fiat nox ━ charlie dalton. ✓

By sangoros

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━━ ⦗ fiat nox! ⦘ ❝ cameron puede ser lindo y tener una gran personalidad, p... More

𝐅𝐈𝐀𝐓 𝐍𝐎𝐗.
CAST + PLAYLIST
TRAILER + GALERÍA DE GRÁFICOS
i. la academia para mocosos malcriados
ii. tradición, honor, disciplina, excelencia.
iii. parodia, horror, decadencia, excremento.
iv. para los vírgenes
v. X & Y
vi. presidiaria
vii. el subversivo
viii. las mujeres desfallecían
ix. ¿asustada, birdie?
x. un beso
xi. por una buena acción
xii. corazón y alma
xiii. ¡knox!
xiv. conformidad
xv. nuwanda
xvi. no quiero perderte
xviii. la noche antes...
xix. el tocarla sería un paraíso
xx. es apropiado
xxi. ponerse rojo
xxii. sueño de una noche de verano
xxiii. ¿cuál es la emergencia?
xxiv. últimos momentos
xxv. hacia londres
EPÍLOGO, PARTE UNO.
EPÍLOGO, PARTE DOS.

xvii. como una babosa

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By sangoros

capítulo xvii: COMO UNA BABOSA.



VEINTINUEVE DE NOVIEMBRE DE 1959.

A ELIZA NO SE LE HABÍA PERMITIDO asistir a la asamblea que se llevó a cabo el sábado por la mañana después de que se publicó el periódico escolar. Su tío John le pidió que fuera a la ciudad para que se distrajera. Tal vez incluso para que buscara un nuevo restaurante en el que pudieran cenar. Ella era libre de tomar su auto y un poco de dinero de su billetera en caso de que encentra algo que le gustara.

Eliza hizo lo que su tío le dijo: fue a la ciudad y encontró un centro comercial con pequeñas tiendas con antigüedades, libros y café. Entró en una de ellas y su mente se perdió mientras miraba las pequeñas figurillas y cofres y otras cosas. En un estante, encontró algo pequeño que le llamó la atención.

Ella sonrió levemente cuando tomó la pequeña caja musical. Era de un tono blanco con pájaros de oro adornándolo. Cuando la abrió, una suave melodía salió de la pequeña caja y dos bailarines salieron de su escondite, girando al ritmo de la música. Volvió a sonreír, cerró la caja y se dirigió al cajero.

Cuando Eliza regresó a Welton esa tarde, se dirigió directamente al dormitorio de los chicos, a pesar de que no se le permitía estar ahí a excepción de cuando estudiaban. Realmente no le importaba mucho, ya que dudaba que la asamblea a la que no pudo ir, haya salido bien. Especialmente con lo dramático que era Charlie.

—¿Qué sucedió?—preguntó Eliza, corriendo hacia Knox, Meeks y Pitts. Se volvió para mirar a Knox, que tenía un gran hematoma en un lado de la cara.—¡¿Qué te ha pasado?—exclamó, dándole un golpe en un brazo para después ahuecar su rostro en sus manos para inspeccionarlo.

—Yo, eh, tuve una pelea.—Knox dijo mientras Eliza apretaba sus mejillas.—Podemos hablar de eso más tarde. A le están dando Charlie un gran sermón.—susurró, frunciendo las cejas con preocupación.

—¡No!—Eliza exclamó, poniendo una mano sobre su pecho.

—Si.—suspiró Knox dando un pequeño asentimiento.

—Es un idiota, ¿lo sabías?—Eliza preguntó a Knox y se volvió hacia Meeks y Pitts.—¿Qué hizo él?

—Umm.—comenzó Knox, mirando a Meeks y Pitts en busca de ayuda, pero los chicos bajaron la mirada, intimidados por Eliza.—Él, eh, llevó un teléfono a la asamblea y le dijo a Nolan que Dios quería mujeres en Welton.

—Oh, Dios.—Eliza jadeó, dando un paso hacia atrás.—¡Lo van a expulsar!

—No lo sabemos todavía, Liza.—Knox dijo y colocó una mano sobre su hombro.

Detrás de ellos apareció Charlie. Los chicos se hicieron a un lado mientras él se acercaba con las lágrimas contenidas en sus ojos marrones. Mantuvo la mirada fija en la nada hasta que se encontró con Eliza. Ella pasó un brazo alrededor de él para ayudarlo entrar a la habitación.

—¿Te expulsaron?—Neil preguntó.

Charlie se detuvo en el marco de la puerta, pero no se volvió. Realmente no quería hablar con nadie en ese momento, aunque Eliza era la única excepción.

—No.—el chico aseguró.

—¿Entonces qué sucedió?

—Tengo que entregar a todos, disculparme con la escuela y seré perdonado.—explicó Charlie con voz temblorosa mientras se apoyaba en la puerta derrotado,

—¿Entonces qué vas a hacer?—preguntó Neil con pánico, ya que Charlie entró a la habitación sin responderle.—¡Charlie!

—¡Maldita sea, Neil!—Charlie exclamó, molesto.—El nombre es Nuwanda.—Charlie lo corrigió con una sonrisa de labios cerrados para finalmente cerrar la puerta.

Charlie guardó silencio mientras cruzaba la habitación para acostarse en su cama, luchando contra el dolor. Posó sus manos detrás de su cabeza mientras Eliza miraba la habitación con curiosidad. Se puso de pie con torpeza, contemplando el lado pulcro de Cameron y el desastre en el lado de Charlie.

—¿Qué compraste?—Charlie preguntó de repente, observando la bolsa de papel marrón en su mano.

Eliza quitó su mirada de la fotografía de Cameron y su familia, notando que Charlie tenía una ceja arqueada y sus labios estaban curvados en una pequeña sonrisa.

—¡Oh! Te traje un regalo.—explicó, extendiendo la bolsa hacia él.

Charlie la tomó vacilante.—¿Para mi? Pensé que estabas enojada.

—Me recordó a ti.—dijo, encogiéndose de hombros.—Y solo porque esté enojada no significa que no me gustes.

Charlie tarareó divertido mientras abría la bolsa y la miraba. Lentamente, la abrió y encontró la cajita de música y rió levemente al verla.

—Sé que es un poco femenino pero, uh, mira, tiene pájaros y si lo abres...—comenzó a explicar mientras se sentaba al lado de Charlie y tomaba la cajita entre sus manos para abrirla y mostrarle las pequeñas figuras bailando.—Somos nosotros.—susurró como si fuera un pequeño secreto.

Charlie sonrió, las lágrimas en sus ojos provenían de la dulzura.—Somos nosotros.—repitió tocando las figuras con suavidad.—Bueno, si están bailando, creo que nosotros también deberíamos hacerlo.

—Pero, Charlie, tu trasero...—Eliza rió mientras se levantaba.

—No importa.—le aseguró, tomando su mano y acercándola a él.—Solo tú importas.

Eliza sonrió mientras se abrazaban y bailaban lentamente en medio de su habitación, las luces tenues y el silencio reinó en la habitación. Giraron como los bailarines, empapándose de la calma antes de la tormenta que estaba destinada a venir por ellos. Eliza sonrió, apoyando su cabeza en su pecho y Charlie sonrió; su trasero dolía por los latigazos, pero eso no importaba.

—Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, Keating.—Charlie susurró contra el cabello de Eliza.

La chica asintió.—También eres lo mejor que me ha pasado, Dalton.

Charlie sonrió maliciosamente, hizo girar a Eliza rápidamente y Charlie cayó a la cama con Eliza sobre él.

—No tenías que ser tan atrevida, Eliza.—Charlie la miró levantando las cejas de forma pícara mientras ella rodaba los ojos.—Te habría besado si me lo hubieras pedido.

—¿Quién dijo que quiero besarte?—preguntó Eliza, inclinándose hacia él.

—Mm, yo lo hice.—afirmó, inclinándose hacia ella y posando una mano en la parte posterior de su cabeza para acercarla más a él.—Te voy a besar ahora.

—Entonces hazlo.—le dijo, esperando a que sus cálidos labios volvieran a tocar los suyos.

Charlie se acercó a Eliza y su boca tocó la de ella; pudo saborear el café que había tomado hace poco rato. Las manos de Eliza descansaron sobre su pecho, sus dedos lentamente levantaban su camisa. La acercó un poco más y metió su lengua en su boca. Eliza inmediatamente se echó a reír.

—¿Qué? ¿De qué te estás riendo?—preguntó Charlie cuando se separaron.

—Um, se sintió raro.—Eliza explicó con los ojos cerrados.—Como una babosa.

—¿Una babosa?—Charlie exclamó, burlándose de su ofensa.

—No, lo siento. Una babosa no... un, uhh...—balbuceó ella entre risas, incapaz de pensar en algo mejor.

—¿En serio?

—Si.

—Bueno, entonces.—dijo rodando sobre sí mismo de modo que ahora estaba sobre ella.—Tendrás que ver de qué está hecha esta babosa, Birdie.

—Oh, Dios, no.—se quejó, tratando de salir de debajo de él, pero su boca rápidamente la atrapó y todo lo que pudo hacer fue fundirse en él.

Poco después, la puerta se abrió con un chirrido y Cameron irrumpió en la habitación a pesar de las protestas de los chicos que lo seguían.—¡Lo siento, peor necesito mi libro de matemáticas!—gritó desde el pasillo mientras los observaba.—¡Oh, Dios mío! ¡Charlie! ¡Eliza!—Cameron gritó, pero ninguno de los dos se detuvo; realmente no les importaban que estuvieran en la habitación.

—Oh, Cameron.—Eliza suspiró, enviándole un guiño mientras el chico salía de la habitación.

—No vamos a hacer esto de nuevo.—Charlie le dijo a Eliza mientras se alejaba de su cuello.

—¿Hicieron esto antes?—Cameron gritó de nuevo, pensando en lo peor.

—¡Cameron, sal de ahí!—Knox gritó, corriendo hacia la habitación con una mano sobre sus ojos, para después arrastrar a Cameron por el cuello de la camisa fuera de la habitación.

—Bueno, ¿en dónde estábamos?—Charlie preguntó una vez que la puerta se cerró.

—Cameron.—ella susurró, haciendo que Charlie riera y cayera como un bulto a un lado de ella.











☆゚. * ・ 。゚











—"CRUJIDO. COMIENZA A caminar hacia mi izquierda. Crujido. Crujido. Asuma la posición, Sr. Dalton, lo que significa..."—Charlie volvió a contar a los chicos la historia de lo que pasó después de la asamblea en la sala de de estudio. Eliza estaba sentada junto a él, recargada en su hombro.

Cuando estaba en medio de la historia, John entró en la habitación y la mayoría de los chicos se pusieron de pie. Eliza saltó rápidamente de dónde estaba sentada junto a Charlie, pensando que había entrado uno de los otros profesores, pero al ver a su tío sonrió y volvió a sentarse.

—Está bien, caballeros, Eliza.——dijo mientras se dirigía hacia Charlie.

—Sr. Keating.—saludó Charlie, dejando los bongos en la mesa a su lado.

—Sr. Dalton.—el hombre asintió con su rostro sombrío.—Ese fue un truco poco convincente el que hizo hoy.

Charlie se puso derecho, su boca se abrió con sorpresa.—¿Está del lado del Sr. Nolan? ¿Qué hay de carpe diem y absorber toda la médula de la vida y todo eso?

—Absorber la médula de la vida no quiere decir ahogarse con el hueso.—John dijo, dándole una mirada cómplice al chico.—Hay un tiempo para el atrevimiento, y hay un tiempo para la cautela. Y un hombre sabio sabe lo que se requiere.

—Pero pensé que le gustaría.—Charlie trató de defenderse.

—No. Que seas expulsado de la escuela no es atrevimiento para mi. Es estúpido. Porque perderás algunas oportunidades de oro.—concluyó Keating, aunque Charlie no pareció estar impresionado por su declaración.

—¿Sí? ¿Cómo qué?

—Como la oportunidad de asistir a mis clases.—contestó y bajó el tono de su voz.—O salir con mi sobrina.—dijo guiñándole un ojo a Charlie.—¿Entiendes, chico listo?

—Sí, sí, Capitán.—respondió Charlie con una sonrisa, algo en sus palabras inspiraba la esperanza en él.

—Mantén tu cabeza cerca de ti.—habló y después se volvió al resto de los chicos que lo rodeaban.—Eso va para todos ustedes.

—Sí, Capitán.—todos asintieron.

Keating comenzó a caminar fuera de la habitación mientras murmuraba:—Una llamada de Dios.—se volvió hacia Charlie mientras reía.—Si fuera cobro revertido, hubiera sido atrevido.—concluyó, ganándose una sonrisa del chico.—¿Eliza?—preguntó, haciendo una seña con su cabeza para hacerle saber que debían irse.

—Bien.—ella se puso de pie, no sin antes darle a Charlie un beso.

—¡Buenas noches, chicos!—ella vitoreó.

—Buenas noches, Eliza.—los chicos respondieron.

—Buenas noches, caballeros.—asintió Keating, mirando a los chicos.—Mantengan su ingenio para ustedes mismos.


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