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Kain

En mi vida había sentido esa mezcla de amor y deseo tan intensamente. Así que cuando oímos unas voces que se acercaban, me vi obligado, a regañadientes, a separarme de ella. Me dio la sensación de que ni siquiera había tenido tiempo para saborear aquel beso fugaz.

Noor me miró intensamente y se le escapó una risilla antes de esconderse tras el baño. Me había dejado malditamente caliente, pero ahora no podía pensar en eso.

-¿Dónde andabas, tío? En 5 minutos empieza el partido y solo faltas tú -demandó, mientras todos corrimos con prisa al campo. Siendo el entrenador Joe como era, nos podría dejar en el banquillo por retrasarnos 2 minutos.

Suena bien pensar que había estado bastante ocupado en los labios de Noor. Le sonreí ampliamente a modo de respuesta. Ese beso había robado todas mis palabras.

-¿Es esa chica? -rió con picardía Frank.

-Me has pillado -dije hinchándome de orgullo. ¿Quién no querría que le vieran al lado de alguien como Noor? Entre esos ojazos, ese cuerpo bonito y esas mejillas encendidas era difícil no fardar de... amiga.

-¿Qué dices, otra chica?

-¿Envidia? -le solté sin dudar a Phill, dándole un empujón entre risas, retándole.

-¡Más quisieras, Bial!

Bajé unas escaleras, riendo. Lo cierto es que quería darle algo en lo que pensar que no fueran las piernas de Noor, porque esa mirada que le echó no se me pasó por alto. Era esa mirada hambrienta de tetas que tenía siempre, la que no me gustó ni un pelo.

Phill era todo un ligón, y el cabrón estaba mazado, sería extraño que no fuera el prototipo de chico ideal para Noor.

95 minutos más tarde me quité la camiseta para aliviar mi calor. Busqué con la mirada a Noor, no me quería perder por nada del mundo su reacción. Divisaba gente levantándose, banderas de los WeGols, nuestro contrincante, y toallas volando entre un jugador y otro. Pero no encontraba a Noor. Movió su larguísimo pelo hacia un lado, y ese movimiento me indicó sus coordenadas. Fila 6, ahí estaba, con una sonrisa tímida y malditamente sexy en esos pantalones cortos que llevaba.

1-2, habíamos perdido pero cuando me encontré con mis padres tras haberme cambiado, salí con una enorme sonrisa en la cara.

-Venga chicos, os invito a unos nachos -ofreció mi madre, como siempre hacía cuando perdía. Pero a diferencia de otras veces, hoy no me había sentado tan mal. Tal vez ver esos preciosos ojos azules viendo mi partido desde la grada influyó, no lo sé.

Tras pasar un rato más que agradable tomando unos nachos con queso cheddar, en el que noté ciertamente distante a Noor, la dejamos en su casa. Esa sonrisa permanente en el partido, esa sensualidad en su mirada tras ese beso inesperado no volvieron a aparecer en su rostro. Sus respuestas se fueron transformando, siendo más secas, a lo largo de la tarde-noche. Algo había pasado para que su actitud cambiara tan drásticamente hacia mí, ¿pero el qué?

Me estaba matando el no saber si ese beso la gustó o no. Tal vez solo fuera un arrebato de deseo, y ya está. Algo perfectamente olvidable. Así que cuando el viernes siguiente salí de fiesta, decidí desatarme de mis sentimientos para disfrutar. Decidí apartar ese sentimiento de soledad que crecía en mí para sentirme bien. Para disfrutar con algo que sabía perfectamente qué era, sin ataduras, sin problemas.

Unos amigos y yo habíamos ido a la gran casa que poseía el hermano mayor de Frank, un chico de 26 años que había tenido bastante suerte con el trabajo y con el dinero. Se había creado un buen ambiente: música a tope, bebidas y gente tan abierta como para sacarte un tema de conversación sin conocerte.

PerdidosWhere stories live. Discover now