Justin's Girl

By 0urJustin

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Megan estaba preparada para enamorarse...pero no de está forma. More

Sinopsis
1. Promesa
2. Películas
3. El fin de The Mejckz
4. Las redes sociales hablan por si solas
5. Mi mejor amiga
6. Inhumanos
7. Más tweets
9. Testigo
10. Plan B en acción.
11. La pre boda
12. La boda {Parte uno}
13. Un adios definitivo.
14. Bomba
15.- La bomba (Parte II)
16. Humanidad
17. Mi ancla
18. Es oficial
Falsas promesas
19. Mi flotador
20. A mi manera
21. México, bebé
22. La lista
23. Vitamina D
24. El problema
25. La conferencia
26. Fotografía
27. El momento perfecto
28. Shawnie
29. De vuelta a casa
30. Planes
31. Chequeo
32. Exageraciones
33. La cereza del pastel
34. Movimientos
Nuevos retos
35. Una muy mala idea
36. Mi no novio
37. Peor de lo que esperaba
38. Algo más

8. Llamadas arregladas

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By 0urJustin

Le doy un sorbo profundo a la botella de vodka. Siento como el líquido quema hasta llegar a mi estómago, pero estoy tan acostumbrado a ello que ya no importa. Un mix de David Guetta empieza a sonar por los parlantes de la discoteca. Puedo ver a todas las personas que se encuentran en la pista de baile desde aquí.

Me encuentro en la segunda planta de algún club de Los Ángeles, en la zona VIP. Mis amigos alrededor le piden a uno de las mujeres semidesnudas que pasaban atendiendo más botellas.

—Me das tanta pena.

Alzo la vista para ver quien me hablaba.

Hailey se sienta enfrente de mí, lanza su caro bolso a su costado y empieza  buscar en él. Saca un cigarrillo y me ofrece uno, niego con la cabeza. Solo fumaba cuando estaba estresado. Ella se encoge de hombros y se lo lleva a la boca, le da una gran calada y bota todo el humo de una sola exhalada.

— ¿Para qué vienes a un club si vas a ser tan perdedor como siempre?—me pregunta ella.

Que gran mejor amiga tengo.

Para mí era obvia la respuesta.

No quería pensar en ella.

La extrañaba tanto que si no me controlaba era capaz de tomar el primer vuelo de vuelta a Canadá, a su lado. Pero no podía permitírmelo.

Hailey suelta un bufido al no obtener respuesta de mi parte.

—No debí haberte ayudado con esas fotos. —dice negando con la cabeza.

—Hubiese conseguido a alguien más, lo sabes.

Vira sus ojos y arrima todo su rubio cabello hacia un lado para que no la molestara.

—Eres un cobarde, Justin. —me dice ella, directamente.

— ¿Cobarde? La estoy protegiendo, Hailey. Este no es su estilo de vida, es el mío. Las cosas se hubiesen puesto feas con el tiempo y lo sabes. Tu viste todo lo que le hicieron a Selena cuando salíamos…no quiero que ella pase por lo mismo.

—Eso es algo que ella debía decidir. No tú. —me dice ella.

Lo que me dice me recuerda la última conversación que tuve con Megan hace tres semanas. No había vuelto a hablar con ella desde entonces. Intente llamar a su número después de que me colgó pero me sonaba apagado. No lo volví a intentar después de eso.

Me moría por oír nuevas noticias de ella. Quería saber si se encontraba bien, si estaba cumpliendo su promesa, si había logrado continuar. Pero no obtenía mis respuestas y me desesperaba cada vez más.

—Le dije que la iba a proteger…

—Una mierda, Bieber. Y lo sabes. La extrañas más que la mierda, solo que no tienes los pantalones para afrontarlo e ir a buscarla. Sabías que ella no se iba a alejar asi que lo hiciste tú, haciendo las cosas más sencillas. ¿Huir de los problemas es la forma más sencilla para ti no?

—No entiendes nada, Hailey. Pues irte por donde viniste. Tú no entenderías.

— ¿Qué no entendería? Ella estaba dispuesta a afrontar esto, todas esas cosas negativas que vienen contigo. Ella estaba dispuesta, Justin. Pero tú por supuesto querías “protegerla” y la dejaste cuando más te necesitaba. Si yo fuera ella, no te volvería a hablar en mi puta vida.

—Puedes callarte, maldita sea, me enfermas.

—Por supuesto que te enfermo, porque sabes que es verdad. Afronta la realidad, Justin. ¿Sabes que espero? Que el día que tengas los pantalones como para regresar a Canadá esté con otro tipo que sea suficiente bueno para ella, que la merezca y que sea mejor que tú. Que luche por los dos y no la deje batallando sola. Espero que ese día que vuelvas ella ni te mire, y se haya olvidado de ti. Y si es en verdad tan perfecta como dices, dudo que no haya ahí tipos que quieran…

— ¡Vete a la mierda, Hailey!—digo y me levanto de la mesa, saliendo del cubículo.

— ¡Deja de ser niñita y afronta tus malditos problemas!—me grita ella, aun sentada.

Camino hacia la puerta de salida del club.

Ignoro en el camino los llamados de mis amigos que se han quedado en el cubículo, y de las insinuaciones que recibo de mujeres de todo tipo.

Llamo a mi seguridad y en cuestión de nada un auto está enfrente de mí.

Maldita sea, odiaba a Hailey.

La odiaba porque sabía que tenía razón.

La odiaba porque me había recordado que la había dejado.

La odiaba porque sabía que cualquier hombre estaría más que dispuesto a estar con ella.

El auto se estanca en el tráfico y no puedo evitar gruñir. Lo que quería era llegar a mi habitación del hotel, darme una ducha e ir directo a la cama.

Mi teléfono emite un sonido, lo desbloqueo para ver de qué se trata.

Es una notificación de una aplicación que descargué hace dos semanas. Te llegaba una notificación cada que vez que un usuario, que tu desees, actualiza sus redes sociales.

Algo acosador de mi parte, pero ese fue mi intento de saber de la vida de Meggy.

Ella no había actualizado nada en este tiempo, asi que rápidamente abro la notificación.

La actualización es en Instagram, y no es de ella, si no que la han etiquetado.

Le doy play al video, y los segundos que demora en cargar son eternos para mí.

— ¡Dámelo!—le escucho exclamar, tratando de estirarse para quitarle algo de las manos a la persona que estaba grabando el video.

—No lo creo. —responde una voz masculina.

Por favor que sea uno de sus amigos.

—Ni siquiera te gustan los animales, idiota. ¡Dámelo!—vuele a insistir ella, y no puedo evitar al verla sonreír.

— ¡Ahora me gustan! Deja a  Topito en paz. —responde la otra voz riéndose.

— ¿La has puesto topito? Si yo fuera ese gato te odiaría. —se queja Megan, rindiéndose y alejándose de él.

Están en el medio de un bosque, por las carpas que aparecen de fondo deduzco que en un campamento.

Veo al gato del que hablan cuando salta de las manos del chico hacia el suelo.

Es negro pero una parte de su espalda es blanca. El animal camina hasta las piernas de Megan y se recuesta ahí.

— ¡Te lo dije!—le saca en cara ella victoriosa.

Y el video termina cuando ella alza al gato en sus brazos.

Quería ver más.

Necesitaba ver más.

No soporto más y marco el número de Dan. Suenan varias tonadas que me parecen eternas, y a la quinta el atiende.

— ¿Bieber?—contesta extrañado.

— ¿Cómo esta ella?—le pregunto sin rodeos.

—Si quieres saber llámala tú.

—Dan... sabes que no puedo.

—Entonces no es mi problema. —me responde y corta la llamada.

Mierda.

Vuelvo a ver el video uno y otra vez.

Repito una y otra vez la parte donde puedo escuchar claramente su hermosa risa.

—Hemos llegado. —me dice el chofer.

Asiento con la cabeza y bajo del auto, donde ya me espera un guardaespaldas. Me ayuda a llegar a la puerta del hotel sin problemas, controlando a los paparazzis.

Llamo al elevador y marco el número de piso donde se encuentra mi habitación.

Mi teléfono empieza a sonar y atiendo sin ver el nombre.

Primer error.

—Adivina con quien acabo de hablar. —canturrea Hailey desde el otro lado de la línea.

— ¿Con quién?—pregunto.

Segundo error, debí haberle colgado.

—Megan Kanter. —responde ella, y puedo jurar que está sonriendo.

— ¿Qué mierda has hecho Hailey? Como le hayas…

—Guarda las garras. Te odio por el hecho de que ella me odie sin siquiera conocerme, no la culpo la verdad, en su lugar también me odiaría si mi novio sube fotos semidesnudo con otra chica.

— ¿Qué le has dicho?—pregunto, sin poder controlar mis nervios.

—Le he dicho la verdad. Toda la verdad.

— ¿Y…

—Ella quiere hablar contigo urgente. Dice que ha cambiado de número o algo por el estilo, te lo mando por mensaje. No me lo agradezcas aun.

Ella cuelga y en cuarenta segundos me llega su mensaje.

Marco el numero sin siquiera esperar.

— ¿Alo?—atiende ella.

—Megan…

— ¿Justin?—pregunta confundida— ¿Tú estas llamando?

Escucho sorpresa en su voz.

—Pensé que…

Tercer error.

Haber creído en Hailey había sido el mayor de todos.

— ¿pensaste que?—me pregunta ella, confundida.

—Yo lo siento…no quería llamarte.

Maldita sea, eso no es lo que quería decir.

—Oh…—suena dolida. —De acuerdo…adiós entonces.

— ¡Meggy espera!—grito.

—Dime.

— ¿Estas bien? ¿Todo está bien?—le pregunto, sin poder controlar mis ganas de saber de su vida y como le estaba yendo.

—Todo está muy bien, Justin. —me responde ella, y su voz suena firme y segura.

—Me alegro por ti. —le digo, siendo lo más sincero.

—Gracias. Eh…yo tengo que irme. —dice ella incomoda.

Sabía que estaba mintiendo.

Por como tembló su voz al decir la oración.

Ella no quería hablar conmigo.

Y duele un infierno.

—De acuerdo, adiós entonces.

Cuelgo la llamada y abro la puerta de mi habitación y la cierro de un fuerte golpe.

No sé porque estoy tan enojado.

Yo causé esto.

—Gracias por tu ayuda. —le digo a Hailey, apenas ella me atiende el teléfono.

—Eres mi amigo. Para eso estoy. ¿Cómo te fue? ¿Tan corta fue su conversación?

—Ella no quería hablar conmigo.

—Me lo imaginaba. —Me dice ella. — ¿No pudiste afrontarlo no? No fuiste capaz de ponerte los pantalones, Bieber. Pero…no te suicides aun, tengo un plan B.

—Ya deja de…

— ¡Estoy ayudándote con la única novia que has tenido que me ha caído bien! Y eso que no la conozco en persona aun. Solo déjame hacer mi trabajo.

—No quiero saber que vas hacer…

—Si tú no te pones los pantalones…te ayudaré a hacerlo, y no lo malpiensen hijo de…

— ¡Ya entendí! Y no he malpensado ni mierda. Ahora déjame dormir.

Escucho su risa y cuelgo la llamada.

Por lo menos oí su voz.

Eso cuenta como algo.

Algo grande para mí.

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