CAPÍTULO 46

120 5 0
                                    

APRIL

— No pasa nada... No pasa nada... No pasa nada... No... —comencé a decir sin parar, con el corazón a mil.

— Ya está... Ya está diablilla... —me dijo él estrechándome con fuerza, acariciando con sus pulgares mi cintura.

— Eh... Siento..., siento interrumpiros, pero ¿es usted Liam Jones? —preguntó la enfermera, aun ya sabiendo la respuesta.

Asintió él.

— Acompáñeme por favor —este volvió a asentir y entrelazó mi mano a la suya. La besó y nos dirigimos al interior de aquella sala. Pero cuando la enfermera se giró y me vio alzó una ceja y me miró con desaprobación.

— Usted no puede estar aquí.

— Pero... —comenzó a decir Liam con la voz temblorosa.

— Me va a disculpar que le hable así, pero me da igual lo que pueda o no pueda hacer, yo no me pienso mover de aquí. Primera advertencia —dictaminé segura sobre mis palabras.

— Siento... siento decirlo, pero ella debe irse. Y si no lo hace me veré obligada a llamar a mis superiores para que se la lleven —dijo la enfermera dirigiéndose a Liam. No fue capaz ni de mirarme a los ojos mientras lo decía.

Liam me apretó la mano, seguidamente alzó la vista de la unión de nuestras manos entrelazadas y me miró aterrorizado. Pero antes de que pudiese decir palabra sobre que no me movería de allí, noté la presencia de alguien detrás de nosotros.

— Ella va a entrar. Segunda advertencia —dijo Emily apareciendo detrás de mí.

— ¿Y quién es usted? Váyase y no se meta donde no la llaman —soltó maleducadamente la enfermera mirando a mi mejor amiga de arriba a abajo.

— Vuelva a hablar así a mi novia y la tenemos —dijo Connor tras la espalda de Liam.

Liam y yo cruzamos miradas, con los ojos a punto de salirse de nuestras órbitas. Nos giramos y ahí estaban Connor y Emily, dados de la mano y con los rostros tan gélidos como el hielo, sin un ápice de sentimiento. Pero sus manos entrelazadas los delataban.

— Fuera, vosotros tres tenéis que salir de aquí. Solo puede pasar él —dijo la muy cabrona de la enfermera con semblante serio señalando a Liam—. Ahora. O tendré que avisar a seguridad.

— Ella se queda. Y entrará con Liam. Tercera y última advertencia —sentenció Connor con voz firme, separando la mano de la de Emily para apretarse los nudillos, mientras le dedicaba una de sus imponentes miradas a la enfermera. Curvó la comisura derecha de sus labios y alzó una de sus cejas.

— Está bien... Solo por esta vez —fue lo único que dijo la enfermera.

Connor y Emily asintieron y se fueron, tan rápido como habían aparecido se fueron. Pero no sin que antes Connor le diese una palmadita en la espalda a Liam y el rubio le susurrase un imperceptible "gracias".

Ahora ya sabía que no debía meterme ni con Emily ni con Connor. En la vida. No me atrevería ni tan siquiera a intentarlo.

Después de entrar a la sala y sentarme en una de las butacas junto a Liam... Bueno, creo que no será necesario detallar todo. Ni siquiera estoy preparada para dar detalles o describir aquel momento.

Solo sé que me dijeron que había una pequeña posibilidad de que saliese de esa habitación con vida, pero yo no quise aferrarme a ello. Ya que ya no creía en nada ni en nadie. No creía en la humanidad, no creía en las buenas personas —solo en las que podía contar con los dedos de una mano, solo creía en mi capullo, en el pelinegro y en mi pequeña mejor amiga—. No creía que fuesen a separarme de él. No creía que fuesen a arrebatarme de sus brazos. No creía que no lo volvería a ver. No creía que no le volvería a sentir.

Por un momento no creí que aquello fuese real. Pero sí, lo era.

Y sus últimas palabras se quedaron selladas bajo mi cuerpo, impregnadas bajo mi piel.

— Sé feliz diablilla. Y recuerda que siempre que me necesites estaré ahí. Te lo prometo. Búscame..., búscame bajo la luna, junto a la manada... —dijo este con un brillo en los ojos indescifrable. Un ápice de esperanza relucía en ellos.

Ni siquiera fui capaz de articular palabra en aquellos momentos.

— Te amo diablilla —soltó Liam como si nada forzando una pequeña sonrisa.

— Yo más capullo, yo más... —dije sollozando, agarrando su mano con fuerza, llevándomela al corazón, retorciéndome sobre la butaca e intentando esquivar las balas que impactaban sobre mi pecho, oprimiendo este así. Ardiendo, quemando, doliendo...

Volvió a forzar una sonrisa al oírme decir aquellas palabras y deslizó su pulgar sobre una de las muchas lágrimas que se habían quedado sobre mis mejillas, sobre mi cuello, sobre todo mi cuerpo.

Después, simplemente nos miramos el uno al otro, con detenimiento y cariño, estudiándonos el uno al otro, recordando todo lo vivido juntos.

Pero antes de que se fuera, me vi obligada a decirle algo, a confirmarle algo. Algo por lo cual sería probable que se enfadase conmigo, pero yo ya había tomado una decisión. Él me gritaría, me diría que no una y otra vez, que en la vida dejaría que yo lo hiciese, que no podía hacerlo, que él estaría bien...

Pero si él me quería, respetaría mi decisión.

— E-esto... esto no es un adiós capullo, no lo es. Te... te lo aseguro. Nos veremos muy pronto, no te vayas muy lejos, prometo que te encontraré. Prometo... prometo que no te dejaré solo. Te encontraré, lo juro. Y... solo... solo quería decirte que enseguida voy cariño —dije entre lágrimas con las palabras saliendo de mis labios cortándose las unas a las otras, aferrándome con fuerza a su ya pálida mano.

Y un pitido constante en el contador de sus latidos indicó que él ya se había ido.

Todo era demasiado bonitoWhere stories live. Discover now