Capitulo 14

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Llegamos al club y la persona que siempre está en la puerta nos indica la sala. La número 5. Lorena me acompaña esta vez y sus tacones resuenan por todo el pasillo mientras camina.

—Le daremos una alegría a ese cliente cuando nos vea —dice al pararnos frente a la habitación. Pasa una barra de carmín por sus labios y alisa su corto vestido. Empujo la puerta temerosa y le veo. Esta vez está de pie.

—Sara. —Cuando está a punto de venir hacia mí, entra Lorena y se gira rápidamente dándonos la espalda—. Solo quiero a la pelirroja. —Su voz está cambiada y habla con un extraño acento mexicano. ¿La conoce?

—Hoy está de suerte, señor. La oferta es de dos por una. Se divertirá como nunca. —Camina hacia él.

—¡He dicho que solo quiero a la pelirroja! —Sigue de espaldas. Lorena no desiste y continúa caminando en su dirección, está empeñada en verle la cara y parece que a él no le hace ninguna gracia la idea—. ¡LÁRGATE! —grita y se mueve para seguir escondiéndose de ella—. Haré una reclamación si no te vas ya mismo. Si hubiera querido otra puta, la habría pedido.

—Está bien —dice ofendida y de mala gana al ver que no hay nada que hacer—. Tú te lo pierdes. —Para alivio de la montaña se marcha bastante molesta.

En cuanto la puerta se cierra y se asegura de que ya no está en la sala, viene hacia mí.

—¿Cómo estás? —Pone su mano en mi mejilla y antes de que consiga pasar sus dedos por mi dolorido pómulo, me aparto. No me fío de nadie. —No temas... Vi lo que te hicieron, Sara. —Parece afectado.

—¿Me crees ahora? —Necesito que me diga que sí, aunque de nada sirva.

—Mi padre no es así. No sé qué está pasando con él. Quizás alguien le obliga...

—Nadie le obliga. —Me mira atento—. Él es el jefe allí y quien manda y ordena.

—¡No! —dice antes de que pueda acabar la frase—. Debe de haber alguna razón por la que actúe de esa forma...

—La única razón es el dinero. —Hay rabia en mis palabras.

Niega confuso al oírme y camina alterado por la habitación. Reconozco que si alguien me dijera algo así de mi padre tampoco le creería.

—Tengo que llegar hasta el fondo con esto. Tengo que averiguar qué es lo que está pasando...

—Yo también —respondo y vuelve a mirarme. Me armo de valor y continúo—. ¿Qué quieres de mí? —Pestañea, pero no dice nada—. ¿Por qué estás aquí? ¿Qué buscas?

—Ni yo mismo lo sé... —contesta mirando ahora al vacío.

—¿Sexo fácil? ¿Seguir riéndote de mí como hacías en la casa?

—¡No entiendes una mierda! —Me señala con el dedo—. Si quisiera sexo, lo buscaría en otra parte. Estos sitios me dan asco. —Humedece sus labios secos—. Traté... traté de... —Pasa la mano por su cabello. Duda por un segundo, pero finalmente continúa—. Lo hice por ti, Sara. Solo quería que te fueras. Vi cómo te miraba mi padre y me porté como un cabrón para que renunciaras. ¡Lo admito! Solo quería que te largaras. Temía que ocurriera esto... —Su respiración se acelera—. Sabía que mi padre podría convencerte con dinero para venir aquí... Le he visto hacerlo más veces. Sentí lástima de que una chica tan... tan... joven y llena de vida como tú se echara a perder de esta manera.

—¡Vine aquí engañada! —Le interrumpo—. Ya no sé cómo decírtelo para que me creas. Nadie me habló de esto. —Miro mis cortas ropas y varias lágrimas me inundan los ojos, pero sigo hablando. Necesito desahogarme—. Yo solo quería un trabajo digno. Solo tenía que limpiar y cocinar para así poder mantener a mi familia. —Comienzo a llorar sin poder evitarlo—. Solo quería darle una vida más desahogada a mi madre enferma y un futuro a mis hermanos. Solo eso... —Pongo las manos sobre mi cara y sollozo.

La Marca de Sara - (GRATIS)Where stories live. Discover now