『 capítulo xvi: NO QUIERO PERDERTE. 』
VEINTIOCHO DE NOVIEMBRE DE 1959.
CHARLIE ACOMPAÑÓ A ELIZA DE regreso a la escalera como siempre lo hacía. Aunque ahora, caminaban en un tenso silencio que normalmente estaba lleno de risas. Ahora, ambos estaban molestos y cansados por cómo había resultado la noche.
—Eliza.—Charlie dijo antes de que pudiera subir las escaleras y no volviera a hablar con él.—¿Podemos hablar?—preguntó con un tono de voz suplicante.
Eliza estaba de pie en el borde de la escalera, con la mano en el barandal, lista para escapar y nunca volver a bajar.
Por Charlie, sin embargo, haría cualquier cosa.
Entonces, se dio vuelta y miró a Charlie con el ceño fruncido.—¿Qué?—preguntó, quedándose en donde estaba; Charlie quería correr hacia ella pero aceptó ese espacio que puso entre ellos.
—Por favor, tienes que saber que no era mi intención...—comenzó Charlie, observándola con sus grandes ojos marrones que querían llorar.—No quise hacer nada que los enojara. Nada que te enojara a ti. Solo quiero ir a la escuela con ustedes, poder sentirme normal a tu alrededor sin que Hager esté siguiéndonos, esperando a que cometamos un error. Y solo quería que los muchachos pudieran encontrar lo que nosotros tenemos.
Eliza suspiró, incapaz de creer que él fuera la persona con la que estaba saliendo. Alguien tan estúpido pero de tan buen corazón. Alguien que hacía de todo para obtener lo que quería.
—Lo sé.—Eliza contestó mientras rodaba los ojos y bajaba las escaleras para estar más cerca de él.—Sé que eres un idiota, pero debes pensar en que lo que haces nos afectará.—explicó, parándose cara a cara con él.—Nos meterías en muchos líos, ¿sabes?
—Nunca te delataría.—le aseguró Charlie, presionando sus manos contra sus hombros, queriendo sostenerla y nunca soltarla.
—Sé que no lo harías, pero eso no importa. Saben que mi presencia te está cambiando de forma negativa y me enviarían lejos.
Los ojos de Charlie bajaron hacia sus labios mientras hablaba y apoyó su cabeza contra la de ella.
—No quiero perderte.—él susurró.
—Y yo no quiero perderte a ti.—respondió ella acercándose un poco más a él.
Charlie avanzó un poco más y sus labios se encontraron entre lágrimas saladas que corrían por sus rostros. Sus labios se movieron lentamente, de manera dulce mientras acercaban sus cuerpos cada vez más. Las manos de Eliza se deslizaron por el cabello de Charlie mientras él la inclinaba ligeramente hacia atrás, tratando de sacar el máximo provecho de su beso. Ella sonrió a pesar de que lloraba.
Un fuerte golpe se escuchó desde arriba, rompiendo así el beso. Si no, se habrían besado toda la noche.
—Tengo que irme.—susurró, apartando las manos de su cabello. Charlie sonrió mientras la miraba y se quedó quieto en donde estaba.—¡Charlie, tengo que irme!—Eliza exclamó, tratando de soltarse de su agarre.
—¡Otro, antes de que te vayas!—susurró, inclinándose rápidamente, ella lo besó con suavidad.
—¡Muy bien, déjame ir!—Eliza exclamó al separarse.—¡Tengo que irme antes de que nos metamos en problemas!
—Ya estamos en problemas.—le aseguró Charlie, arrastrándola hacia él para darle un último y largo beso, inclinándola hacia atrás como esa foto de la Primera Guerra Mundial de la enfermera y el marinero.—Está bien, hasta que nos volvamos a besar.—dijo cuando la levantó y sonrió saliendo rápidamente de ahí para dirigirse a su habitación para charlar con sus amigos.
Eliza rió de sus payasadas para después subir corriendo las escaleras.
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