Capitulo 29

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Rodó los ojos con fastidio y no pude evitar reír, rodó nuevamente recostándose en el pasto.

- "¿Qué no entiendes que no quiero nada relacionado contigo?" - imité su voz y rió por lo bajo. Me enderecé sólo para esta vez yo subirme sobre su cadera - Vamos Clau debe de haber algo que me quieras preguntar - dije poniendo mis manos sobre su abdomen. Pero el parecía no escucharme, sólo se limitaba a ver el cielo - Detesto que me ignoren - me recosté sobre su pecho para decirselo en el oído. Negó con la cabeza.

- Déjame levantarme - me dijo volteando a verme, no necesitaba que me moviera para poder pararse, si el realmente lo quisiera ni siquiera me diría que me moviera, solo se levantaría.

- No - canturreé - Aquí nos quedaremos hasta que quieras hablar - sonreí - Tu dijiste que si yo me sacaba la careta, tú lo hacías y yo quiero conocer al verdadero Claudio - le dije mi objetivo y rió irónico

- Maldición Emilia - dijo molesto- ¡No hay otro Claudio!

- ¿Por qué no me dejas conocerte? - pregunté ahora yo molesta golpeándolo en el pecho

- Ya, ya - repitió tomándome de las muñecas para que dejara de golpearlo - Me llamo Claudio Meyer, tengo diecinueve años...

- ¿Diecinueve? - lo interrumpi-Ves.... - logré que me soltara y lo volví a golpear- Eso no lo sabía- volvió a sujetar mis muñecas - ¿Qué haces un año atrás? - pregunté extrañada

- No te importa - contestó de mala gana

- Si me importa si no, no te estaría preguntando - le contesté obvia - ¿Reprobaste? - le pregunté divertida

- ¡No! - rei por su gesto

-¿Entonces?

- Ya, está bien yo te pregunto a ti finalmente accedió - ¿Responderás cualquier cosa? - preguntó y asentí con la cabeza

- Con la única condición que después tú respondas todas mis preguntas - enfaticé "todas".

- Entonces no - sonrió hipócritamente - ¡Meyer qué escondes! - le grité desesperada. ¿Por qué demonios no quería responderme un par de preguntas?

- Nada - dijo tranquilo

- Sabes... Olvídalo - bufe molesta haciéndome a un lado - sólo pierdo el tiempo intentando acercarme a ti - me puse de rodillas en el verde césped para luego ponerme de pie - Creo que tú me has rechazado lo suficiente para toda la vida - tomé mi tacón que estaba aún enterrado en la tierra y cojeando comencé a caminar por el enorme jardín del campus. Sinceramente cruzaba los dedos porque Claudio me alcanzara y me dijera que lo sentía y que respondería mis preguntas pero a eso se le llamaría un completo milagro.

- ¿Qué te paso? - pregunto Silverio riendo mirando mi irregularidad en los zapatos.

- Nada, le enterré el tacón en la cara a Antonia - dije como si nada abriendo mi casillero

-¿E-En serio? - preguntó sorprendido

- No - contesté - Pero quisiera hacerlo -cerré la puerta de un golpe

-¿No te los cambiarás?

- No, hace días saqué todas mis cosas del casillero - había sacado ropa, zapatos y accesorios ahora solo había libros, papeles y útiles escolares - ¿Y tú qué haces afuera? - le pregunté mientras comenzaba a caminar junto a él.

- Al parecer Hoffman no se levantó de buen humor - rió - Creo que se quedará solo en el salón- me uní a su risa, también lo había sacado.

-¿Y cómo te fue anoche?

- Bien- dijo con una enorme sonrisa - Cenamos, platicamos, un "Quiero que seas mi novia" - dijo galanmente - Y por supuesto un "Claro que si Silverio, eres tan guapo" - reí ante su exageración de la historia.

- Eres un mentiroso- no podía parar de reír

- ¿Y tú? ¿Finalmente te rendirás y aceptarás que gané? El guapo Silverio Gil nunca pierde - dijo con seguridad

- Pues esta vez...

- Lindos zapatos - escuché detrás de nosotros la burlona voz de Antonia, me di la media vuelta para verla de frente. León la abrazaba por detrás y a los lados como siempre, los clones.

-¿Qué? ¿Te gustan? - pregunté con hipocresía - Estaba por tirarlos pero si los quieres te los regalo - sonreí - Creo que cualquiera será mejor que esos - hice una mueca de desagrado al ver sus zapatos.

Ni siquiera puse atención a su contestación porque toda mi atención se enfocó en Claudio quien caminaba hacia nosotros con una caja blanca en las manos.

- Ten - me la entregó sin interesarle los demás - Espérame en la salida - susurró en mi odio antes de seguir caminando por el pasillo. Todos miraban sorprendidos excepto León que lejos de "sorprenderse" estaba enfurecido. ¡Muérete de celos León!

-¿Entonces? ¿Si los quieres? - solté una carcajada antes de darme la media vuelta y seguir caminando con Silverio por el pasillo.

Me, myself & I (Claumilia)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin