Capitulo 44

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Bajé las escaleras corriendo al escuchar el claxon del auto de Claudio.

- ¿Adónde vas? - preguntó mi madre desde la sala, quien leía unos papeles.

- Claudio me invitó a cenar - dije con una enorme sonrisa

-¿Y cuándo me pediste permiso? - lo hacía intencionalmente, ¿Cierto? Podía faltar dos días a casa y no se daba cuenta. Pero no podía ir a cenar y regresar si no le había pedido permiso.

- Te lo dije el martes - mentí, de todos modos no recordaría.

- Está bien - dijo sin despegar la mirada de las hojas. Rodé los ojos y caminé hacia la puerta.

- Wow - levantó ambas cejas al verme - Creo que tendremos que ir a un lugar más elegante de lo que había pensado - ambos reímos.

- Si quieres me cambio - dije señalando hacia atrás

- No, no - negó con la cabeza - ¿Vamos? - caminamos hacia su auto, él hacia el lado del piloto y yo al del copiloto. Abrió la puerta y subió, al contrario yo puse mis brazos en mi cintura y lo miraba a través del vidrio frontal. Me miró y rió negando con la cabeza.

-¿Es de verdad? - preguntó con la sonrisa en sus labios.

-Pues en mis tiempos las cosas se hacían así - dije como si fuera una mujer de noventa años.

-¿En tus tiempos? - preguntó
saliendo del auto

- Solo hazlo y no preguntes - mordí mi
labio inferior reteniendo mi risa.

- Como ordene "princesa" - rodeó el auto y abrió la puerta.

- Ay - dije enternecida- Me dijiste princesa - lo miré con ternura.

- Fue sarcásticamente - puso los ojos en blanco.

-Yo sabía que había un Claudio dulce detrás de ésto - hice un ademán señalando su ropa

- Sar-cas-mo - separó en sílabas

- Lo conoces de sobra. - quería reír a carcajadas, era divertido molestarlo así.

- ¿Y adónde tenías planeado que fuéramos? - le pregunté y subió los hombros en señal de "No lo sé"
- ¿Mc Donalds? - una vez más rió y volteó a verme por un par de segundos y luego regresó la mirada al camino. Condujo al menos cinco minutos.

- Es broma, ¿Verdad? - esta vez sí solté una carcajada.

- Tú querías venir aquí ¿no? - sonrió divertido mientras aparcaba el auto en el estacionamiento del mencionado restaurant.

-Claudio era sarcas... - bufé y bajé del auto, se estaba vengando por lo de "princesa"

-¿No te gusta? -preguntó cerrando la puerta del auto y caminó hacia mí

-Si lo hubiera sabido antes, no me hubiera partido tanto la cabeza tratando de encontrar un lindo vestido.

-Yo quiero una número uno y una
malteada de... - dije pensativa tratando de decidir qué sabor - Fresa - dije segura y el chico tocó la pantalla - ¡No! mejor chocolate - reí - Disculpa - le dije apenada ya que ya lo había marcado.

- No te preocupes, tómate tu tiempo - dijo el rubio con una galante sonrisa. Sentí como la mano de Claudio pasaba por mi espalda, para llegar a mi cintura y lentamente me apegó a él. ¡Bienvenidos celos!

- Vainilla, si mejor vainilla - dije finalmente y volteé a ver al chico y su galante mirada había sido sustituida por una sumisa mirada - Clau - lo llamé y cambió su intimidante mirada por una más suave. Claudio pagó y
le entregó un pequeño letrero con el número de nuestra orden.

- Lo bueno es que llamé temprano para reservar una mesa - bromeó pasando su brazo por mis hombros.

- Cielos - fingi estar sorprendida - Creo que te debió haber costado demasiado conseguir ésta mesa, es una de las mejores del lugar.- nos sentamos en la supuesta mesa especial.

-¿Se les ofrece algo más? - se refería en específico a mí, ya que sentía su fija mirada.

- No - contestó Claudio duramente, de inmediato volteé a verlo - Gracias - dijo mirándome.

- No te pongas celoso - le dije cuando el rubio se fue

-No estoy celoso. - afirmó desenvolviendo su hamburguesa que era dos veces más grande que la mía.

- ¿Ah si? - dije con el muy empleado en esta noche: Sarcasmo - Porque la verdad parecía que querías desarmarlo a golpes. - suspiré - Seguro es mi imaginación.

- Sí, eso es... - seguimos platicando de cosas sin sentido, me hacía preguntas le respondía, le hacía preguntas me respondía. No podía parar de reír,
aunque el intentaba no reír, terminaba haciéndolo.

-¿Sigues pensando lo mismo sobre mí? - pregunté cesando un poco las risas

- ¿Por qué preguntas? - se recargó
en el auto

- Porque... - miré hacia abajo - En realidad me importa lo que piensas tú de mi - mordí mi labio inferior

- No... -dijo tomando mi barbilla y alzando mi rostro - No pienso lo mismo - se acercó lentamente con un fijo objetivo. Mis labios.

Me acerqué al igual pero desvié mi rostro y llegué a su mejilla donde deposité un suave beso.

- No beso en la primera cita - susurré entre risas en su oído.

- Me has besado antes sin siquiera tener una cita. -dijo también en mi oído.

- Pero ahora la tenemos - golpeé jugando su estómago - Y no hay beso en la primera.

(…)

- Gil tenemos que hablar - cerré de golpe el casillero de Silverio.

- ¡Estás loca mujer! Casi me quedo sin
cabeza - exageró.

- Qué lastima, ahora tenemos
que hablar.

- ¿Sobre? - preguntó abriendo
nuevamente su casillero.

- Cancelemos la apuesta - dije
sin rodeos.

- Tienes que estar bromeando, ¿No? - preguntó riendo mientras seguía
sacando libros.

- ¡Maldición Silverio! No es broma. - volví a golpear la puerta haciendo que se cerrara una vez más.

-¿Entonces te rindes? - preguntó abriéndolo de nuevo y matándome con la mirada.

- No, si, bueno no, si pero no de ese modo - ni siquiera yo me entendía - Yo... Yo me siento mal por estar jugando con el...dije con toda la sinceridad del mundo.

- No me digas - dijo burlonamente - Te
enamoraste - soltó una carcajada

- No seas idiota Silverio - pasé con desespero mi mano por mi cabello.

- Creí que querías recuperar a León y vengarte las que te hizo Meyer, ¿No? - Tenía razón, no podía olvidar los motivos principales.

- Sí... - dije con confianza - Estás en lo correcto. Olvida lo que te dije la apuesta sigue en pie.

Me, myself & I (Claumilia)Where stories live. Discover now