» 019 «

1.4K 78 19
                                    

—¿Tal vez despreciar sea la palabra?

Sí. Esa sí. Y me arrepiento de que esa palabra forme parte de mi trato con los demás.

—Bueno, tú no has perdido el tiempo con la rubia.

Noté su mano en mi hombro, lo que hizo que me girara a mirarle. ¡Estaba tan cerca! ¡Y era tan guapo!

—Solo tú me vuelves loco, Noor.

No sé cómo ocurrió exactamente, pero la temperatura de mi piel aumentó por momentos. El tener ahora su mano en mi cuello no era de gran ayuda, aunque sus ojos, enmarcados por unas pestañas estratégicamente colocadas para dotarle de una dulce mirada, me estremeció por completo, haciendo que nuestras frentes se juntaran y cerrara mis ojos, abrumada ante su cercanía. No pude evitar pensar en todas las cosas íntimas que había escrito sobre él, y en lo celoso que se había puesto al preguntar por Jhon.

Cuando sus labios rozaron los míos estallé de amor. La conexión había sido tan simple, pero tan electrizante, que sentí como si me hubiera quedado sin aliento cuando él se alejó.

—Te ayudaré con ese problema que tienes de los sentimientos —afirmó, acariciando mi barbilla para luego dejar caer su mano a su costado. Sonrió de esa forma tan alegre que siempre portaba en su cara y me sentí explosivamente emocionada. Ese beso, ese segundo beso, había calentado mi corazón de una manera única. De la manera en la que solo lo hace Kain cuando está cerca. Cuando su ropa roza la mía y siento el calor que emana de su cuerpo, tan cerca del mío. Cuando siento el primer contacto que hacen las yemas de sus dedos en mi cuello, haciendo que me entre un escalofrío y me tiemble la mirada, llegando hasta sus labios. Cuando noto su cálido aliento en mi rostro y su nariz haciendo cosquillas a mi piel. El cosquilleo más fácil de soportar de todos los que provoca en mi cuerpo.

No pudimos avanzar mucho más sin encontrarnos, sorpresa sorpresa, a aquel grupo de chicas que iba en dirección contraria a nosotros. Venían hablando animadamente entre ellas cuando aparecieron en mi campo de visión. No es como si quisiera coger la pistola e ir eliminándolas una a una en ese momento en el que por fin podía. Pero a una chica, específicamente, le tenía mucha tirria. Sé que es estúpido hacerlo porque Kain no es ni siquiera mi amigo. Nuestra relación es de lo más extraña, porque de pequeños hemos sido grandes amigos y ahora tenemos los recuerdos de esa época. Pero hemos cambiado mucho y con suerte sabemos nuestra canción favorita. Como la suya no sea la de Sum 41 que le sonó en el móvil sentiré que esto que estoy haciendo no sea lo correcto.

Algo es seguro: no se me van de la cabeza sus palabras. Solo tú me vuelves loco, Noor. Pero cuando las chicas pasan a nuestro lado me sorprendo ante lo que ocurre, porque no se limitan a saludarnos, sino que la rubia, quien seguía con la mirada a Kain en el restaurante, se acercó a nosotros para darnos un trato más... personal.

—Hola, chicos ¿a dónde vais?

Alcé las cejas ante la posibilidad de que yo no la molestara tanto como lo había hecho ella conmigo. Por el rabillo del ojo me percaté de lo nervioso que se había puesto Kain, y me había mirado una fracción de segundo antes de decir:

—¿Ya han cerrado el camping?

—¡Qué va! —exclamó la pelirroja, viniendo junto a la rubia—. Veréis, puede que esto os suene raro, pero queríamos deciros algo.

—Chicas, id yendo que ahora vamos Kels y yo.

Me removí en mi sitio, incómoda.

Cuando ambas volvieron la vista hacia nosotras me puse nerviosa. ¿Y si me querían tirar entre todos por una cuesta? ¿Y si todo había sido una treta para que se libraran de mí?

Pero la proposición me asombró tanto o más como si me hubieran querido tirar por la cuesta.

—¿Os gustaría tener sexo con nosotras? —preguntó la rubia, haciendo que se me salieran los ojos de órbita.

—Eh... esto, mi estilo no es —dije caminando unos pasos hacia atrás para reemprender el camino. Cuando miré a Kain vi cómo pasó la mirada de ellas a mí, y no pude descifrar su mirada. Lo que desbocó mi corazón fue lo que dijo a continuación, que me dio la sensación de que mis piernas flaquearon cuando lo dijo, tan dulce, con esa voz tan sexy y ese gesto que suele hacer siempre de llevarse la mano al pelo.

Estallar de amor, eso me estaba sucediendo.

—No quiero hacerlo sin ella —murmuró él, haciendo que las chicas murmuraran un ohh y la pelirroja estirara una mano hacia mí.

—¿Qué pasa, cariño? ¿Por qué no quieres? Es muy excitante, y además eres todo un bellezón.

—Em... gracias, pero de verdad que estas cosas no me van. Yo soy más... tradicional.

—¿Eres virgen? —preguntó la rubia. E intenté no sonar borde porque estaban siendo educadas, aún en tal propuesta.

—No.

—¿No?

Miré a Kain. ¿En serio lo había preguntado? Fruncí el ceño y negué con la cabeza. ¿Tan raro era?

—Bueno, Suva, lo hemos intentado —dijo la pelirroja echándonos un vistazo.

—Llevábamos todo el día intentando decíroslo...

¿Qué? ¿En serio? ¿Por eso la rub... quiero decir, la tal Suva había estado mirando tanto tiempo a Kain?

—Pero por si alguna vez cambiáis de idea —dijo la pelirroja, sacando un papelito con un número escrito en él—. Dad un toque a estas dos universitarias dispuestas a todo.

Kain alzó la mano para coger el papelito y guardárselo en el pantalón. Se despidieron pero yo seguía sin dar crédito a lo que acababa de pasar.

—No sabía que este tipo de servicios te estilaran, Kain —comenté, tratando de quitar hierro al asunto.

—Nunca lo he hecho antes pero... hacerlo contigo me parece una idea atractiva.

Cuando se me subieron los colores a las mejillas y bajé la cabeza, muerta de vergüenza, noté cómo se reía.

—No es gracioso.

—Sabes que lo es.

—Estoy enfadada contigo —solté.

—¡Pero si soy un cacho pan!

—Al que se le iba la vista a las tetas de Suva y Kels.

—Yo no les miraba las tetas.

—No ahora -añadí, prestando atención al camino y dándome cuenta de que estábamos a punto de llegar.

—¿Hablas de cuando me habías besado y luego ignorado completamente? Noor, te juro que he llegado a pensar que hasta te caía mal... pero luego leí tus poemas.

PerdidosWhere stories live. Discover now