Capítulo 51

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—Tranquila, Sara. —Luc hace el intento de abrazarme, pero en el último momento baja los brazos—. Seguro que todo sale bien...
—Evita tocarme.

—No lo tengo tan claro. —Pongo las manos sobre mi cara y lloro más fuerte.

—Dime una cosa. ¿Tanto te afectaría si le pasara algo?

—Por supuesto —digo con rabia. Sé a dónde quiere llegar—. ¿Qué insinúas?

—Nada... es solo que me resulta extraño verte así por una persona a la que apenas conoces. —Mi sangre hierve.

—Esa persona ha estado a punto de perder su vida por mí, y te recuerdo que gracias a él pude regresar a casa.

—Sí, bueno. Pero su padre...

—¿Su padre qué? —Le enfrento. Estoy harta de sus menosprecios—. ¡Él no tiene absolutamente nada que ver con su padre!

—Perdona que ponga eso en duda —sonríe sarcásticamente—. Mira, Sara. Si hay algo que he aprendido en esta vida, es que... —hace una especie de comillas con los dedos— "de tal palo, tal astilla" y a mí no hay quien me quite de la cabeza que ese de ahí —señala la puerta de la habitación— está llenándose los bolsillos de la misma manera.

—¿Qué? —Le golpearía con todas mis fuerzas, pero me contengo.

—Ese tío —vuelve a señalar— ha hecho este acto heroico solo para librarse de la cárcel. ¿Cómo te explicas que con los años que tiene no se haya dado cuenta de a qué se dedica su padre hasta ahora?

—¡LUC! —No soporto que hable así de él. No tiene ningún derecho.

—Shhh. —Una enfermera viene hacia nosotros alertada por los gritos—. ¿Qué es todo este escándalo? Deben salir de aquí inmediatamente. Esta no es una zona pública.

—El doctor nos dio permiso —responde Lucas altivo.

—Pues yo os le quito. O salís inmediatamente de aquí o aviso a seguridad.

—No hace falta —dice cabreado—. Yo me largo ya. Tengo mejores cosas que hacer que estar esperando a que se muera un delincuente. Cuando quieras volver a casa me llamas. —Se marcha y siento ganas de insultarle.

—Por favor... —me dirijo a la mujer— no era mi intención armar jaleo. Ni molestar. Es solo que estoy demasiado nerviosa por lo que está pasando con mi amigo. Déjeme quedarme un poco más. Al menos hasta que salga de nuevo el doctor para saber cómo está. —La enfermera al ver mi angustia, asiente.

—Está bien. Pero como ese chico vuelva, tendréis que salir. Aquí hay enfermos muy graves y no pueden alterarse.

—No volverá a pasar, se lo prometo. Si ese... gilipollas... regresa
—inspiro para calmarme— yo misma me iré.

La puerta de la habitación se abre y las dos miramos al mismo tiempo.

—Doctor —digo al ver al médico rubio—. ¿Cómo está Izan?

—Me temo que ha pasado lo que más temía.

—¿¡QUÉ!? —no le dejo hablar—. ¿Ha muerto? —Pongo las manos sobre mi pecho.

—No, no, no. —Me saca de mi error—. Aún está vivo. Me refiero a la infección. —Mira a la enfermera—. Sabía que hacerle viajar hasta aquí en su estado no era buena idea. —Se saca los guantes de las manos mientras la enfermera mueve la cabeza dándole la razón—. Ha sido una locura lo que han hecho con él para aprovechar el viaje de Ana. Me consta que el comisario también les avisó, pero se negaron. Deberían haberle dejado allí al menos una semana más.

La Marca de Sara - (GRATIS)Where stories live. Discover now