Capitulo 30

287K 23.6K 2.7K
                                    

Sara

—Por favor. Dios mío, por favor... —suplico en silencio. Mi barbilla se mueve sin control y las palmas de mis manos están sudorosas. Es la primera vez que veo la luz del sol desde que me trajeron aquí y mis ojos se resienten. He estado encerrada en una habitación oscura todo este tiempo y lo único que he hecho ha sido llorar amargamente. No hay duda de que todas mis posibilidades se han esfumado. Nadie sabe dónde estoy y seguramente Izan crea que me he ido por mi propio pie. Después de todo lo que le dije e hice cada vez que se acercaba a mí es lo más lógico.

Estoy tan derrotada emocionalmente que me siento como decía Ana. Lo único que me hace notar que todavía estoy en el mundo es el dolor de los golpes que recibo cada vez que alguien entra al cuarto con alimentos y me niego a comerlos. Ya sé lo que pasará a partir de ahora, Lorena me lo contó todo mientras se reía de mí y no quiero seguir adelante. Me niego a seguir viviendo así. No quiero ser el juguete de un jeque...

Todas mis esperanzas se perdieron el día que me obligaron a subir al avión rumbo a este país y saber que me venderán como si mi vida no valiera nada para convertirme en una esclava está acabando conmigo.

Los gritos de la gente me sacan de mis pensamientos. Todos los hombres parecen estar interesados y pujan sin control. Las cantidades son tan altas que suenan ridículas.

—Vamos, amigos —les anima Aníbal—, sacad el dinero de vuestras carteras. No seáis miserables, seguro que jamás olvidaréis un momento así.

Le hacen caso y se pican entre ellos. Miro por todas partes buscando inútilmente la manera de escapar, y cuando mi vista llega hasta la puerta de hierro que hay en la entrada mi corazón se detiene. Por un momento creo estar soñando y siento un fuerte mareo. «No puede ser cierto lo que estoy viendo... No puede ser él. Es imposible. No sabe que estoy aquí». Cientos de teorías inundan mi mente y no encuentro ninguna explicación lógica. Es posible que al estar mis ojos tan sensibles a la luz esté viendo cosas donde no las hay...

—¡Papá! —Es su voz. No hay dudas. Apenas se distingue entre la gente, pero estoy segura de que es su voz—. ¡Papá! —Están tan entregados al momento que nadie parece darse cuenta.

Mira por todas partes y se acerca a una de las columnas que sujetan la puerta. Parece que aprieta algo y habla. Levanta su mirada y mi respiración se acelera tanto que hiperventilo. Alacrán parece darse cuenta y me mira confuso.

—Más te vale dejar satisfecho al cliente que gane. Si tenemos alguna queja no dudaré en darte unas cuantas clases prácticas —ríe.

Alguien sale de la casa y se acerca a Aníbal. Este deja de hablar y escucha lo que le dicen. Mira rápidamente hacia la puerta y cuando ve a su hijo allí el color y la expresión de su cara cambian. Se disculpa con todos por unos minutos y camina hasta donde está Izan. Los demás no le dan importancia y siguen a lo suyo.

No entiendo nada. Debería huir o esconderse... ¿Por qué sigue ahí? Aníbal camina deprisa y en un principio parece molesto. Les observo durante varios minutos y dialogan sin problemas. Izan señala un camino y hace algunos gestos que no comprendo. Por sus movimientos parece cansado.

Todo me da vueltas cuando Izan sonríe a su padre, señala ahora en mi dirección y este le abre la puerta. Rápidamente creo entenderlo todo. Solo ha estado jugando conmigo... ¿Pero hasta dónde llega la maldad de estas personas? El latido de mi corazón es tan fuerte que aturde mis oídos y unas increíbles ganas de llorar se apoderan de mí, pero finalmente consigo sujetarme. Están juntos en esto, por eso está aquí... Me ha estado engañando todo este tiempo. Se ha burlado de mí... Varias lágrimas ruedan sin control por mis mejillas y me siento la persona más estúpida de la tierra. Ato cabos y llego a la conclusión de que fue él quien avisó al agente, quien le dijo dónde estaba para que fuera a buscarme y por eso me dejó sola.

La Marca de Sara - (GRATIS)Where stories live. Discover now