Capítulo 42

286K 23.4K 3K
                                    

Lorena llora sin parar al verle y yo, sin saber muy bien por qué, tengo sentimientos de culpa.

—¿Es su amigo? —pregunta el agente.

—Dios mío... —Apenas puede hablar—. Sí. Es él. —Se conocen desde hace muchos años y estoy seguro de que le apreciaba—. ¿Qué le ha pasado? ¿De qué ha muerto? —Temo la respuesta.

—Cayó desde un precipicio, pero es todo muy confuso todavía. No sabemos si realmente cayó o le empujaron, porque encontramos signos de lucha en la arena y el casquillo de una bala junto a las rodadas de un coche. —Hace una pausa. Lee algo y continúa—. El suicidio está totalmente descartado en este caso. —Nos mira—. Cerca del cuerpo encontramos la pistola que había sido disparada momentos antes y según pone aquí —señala un informe en el ordenador— su nariz estaba rota antes de morir, lo que nos indica que fue golpeado antes de caer al vacío.

—¿Está diciendo que... han matado a Alac... a... Juan Ramón?
—pregunta preocupada, y temo que se den cuenta de lo nervioso que estoy.

—Es la hipótesis que más fuerza cobra en este momento. —El agente clava sus ojos en los míos y un escalofrío recorre mi cuero cabelludo.

—¿Quién pudo hacer algo así? Apenas visitamos este país y no conocemos a nadie. Vinimos solo a pasar unos días. —Vuelve su atención a Lorena y respiro aliviado al ver que deja de mirarme.

—No lo sabemos, pero haremos lo posible para dar con el culpable. ¿Hasta cuándo se quedarán por aquí?

—No lo sé... —Ahora es ella la que no se siente cómoda—. Quizás algunos días más.

—Necesitaré los datos de su familia para hablar con ellos.

—No tiene familia —responde rápidamente.

—Entonces tendrán que darme sus datos y direcciones del lugar donde se alojan para llamarles si averiguamos algo más.

—Yo... nosotros... estamos buscando un nuevo hotel. Solo íbamos a estar unos días en este lugar y después iríamos a visitar otro. —Se suena la nariz—. Le puedo dar mi número de teléfono por si tienen que hablar conmigo y cuando tenga habitación me pongo en contacto con usted de nuevo.

—Está bien —dice el agente poco convencido—. Ahora, si no les importa, me gustaría hacerles algunas preguntas.

—Ohm... claro —responde Lorena y cambia de postura.

—¿Saben ustedes si tenía problemas con alguien en cualquier otro país?

—No —contesta.

—¿Notaron algún comportamiento extraño en él los días anteriores a su desaparición?

—Ninguno. —Pasa el pañuelo por sus mejillas.

—¿En qué trabajaba?

—Es capataz en una casa de campo... —Achino los ojos y la miro.

—¿Y ustedes?

—Yo me encargo de la cocina en ese mismo lugar. —Vuelvo a mirarla y se inquieta. Tiene miedo de que diga algo que pueda ponerle en riesgo.

—Yo trabajo como atleta y entrenador personal —respondo.

—¿Y qué les ha traído a este país?

—Mi amigo y yo necesitábamos desconectar y pedimos unos días libres... Trabajamos de lunes a domingos sin descanso.

—¿Y a usted?

—Vine a preparar una competición, y sabiendo que estaban ellos aquí decidimos visitarles. —Temo que quiera saber más y descubra que miento.

La Marca de Sara - (GRATIS)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon