

En serio, a todo esto yo tenía una pinta estupenda. Obviamente es ironía.

Una vez salimos del ángulo de visión de mis padres noto cómo comienza a caminar a mi lado y pone su mano en mi culo.

—¿Cómo estás? —pregunta dándome un beso en la mejilla y subiendo su mano a mi cintura.

—Aburrida. ¿Tú?

Noto que cierra los dedos en mi cintura y otro escalofrío recorre mi cuerpo. Creo que no he podido ocultarlo, porque se quedó mirando mis pechos un pequeño instante con una breve sonrisa. No podía estar así. Necesitaba lavarme la cara con agua y despejarme para tomar el sol. Kain tenía la capacidad para encenderme en cualquier instante, pero no sentía que este fuera un nomento oportuno para ello.

—Voy a lavarme la cara —solté, habiéndome sentado sólo un minuto en mi toalla.

Al llegar al baño dejé la puerta abierta. Total, sólo me iba a echar agua y, además, me daba miedo cerrar la puerta. Con los ojos cerrados y el jabón en mi cara, sentí unas manos cálidas y conocidas en mis caderas.

—Bú —oí primero. La puerta, oí después.

—Ayy, ¿no has cerrado la puerta, verdad? —pregunté, acabando de aclararme la cara.

—¿Por qué? ¿Qué pasa si digo que sí?

Abrí los ojos y corrí a abrirla.

—¡Kain! Joder. No me vuelvas a encerrar —le reñí, pudiendo respirar de nuevo.

—Pero si era para jugar un poco...

—Nada de eso. ¡Estamos en un sitio público! No seas pervertido —dije saliendo del baño, ya más tranquila.

—¿Y un besito no me das?

No pude evitar reír ante el tono de voz triste que puso.

Se chocó conmigo cuando frené en seco y le planté un beso en los labios. Fueron unos dos segundos, pero fue electrizante. Hasta le agarré la cara para que no se quejara.

—¿Ves? Si yo con esto soy feliz.

—Qué tonto estás.

Sonreí ante ese último recuerdo voluntario de la piscina. Pero me di cuenta de que no sentía lo mismo por mí que lo que yo sentía por él...

Tenía que tomar una decisión con respecto a él. Aunque ya sabía por dónde iban a ir los tiros.

Yo... solo quería un poco de cariño.

Dejo mis manos quietas: lo que hacía no estaba ayudando.

La puerta suena. No la de casa, sino la de mi habitación cuando estoy escuchando música pero sólo la estoy usando como ruido de fondo.

La puerta se abre y es mi padre.

—Dime —digo mirando al techo

—Ha venido alguien a verte. Aunque no sé si tú estás por la labor.

—No lo estoy.

¡Perdón por no haber actualizado antes! Ya sabéis, las fiestas. Espero que vosotros estéis pasando muy bien las navidades

Para compensaros, hoy 31 de diciembre de 2016... ¡acabamos el año con 2 capítulos! Ahora subo el siguiente.

PerdidosWhere stories live. Discover now