xix. el tocarla sería un paraíso

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『 capítulo xix: EL TOCARLA SERÍA UN PARAÍSO

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capítulo xix: EL TOCARLA SERÍA UN PARAÍSO.

ONCE DE DICIEMBRE DE 1959

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ONCE DE DICIEMBRE DE 1959.

DESPUÉS DE TODO LO QUE SUCEDIÓ con Charlie y su estúpido intento de que las chicas entraran a Welton, los miembros de las Sociedad de los Poetas Muertos podían volver a tener una relativa normalidad, al menos por una noche. Fue entonces cuando Knox le explicó a Eliza todo lo que sucedió en la fiesta de Chet Danburry.

Chris dejó a Knox solo  en la fiesta (Eliza señaló que eso no habría pasado si ella hubiera estado ahí). Lo confundieron con un tal Mutt Sanders, un jugador de fútbol con un nombre desafortunado. Knox bebió mucho y en algún momento de la fiesta se quedó en un sofá junto a una pareja besándose. Después se dio cuenta de que a su lado, Chris se había quedado dormida. Su mente confusa lo incitó a besarla mientras dormía y entonces Chet Danburry lo golpeó en medio de la fiesta con la ayuda de sus amigos.

Eliza le dijo que si alguna vez volvía a hacer algo así, le entregaría su trasero a Chet en una bandeja de plata. Knox tragó saliva y asintió.

Y entonces Knox le dijo que iría a la escuela de Chris y se disculparía por lo que había hecho.

Los muchachos estaban extasiados e insistieron que lo hiciera, pero Eliza estaba recelosa de la idea. Knox presentándose en la escuela de Chris sin previo aviso para disculparse. Era dulce y a la vez un poco aterrador.

Entonces, Knox y Eliza se escabulleron por las cocinas, gracias a que Knox se había hecho amigo de uno de los cocineros, quién los dejó salir por la parte de atrás. Tomaron una bicicleta, y Knox se subió en ella, seguido por Eliza que se sujetó con fuerza de los hombros del chico.

Cuando finalmente llegaron a la escuela de Chris, Eliza no pudo ignorar la forma en la que su estómago se retorcía por los nervios mientras Knox bajaba de la bicicleta y corría hacia la escuela. Ella corrió detrás de él y por un momento lo perdió entre la multitud de estudiantes, pero pronto lo encontró preguntando en donde estaba Chris a una chica.

—Knox, ¿esto es una buena idea?—preguntó Eliza tratando de contenerlo, pero él se soltó de su agarre y se abrió paso entre el enjambre de adolescentes.

—Perdona.—él dijo en voz baja a la chica que estaba entre él y Chris. Ella asintió con la cabeza, cerró su casillero y se dirigió a su clase.—Chris...

—Knox.—ella suspiró, volviéndose a mirar al chico con el ceño fruncido. Sus ojos vagaban por el pasillo en busca de Chet.—¿Qué haces aquí?

—Vine a disculparme por lo de la otra noche.—respondió Knox, mientras Chris lo sacaba el pasillo bajo miradas indiscretas.—Te traje estas flores y un poema que escribí para ti.

—¡Knox!—ella exclamó.—¿Acaso no sabes que si Chet te encuentra aquí, te matará?—preguntó y sus ojos se desviaron hacia la chica que estaba parada torpemente al lado de Knox.—¿Podemos ayudarte?—preguntó en voz baja, tratando de no ser grosera con ella, aunque se sentía exasperada con Knox.

—Uh, no, lo siento.—Eliza respondió, extendiendo una mano hacia a chica.—Soy Eliza, amiga de Knox.—explicó mientras Chris sacudía su mano con torpeza.—Knox insistió en venir a disculparse y yo quería asegurarme de que no te sintieras presionada o pensaras que él es un psicópata tratando de secuestrarte. Te prometo que no lo es, solo es un idiota. Pero si quieres que se vaya, solo dime.—ella dijo y señaló la puerta del salón al que habían entrado, diciéndole así, que ella sacaría a Knox de ahí.

—¡No me importa Chet!—Knox gritó de repente.—Te amo, Chris.

—Oh, Dios.—murmuró Eliza, pasando una mano por su cara.

—Knox, estás loco.

—Mira, actué como un idiota y lo sé. Por favor acepta esto. Por favor.—el chico suplicó, extendiendo unas flores que recogió para ella.

—No. No puedo... sólo olvídalo.—Chris murmuró, saliendo del salón para escabullirse hacia su clase.

Knox la observó alejarse y después de pensarlo unos segundos, la siguió.

—¿Qué demonios estás haciendo?—preguntó Eliza, agarrando a Knox por el cuello de su camisa, antes de que entrara ahí e hiciera el ridículo.

—¡Voy a terminar lo que empecé!—Knox gritó y se volvió hacia Eliza y la tomó por los hombros.—Liza, te amo como a una hermana, pero necesito hacer esto. Ella necesita escuchar mi poema y luego...—suspiró y relajó sus hombros.—Y luego se acabó.

—¿Se acabó?

—Si ella no me quiere o no acepta mi disculpa, entonces... está bien. Tendré que seguir adelante.—el chico le aseguró y Eliza pudo ver un fuego crecer en sus ojos.—¡Pero hasta entonces, no me rendiré!

—Bien, ¡pero si ella dice que no se acabó todo y te obligaré a salir de aquí!—exclamó, apuntándolo con un dedo.—Y si funciona.—continuó, suavizando su voz.—¡Deberíamos salir en una cita doble!

Knox rió, palmeando sus hombros antes de volverse hacia el salón de clases de Chris y abrió la puerta.

—Knox.—Chris suspiró, escondiendo su rostro entre sus manos.—No puedo creer esto.

—Todo lo que pido es que escuches.—le aseguró Knox, colocando las flores en su escritorio y desdoblando el papel en su mano. Eliza se quedó en la puerta para darle su espacio y para asegurarle a Chris que si se pasaba de la raya, ella lo sacaría de ahí.

—"Los cielos hicieron una chica llamada Chris...—comenzó Knox, tan nervioso como esa vez que leyó el poema en clases. Miró hacia arriba mientras el salón se quedaba en silencio para escuchar.—... con cabello y piel de oro. El tocarla sería el paraíso".

Chris se sonrojó, sosteniendo su cabeza entre sus manos mientras el chico seguía leyendo su poema.











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LA CAMPANA DE LA ESCUELA SONÓ Y Knox arrastró a Eliza con él. En la escalera, se encontraron a sus amigos recogiendo sus libros para las clases de la tarde. Charlie se volvió para ver a Knox y Eliza corriendo hacia ellos; una sonrisa creció en su rostro cuando Eliza se lazó hacia él y se aferró a él con su vida.

—No me dejes hacer nada con él nunca más.—Eliza le dijo a Charlie, mientras sentía náuseas por la vergüenza.

—¿Así de mal estuvo?—Charlie rió.—¿Cómo te fue? ¿Se lo leíste?—preguntó volviéndose hacia Knox.

—¿Qué dijo ella?—Pitts preguntó, tan ansioso como Charlie.

—Nada.—Knox respondió.

—¡Nada! ¿Qué quieres decir con nada?—Charlie preguntó y se volvió hacia Eliza y repitió la misma pregunta.—¿A qué se refiere con nada?

—Nada.—Knox se encogió de hombros por última vez, giró sobre sus talones y se metió las manos en los bolsillos.—Pero lo hice.—dijo caminando por el pasillo mientras los chicos lo seguían.

—Bueno, ¿ella qué dijo?—Charlie le gritó, abandonando el lado de Eliza.—¡Tiene que haber dicho algo!

—¡Knox!—Pitts exclamó, siguiéndolo junto a los demás.—¡Ven aquí, Knox!

—¡Aprovecha el día!—Knox vitoreó, sin mirar hacia atrás.


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fiat nox ━ charlie dalton. ✓Where stories live. Discover now