Epílogo II

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Si el capítulo es narrado por "Giselle" están leyendo la versión pasada. 

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OLIMPIA. 

Mis tacones golpean con fuerza el piso mientras Travis Hill, el jefe de seguridad de Alexander, intenta detenerme. Me paro en seco al notar que no dejara de seguirme.

—Disculpa, pero ¿Desde cuándo dejaste de ser un simple empleado?, ¿Tienes idea de quién soy yo?

Travis sonríe y chasquea su lengua. —Claro que sé quién es usted, señora Copper, y por eso también sé qué no debería estar aquí. No creo que al director de la discografía le guste la idea.

La mención de mi esposo solo me hace enfurecer más. 

¿Qué mierda ocurre con este idiota? ¿De verdad está teniendo el descaro de estorbar e intentar persuadirme? Ese es el problema cuando les permites a tus empleados ser tus amigos, se toman atribuciones que no les corresponden.

Ni siquiera me molesto en responder, giro y subo al ascensor. —Tócame o sígueme y te denuncio.

Travis toma su teléfono y comienza a marcar al tiempo que las puertas se cierran. Mi pecho sube y baja con molestia, inhalo hondo deseando con cada parte de mi ser que todos los rumores que he escuchado en los últimos días sean jodidamente mentira.

Cuando sucedió el juicio de Alexander y me amenazó por llamada para conseguir las grabaciones del edificio, lo hice y ni siquiera fue por la amenaza, eso me importaba una mierda. Era el hecho de saber que lo tendría para mí. Aunque al final las grabaciones no le terminaron sirviendo para nada, sabía... , que es un hombre de palabra.

Durante todo este tiempo, no me acerqué a él porque sabía que necesitaba tiempo. Y la situación de Isaac nos tuvo a cada uno bajo el ojo público, así que acercarme era riesgoso, pero en este momento ese riesgo no me importa. Necesito verlo ahora mismo.

Las puertas finalmente se abren en el piso de Macovei.

—¿Alex? —hablo en voz alta, pero no tengo respuesta, nada más al entrar todo está diferente.

Las paredes antes perfectamente pulcras y con el marcado estilo de Alex, impecable y minimalista sin decoración alguna, ahora están llenas de cuadros, parece que un torbellino de colores paso por aquí. Su teléfono está tirado sobre el sofá vibrando, el nombre de Travis Hill está en la pantalla anunciando una llamada entrante. Idiota.

Me pongo en alerta cuando escucho su risa al fondo de la habitación, en su despacho. Camino decidida y abro la puerta de golpe, él se encuentra sentado frente al escritorio. En cuanto me ve entrar se sobresalta. Su ceño se frunce quizás tanto como el mío.

Alexander está lleno de pintura, su cara, su cabello, su ropa y a pesar de todo lo desconcertante de la situación, toda mi atención se va a su mano, específicamente al anillo que adorna su dedo anular. Un anillo de bodas.

El aire me falta y un zumbido crece en mi oído mareándome al instante. Algo dice, pero no lo escucho, no escucho nada. Y estoy segura de que es pura suerte que aun estoy de pie.

No, no, no.

Tomo aire hondo y suelto un grito lleno de frustración que hace que detenga lo que sea que esté diciendo.

—¿Te casaste, Alexander?

Él suelta un suspiro hondo pasando la mano por su cabello. —Sí.

Responde con simpleza. Su respuesta hace eco en mi cabeza.

Perfecto Caos ✔ (Amores Caóticos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora