𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘, 𝐁𝐀𝐁𝐘...

By _nalguitaslocas

59.2K 4.3K 2.8K

Gustabo ha dado comienzo a la última fase de su "plan", Horacio lo sabe y no quiere quedarse atrás. Ni Conway... More

⊙﹏⊙
ᴄ ʜ ᴀ ᴄ ʜ ɪ ɴ ɢ
ᴡ ᴀ s ᴀ ʙ ɪ
ɢ ᴜ ᴄ ᴄ ɪ ɢ ᴜ ᴄ ᴄ ɪ
ᴍ ᴀ ᴋ ᴇ ᴜ ᴘ s ᴇ x
ᴅ ᴀ ᴅ ᴅ ʏ ᴀ ғ
s ᴛ ᴀ ʀ ᴛ ᴇ ᴅ
ғ ʀ ᴇ ᴀ ᴋ
ᴅ ɪ ᴀ ʟ ᴛ ᴏ ɴ ᴇ
ᴏ ᴘ ᴇ ɴ ᴍ ɪ ɴ ᴅ
ᴄ ᴀ ʟ ʟ ᴍ ᴇ ᴅ ᴀ ᴅ ᴅ ʏ
ᴘ ʀ ᴏ ᴘ ᴜ ᴇ s ᴛ ᴀ ɪ ɴ ᴅ ᴇ ᴄ ᴇ ɴ ᴛ ᴇ
ʟ ᴏ ᴄ ᴋ ᴇ ᴅ ᴏ ᴜ ᴛ ᴏ ғ ʜ ᴇ ᴀ ᴠ ᴇ ɴ
ᴘ ʟ ᴀ ʏ ᴡ ɪ ᴛ ʜ ғ ɪ ʀ ᴇ
ᴡ ᴀ ʟ ᴋ ᴍ ᴀ ɴ
ᴡ ʀ ᴏ ɴ ɢ
s ᴡ ᴇ ᴇ ᴛ ᴅ ʀ ᴇ ᴀ ᴍ s
ɴ ᴏ ғ ʟ ᴇ x
< ᵈ ᵉ ᵐ ᵒ ⁿ ˢ >
ᴘ ᴇ ʀ ᴍ ɪ ᴛ ᴀ ᴍ ᴇ
ɴ ᴏ ᴄ ʜ ᴇ ᴅ ᴇ s ᴇ x ᴏ
ɪ ɴ ғ ɪ ɴ ɪ ᴛ ʏ
ʙ ɪ ᴋ ɪ ɴ ɪ ᴘ ᴏ ʀ ɴ
ᴀ ɴ ɪ ᴍ ᴀ ʟ s
ᴛ ᴀ ɢ, ʏ ᴏ ᴜ' ʀ ᴇ ɪ ᴛ
ʀ ᴀ ʙ ʙ ɪ ᴛ ʜ ᴏ ʟ ᴇ
ɢ ɪ ʙ ʙ ᴇ ʀ ɪ s ʜ
ғ ʟ ɪ ᴄ ᴋ ᴇ ʀ
ᴍ ᴇ ᴇ ᴇ ᴛ ᴍ ᴇ ʜ ᴀ ʟ ғ ᴡ ᴀ ʏ
(˘・_・˘)

ʙ ᴀ ᴛ ʜ ʀ ᴏ ᴏ ᴍ ʙ ɪ ᴛ ᴄ ʜ

1.7K 136 144
By _nalguitaslocas


— Venga Conway, no me va a follar como castigo, ¿no?

Gustabo llevaba toda la conversación tratando de convencerle de que sí había reído un chiste. El caso es que Conway no era tonto, y se estaba cansando de pasarle sus mierdas al dúo. Estaba empezando a sentir que el control le era arrebatado, y eso sí que no se lo podía permitir. Tenía que volver a dejar en claro quién mandaba a quién.

Estaba parado delante de Gustabo, el cuál tenía el cuerpo tenso, a pesar de que le seguía vacilando, no podía evitar sentir un miedo potente. Trataba de no mostrarse tan intimidado por la posición de Conway, pero no lo logró del todo, flanqueando al mostrar un pequeño tic de nervio en la pierna. Conway no lo pasó desapercibida.

— ¿Crees que follarte es un castigo?

Gustabo no pudo evitar tragar en seco cuando Conway de hincó ante él, abriéndose paso entre las piernas juntas del chico. Podía sentir bajo su tacto como Gustabo evitaba mostrar el temblor de todo su cuerpo. Su voz se escuchaba más ronca de lo normal, que Gustabo se pusiera nervioso ante él, le excitaba, mucho. Recargó un codo en la rodilla del chico, y alzó la mano en dirección a su cara, capturando entre sus dedos su mandíbula, apretando fuertemente, obligando a qué lo mirase.

— Contéstame, Gustabo. ¿Crees que follarte es un castigo?

Tenía todas las intenciones de maltratar a Gustabo en la cama, quería hacerlo sufrir, quería hacerlo sentir la verdadera tortura y las mierdas que habían estado planteándose últimamente. Gustabo se atrevió a mirar directamente a los ojos a Conway, encontrándose con un enojo combinado con lujuria, dándole a entender que el resultado era una emoción sadomasoquista.

— Para usted, es un premio.

Soltó bruscamente su cara y le propinó una bofetada. Seguía vacilando, entonces no había entendido su rol en la relación. No le había quedado quién era el que mandaba aquí.

— ¿Te sigue pareciendo un broma?

Los ojos de Gustabo se tornaron oscuros. ¿Con que el viejo quiere pelea? Pues vamos a dársela. Se levantó de un solo movimiento, provocando que el intendente perdiera un poco el equilibrio. Se inclinó un poco hacía abajo y lo tomó de la corbata perfectamente planchada, lo jaló hacía arriba, obligándolo a que se levantara a su altura. Sin soltarlo de la corbata, acercó su rostro con el de él.

— Dígame que es lo que quiere, y que se la última vez que usted me pega.

Conway le sostuvo sin miedo la mirada, no se mostró intimidado pero debía admitir que Gustabo había tomado el otro camino. No iba a dejarse someter tan fácil, pero es que ese era parte del plan de Gustabo, darle pelea para que se interesase más en él. Conway sonrió satisfecho.

De un solo movimiento, tomó del ante brazo a Gustabo y se lo torció para colocarlo en su espalda. Los movimientos fueron tan fuertes y tan rápidos que Gustabo no tuvo tiempo de reaccionar. Conway lo puso de espalda a él, y lo empezó a empujar en dirección a la habitación en donde estaba Volkov con Horacio.

— Vas a aprender por malas entonces, Gustabín. Vas a aprender a respetar a tu puto superior.

*

Horacio pudo escuchar como Volkov azotaba la puerta con el pie mientras lo encaminaba hacía la cama, donde fue sentando a la fuerza por su superior. Miró desde su posición como Volkov iba y venía de los cajones de los muebles de la habitación, sacando todo tipo de juguetes que hicieron que a Horacio se le pusiera la piel de gallina.

Observó como de todos los cajones sacaba objetos distintos. Del buró que estaba a un costado de la cama sacó dos botecitos de lubricante que estaba seguro que no iban a ocupar, porque aquello no era premio, uno era sabor chicle y el otro de cereza. Del clóset sacó una esposas, y del mismo lugar, sacó una mordaza de anillo, trayéndole recuerdos, pero la correa de esta era negra y no rosa pastel, e hizo acto de presencia sobre la boca de Horacio. Se alejó del clóset y se dirigió a un tercer mueble, Horacio no pudo ver que era lo que contenían los cajones, pero escuchó un par de ruidos metálicos, y con eso fue suficiente para que su rostro se mostrara nervioso. Del cajón superior sacó dos cintas igualmente negras, un collar totalmente de metal con correa, y un conjunto de esposas para tobillos y muñecas. El cual se colocaban ambas extremidades hacía atrás, inhabilitando por completo brazos y piernas. Más aparte otra mordaza, solo que esta era de bola. Horacio tragó fuerte.

Del cajón inferior a este, sacó dos vibradores a control remoto, ambos de color rosa. No pensó que Volkov fuera a practicar ese tipo de cosas, pero al igual que Conway, era una caja de sorpresas.

El comisario se limitó a quitarle la ropa rápidamente para poder colocarle el conjunto de esposas, una vez ya estando totalmente desnudo, lo obligó a ponerse de espaldas, de rodillas y con las las manos hacía atrás. Ajustó las correas, dando un agarre fuerte a cada extremidad. Una vez ya inmovilizado, le colocó una de la cintas de seda en los ojos, y finalmente sintió el frío metal rodearle su cuello. Escuchó como Volkov tomaba el extremo de la correa y tiraba de él, incitándole a mover ligeramente el tronco hacía adelante. Horacio había quedado mirando hacia la cabecera, Volkov dejó la cadena amarrada a esta y se paseó alrededor de la cama, mirando complaciente la condición en la que se encontraba Horacio.

— Quiero ver si deja que le sigan diciendo 'amor' después de esto.

Se había acercado a su oído, y Horacio sintió su aliento caliente, sacándole un notorio escalofrío por todo el cuerpo.

No tardó mucho en que Conway hiciera acto de presencia con Gustabo por delante, agarrándole firmemente el antebrazo, que estaba escondido en su espalda. Horacio solo pudo escuchar como se abría la puerta, y la risa de Gustabo.

— Creo que está vez sí te portaste muy mal. ¿Eres un conejito malo?

Dirigiéndose a su hermano, no pudo esconder la carcajada, pero la risa fue callada en cuanto Conway lo tomó nuevamente del mentón, obligandolo a alzar el rostro a mirarlo.

— Vas para el mismo camino, muñeca.

Gustabo tragó saliva. Fue guiado por Conway hasta la cama, posicionándolo en una orilla de esta, junto a su amigo. Le echó una rápida mirada de reojo, observando también los objetos restantes en la cama, que esperaban por él. Se dio cuenta de que Horacio estaba totalmente sometido, no podía ver, hablar ni moverse, lo tenían de rodillas atado como un perro literalmente. ¿A él le esperaba lo mismo? ¿En serio?

— Eh, ¿Conway?

El superior lo miró con aire autoritario, esperando a que Volkov le trajera la paleta forrada de piel negra. Con los ojos respondió a su pregunta.

— ¿Yo también voy a estar igual?

Refiriéndose a lo inhabilitado que estaba Horacio, él no sabía si podía a llegar a aguantar tanto como su hermano.

— Tú castigo era menor. Hasta donde sé, tú no estuviste de zorra. 

Fue lo único que contestó. Horacio, dándoles la espalda, se arrepentía de haber atendido la llamada sin antes revisar quién era, pero a la vez se estaba excitando de una manera que nunca había experimentado en su vida. Le gusta sentir su miembro al aire, y que aún así, se sintiera que estuviera a punto de explotar por no recibir la atención que necesitaba. Las paredes de sus cavidad anal comenzaban a contraerse con fuerza, su cuerpo comenzaba a sudar y el frío que en un principio sintió había sido reemplazado con un calor sofocante. Todo eso sin que nadie le tocará.

Volkov se acercó a Conway con una paleta de piel, sobre el cuero había una palabra tallada. Bitch. Quedaba perfecta para la ocasión. Entonces, con esta misma empujó a Gustabo, provocando que se recostara sobre la cama. Desde esa perspectiva, podía ver el rostro de Horacio, no podía ver sus ojos, pero notó como la boca empezaba a emanar saliva de más. Está ansioso.

Desvió su mirada cuando sintió como su superior le retiraba con agresividad los pantalones. Cerró los ojos y comenzó a rezar internamente un padre nuestro, y pidió a algún ser celestial que se apiadara de él. Lastimosamente, el único que escuchó su plegaria fue el Lucifer.

Para cuándo volvió a abrir los ojos, estaba totalmente en pelotas. Soltó un rápido suspiro, que indicó que estaba preparado para lo que fuera, aunque no había sido así.

Las manos de Conway hicieron un recorrido frío desde su vientre, pasando por sus pezones, hasta sus muñecas, las cuales estaban elevadas por encima de su cabeza. Gustabo volteó a ver rápidamente al comisario, quién se encontraba de brazos cruzados junto a Conway, su mirada iba de él a Horacio. Tenía un rostro serio, pero en los ojos reflejaba que lo estaba disfrutando totalmente.

Cuando sostuvo las muñecas de Gustabo en una sola mano, bajó la otra en busca de las esposas, Volkov se las acercó, Conway las tomó y volvió a subir, pasando el frío metal por toda la piel de Gustabo hasta llegar a sus muñecas. Sus manos fueron inhabilitadas en seguida.

— Más te vale no bajarlas, Gustabín.

Y para asegurarse de que así no fuera, empujó el cuerpo del chico hacía arriba y elevó la cadena de las esposas para atascarla con la cabecera de la cama. Quedando justamente junto a Horacio, el cuál lo sintió de inmediato, pues se había recorrido un poco para darle un poco de espacio.

Conway volvió al lado de Volkov y le tendió la mano, el comisario le dio la segunda cinta negra de seda que tomó de la cama. Volvió a acercarse a Gustabo, como un tigre acechando a un pequeño venado. Dejó caer su peso sobre el chico y colocó el pedazo de tela sobre sus ojos, imposibilitado su vista.

— Conway, esto no era necesario.

Una nueva bofetada apareció en su mejilla, dándole a entender que él no elegía, y mucho menos tenía voto.

— Lástima que no seas tú quién pone las reglas.

Y se quitó lentamente de encima de Gustabo, posicionándose de pie de nueva cuenta, junto a su compañero.

— ¿Qué más le hace falta, Volkov? Está empezando a irritarme su voz.

Dijo como si no supiera cuál fuera el próximo juguete en aparecer en el cuerpo de Gustabo. Miró atento la reacción que tenía el chico sobre sus palabras, solo había fruncido levemente los labios.

— Me parece que hace falta callarlo un poco, Conway.

De la mano de Volkov salió la mordaza restante. Se la pasó a Conway, y este imitó el acto de hace unos segundo. Gustabo volvió a sentir la ropa del superintendente sobre su cuerpo, está vez sintió sus manos a la altura de su boca. Conway metió dos dedos en la boca de Gustabo, obligandolo a abrirla.

— No la cierres.

Gustabo obedeció, no la cerró y en pocos segundos sintió como una bola ocupaba su boca. Ah, me tocó ser el cerdo al horno. Fue el primer pensamiento que se le pasó mientras que el hombre ajustaba la correa en su nuca. Fue cuando Conway volvió a bajar de él que entendió que no tenía sentido pelear contra aquello dos, no si el castigo era sexual.

Tanto Conway como Volkov admiraron ambos cuerpos que tenían delante suyo. Horacio de espaldas, de rodillas, con el torso ligeramente inclinado hacía delante. Gustabo acostado junto a su hermano, con las manos en alto, las piernas ligeramente separadas, sin ver ni hablar. Realmente les gustaba lo que veían, era la manera perfecta de demostrar que lo habían tratado desde un principio.

— Bien, aquí las reglas son simples. Ninguno  tiene autorizado emitir sonido alguno.

La voz de Conway resonó en la habitacion, y cómo si ambos hermanos estuvieran conectados, empezaron a respirar con dificultad debido a la emoción, a la excitación, al nerviosismo. Tomó de la cama la paleta de piel y realizó un leve azote en su palma, tratando de alertar a los chicos de lo que se venía.

— Horacio, tú no puedes moverte por ningún motivo.

Volkov se había acercado al oído del chico, sin embargo, fue audible para los otros dos restantes.

— Gustabo, tú sí podrás moverte, pero solo con autorización de alguno de nosotros.

El comisario pasó su cuerpo hacía el de Gustabo, tocando con las yemas de sus dedos el torso desnudo del chico. Soltó las palabras sobre la boca abierta de Gustabo, recibiendo el aliento caliente de Volkov.

Cuando Gustabo dejó de sentir al ruso sobre él, supo que la película recién empezaba. Sintió como sus piernas era dobladas para abrirlas más, dejando al aire una notable erección que suplicaba por atención y que quedó totalmente ignorada. Alguien elevó sus cadera levemente y sin preguntar ni avisar, le introdujeron un aparatito en el recto. Gustabo no pudo evitar soltar un quejido, pues se encontraba bastante retraído y aquella acción lo había tomado por sorpresa.

— ¿Qué pasa, Gustabo? Dijimos que sin sonidos.

Soltó un suspiro como pudo, en respuesta a qué entendía la orden de Volkov. Pero no pudo regular su respiración cuando comenzó a sentir pequeñas vibraciones dentro de él. Controlando todavía los movimientos de su cuerpo, se acomodó bajó el edredón.

Horacio escuchó como el vibrador dentro de Gustabo hacía de las suyas, y se tensó aún más cuando sintió la mano fría de Conway sobre su culo. Vivo de esta no salgo.

Al igual que con Gustabo, se le introdujo un vibrador sin previo aviso. Horacio, como respuesta al estímulo, solo pudo apretar fuertemente los ojos, no soltó ningún sonido, pero si brincó ligeramente.

— Shh. Acuérdate que es sin moverte, pequeña.

La voz de Conway le puso la piel eriza. No pudo evitar respirar pesado en cuanto las vibraciones se hicieron presentes en él. Recuerda que no puedes moverte, no moverte. Joder.

Cuando ambos hombres hubieron completado sus respectivas tareas, volvieron al pie de la cama, observando ahora aquel nuevo cuadro de su película. Las erecciones en ambos empezaba a doler bajó la ropa. Antes de comenzar a desvestirse, Conway con el control de Horacio y Volkov con el de Gustabo, subieron dos números de potencia, dejando la velocidad en un tres. La escala iba de 0 a 7. Ambos chicos aguantaron bien, por lo que decidieron subir un número más. Cuatro.

Horacio recordaba que , cuando usaba ese tipo de vibradores, al máximo número que había llegado había sido el cinco, por lo que aguantó todavía un poco más en el cuatro. En cambio, Gustabo, ya comenzaba a tener espasmos involuntarios en el vientre y las piernas.

Volkov miró cómplice a Conway, y este solo le otorgó una sonrisa sádica, transmitiendo en ella el mensaje: "Si lo hacemos ahora, hagámoslo bien."








~
Buenas, vengo a dejarles las referencias de ciertos juguetes que aparecieron en el cap de hoy, por si no las describí del todo bien.

Y aquí algunos artículos que quizá ocupe en la parte dos.


Stream Golden bbs.

Continue Reading

You'll Also Like

167K 9.9K 25
Chat Noir y Marinette se han vuelto buenos amigos desde que el inició a visitarla más seguido. Chat empezará a notar su reciente interés en Marinette...
352K 23.5K 95
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
110K 9.8K 37
No quiero que se vaya...nunca me había sentido así por alguien, estoy seguro de que este sentimiento es eso que todo el mundo llama amor. pero, ¿por...
26.1K 1.6K 26
Jack Conway conocido por su mal humor y por ser un Alfa de Alfas se enamorará de un pequeño omega. ♤En esta historia modificare el Omegaverse y lo me...