Capítulo 17

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A la mañana siguiente me desperté cansada y me recorrió un escalofrío al recordar los Oscuros que nos habían atacado. Alargué la mano para coger mi móvil que estaba en la mesita al lado de mi cama y le eché un vistazo. Sonreí al ver que Melanie me había mandado un mensaje.

Le contesté y rápidamente me vestí. Me arreglé y salí afuera para tomarme el desayuno. En el último momento cambié de decisión y me dirigí a la habitación en la que estaba mi hermana Gema y crucé los dedos para que se hubiera despertado. Tenía muchas cosas de las que hablar con ella.

Entré en la habitación y cerré la puerta detrás mío, sentándome en una silla cerca de la cama. Gema seguía inconsciente, con los brazos extendidos a su lado y su pelo de fuego alrededor de su cabeza como sí fueran algas. Tenía la piel más pálida de lo normal y los labios faltos de color, aunque estaba apretados en una especie de sonrisa siniestra.

- ¿Gema? - dije en voz alta sintiéndome estúpida. Hay gente dice que si le hablas a alguien que está inconsciente,te escucha. Aunque parecía que estuviera hablando sola como una loca. - Yo te voy a hablar y tú vas a hacer como que me escuchas, ¿vale?

Gema no contestó. Obviamente.

- ¿Quién es la Señora Colorines? ¿Qué significan todos esos dibujos que tenías colgados en la pared? ¿Y qué demonios era eso de los versos proféticos?

Sentí unas lágrimas calientes en mis ojos y parpadeé para no dejarlas caer. No quería llorar en este momento, en el que le hablaba al vacío y me estaba desahogando.

- ¿Por qué nunca le contaste nada a nadie sobre los dibujos y tus cosas extrañas? ¿Por qué no te despiertas? - la última pregunta fue más un susurro por el esfuerzo que hacía para retener las lágrimas. Le echaba de menos, a ella y a su estúpida adicción a las chuches.

De repente, Gema empezó a brillar otra vez. Levantó la cabeza de la almohada, con el pelo flotando a su alrededor y con sus ojos verdes oscurecidos hasta parecer negros.

- No vayas. -susurró con esa voz grave y musical de mujer. Y su cabeza cayó sobre la almohada, otra vez inconsciente, y el brillo se apagó. Ahora la sonrisa siniestra que estaba en su rostro era más pronunciada.

Me aparté de la cama tragando en seco porque, sinceramente, estaba cagada de miedo. Escuché unos pasos acercándose y la puerta se abrió. Darwin entró con una sonrisa de oreja a oreja.

- Buenos días, Chispas -me saludó alegremente. Luego se fijó mejor en mi cara y en que el cuerpo de Gema había cambiado ligeramente de posición-. ¿Qué ha pasado, Rose? ¿Se ha despertado?

- Algo así. -respondí con un hilo de voz.

Se acercó a mí y me cogió las manos entre las suyas.

- Cuéntame.

- Todavía estoy algo confusa. Simplemente había venido a ver como estaba y le he he hablado...

- ¿Le has hablado? Sabes que no te va a contestar, ¿verdad? -preguntó alzando una ceja. Fruncí el ceño.

- Pues la cosa es que sí que me ha contestado -dije con un escalofrío-. Ha vuelto otra vez a hacer eso de brillar y hablar con otra voz. Me ha dicho "No vayas" y ha vuelto a caer inconsciente. Y encima no tenía nada que ver con lo que había preguntado.

Darwin se sentó en la esquina de la cama, con cuidado de no pisar el cuerpo de Gema, y sin soltar la mano.

- No entiendo a lo que se refiere. -le dije.

- Yo creo que sí -admitió con una sonrisa tímida-. Te iba a preguntar si querías venir esta tarde conmigo y de paso conocer a mi familia, aunque creo que lo que ha dicho tu hermana es algo así como una advertencia de que no vayas.

Frozen fireWhere stories live. Discover now