» 004 «

2.1K 99 20
                                    


—No sé si podrás —declaró, haciendo que cambiara la mirada de su cuello a su mochila—. Oye, Kain... ¿puedo decirte algo?

—Claro —afirmé estirando con mis manos cada lado de la cremallera por si había pillado algún hilo. La parte de atrás de la mochila, que parecía revelar una botella, se apoyaba en mi vientre. Pero a pesar de que mi concentración estaba puesta en el cierre, era todo oídos.

Se levantó también y cogió la mochila por un asa para posarla en el suelo, sin arreglar ni nada. La miré con el ceño fruncido, sin entender qué estaba ocurriendo. Noor sonreía, como nunca, y sus bonitos hoyuelos hacían a su sonrisa aún más increíble. 

Jamás me imaginé que podría suceder algo parecido viniendo de Noor. Pero el roce de sus labios, húmedos y gruesos, con los míos, no me permitieron pensar en nada más. Fue como probar un helado por primera vez, sabiendo que querría otro porque el nuevo sabor que había descubierto me fascinó. 

Sucedió tan rápido que, cuando me quise dar cuenta, los furiosos latidos de mi corazón eran lo único que sabía que estaba sucediendo de verdad. Pero cuando puso la palma de su mano en el dorso de la mía, noté que estaba temblando... Nervios, quizá. Tal vez porque fuera su primer beso, porque sus movimientos eran torpes, aunque no por eso me gustaban menos. Al contrario, su inocencia me daba curiosidad, excitación...

Sentí sus delicados dedos acariciar mi barbilla, justo debajo del lugar en el que nuestros labios se unían. Más que una caricia fue como un soplo de viento que casi no recuerdo. Pero cada movimiento, cada roce, lo hacía con firmeza. 

Con ese beso me demostró que estaba equivocado y que, desde luego, yo no encabezaba su lista negra de personas a las que odiaba. Porque si no, no me hubiera besado como lo hizo, ni me hubiera acariciado como si estuviera tocando algo que quisiera recordar luego.

—Me gustas mucho, Kain —confesó, desenganchándose de mis labios. Aturdido y con ganas de más alcé una ceja -porque dos no sabía-, sorprendido y con mi corazón metiendo la cuarta marcha.

—Noor... —bajé la vista a nuestras manos, tragando saliva. ¿Esto es real?—, ¿me estás tomando el pelo?

No obtuve ninguna palabra de ella, como era normal, pero tampoco me esperé lo que hizo: con una mano se zafó de la mía para subir con esta por mi brazo... acariciándome por encima de la camiseta, no recién lavada que digamos, porque llevábamos varias horas caminando. 

 Pero ese pequeño detalle no pareció importarle cuando llegó a mi cuello con su mano, enviándome una caricia, haciendo que me olvidara hasta de mi nombre, y dándome otro beso corto pero espectacular. 

Un escalofrío me recorrió de arriba abajo, subiendo la temperatura de mi cuerpo. El camino de su caricia, lento pero apretado, fue la señal para que yo llevara mi mano a su codo, que fue lo único que me dio tiempo a acariciar, pues el beso fue un leve roce, pero su calor y su aroma me tele transportaron, por un instante, a otro universo. Uno en el que olía a una mezcla de protector solar y sudor que, lejos de resultarme asqueroso, me pareció excitante. 

Me di cuenta en ese momento de que me gustaba tanto que me parecía hasta atractiva después de hacer ejercicio, despeinada y con la respiración agitada.

Aunque me separé de ella, mi cuerpo demandaba el suyo por más tiempo, pero cuando vi que seguía con los ojos cerrados, con una carita de placer tan adorable, sonreí. Esperaba que la volviera a besar, y eso hice. Acaricié con mi pulgar su mejilla, tratándola con el mimo y el cuidado que se merecía, memorizando su suave tacto, aspirando su inconfundible aroma...

Allí, en medio del camino de piedras, sin importar que pasara cualquiera, la acerqué por la cintura hasta pegarla completamente a mi cuerpo provocando que abriera los ojos y pegara un respingo. Las puntas de su pelo rozaban mi mano, tal era la longitud de su pelo. 

Llevé mi otra mano bajo su mentón, alzándoselo. Era tan bajita que tuve que bajar mi cabeza para rozar mis labios con los suyos, sin llegar a besárselos. Me gustaban esos pequeños besos, tan intensos, tan llenos de deseo. Mi cuerpo ardía por su cercanía, y ya estaba listo para cualquier cosa por lo mucho que llevaba esperando el momento.

Llevé mis labios a su oreja luego, notando lo acelerada que estaba su respiración. Le gustaba de verdad... Quería acelerársela más.

—Noor, me encantas —reconocí, apretándola más por la cintura y oyendo cómo gemía, tan bajito, tan tímidamente, endureciéndome—. Hasta tu olor me vuelve loco... Pero tengo que saberlo...

—¿El qué? —preguntó en un suspiro, notando cómo llevaba sus manos, dudosa, hasta mis hombros. Y no sé si sería por la confesión, por la situación o por qué, pero estaba más receptiva que nunca.

Me separé de ella, pues quería ver su rostro cuando se lo preguntara.

—¿Ya has besado a alguien?

Lamió sus labios, tan gruesos, tan apetecibles y, en ese momento, negó con la cabeza.

—Kain, te llevo esperando desde que tenía 12 años, desde que me enamoré de ti...

Joder, esta chica me va a matar. Era como en mis fantasías, y no hay nada más satisfactorio que, en el momento menos esperado, las fantasías se cumplan.

Gemí su nombre en sus labios, preso del amor, la excitación... Pero me tenía que contener, solo un poquito más... Noté cómo su mano agarraba por encima a la mía, notando las ansias que tenía por besarme.

A la mierda todo.

La besé. La besé, por fin. La besé de verdad y no fue justamente con un simple roce. Fue un beso tan intenso que gimió en mis labios cuando notó mi tremenda erección en su bajo vientre, la cual nunca había tenido ocasión de conocer. Y mi excitación tenía muchas ganas de conocerla... en profundidad.

—¿Nunca has estado en una situación como esta? —pregunté, con cierta diversión en el tono de mi voz. Sentirla tan a mi merced, tan entregada, era un sentimiento único. No esperaba una respuesta, porque es a lo que me había acostumbrado Noor: a no recibir respuestas. Sin embargo, en aquel momento, Noor no era la Noor que yo conocía.

—No, Kain, nunca... pero esto me gusta —dijo, separándose muy poco para recuperar el aire y coger la mano que yo tenía en su nuca. Como drogado, dejé que su mano guiara a la mía hasta uno de sus pequeños pechos. Sentí que explotaba con aquello. Lo apreté en mi mano, aunque el sujetador me impedía disfrutarlo del todo—. Quiero sentirte, quiero sentir tu polla dentro de mí... —pidió, justo antes de volver a refugiarse en mis labios, con pasión. 

De repente, noté cómo bajaba una mano hasta mi entrepierna cubierta por los pantalones, acariciándola, sin saber muy bien qué hacer, tan tímida, tan adorable. Y ante sus palabras, todo mi cuerpo vibró. Quería hacerla mía ahora...

Caminé con ella hasta el interior del bosque, tirando nuestras mochilas en cualquier parte, apoyándola contra el primer árbol que se interpuso en nuestro camino.

—Noor, ¿seguro que quieres que lo hagamos? —pregunté, esperando que se echara para atrás porque aquello estaba ocurriendo muy rápido, porque estábamos al aire libre, porque hacerlo aquí por primera vez le resultaría raro...

De nuevo, cogió una de mis manos, ahora en su cintura, y la internó bajo sus leggins y su braga. Encrespé mis dedos, apoyados en la corteza del árbol, de la increíble sensación de poder conocer la parte más íntima de su físico con mis dedos. Y sus labios, entreabiertos, temblaron levemente hacia arriba al ver mi cara, probablemente gustándole el efecto que provocaba en mí.

—No sabes lo que te deseo, Kain —dijo con dificultad para hablar por lo acelerada que estaba.

Para mi sorpresa, estaba completamente depilada. Pensé que al no tener relaciones sexuales no se depilaría... Solté un jadeo cuando me encontré su empapado clítoris.

—Noor...

PerdidosWhere stories live. Discover now