Capitulo 30

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-¿Aún sigues pensando que perderé? - le pregunté a Silverio riendo

- Debo aceptar que me sorprende - dijo incrédulo - ¿Y qué es eso? - preguntó señalando con la mirada la caja blanca

- No lo sé - contesté sincera mientras tomaba la tapa para abrirla, al ver el contenido me fue imposible no reír, eran las botas que yo había tirado ayer.

- Está loco si piensa que tú usarás esas - dijo seguro

- Yo las compré - le dije y sus ojos se abrieron como platos

- Imposible.

- De verdad - reí - Ayer me dijo que yo no era su tipo y las compré - le expliqué - Según el aun así seguía sin agradarle y cuando llegué a mi casa las tiré a la basura - el negó con la cabeza

-Ese tipo está pisoteando a Emilia Ruiz-rió.

- Por ahora - sonreí - Me las cobraré todas Silver

- Ay ahora si quedaste linda - esa hipócrita voz - ¿Qué vendrá después? ¿Pantalones rasgados y chaqueta de cuero negro? - soltó una carcajada

- Olvidé que querías los zapatos - hice una mueca de molestia - Pero seguro que los encuentras en el basurero del segundo piso - seguí caminando sin siquiera voltear a verla, no me interesaba ponerme a discutir ahora.

Las clases pasaban rápido, me era difícil poner atención tratando de encontrar el motivo por el cual Meyer quería verme en la salida, siendo que no paraba de decir "Aléjate de mí". Era divertido ver como todos se sorprendían ante la ausencia de mis tacones, había sido un cambio drástico.

Finalmente el último timbre del día y la "fabulosa" profesora no se cansaba de hablar. Típico, quieres salir temprano y a los maestros se les ocurre quedarse más tiempo. La dictadora cerró su boca y por fin nos dio la salida, junté mis libros para poder ir a mi casillero y dejar los que no necesitaría para hacer tareas.

Habíamos sido el último salón en salir, seguramente Claudio ya se habría ido, algo desilusionada... Salí del edificio, de verdad quería saber qué quería.

Bajaba las escaleras del edificio cuando logré verlo, estaba sentado en una de las bancas de la acera del plantel, viendo hacia el estacionamiento. Sus codos estaban recargados en sus rodillas donde estaba su chaqueta, ahora solo vestía blanca camiseta, la blanca y provocativa camiseta. Me acerqué procurando no hacer ruido, logré mi cometido y lo abracé por la espalda, se sobresaltó un poco pero al darse cuenta de que era yo no se movió.

- Acéptalo te agrado - le susurré en el
oído y después besé su mejilla

- Basta - dijo serio poniéndose de pie, tratando de liberarse de mi abrazo - Sabes bien lo que pienso de ti-rodee la banca para acercarme a el

- Y quiero cambiarlo... - le dije seriamente - ¿No te das cuenta?

-Lo que no entiendo - negó con la cabeza - ¿Por qué conmigo? ¿Qué no puedes seguir a otro de los cientos de chicos de aquí?- dijo con fastidio - Por enésima vez, aléjate de mí, búscate a otro y así los tres salimos ganando pasó su mano por sus chinos

- Me agradas. Si, si puedo seguir a cualquiera de los otros chicos de aquí pero... No quiero - le respondí sus preguntas.

- ¿Por qué?

- Porque cualquiera me diría que sí a la primera... - rei - Y dicen que lo que fácil viene fácil se va - acomodé mi bolsa en mi hombro - Pero no te molestaré más, como te dije hace rato ya fui suficientemente rechazada - hice un intento de sonrisa - Rompiste record Meyer - suspiré - ¿Era para eso que querías verme? - que patética, yo esperaba que fuera para decirme que está enamorado de mí y quiere gritarlo a los cuatro vientos. Exagerada, ¿No creen?

- No, no era para eso - dijo con un tono más suave - Era para... - comenzó a hablar pero al parecer se arrepintió - Para nada, olvídalo - sacó sus llaves de su bolsa y tomó su mochila que estaba aún en la banca.

- Vamos dime - insistí antes de que comenzara a caminar

-No- volvió a negarse

- Necesitas mi ayuda... - alargué risueña y su mirada calló hasta el piso - Dime, no le diré a nadie que me pediste ayuda - reí y puso los ojos en blanco

- ¿Podrías cuidar a Mariana y a Pablo por unas horas?

-¿Qué no era que no querías que se relacionaran conmigo? - pregunté
divertida

- Sabes olvídalo - dijo molesto y comenzó a caminar

-Hey Hey - caminé detrás de él y lo tomé del brazo - Renta un sentido del humor - le dije mientras lo hacía voltear hacia mí - Claro que los cuido - sonreí

- G-Gra

- Si no lo quieres decir no lo digas, no es necesario - lo interrumpi ante su dificultad para agradecerme.

- Tengo que ir a la tienda, tengo tres días de no ir y el que los cuidaba mientras yo no estoy, hoy no podrá hacerlo. Llegaré cerca de las ocho ¿Está bien? - asentí perdida en esos ojos cafés - Ten... - me entregó las llaves de la casa

- Entonces... Nos vemos en un rato - se
dio la media vuelta para caminar hacia su motocicleta.










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Me, myself & I (Claumilia)Where stories live. Discover now