𝐋𝐄𝐓'𝐒 𝐏𝐋𝐀𝐘, 𝐁𝐀𝐁𝐘...

By _nalguitaslocas

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Gustabo ha dado comienzo a la última fase de su "plan", Horacio lo sabe y no quiere quedarse atrás. Ni Conway... More

⊙﹏⊙
ᴄ ʜ ᴀ ᴄ ʜ ɪ ɴ ɢ
ᴡ ᴀ s ᴀ ʙ ɪ
ɢ ᴜ ᴄ ᴄ ɪ ɢ ᴜ ᴄ ᴄ ɪ
ᴍ ᴀ ᴋ ᴇ ᴜ ᴘ s ᴇ x
ᴅ ᴀ ᴅ ᴅ ʏ ᴀ ғ
s ᴛ ᴀ ʀ ᴛ ᴇ ᴅ
ғ ʀ ᴇ ᴀ ᴋ
ᴅ ɪ ᴀ ʟ ᴛ ᴏ ɴ ᴇ
ᴏ ᴘ ᴇ ɴ ᴍ ɪ ɴ ᴅ
ᴘ ʀ ᴏ ᴘ ᴜ ᴇ s ᴛ ᴀ ɪ ɴ ᴅ ᴇ ᴄ ᴇ ɴ ᴛ ᴇ
ʟ ᴏ ᴄ ᴋ ᴇ ᴅ ᴏ ᴜ ᴛ ᴏ ғ ʜ ᴇ ᴀ ᴠ ᴇ ɴ
ᴘ ʟ ᴀ ʏ ᴡ ɪ ᴛ ʜ ғ ɪ ʀ ᴇ
ᴡ ᴀ ʟ ᴋ ᴍ ᴀ ɴ
ʙ ᴀ ᴛ ʜ ʀ ᴏ ᴏ ᴍ ʙ ɪ ᴛ ᴄ ʜ
ᴡ ʀ ᴏ ɴ ɢ
s ᴡ ᴇ ᴇ ᴛ ᴅ ʀ ᴇ ᴀ ᴍ s
ɴ ᴏ ғ ʟ ᴇ x
< ᵈ ᵉ ᵐ ᵒ ⁿ ˢ >
ᴘ ᴇ ʀ ᴍ ɪ ᴛ ᴀ ᴍ ᴇ
ɴ ᴏ ᴄ ʜ ᴇ ᴅ ᴇ s ᴇ x ᴏ
ɪ ɴ ғ ɪ ɴ ɪ ᴛ ʏ
ʙ ɪ ᴋ ɪ ɴ ɪ ᴘ ᴏ ʀ ɴ
ᴀ ɴ ɪ ᴍ ᴀ ʟ s
ᴛ ᴀ ɢ, ʏ ᴏ ᴜ' ʀ ᴇ ɪ ᴛ
ʀ ᴀ ʙ ʙ ɪ ᴛ ʜ ᴏ ʟ ᴇ
ɢ ɪ ʙ ʙ ᴇ ʀ ɪ s ʜ
ғ ʟ ɪ ᴄ ᴋ ᴇ ʀ
ᴍ ᴇ ᴇ ᴇ ᴛ ᴍ ᴇ ʜ ᴀ ʟ ғ ᴡ ᴀ ʏ
(˘・_・˘)

ᴄ ᴀ ʟ ʟ ᴍ ᴇ ᴅ ᴀ ᴅ ᴅ ʏ

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By _nalguitaslocas


Horacio aparcó en el garaje de su casa, bajó con un aire molesto. No era la primera vez que Gustabo actuaba de esa manera, recurrentemente le buscaba con tanta insistencia cuando se emborrachaba, y aquella madrugada, no fue la excepción. Azotó la puerta del vehículo, y conforme se iba acercando, las ganas de reventar a Gustabo se hacían más grandes. Sacó las llaves de su chaqueta y apretando con fuerza la llave, la introdujo y abrió. 

Un hedor invadió las fosas nasales de Horacio, la casa entera olía a incienso. Así que es una de esas veces en la Gustabo ni siquiera sabe dónde vive. Gustabo tenía diferentes personalidades cuando se ponía borracho, podía ser como agresivo como la persona más amorosa que habías conocido en la vida, y dentro de esos rangos había variaciones con ciertas características que te hacían pensar: ¿Qué clase de borracho es este?

Arrugó la nariz ante el fuerte olor, y parpadeó repetidas veces humedeciendo sus ojos en respuesta al tenue humo que inundaba la casa. Una tos repentina también lo atrapó, controlándola en seguida. Hizo una mueca de desagrado mientras cerraba la puerta detrás de sí sin voltearse.

Se acercó a la sala a paso lento mientras recobraba la respiración y está se acostumbraba al ambiente. Se dirigió al ventanal que la sala tenía, y lo abrió de par en par, se dirigió a la cocina y repitió la misma acción con la pequeña puerta que está traía. Salió de la cocina y se encaminó hacía la habitación de Gustabo. 

Iba abrir sin tocar, pero el pestillo puesto lo detuvo. La molestia con la que había llegado Horacio, se duplicó. Tocó con la palma abierta la puerta mientras gritaba con voz firme:

— ¡Gustabo, ábreme, perraco! 

Dentro de la habitación, se escuchaba música que podía ser la excusa perfecta para que los vecinos llamaran a la patrulla. Eran canciones que tenían cierta melodía para realizar ciertas cosas, identificó la que estaba sonando, y sin dejar de golpear levemente la puerta, varias expresiones recorrieron su  rostro, pasó de sorprendido a enojarse más.

Después de un par de golpes más, se escuchó como quitaban el pestillo y cómo la habitación se silenciaba. Horacio entró rápidamente y ni siquiera se detuvo a ver que es lo que estaba sucediendo, en cuanto entró solo ubicó a Gustabo y lo jaló del brazo para levantarlo de la cama y empujarlo contra la pared contigua al mueble. No se había percatado de que estaba desnudo. 

Se veían frente a frente, Gustabo estaba ido y Horacio apretaba su mandíbula para controlarse. 

— ¿Qué cojones te pasa? 

Horacio sonaba molesto, demasiado. Gustabo no podía mantenerse de pie por si solo, por lo que el contrario tuvo que sostenerlo de los hombros, haciendo presión sobre ellos para ayudarse con la pared a aguantarlo. 

— ¿A mí? Nada, ¿y a ti? 

Gustabo rio. ¿Aún tenía control sobre sí mismo? ¿Aún estaba consciente? Horacio lo dudó. Lo soltó al ver su expresión, parecía que se estaba divirtiendo así que era inútil comenzar a discutir con él, o no. 

 Entonces lo pensó dos veces, levantó del suelo a Gustabo y lo tumbó sobre la cama, seguía riendo pero eso no era motivo para que Horacio se detuviera. Fue en ese momento que notó la desnudez de Gustabo, y no pudo evitar sacar la lengua para mordérsela simultáneamente a que se mordía el labio inferior. 

Abrió ligeramente las piernas de Gustabo y se colocó entre ellas, se inclinó hacía él mientras recorría una mano su torso, subiendo lentamente hasta rodear su cuello y apretarlo ligeramente. 

Acercó su rostro al de Gustabo, sacó su lengua y la pasó lentamente de arriba hacía abajo por su mejilla, cuando llegó a la comisura de su labio se detuvo y habló ahí mismo. Quitó la mano de su cuello y se sostuvo con esta. 

— ¿Por qué tan nervioso? Te jode no tener el control, ¿no?

Ahora era el turno de que Horacio riera, no la ocultó, rio por lo bajo, echando una mirada rápida al cuerpo completo de Gustabo sin separarse de él. Lentamente puso la mano que no tenía de soporte sobre la cama en el visible miembro de Gustabo, sacándole un gemido que se negó a soltar, apretando suavemente. 

— Vamos, Gustabo. Demuestra quién manda, demuéstramelo. 

Su voz se escuchaba ronca, estaba cabreado, y de alguna manera, él iba a cobrar. En Gustabo, la consciencia había hecho acto de presencia, la sensación de estar sobrio era pequeña, pero era la suficiente para enterarse de lo que estaba pasando. Tenía a Horacio encima de él, sometiéndolo. Y, a pesar de que estaba consciente, no se opuso, había algo en los ojos del contrario que lo incitaron a mostrarse sumiso ante él. Su única respuesta ante el monólogo iniciado por Horacio, pasar saliva y tensar su cuerpo. Comenzaba a excitarse. 

 — ¿Qué? Ahora si muy callado, ¿no? ¿Qué pasa, Gustabo? Habla. 

En Horacio se podía percibir lo irónico y sarcástico que estaba siendo, lo dominante ante la situación. No  dejaba de apretar su cuerpo contra el de Gustabo, así como tampoco cesaban los ligeros apretones en el miembro de este. La risa que soltaba Horacio con la respiración agitada de Gustabo entonaban una melodía lujuriosa que un tercero llegó a percibir. 

Ya harto de no poder intervenir desde que Horacio había llegado a la habitación, y que Gustabo le había dicho que se escondiese, Conway salió con una toalla enrollada sobre su cadera y con el marcado torso al aire, con una expresión que a ninguno de los dos restantes sorprendió. 

Horacio se apartó lentamente de Gustabo para quedarse de pie en el espacio que las piernas del contrario formaban, también quitó la mano del miembro de Gustabo, mirando retadoramente a Conway, sonrió. 

— Ah, ya veo quién a les has dado el control, ya decía yo. 

— ¿No estabas haciéndole las gayolas al jefe?

Ambos sonrieron, Conway se movió solo para recargarse en la pared que estaba delante de la cama, junto a la televisión, de brazos cruzados y mirando atento el próximo movimiento de Horacio, el cual fue volver a inclinarse contra Gustabo. 

Esta vez, tomó entre sus manos, los muslos del contrario, empujándolo hacía el centro de la cama, para él posicionarse de rodillas sobre el edredón entre las piernas abiertas de Gustabo. Antes de volverse a acercarse para pegarse a este, se quitó la camisa, la cual voló, y bajó cuidadosamente su prenda inferior, junto con su ropa interior. Ahora sí. 

Volvió a inclinarse hacía delante, provocando que su miembro rozara dolorosamente con el de Gustabo, quien volvió a aguantarse un gemido al sentir, mordiéndose el labio superior con fuerza y cerrando los ojos de la misma manera. Horacio volvió a rodear su cuello con su mano mientras se aceraba a la mandíbula de este y aspiraba peligrosamente el olor que desprendía. Nuevamente sacó su lengua, pero esta vez, el recorrido fue diferente. Inició en su quijada y bajó hasta donde se encontraba su mano apretando.

Gustabo no entendía muy bien porque Horacio actuaba como actuaba, esta lo suficientemente borracho como para no enterarse de que había interrumpido algo que le aseguraba la victoria a Horacio. Pero le gustaba, le gustaba que se comportara así, era la segunda vez que pasaba y la primera vez no le había dado tiempo de apreciar a Horacio en aquel estado, esta vez tampoco lo iba hacer en su totalidad pues se encontraba un poco ido. 

Desde su posición, Conway iba estirando pausadamente las comisuras de sus labios, hasta formar una sonrisa maliciosa en dirección a los hermanos. Podía ver con claridad como en el rostro de Gustabo empezaba a aparecer un rubor por toda la cara, y como la mano de Horacio, la que no estaba en el cuello, bajaba por su abdomen hasta quedar nuevamente en la virilidad de Gustabo, volviendo a apretar suavemente. 

Volviéndose a negar a soltar un jadeo, Gustabo se retorció levemente bajo el cuerpo contrario.  

— Venga, Gustabo. ¿A qué te resistes? 

La voz de Conway logró descolocar a Horacio, haciendo que se reincorporara nuevamente pero esta vez sin soltar el pene de Gustabo. Se había movido para asentarse detrás de él, no lo había notado hasta que habló por encima de su hombro, sintiendo su aliento y su pecho en su espalda. También se percató de que las manos de Conway comenzaban a recorrer desde su cintura hasta su trasero, realizando un suave y excitante sube y baja, dejando uno que otro apretón en su culo, enterrando sus uñas lo suficiente para que Horacio soltara varios suspiros. 

La mirada de Gustabo se centró en el poco rostro que Conway dejaba ver a través del espacio que el cuello y el hombro de Horacio hacían. La lengua del hombre había comenzado a saborear los hombros de Horacio, provocando en él un escalofrío rico en la toda su espalda. Conway había tirado la toalla aposta, el culo de Horacio soltó un pequeño espasmo al sentir el miembro del contrario rozar contra él. 

Nadie habló por un rato, Gustabo con la cara sonrojada y la respiración pesada y las manos a los costados de su cabeza, viendo como Horacio era besado por el superintendente mientras le acariciaba el pene, realizado unos movimientos vagos. Conway, grabándose con su lengua cada poro de la piel de Horacio en la parte de la espalda alta, mordiendo y succionando mientras con su miembro buscaba entrar entre los glúteos del mismo. Horacio, que se estaba dejando llevar por su superior, ladeaba lentamente la cabeza, sin dejar de prestarle atención a la rabia que Gustabo había generando en él, haciendo sus movimientos sobre él más lentos, causando un sentimiento de tortura en el chico. 

Pero Horacio no iba a dejarse seducirse tan fácil por Conway, iba a ir por lo que había venido, si el hombre quería unirse, bueno, era bienvenido. 

Se volvió a colocar sobre Gustabo, ignorando de que tenía a un hombre detrás suyo. Pero solo basto como que hiciera tan movimiento para que sintiera como era penetrado por Conway lentamente, le había dado más acceso en esa posición. Se aguantó a soltar un gemido, y Gustabo sonrió tonto al notarlo. 

— Ahora si muy callado, ¿no, Horacio? 

Gustabo no tuvo tiempo de reír como le hubiera gustado, imitando el acto de Horacio uno momentos atrás, porque la mano que lo ahorcaba se había cerrado ligeramente, privándolo solo un poco de aire, se sentía caliente. Horacio acercó su rostro mientras aguantaba en soltar gemidos por lo movimientos realizados por Conway dentro suyo. Habló sobre los labios entreabiertos de Gustabo. 

— Quién ríe al último a veces no ríe mejor. 

Y capturó los labios de Gustabo con los suyo en un beso húmedo y tosco. Mientras se ocupaba en mantener a su amigo distraído con en el beso, Horacio, fue haciéndose camino debajo de él, abriendo a un más sus piernas, y colocando una de ellas en su hombro. Dejó de rodearle el cuello y puso ambas manos sobre las muñecas de Gustabo, creando un soporte en ellas. El beso se convirtió en una pelea de lenguas, para ver cual dominaba en la boca del otro.  

Conway moderó sus movimientos sujetando la cadera de Horacio, acariciando salvajemente su trasero, saboreando desde arriba, pasando su lengua por sus labios. 

Los lentos movimientos que hacía Conway dentro de él y el caliente tacto sobre su cadera, hizo que tomara la decisión sin pensarlo demasiado. Evitando que la pierna de Gustabo cayera de su hombro, alineó su miembro con la estrecha entrada del mismo. Gustabo respondió a la estocada mordiendo fuertemente el labio inferior de Horacio, a la par de que soltaba un grito audible para el tercero. 

Sudor, calor y gemidos inundaban la habitación. Las estocadas que daba Horacio se sincronizaron con las que recibía. Los jadeos que Gustabo ya no pudo aguantar, se combinaron con los de Horacio. El apetito de Conway se hizo presente cuando Horacio sintió como este iba dejando mordida desde el sus hombros hasta donde alcazaba. 

— Venga, Conway. Usted no era de hacerse el... 

Lento. Así había sido su ritmo hasta que Horacio abrió la boca. Gustabo le había pedido más con la mirada, había querido hacerlo con el tacto pero estaba inhabilitado por el fuerte agarre que el otro le daba. La petición de Horacio fue escuchada, y los movimientos de Conway se intensificaron, asimismo los de Horacio también. 

Horacio se separó solo un par de centímetros para ver la cara de Gustabo, era una combinación de sufrimiento con placer. Sonrió. 

— No te atrevas a interrumpirme ah otra vez.   

Y se acercó a su cuello para dejar un chupón que iba a tardar días en desaparecer.

  

*
Oigan, extraño ver sus comentarios cagados, no me olviden. 😔
Este capítulo lo escribí con enojo, no sé si se note.
Se viene mambito.

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