No te despiertes.

Bởi DekaOntiveros

3.1K 210 40

«El sueño es una parte integral de la vida cotidiana, una necesidad biológica que permite restablecer las fun... Xem Thêm

Capitulo uno.
Capitulo dos.
Capitulo tres.
Capitulo cuatro.
Capitulo cinco.
Capitulo seis.
Capitulo siete.
Capitulo ocho.
Capitulo nueve.
Capitulo diez.
Capitulo doce.
capitulo trece.
capitulo catorce.
Capitulo quince.
Capitulo dieciséis.
Capítulo diecisiete.
Capitulo dieciocho
capitulo diecinueve.
Capitulo veinte.
Capítulo 21
Capítulo 22
Capitulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capitulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29.
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capitulo 33
Capítulo 34.
Capitulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capitulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40.

capitulo once.

86 7 0
Bởi DekaOntiveros

Capitulo once

—Quiero morir —me desplomé en el pasto y cubrí el rostro con mi brazo.

—Levántate —me ordenó Steven.

—No, es suficiente por hoy —dije resuelta. —Si hubiera sabido que esto era lo que haría, no habría venido —giré mi cuerpo a un lado y abracé mis rodillas.

—Eres una llorona —escuché cómo él también se dejaba caer a unos centímetros de mí. —Los niños de diez años pueden hacer esta rutina hasta tres veces y no los escucho quejarse.

«Será porque eres un dictador loco», pensé.

Le mostré mi lengua.

Sí, estaba actuando como una niña, pero después de dos horas de ejercicios mis neuronas están exhaustas por pensar en mantener mi cuerpo en pie.

—No entiendo qué tiene que ver esto con cruzar al “otro lado”, ahí puedes hacer lo que quieras, ¿no? —Por fin podía sacar las dudas que Steven había hecho que me tragara durante el entrenamiento.

—Cuando estás inconsciente es normal que puedas hacer cosas de las que no tienes menor idea, pero cuando estas consiente es mejor que tengas una idea de lo que intentas hacer. No es como si naturalmente supieras dar una patada o un golpe a una persona en un lugar donde sabes que será letal —la camiseta blanca se le levantó un poco al estirar sus brazos hacia el techo; mi corazón comenzó a cantar.

—Pues yo he soñado que vuelo —le dediqué una mirada de “yo solo digo”.

—Repito: estabas inconsciente, tu cuerpo reacciona sin que lo controles —y él me miro diciendo “deja de fastidiar con el tema”.

Bufé.

—¿Esto será a diario? —Estaba aceptando mi destino de dolor y sufrimiento debido al ejercicio.

—No, solo cada tercer día —sonreía de manera maliciosa.

Chillé con inconformidad y Steven comenzó a reírse.

—Odio mi vida —mi cara estaba contra el suelo, el césped del patio me hacía cosquillas en la nariz.

—Hay otra cosa —me llamó. —Debes dejar de tomar los tés.

—¡¿Qué?! —No, no, no, eso no. —¡¿Por qué?!

—Es hora de que regreses, haremos ejercicios para que cada vez recuerdes más.

Solté otro chillido y él otra carcajada.

Esa tarde había ido a su casa esperando que me revelaran más secretos del “pasillo”, como ellos lo llamaban, pero lo único que había recibido era una dieta de parte de Michelle y una rutina de ejercicios de Steven. Ellos decían que entre mejor estuviera físicamente tendría mayor ventaja, pero realmente yo lo dudaba.

—Steven —los bichos alados de mi estómago se agitaron, ¿siempre me emocionaría de esta manera cada vez que dijera su nombre?

—¿Qué? —Alzó sus pobladas cejas.

—¿Conoces a alguien que…, sea como yo? —Estaba nerviosa acerca del entrenamiento, yo era una “saltadora”, ¿ellos sabían lo que yo tenía que hacer?

Él negó con un movimiento de cabeza.

—Nadie que pueda ayudarnos.

—¿No podemos buscar a alguien? —estaba esperanzada.

—La mayoría ignoran por completo que lo son y viven como tú lo hacías hace poco tiempo, algunos que lo descubren y buscan apoyo, encuentran a personas que les ayudaran…, pero generalmente terminan abusando de sus habilidades de manera egoísta, por eso, si no piensas hacer lo mismo que ellos, nunca te ayudaran.

—¿Entonces? ¿Qué debo hacer? —Era como una persona que solo hablaba chino en París; nadie podría entenderme.

—Michelle está buscando en los archivos que tenemos, contactando a otros en busca de información. Haremos que funcione —parecía la persona más resuelta del mundo. Me pregunto qué se sentirá ser una persona que interfiere alguna vez con sus planes, seguro él sabe cómo encargarse de ellos.

—Gracias —me moví para que nuestras miradas se cruzaran; mi mamá me había dicho que siempre que agradecieras algo de corazón, debías mirar a las personas a los ojos para transmitirles tu confianza.

—Por nada —ahora era él quién apartaba la vista. —¿Alguna otra pregunta?

—Quiero saber quiénes son ellos —me senté y señalé hacia dentro de la casa.

—Ya los conoces —parecía no comprenderme.

—Me refiero…, a su historia, no sé más que su nombre.

—Sí que eres desconfiada —su sonrisa de medio lado apareció junto a sus ojos altivos.

—No lo suficiente al parecer, estoy aquí contigo —le regresé la sonrisa.

—Bien, bien —apoyó el rostro en la palma de su mano y el codo en la pierna.

—Entonces, ¿cómo los conociste? —Las preguntas comenzaron a brotar.

—A Roger debes recordarlo, estuvo con nosotros en la escuela, es un año mayor solamente. Cuando nos vimos en el pasillo supimos que realizábamos el mismo trabajo, y comenzamos a hablar en el mundo real. Mis tíos querían ir a Nueva York, pero yo tenía que quedarme, entonces lo invité a vivir conmigo ya que no entraría a la universidad.

—Ustedes lo llaman Lucky, ¿por qué?

—¿Es que no lo has visto? —sonrió ampliamente. —Es igual al duende de los Lucky Charms[1].

—Ahora que lo dices… —eran como hermanos.

—Dash, era otro chico de aquí. Como yo había notificado al concejo de que podía utilizar mi casa para traer a algunas personas, él fue uno a los que se les informó del trabajo. Lo vimos, lo conocimos y ya está. Trabaja en la refaccionaria de su papá, ¿Johnson’s? —Asentí, la conocía aunque nunca había ido. —Michelle se mudó de Canadá y vino a reforzarnos, estudió Física en la universidad y ahora realiza su trabajó por internet. Realmente no se mucho de ella.

—¿Qué hay de la que me odia? —saltazorra se había quedado grabado en mi cerebro con fuego.

—Robin —sonrío sarcásticamente.

—Ella —miré hacia otro lado para restarle importancia, aunque aún quería arrollarla con mi auto.

—Ustedes las chicas son todo un caso…, pero en general ya te he contado de ella, no hay más que agregar, tampoco es que ella comparta tanto con nosotros.

—¿Sabe que voy a estar aquí constantemente? —Rogaba porque la respuesta fuera no.

—Sí, eso de esconderte de ella solo complica las cosas —él lo disfrutaba, se le notaba a kilómetros,

—Claro, la honestidad —ironicé.

—Por supuesto —infló el pecho. —¿Alguna otra cosa que quieras saber?

Miré mi reloj, era tarde y tampoco quería atosigarlo con mis preguntas, eso sería raro. En mi balanza mental estaban dos dudas, preguntarle acerca de Austin, o de Jeremy. El segundo ganó.

—Una última cosa —pedí.

—Ya sabía yo.

—Jeremy es tu amigo, ¿no?

—Creo que la palabra amigo es usada con mucha facilidad.

—Bueno, tú eres parte de su grupo. —Al externar mis pensamientos sobre popularidad o sobre cómo era regida la escuela, me sentía bastante tonta, no es como cuando platicaba con Austin.

—¿De su grupo? —parecía confundido.

—Ya sabes, los tipos populares. —Cada vez más estúpida.

—¿Crees que soy popular? —Autosuficiencia, tu sinónimo es Steven.

—Creo que eres un idiota —sonreí. —Pero la escuela no se rige por lo que yo creo —Jena-vómito salió a flote.

Esperaba cualquier reacción excepto la risa, sin duda él era un masoquista.

—Gracias a Dios —agregó a mi discurso mientras se ponía de pie.

—Ya no te hagas el tonto —lo apresuré. —¿Jeremy ha dicho algo respecto a Rachell?

—¿Qué soy yo? ¿Un consejero matrimonial? —Eso lo había fastidiado pero no podía dejarlo, era importante para mi amiga.

—No es eso, solo que…, Rachell está preocupada, lo ha notado distraído. —No quería dar más detalles, pero creí que el hecho de que una damisela estuviera triste lo ablandaría un poco.

—¿Por qué no le pregunta ella? Para eso es su novia —comenzó a alejarse hacia la puerta para entrar a la casa.

—Steven, por favor —le rogué. —Cualquier cosa, prometo que no volveré a fastidiarte con esto.

Me miró y suspiró rindiéndose.

—Él solo ha hablado de que quiere entrar a la universidad, de que lo seleccionen por medio de una beca por futbol; últimamente ha tenido discusiones con sus padres por eso, ellos quieren que vaya a Texas con unos parientes. Supongo que eso es lo que lo tiene “distante” —hizo comillas con sus manos.

Era probable. Respiré aliviada.

—Gracias.

—Parece como si tu fueras la novia.

—¡Jamás! Rachell y Jeremy son casi como la pareja perfecta —me crucé de brazos.

—Claro —abrió la puerta. —Vamos.

Hice el esfuerzo de levantarme y no arrastrarme hasta la entrada, mis músculos parecían estar temblando, me sentía como un venado que acaba de nacer y no puede sostenerse sobre sus propias piernas.

Llegamos a la cocina, donde recordaba haber dejado mi mochila. Me sorprendí al encontrarme a Michelle ahí, parecía muy inmersa en lo que fuera que estaba leyendo.

—Ya regresamos —anuncié sacándola de sus pensamientos, ella abruptamente cerró la computadora.

—Hola. ¿Cómo les fue? —lucía nerviosa.

Steven la observó con el rostro bastante serio.

—Bien, siento mi cuerpo como una masa gelatinosa —respondí con ironía.

—Oh —rio. —Ya sabes, si no duele, no sirve —se rascó la nuca con incomodidad.

—Pues eso espero —tomé mi mochila de la encimera. —Ya me voy, gracias por lo de hoy —le dije a Steven que parecía tenso, con esa mirada que le dirigía a su amiga, como si le advirtiera algo.

—No hay de qué —respondió sencillamente.

—Nos vemos Michelle —le dediqué una sonrisa que ella correspondió a penas.

—Hasta luego Jena, ve con cuidado —me sentía rara porque ella parecía aliviada de que me fuera, ¿o era mi imaginación?

—Gracias —me dirigí hacia la puerta. Steven venía justo detrás de mí, pero se apresuró a abrirme la puerta.

Antes de salir me giré hacia él.

—No sé por qué me dio la sensación que quizá algo pasó ahí dentro. —No quería ser la tipa fastidiosa que exige que le cuenten todo, pero, de alguna manera sentía que yo ya era parte de ese todo.

—No debe ser nada, Michelle es capaz de alterarse por las cosas más sencillas del mundo —sus labios esbozaron una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Sí, bien, claro —metí mis manos en los pantalones de deporte.

—¿Nos vemos mañana? —¿Acaso era un ligero empuje fuera de la casa lo que sentía?

—Sí, hasta mañana —me despedí sintiéndome algo desorientada.

Steven sonrío y no cerró su puerta hasta que yo encendí mi auto.

“Recuerda, ya no tomar los tés”

Era un mensaje de Steven que recibí mientras lo preparaba.

Sentí un cierto temor a dejarlo, de alguna manera se había vuelto como una droga para mí, un espacio seguro en el que podía confiar para no tener que lidiar con momentos raros al dormir.

Me devané los sesos pensando en lo que haría pero finalmente decidí confiar en él, de todas maneras no tenía motivos –bueno, no tantos- para desconfiar de él. Justo ese día me había resuelto todas mis dudas, fui yo quien decidió no hacer todas las interrogantes que quería.

Dejé la tetera y subí las escaleras para desearle buenas noches a mi mamá, quién miraba una serie en la televisión. Fui a mi cuarto y preparé la ropa que usaría al día siguiente, era mejor hacer eso ahora y poder usar el tiempo restante en dormir.

Finalmente apagué la luz, cerré los ojos y no recuerdo en qué momento ya me encontraba en un espeso bosque, corriendo de noche mientras el sol se ocultaba en lo lejos.


[1] Lucky Charms es un cereal de la marca Nestlé de venta en E.U y está hecho con avena integral y 8 diferentes malvaviscos, se caracteriza por el duende en la caja.

Đọc tiếp

Bạn Cũng Sẽ Thích

15.4K 3.2K 27
Marcus juró que nunca volvería a amar. Luego de regresar a Nueva York por petición de su padre, Marcus intenta retomar su vida, intentando ignorar la...
194K 18.5K 67
Jeon Jungkook es un Omega de 20 años, el cual siempre soñó con encontrar una pareja, pero nadie lo aceptaba, ¿ porque ? Fácil, Jungkook nacio con un...
4.9M 428K 80
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...