» 031 «

1K 59 8
                                    

Narra Kain

Noté cómo una gota de sudor resbalaba por mi patilla mientras mantenía el ritmo. A pesar de sentirme en forma por el intenso entrenamiento de fútbol que recibía últimamente, algo me decía que parara. Tal vez la razón fueran los entrenamientos, tan intensos y agotadores.

—¡Vamos, vamos, chicos! —nos animó mi madre—. ¡Que se noten las horas de senderismo!

Enfoqué una bandera verde clara a lo lejos del camino. Sonreí y me di esperanzas al verla: era la bandera del descanso. Habiendo llegado hasta ella podías reponer fuerzas, sales y proteínas en un tiempo de 10 minutos.

Solo un poco más, me animé. Esta no es una carrera dura. Hasta la hermana de Noor puede con ella, y solo tiene 6 años.

Lejos de motivarme, el pensamiento de Cleo me hizo reír débilmente.

—¿Qué te hace tanta gracia? —preguntó mi padre al oírme.

—Nada, es que me hace gracia el hecho de que Cleo tenga incluso más resistencia que yo.

—Aspira a ir a los 500 metros lisos de las Olimpiadas, ¡ya verás!

Sonreí ampliamente. La pequeña Cleo iba a llegar muy lejos, de eso no cabía duda. Tiene un carisma y una fuerza de voluntad impropios en los críos.

Giré mi cabeza un poco, lo suficiente como para no chocarme con nadie mientras corría. Aunque en vez de ver a Cleo, mi mirada se enfocó en Noor: boca abierta, sus pequeños pechos rebotando en cada paso -tal y como lo hicieron mientras hacíamos el amor-, su mirada en la mía... Volví mi mirada al camino, avergonzado al recordar la llamada. Joder, ¿cómo he podido meter la pata tanto?

Intenté no pensar en ello. No era el momento. Me sentía lleno de energía, sí, me sentía con ganas de endurecer mis músculos, también, pero había algo direfente con respecto a otras veces: una señal prácticamente invisible de mi cuerpo con origen en mi muslo derecho.

Deja de esforzarte, no puedes más.

Sin embargo, mi cerebro no estaba de acuerdo con mi cuerpo. Las pisadas me alentaban a seguir, la gente corriendo a mi lado avivaba mi fuerza... y, para arruinar mi momento de superación personal, tener a Noor corriendo detrás de mí me incitaba a demostrarle de qué estaba hecho Kain.

Kain, el chico que además de arrancarle un orgasmo, podía ser el chico de la camiseta sudada y sexy que alguna vez las chicas imaginan.

Aunque pensar en esto último era difícil porque Noor, más que estar centrada en mí, estaba centrada en Mickey. Las comisuras de mis labios, burlescamente, se elevaron mientras hacía a mis piernas avanzar al lado de mi padre. Mickey, quien realidad se llamaba Mick, tenía un nombre verdaderamente penoso. Y solo lo hacía penoso el simple hecho de asimilarse a un ratón de dibujos animados parlanchín. Solo le hacían falta unos bigotes, una cola en el culo y apellidarse Mouse para completar el look.

Si mi yo de 8 años supiera que pienso lo que pienso de Mickey Mouse, probablemente estaría muy enfadado. Pero no más de lo que lo estoy yo ahora.

Por suerte, llegamos a la Bandera de descanso antes de permitirme darle más vueltas al asunto.

—Oye morena, no sé cómo lo vas a hacer conmigo si ahora te cansas tanto —oí de su chirriante voz. Miré por las esquinas de los ojos la situación: Noor tenía una cara de fastidio la mar de graciosa, mientras que Mickey no cesaba con su coqueteo. Ver lo molesta que estaba con él, por egoísta que sonase, me hacía sentir bien. Pero mis pensamientos no se sujetaban en pilares seguros, tenía que hablar con ella.

Sin embargo, había algo que me echaba para atrás: la maldita llamada que le hice. No pude dejarme en mayor ridículo y, aunque este tipo de cosas no tenía reparo en decirlas, me jugaba mi dignidad.

Lo siguiente que pensé fue: ¡¡Aghhhh!! ¡¡Qué dolor!! Me agaché con mi mano en el centro del pinchazo: el muslo. Mi cuerpo me estaba avisando desde hacía un buen rato, pero yo hice caso omiso a sus ruegos. Tenía en mente una única cosa: seguir corriendo, mantener un cuerpo sano. Porque había pocas cosas que me dieran tanta satisfacción como dejar a mi mente librarse de las procupaciones y centrarla en mis piernas corriendo.

—¡Kain! ¿Estás bien?

No me hacía falta alzar la cabeza para ver quien me había preguntado. Su inconfundible voz vino acompañada de un gesto de su mano en mi hombro.

—No es nada —contesté despreocupadamente a mi madre, irguiéndome para evitar montar un espectáculo. El grupo de gente que nos rodeaba me miraba, con rostros de pena y, algunos, los que seguro que ya lo han vivido en sus propias carnes, dolor—. Solo es un tirón.

—Espera, te voy a traer un poco de agua —dijo Noor para mi sorpresa, alejándose y haciendo que alzara las cejas. ¿De verdad se había olvidado tan rápidamente de la llamada, de mi no sé si quiero estar contigo, Noor? ¿O simplemente está siendo educada porque la situación lo requiere?

—Kain, ¿otra vez?

Me giré para encontrarme el rostro contrariado de mi padre, el hombre que vivía como si le hubiera pasado a él mi dolor. Lo cierto es que ya era la segunda vez en dos semanas.

—Ya sabes lo que toca ahora: a cuidarme como un rey persa —bromeé recordando que la última vez solo les faltó abanicarme en la cama. ¡Si es que mis padres son unos dramáticos, empezando por los motes que se ponen! En ese mismo instante, mi madre me dio un apretón en el brazo, con la típica mirada de una madre que está dispuesta a hacer cualquier cosa por su hijo. Si es que tengo unos padres maravillosos, joder.

—Sin pasarse, eh —me recriminó mi padre, haciendo que dejara de pensar con tanto ahínco en el origen del dolor mientras me sentaba en el mismo suelo porque no había sillas.

Una botella de agua rodeada por la mano de Noor apareció delante de mi cara. ¡Lo que yo decía: ahora toca vivir como un rey dos semanitas!

Cuando me tendió la botella, me sonrió de forma tan tierna que casi me dieron ganas de besarla allí mismo. Aunque tal vez estaba exagerando por el dolor. Lo cierto es que Noor no suele sonreír de esa manera.

¡Hola! Ha pasado 1 mes desde que no he subido, pero tiene una explicación: me he desconectado de Wattpad muchísimo y, aunque no aseguro subir capítulos a menudo, sí aseguro que por aquí ando dando guerra, aunque sea menos. ¡No es tan fácil librarse de mí! Jajajaja.

PerdidosWhere stories live. Discover now