» 021 «

1.4K 79 16
                                    

K

Tras tener en mi posesión su cuaderno, descubrí que ella tenía una faceta escondida de lo más sexy. ¡Qué poemas los de Noor! Ahora comprendo por qué mi madre quiere que me case con ella.

-Con respecto a lo de antes, Noor... -dije, notando su mirada atentamente sobre mí-. He tenido épocas en las que sólo tenía rollos de una noche. No quería aferrarme a nadie, sentía que no estaba preparado -suspiré, hablar de estos temas con alguien no es fácil, pero de cierta forma, te liberan-. Lo cierto es que en estas últimas semanas sólo me he acostado con una chica -comenté mirando hacia el cielo de la tienda de campaña y con las manos tras la nuca. Estaba increíblemente a gusto con ella, allí, de noche y con el sonido de la maleza de fondo.

No dijo nada. Sentía que la tensión del ambiente aflojaba. Tal vez porque la sinceridad que salía de nuestras cuerdas vocales era tan natural.

-Cuando tenía trece años conocí a alguien -comenzó, rompiendo el silencio-, estuve dos años con él, y dos años dan para mucho. No es tan raro que lo hiciera con él.

Flexioné mis rodillas.

-Comprendo. Creo que nos hemos juzgado de una forma un poco precipitada.

-Sí. Pero si no lo hubiéramos hecho, quizá no nos hubiéramos vuelto a conocer.

Sonreí, cerrando los ojos y viajando en el tiempo.

-Solías pintar con un rotulador negro la ropa de las muñecas de Amanda.

-Vaya... -dijo, antes de echar una risilla y cambiar de postura. Se había tumbado a mi lado, porque el olor a flores de su pelo estaba mucho más cerca ahora-. Y luego tú intentabas quitarles las ropa. Eras un niño de 6 años muy marranete.

-Nah, nah, estaba formándome mi orientación sexual -bromeé-.

-Marrano -dijo entre toses falsas.

-Uno se pone marrano cuando está en la oscuridad.

-Eso me suena -comentó Noor, haciendo que riera entre dientes al recordar ese día en su casa cuando íbamos a grabar un vídeo para su canal de Youtube. Pensar en la oscuridad es mejor, dijo. Ese día en el que probé su cuello por primera vez, dejando un sabor en mi lengua que me dejó con unas inmensas ganas de repetir. Tal vez fue ese jadeo que salió de entre sus labios cuando mordisqueé su oreja, o tal vez fue notar cómo su cuello se tensaba al pasar mis labios por él, lo que hizo que quisiera repetir. Me pregunto si lo estaba recordando, o si yo era el único de los dos que se había calentado al recordarlo. Ya habían sido 3 veces, dos besos exquisitos los que nos habíamos dado y que me habían hecho sentir el éxtasis constante. Uno que, ya sabiendo todo lo que sentía por mí, había disfrutado auténticamente.

Y todo por la ladrona de mi madre. Me pregunto si ella había leído esos poemas, pero espero que no. Sabía que yo tampoco debí hacerlo, pero la tentación era extrema. Noor había entrado en mi tienda de campaña por la mañana alterada porque no encontraba un simple cuaderno, lo que me llevó a pensar que escondía pensamientos secretos entre sus hojas. Y, al descubrir el cuaderno sacando las pastillas para mi padre, mi corazón comenzó a martillear como loco contra mi pecho. Cansado de pasar las páginas y no encontrar más que recetas, estuve a punto de cerrarlo, cuando encuentro una hoja que pasaba de hablar de harina a tristeza. De tristeza a muerte, de muerte a amor. De amor a sexo.

Un par de minutos leyendo me bastaron para que se me pusiera dura, y nunca me había pasado nada parecido. Con fotos, sí. Con vídeos, también. ¿Pero con poemas de la chica que me gustaba? Eso había sido... increíble. Y más al fijarme en las descripciones que daba. Pelo rubio, de apariencia tan suave como la seda, chico de piel morena, con el secreto a cuestas de una gran bestia oculta...

Noor estaba loquita por mi polla.

E imaginarla entre mis brazos, pidiéndome más, no bajaba mi calentón. ¿Estaría depiladita, como en mis sueños? ¿O me encontraría un sexy matorral entre sus piernas? Fuera como fuera, joder, tenía unas ganas de descubrirlo...

Y ahora, estábamos en la misma tienda de campaña y yo estaba cachondo perdido. Mi miembro se presionaba levemente con la tela de la entrepierna, y notaba una leve ola de calor recorriéndolo. Al final decidimos que sería peligroso volver ahora, y ya que nuestros móviles no funcionaban correctamente por la altura, rezamos para que nuestros padres recordaran que teníamos una tienda y un saco de dormir con nosotros.

Un solo saco de dormir. Noor había dicho que ella podría dormir encima de su ropa sin problemas, pero las noches eran frías. Le dije que había suficiente espacio en el saco y que no se preocupara.

Aquella noche iba a ser interesante. Aunque había intentado calmarla en vano, seguía estando nerviosa por el hecho de pasar una noche al lado de un bosque. Creo que era demasiado agarrada a las leyes y tenía miedo de que, al ser ilegal poner una tienda de campaña sin estar en un camping, nos fueran a pillar. De todas formas, este lugar no parecía transitado y no creo que nos fuera a pasar nada, menos teniendo las copias que mi padre hizo del permiso para dormir en el camping.

Mientras Noor rebuscaba algo en su mochila, yo abría el saco de dormir. Saco que solo era para una persona. Bueno, una persona como yo. Al ser Noor tan enana no tendríamos problemas de espacio. Y, aunque los tuviéramos, serían fáciles de solucionar...

¿Por qué tan pervertido hoy? Creo que Noor tiene algo que ver y pervierte mis pensamientos. Pero es que, ahora que sé las cosas que pone de mi pelo y de mi "bestia", no puedo evitar pensar en lo excitada que está ahora que va a estar más cerca de ella.

Supe que iba a pasar una noche jodida tratando de mantener el auto control cuando sacó su camisón de la mochila. Camisón que apenas le tapaba los muslos. Con su carita avergonzada y su cuerpo encogido me pidió que me diese la vuelta para que no viera cómo se ponía el camisón. Para que no se pusiera nerviosa, la dije que yo también me lo iba a poner. El pijama, no el camisón, se entiende. Aunque tal vez me favorecería un camisón rosa chillón. Intenté centrarme en mi pijama, lo juro, pero cuando se quitó el sujetador no lo pude resistir. Su espalda era preciosa, y su culo en pompa, como ya he dicho antes, dejaba qué pensar a la imaginación. Me quedé con tantas ganas de morderle una nalga que no lo sabe nadie cuando se estaba bajando los pantalones y unas braguitas naranjas aparecieron en mi campo de visión.

Antes de que se girara, acabé de ponerme una camiseta para dormir. Yo siempre era de dormir sin camiseta, pero pensé que, aquella noche, sería mejor dormir con ella. Pocas veces la había visto tan nerviosa, así que decidí tumbarme yo primero para que luego se acomodara a su gusto. Aun así, sentí la manera en la que procuraba no estar en contacto conmigo. Y pensar que esa misma chica estaba loquita por mi polla, me llenaba de adrenalina. Sus miedos tenían sentido, yo también los tenía. Comprendía que cabía la posibilidad de que algo saliera mal. Pero te puedes matar conduciendo, te puede caer un tiesto caminando por la calle, y también te puedes atragantar con un trozo de pollo y morir. Viéndolo así, mejor no arriesgarse, ¿no? Pero ¿y qué hay de lo bueno?

Chan chan chaaaan, se acerca un capítulo muuuuy esperado, ¡nos leemos en el próximo!

PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora