La hermana de mi novio [Dispo...

By Luisebm7

6.7M 324K 446K

Tras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres... More

Notas
La Alumna Nueva
Adiós Privilegios
Intenciones
Cuñadas
Intimidad Violada
Insatisfecha (I)
Insatisfecha (II)
Preámbulo de la Fiesta
La Fiesta (I)
La Fiesta (II)
La Fiesta (III)
*Intermedio*
¿Y ahora?
Domingo de Cine
Pena y Rabia
¿Cuánto dolor puedes aguantar?
Consuelo (I)
Consuelo (II)
¿Quién fue? (I)
*Intermedio II*
¿Quién fue? II
Daño Colateral
Paseo en patines (I)
Paseo en patines (II)
Noche de exilio
De citas y misterios (I)
De citas y misterios (II)
Cita de Amigas (I)
Cita de Amigas (II)
Cita de Amigas III
Postcita
Epílogo de Postcita
Pasión Confundida (I)
Pasión Confundida (II)
Pasión Confundida (III)
Pasión Traicionada
Epílogo de Pasión Traicionada
Distanciamiento... ¿o no? (I)
Distanciamiento... ¿o no? (II)
Distanciamiento... ¿o no? (III)
Masaje con final... ¿feliz?
Amarga Distancia
Estaca en el Corazón
Agresividad
Violencia vs. Pasión
Solo una vez...
Bye, exámenes
Entrenamiento Peligroso
Cita Encubierta
Semana Trascendental (I)
Semana Trascendental (II)
Semana Trascendental (III)
Descontrol
Disgusto Férreo
Enferma de Amor
Recuperación
El Pacto
Confesión Carnal
Corazones Abiertos
*Intermedio III*
Encuentros, travesuras y tormentos
Sometida
Pasado y Presente
Pelea y Castigo
Juego Sucio
Ante todo, placer
Tarde con Víctor
A solas con el demonio
Pre-Halloween
Halloween (I)
Halloween (II)
Halloween (III)
Planes Inesperados
Descubiertas
Regalo de Cumpleaños
Una Verdad
Cumpleaños Travieso
*Intermedio IV*
Dominada
Liberación
Cicatriz del Alma
La verdad tras el dolor
Entrenamiento... ¿en el vestuario?
Travesuras
Partido de Vóley
Paseos Memorables
Amistad Rota
Alivio para la ira
Paseo de Amigas
*Intermedio V*
Personaje Asignado
Conflicto de Intereses
Fin de Trimestre
Año Nuevo
Acoso y Amor
Infieles
Ruptura
Venganza
Disculpas
Disculpas (II)
Monstruo
Homofobia
Perdonada
La Obra
Tras el telón
Legado de rencor
Justicia
Culpable
Vuelta a la Normalidad
Vuelta a la Normalidad (II)
Feria del Amor
Feria del Amor (II)
Adiós
Aceptación
Por ti
Puñalada
Eric
Eric (II)
Un San Valentín inolvidable
Corazones Rotos
Epílogo: 9 de junio
Agradecimientos
Q&A
Gala de Nominaciones
¡Feliz Halloween!
¡Noticias frescas!
¡Especial 3M de lecturas y San Valentín!
¡Concurso de memes!
¡Concurso 2!
¡Lanzamiento final de LHDMN!

La cara oculta de la luna

42.8K 2.1K 7.7K
By Luisebm7

No fui la única bendecida por el amor en la feria. La chispa del enamoramiento prendió otros corazones entre mis amigos. Sam se dejó el bolsillo disparando con una escopeta, pero ganó un peluche para nada más y nada menos que Diana. Ella se lo agradeció invitándolo a un chocolate caliente y, por supuesto, aceptando una cita. Algo semejante ocurrió entre Mauro y Lorena, quienes estuvieron muy unidos hasta el final.

Por otra parte, el tonteo entre Patricia y Gerardo navegó por aguas dulces hasta atracar en un beso que dictaba una segunda parte para ellos. Pero ese beso no fue el único, el más esperado de la noche llegó de la mano de Víctor y Lena. Ese par se escondió detrás de una taquilla para entregarse a su atracción. Ellos creían estar en la intimidad, pero, cuando sus labios se separaron, nos descubrieron contemplándolos como auténticos cotillas y los avergonzamos con aplausos y un "¡Vivan los novios!" incitado por Flor.

Eric, Laurita y yo regresamos a casa repletos de contentura. Durante todo el camino de vuelta en el coche de Lena hablamos sobre los momentos más divertidos. Sin embargo, el agotamiento de él apareció puntual como un reloj, aunque es normal hasta cierto punto porque es casi medianoche y él madruga. Decido acostarme con él para ver si está mejor.

—Has gozado hoy, ¿eh? —le digo con cariño después de un beso.

—¿Que si he gozado? Me divertí como nunca. Os di una buena paliza en los coches locos y esa Mary en la casa del terror fue toda una comedia. Te has echado unas amigas muy agradables —expresa con alegría, pero aprecio que su batería está en las últimas.

—No exageres porque la paliza te la devolvimos. Y sí, ellas son fantásticas. Les caes muy bien, ¿sabes? —digo y me acoge sobre su pecho.

—Flor me lo ha estado repitiendo. Deberíamos salir más con ella. Es de trato fácil y está abierta a hablar de todo. —Eric le está cogiendo cariño, a este paso se harán muy amigos.

—Pero... ¿no te molesta a sabiendas de lo que pasó entre nosotras? —Ese gusanito me pica.

—No, ella es muy transparente. De hecho, hablamos sobre eso y todo quedó bien claro. Reconoció que le gustas, pero que no tiene ninguna intención de entrometerse porque su prioridad es la amistad. —Flor tiene una maestría en sinceridad, ¡no se calla nada! Al menos, Eric lo ha digerido bien—. Además, me aseguró que ella no se sintió cómoda con lo que ocurrió y la creo. Es una chica muy honesta, no se encuentran amigas así todos los días.

—En eso tienes razón, es muy sincera y no abundan las amigas como ella. Veo que os estáis llevando muy bien para lo poco que os conocéis.

—¿Estás celosa, mi amor? —dice Eric con esa sonrisa débil y me toquetea.

—No, ¿por qué iba a estarlo? —Me llega a contar esto hace unos meses y Flor se habría convertido en la versión dos de Daniela sin importarme que sea lesbiana.

—Porque no tienes que preocuparte, sabes que tú eres la única. —Eric besa mi cabeza con cariño.

—No me molesta que tengas amigas y que sean guapas, solo me molestan las arpías. De hecho, Laurita me dijo que estuviste saludando a una chica y me sentí tranquila. No sería Daniela, ¿no? —indago por curiosidad.

—No, para nada. Era una clienta habitual de la tienda. Mi amor, seguimos mañana, ya no me aguanto más... —Está fundido.

—Descansa. Tómate las cosas con más calma a partir de ahora —le aconsejo, pero no estoy segura de que haya procesado mis palabras. No obstante, espero que mejore gracias al paseo por la feria y a Flor.

***

La primera parte de mi desayuno del domingo son los labios de mi Laurita. Un beso en su boquita dormida y otro más profundo en su intimidad.

—¡Ani! ¡Ani! —Su voz adormecida pronunciando mi nombre es adorable e irresistible, por eso me gusta despertarla de esta manera tan especial.

Lamo su delicia una vez más y me acomodo encima de mi amor. Su carita ruborizada sonríe. Toda ella se estira y me rodea con un abrazo.

—Así se despierta a una bella durmiente, ¿no? —digo con humor y acaricio su nariz.

—Sabes mucho, estás aprendiendo demasiado —dice sonriente.

—Sí. También sé cuidar a mi chica, ¿sabes? —Señalo su escritorio con la vista y alzando las cejas. Ella, feliz, contempla la bandeja con el desayuno que he preparado para las dos.

—Ani, eres más romántica de lo que pareces. ¡Me encantas! —Sus besos amorosos me bañan.

—Tú sacas ese lado de mí —digo y me levanto para buscar la bandeja. Ella se incorpora en la cama y nos sentamos juntas. Deslizo mis dedos entre sus cabellos mientras la contemplo.

—¡¿Me has escrito una nota?! —dice asombrada y coge el papel apoyado entre los vasos—. "Tú dibujas sonrisas en mis mañanas" —lee en voz alta y percibo su amor hacia mí en su rostro—. Y hasta dibujaste unos labios. ¡Eres tan linda, Ani! —Ella ama los detalles y nada se compara a ese instante en el que sus ojos brillan y la felicidad se apodera de su boca.

—Porque te quiero mucho, Laurita —digo con palabras que surgen de mi corazón y la beso—. Y ahora desayunemos, ñoña, o se enfriará la leche.

—Eso lo dudo mientras estés cerca porque tú, mi amor, fundes glaciares con tu calor —dice con su seductora expresión y se echa a reír. Amo su jugueteo y ella lo sabe.

—¿Sí? Entonces ten cuidado porque hoy te pienso evaporar —bromeo.

Tranquilas, disfrutamos de las tostadas con mermelada de frambuesa como a ella le gusta y de la leche con chocolate. Compartimos el desayuno, pero también miradas, sonrisas y caricias amorosas. Ahora sé lo que es estar perdidamente enamorada de alguien. Lo estuve de Eric, sobre todo al principio, pero no a este nivel.

—Laurita, quiero estar contigo —digo en pleno torbellino de pensamientos.

—Ani, ya estás conmigo —dice sonriente.

—Me refiero a ser libres. No puedo aguantar tanto con el miedo a ser descubiertas. ¿Estarías de acuerdo en que hablemos con Eric? —le consulto. No quiero presionarla, no después de lo que ha sufrido recientemente, pero conviene trazar un plan.

—Pero mi hermano no está bien, no es el mejor momento. ¿Y qué pasó con lo de esperar hasta que se gradúe? —cuestiona Laurita.

—No sería ahora, sería de aquí a unos días cuando todo se haya calmado y él esté mejor. El paseo de ayer le sentó muy bien, por eso pienso que volverá a ser el mismo con nuestra ayuda, la de Fernando y la de Flor. A mí me preocupa su bienestar y haré lo que sea para que se gradúe y para que todo le vaya bien en la vida, pero no quiero que dejemos de vivir la nuestra ni prolongar este engaño. Sé que le dolerá, pero hay meses por delante hasta las pruebas finales y creo que podrá superarlo con el apoyo de todos los que lo queremos —expongo.

—Ani, sufrirá mucho, lo sé. Tal vez solo deberías romper con él y ocultar lo nuestro —sugiere Laurita con expresión afligida.

—No, Laurita. Si digo la verdad, no es para ocultar lo nuestro, todo lo contrario, pero sí podemos contenernos en el insti para evitarle la vergüenza hasta que se gradúe. Tampoco tenemos que contarle todo para no hacerle tanto daño, solo que nos hemos enamorado. ¿Qué te parece así? —le propongo.

—Está bien, Ani. Te dije que yo estaría de acuerdo con la decisión que tomaras. Ese día será triste, pero será lo mejor para los tres y tengo la esperanza de que mi hermano nos entienda. Estás siendo valiente, Ani. Eso es algo que yo sola no podría hacer. —Laurita roza mi mejilla con la suavidad de sus dedos. Concentraré mis energías en que pronto seremos libres.

***

♫One last time I need to be the one who takes you home...♫

—Ani, ¿has cambiado el tono de tu llamada? —Laurita me ha descubierto.

—Este me trae mejores recuerdos —digo sonriente mientras cojo mi teléfono—. Es Flor, a ver qué cuenta. ¡Hola! —contesto y me dejo caer en la cama de mi chica. Ella se entretiene creando un álbum con nuestras fotos de la feria.

—¡Buenos días! ¿Cómo amanecisteis? —saluda Flor muy animada.

—Muy bien, no me puedo quejar. Estoy con mi amorcito.

—¡Uy! No os habré interrumpido un mañanero, ¿no? —bromea Flor.

—No, ¡ja, ja, ja! Ya lo tuvimos. ¿Y tú cómo estás?, te noto increíblemente feliz. —Laurita y yo nos miramos.

—Dale un beso a la baby de mi parte —dice Flor.

—Flor te manda un beso —le digo a Laurita.

—Y yo a ella —responde Laurita sonriente.

—La he oído, ¡qué mona! Pues yo amanecí muy bien también. Carla se quedó en mi casa anoche y... pasaron cosas —me cuenta Flor y Laurita ríe mientras niega con la cabeza, eso significa que ella alcanza a escuchar.

—¡Vaya! Así que pasaron cosas. ¿Surgió el amor? —pregunto con interés y contenta por mi amiga.

—No lo llamaría amor exactamente, pero sí estuve desinhibida, me sentí cómoda con ella y nos acostamos. Ha sido como perder la virginidad otra vez, pero siendo consciente —me cuenta Flor emocionada.

—¡Qué bien, Flor! Entonces te gustó. ¿Quién lo hubiera dicho? Para que veas cómo son las cosas, has tenido tu primera vez con una vieja amiga. —No tuvo que buscar muy lejos, aunque siento que le ha influido haberse acostado conmigo.

—Pues sí, no me lo esperaba, simplemente surgió, pero seguimos siendo buenas amigas. Ella se fue hace poco —dice Flor.

—¿Y Carla lo ve igual que tú? —Recuerdo su escenita de celos cuando Flor se subió a la noria con Eric, quizás se esté enamorando.

—Sí, lo hemos hablado. Ya sabes que me gusta dejar todo claro, sobre todo si involucra a mis amistades. A ella le parece bien que seamos amigas con derechos mientras no tengamos pareja —responde Flor. Me recuerda un poco a lo que tuve con Sandra, salvo que yo engañaba a mis novios con ella.

—Vosotras os lo montáis muy bien, picaronas —digo y río con Laurita.

—Cosa de buenas amigas, Ana. —Cuando se enamore de verdad, se le acabará la historia de las amigas con derechos—. Oye, ¿qué tal Eric? ¿Cómo amaneció?

—Mejor de ánimos, aunque sigue con el cansancio. Se fue a trabajar muy contento. ¿Te contó algo ayer? —indago.

—Sí, te quería hablar sobre eso. Él es un chico genial, es una pena que esté pasando todo esto, pero así es el amor. Me dijo que no me guardaba rencor ni que me odiaba por nuestro accidente, que intentaba verlo como algo positivo porque te abriste con él. Yo le confesé que me gustas como chica, pero que en ningún momento he pretendido meterme donde no me llaman —me cuenta Flor.

—Sí, esa parte me la comentó. Te admira por lo sincera que eres. Yo te daría una patada a veces por soplar todo —le digo con humor.

—¡Ja, ja! Lo siento, soy así. Bueno, le sonsaqué información del trabajo. Me habló de Fernando, de Daniela. Me dijo que todo estaba bien, pero que se sentía un poco perdido, que eso nunca le había pasado. Me dio pena, la verdad. Él quiere protegeros y ha visto que no ha sido capaz, eso es lo que lo tiene mal, al menos es lo que me ha dicho. Lo animé lo mejor que pude y le dije que tuviera cuidado con esa Daniela porque una amiga te abre los ojos, no te los llena de fango.

—¡Qué bien que le dijeras eso! —Besaría a Flor ahora mismo—. Si se apartara de Daniela, mejoraría mucho más porque esa arpía no lo deja pensar con claridad. Lo que me fastidia es que Eric piense que debe protegernos y que no lo hace bien.

—Mis padres lo educaron así —comenta Laurita.

—Conseguiremos que se relaje —digo.

—Yo haré lo que pueda por él porque me cae muy bien. Eso sí, tengo que contarte una cosa que fue un poco extraña —dice Flor y me invade la intriga—. Eric se estuvo interesando por mi vida, todo normal, y también por mis gustos. Para mí es normal que sintiera curiosidad y que me preguntara si había estado con algún chico alguna vez. La cuestión es que sentí frío en la noria y él me abrazó. Yo sé que él es un caballero, pero anoche lo noté más suelto que el día de tu cumpleaños. Resulta que me estuvo frotando las manos, los brazos y hasta me acarició la cara. Me sentí desconcertada.

¿Pero qué...? La narración de Flor me deja boquiabierta.

—¿Intentó besarte? —pregunto y Laurita mira con atención.

—No, pero fue muy raro. No sabría decirte si lo hacía para quitarme el frío o con otras intenciones y no pregunté porque no me parecía adecuado. Además, no se propasó. —Si Flor lo percibió así, es que esos gestos contenían algo más.

—No sé qué decirte, Flor. Estoy sin palabras. —Eric ya se calentó con ella una vez, no me extrañaría que le guste como chica y se confunda.

—No quiero que os enojéis conmigo porque sé que es tu novio, aunque no lo sea en sí. Solo estoy siendo amistosa con él, os juro que no estoy jugando con sus sentimientos —dice Flor denotando cierta preocupación.

—Lo sé, Flor. Mira, tal vez ha sido un gesto malinterpretado. Él me estuvo hablando de lo buena amiga que eres, pero, si no te sientes cómoda y crees que él pretende algo más, conviene que te distancies porque acabará mal, lo veo venir —le aconsejo.

—Confío en lo respetuoso que es. Quizás fuera cosa mía porque nunca había estado tan pegada a un chico como lo he estado con Eric. Yo le seguiré ofreciendo mi amistad hasta que me demuestre lo contrario. —Flor es la bondad personificada.

Tras despedirnos cariñosamente, Laurita y yo debatimos al respecto. Sospechamos que Eric siente cierta atracción por Flor, pero que es tan fiel y que me ama tanto que ni en su peor estado me engañaría. El tiempo lo dirá y, si Eric lo hiciera, nunca se lo reprocharía como motivo para romper con él.

***

De vuelta en el instituto, la atmósfera es otra. Mis compañeros de clase hablan entre sí sobre el gran día que compartimos en la feria y animan a los que no han ido para que no se la pierdan. Carlos es uno de esos que no asistieron y la verdad es que no lo eché en falta, no hay más que ver su cara de perro cuando me mira para saber que no hay química entre nosotros.

Por otro lado, Mauro me agradece que le presentara a mis amigas y me cuenta que tiene una cita con Lorena mientras que Roberto me pregunta por Claudia, ya que se percató de su ausencia y le sorprende nuestra distancia. Me limito a responderle que ya no somos amigas y que no entraré en detalles, que está en manos de ella contar la verdad.

Precisamente con Claudia me cruzo de camino al baño en el inicio del recreo. Aprovecho que estoy sola, ya que Laurita se ha quedado un rato más en el aula para terminar de apuntar unas ideas, y me atravieso delante de esa víbora. Ella se petrifica y me observa como si estuviera alerta para contraatacar.

—No deja de sorprenderme lo hija de puta que eres —le digo con tono tranquilo, aunque destacando mi rencor hacia ella.

—Igual que tú. Quítate —me dice e intenta esquivarme, pero le pongo el brazo delante.

—Falsa y cobarde. ¿Tan cabrona eres que tuviste que joder a Víctor? Sé que fuiste tú —le restriego en la cara.

—Ahora sois muy amiguitos, ¿eh? No puedes demostrar que fui yo. —Lo que me faltaba, que se haga la chulita y no niega haberlo hecho, esto confirma que fue ella.

—Eres tan cobarde y rastrera que no tuviste los ovarios de dar la cara al joderlo. Vas clavando puñales por la espalda como has hecho con Laura, con Aura y ahora con Víctor, pero no creas que te saldrás con la tuya siempre. Si le clavas otro puñal a alguien que me importe, te juro que olvidaré que una vez fuimos amigas y te arrastraré por todo el instituto —la amenazo.

—Si me haces algo, le diré a la policía que estás involucrada con el incendio en casa de Ricardo. —Esta es Claudia, la auténtica Claudia.

—¿Crees que me intimidas con eso? —Me arrimo a ella e intercambiamos una mirada fría—. Me conoces y sabes de lo que soy capaz. No estoy bromeando. Procura no perjudicar a alguien más con tus mierdas. Y si te queda algo de decencia, retira las mentiras que has contado sobre Víctor y publica lo que tú hiciste.

—No lo haré. Os lo merecéis por joderme, así que estamos en paz, y no creas que me he olvidado de tus puñaladas. Si no me he chivado de tus planes de pirómana loca, es también porque una vez fuimos amigas, pero no juegues con fuego. Déjame en paz. —El rencor de Claudia es inmensurable, tanto como el mío. Me aparta para continuar.

—Lo mismo te digo. Tú tienes tanto que perder como yo, así que piensa bien lo que haces —le advierto y permito que se vaya, pero ganas no me faltan de tirarle de los pelos por dañar a Víctor también.

***

Me lavo las manos en el baño junto a otras alumnas. Suspiro una y otra vez para olvidarme de la puñetera Claudia y la incomodidad que me produce. Para mi infortunio, Sandra aparece y hasta las paredes se marchitan. Prefiero evitarla, por lo que trato de escabullirme, pero me lo impide.

—Que no corra prisa, Bruma, te estaba buscando —dice con su sonrisa perversa.

—¿Y ahora qué quieres, Sandra? —digo con desánimo.

—Espera. ¡Largaos, gusanos! —le grita a las demás y estas huyen.

—Tú no mandas aquí, el insti no es tuyo —le dice una pitufa que peca de valiente.

—¡Je, je! —Me aterra esa risa de Sandra.

¡ZAS!

La muy maldita le gira la cara a la chiquilla con una brutal bofetada. La pobre niña empieza a llorar y Sandra se burla imitando el llanto.

—¡¿Qué coño haces?! —le reclamo.

—Enseñarle su lugar —me responde Sandra muy calmada y se vuelve a girar hacia la chica—. ¿Por qué sigues aquí, cucaracha? Ve a llorarle a la directora o a quien te dé la gana, pero ¡lárgate!

La pitufa se esfuma y Sandra y yo nos quedamos a solas en el baño con la puerta entreabierta.

—Eres una puta salvaje —le recrimino.

—Somos idénticas. —Sandra acorta distancia conmigo y retrocedo hasta chocar con el lavamanos—. ¿Te gustó la barbacoa en casa del maricón ese?

—Te dije que no era necesario.

—Yo nunca me echo atrás. Hice lo que tú no tuviste ovarios de hacer. No tengas miedo, Bruma, nadie te asociará con los fuegos artificiales y me aseguré de que la familia no estuviera en casa, pero ahora quiero mi favor —dice muy risueña.

—Un favor y estaremos en paz para siempre. ¿Qué coño quieres? —le digo con firmeza.

—Te lo pondré muy, muy fácil. Folla una vez conmigo o haz algo que solo Bruma haría —propone la diabla y me repugna enseguida.

—¡Una mierda! Esa mente retorcida que tienes no daba para otra cosa. Sabes perfectamente que nunca me acostaré contigo y tampoco crearé el caos que tanto te gusta. Te equivocaste. Si quieres dinero, te pagaré, pero olvídate de tus perversiones. No me hagas perder el tiempo —le hablo con rabia y me dispongo a marcharme.

—No hemos terminado. —Sandra me agarra por la cintura y me empotra contra el lavamanos.

—¡Sí hemos terminado! No me toques las narices porque sabes cómo terminará esto —le advierto.

—Me vas a escuchar. Ya que eres tan puta que no me pagarás el favor por las buenas, tendré que valerme de otros métodos que no van conmigo. Sé que te follas a la princesa —me susurra con malicia y me quedo paralizada.

—¡Tú no sabes un carajo! Esa mentira no te funcionará —le digo con cierto temor.

—¿Mentir yo? ¿Desde cuándo? Aparte de que me olía lo bolleras que sois desde que os vi cogidas de la mano en el local de Pipo, a lo mejor esto te refresca la memoria. —Sandra saca su teléfono y me muestra la foto, ¡la foto con la que me chantajeaba el acosador!

—Tú... —Mi mente colapsa y mi cuerpo no responde.

—Me devolverás el favor o tu lesbianismo con la princesa se convertirá en contenido público. —Sandra me acorrala y toma mi cintura. Su cuerpo se junta con el mío—. Me conformo con que follemos una vez. —Su boca posee la mía. Ese beso fiero me amarga con su gusto a cigarrillo. Hubo una época en que estos labios me excitaban, pero ahora me asquean.

Soy una presa paralizada por el veneno de esta depredadora. Sandra es la acosadora, no me lo puedo creer. Esto explica que parara su acoso cuando me acerqué a ella, pero ahora no ha aceptado mi rechazo y ha vuelto a valerse de su arma. Sé que es capaz de exponerme si quisiera.

Una sombra junto a la puerta entreabierta me hace reaccionar. Aparto a Sandra con un brusco empujón y separo esa boca tóxica de mí.

—¡No vuelvas a tocarme! —Mis lágrimas brotan por la rabia, la impotencia y la decepción—. Eres una rastrera de mierda. ¡No vales nada, Sandra! Te creía capaz de todo menos de esto. Me jodiste el fin de año y nunca te lo perdonaré como no te perdonaré nada de esto, ¡¿me oyes?! Pensé que podía haber algo bueno en ti, ¡pero eres una basura! ¡Haz lo que te dé la gana! Siempre has querido joderme, ¿no?, ¡pues termina de joderme!

—¿Fin de año? No me confundas, te dije que estos no son mis métodos, esto es de ratas, pero no vi otra forma de cobrarme mi favor. Ya que te sigues resistiendo a follar conmigo, te lo pondré fácil para que saques a Bruma. Crees que yo tuve algo que ver con esta foto, ¿eh? —Me desconcierta con su vileza—. Lo cierto es que no. Esta foto fue un regalo de la friki cobarde de mechas azules cuyo nombre es... Espera, ¿cómo se llama esa sabandija? ¡Ah, sí!, Aura.

—¿Qué? ¿Qué estás diciendo? —Seco mis lágrimas mientras una furia crece en mi interior.

—La dueña de esta foto era esa rata. La compartió conmigo encantada y me contó lo que te estuvo haciendo. ¡Qué hija de puta, ¿no te parece?! Hay sabandijas en todas partes. ¿No te dan ganas de ir a partirle los dientes? Esta es tu oportunidad, Bruma —me aclara Sandra con su siniestro actuar.

—¡Yo la mato! ¡Y más te vale no estar mintiéndome! —le grito poseída por la ira.

—No necesito mentir, eso no existe en mi vida, Bruma. Corre, patéale el culo a esa mamona y borraré la foto —me alienta Sandra.

***

Aura, ¡esa infeliz me la ha jugado! Ella y Claudia son tal para cual, apuñalan por la espalda. ¡La voy a despedazar! Nunca olvidaré lo que me hizo pasar el fin de año, ¡nunca!

Salgo al patio transformada en una tormenta. Mi sangre fluye como lava ardiente. En cuanto localizo a esa desgraciada, corro hacia ella. Aura sonríe y se divierte con sus amigos friki. ¡Falsa de mierda!

—¡Eres una puta falsa como tu novia! —La embisto contra la pared de la cancha cubierta y la mantengo aprisionada por el cuello de su abrigo. Aprecio el terror en su cara—. ¡¿Creías que nunca me enteraría, hija de puta?!

—¡Ana, por favor! —dice la cobarde y sus amigos se retiran.

—¡¿Por favor?! ¡¿Te atreves a decirme eso cuando hiciste que te suplicara mil veces para que no mandaras la foto?! —¡Le voy a destrozar la cara!

—¡Lo siento mucho, Ana! Yo no quería hacerlo, pero estaba dolida por lo que me hicisteis y el día que Patricia habló del ciberacoso se me ocurrió darte un escarmiento —confiesa a ritmo acelerado y aún no le he tocado ni un pelo.

—¿Un escarmiento? ¡¿Y quién coño eres tú para darme escarmientos y joderme las navidades, hija de puta?! ¡Eres una falsa! Tanto perdón y tanta mierda para reírte en mi cara cuando me disculpé contigo. —Voy a estallar. Haré que tiemble más que lo que tiembla ahora.

—¡Ana, yo me sentí mal con lo que te hacía, por eso paré! El día que te disculpaste supe que no eras mala como pareces, por eso te pedí perdón, pero tenía miedo de contártelo —sigue confesando la cobarde y más rabia me provoca.

—Pero bien que le diste la foto a Sandra, ¡¿eh?! —Sacudo su cuerpo y escucho a los profesores que vienen y a los alumnos que se aglomeran como hormigas.

—¡Tuve que hacerlo, Ana! Ella y sus amigos me asaltaron por la calle y me golpearon. ¡Sandra me iba a quemar con un cigarrillo si no le desbloqueaba mis teléfonos! Así encontró la foto. ¡Te lo juro! —La herida en su labio...

—¿A qué esperas, Bruma? ¡Rómpele la boca a esa sabandija! —me grita Sandra a nuestra izquierda.

—Ani, no lo hagas —me pide Laurita a nuestra derecha.

Furiosa, miro a Aura. Contemplo el espanto en sus ojos humedecidos.

Los profesores están prácticamente encima de mí y Eric también se suma a ellos rogando para que me calme. La consciencia me dicta que detenga mi locura, que Aura ha tenido suficiente, y la suelto tal y como me ruega Laurita. Sin embargo, Sandra no escapará de esta.

Eludo a los profesores y me disparo hacia la Muerte. Libero todo mi impulso en un violento empujón que derriba a Sandra. Enseguida me le subo encima y descargo mi ira sobre ella como rayos que la azotan.

—¡Grandísima hija de puta! ¡Querías manipularme! ¡Jódete! ¡Eres escoria y borrarás esa puta foto! —chillo mientras trituro su cara mediante zarpazos. ¡La voy a demoler!—. ¡Aquí tienes a Bruma!

—¡Loca de mierda! ¡Ah! —Sandra intenta protegerse y contraatacar, pero no tiene ni la más mínima oportunidad.

Por desgracia, me arrastran y me separan de ella antes de que quede satisfecha. Le asesto una última patada en el torso y se doblega en el suelo.

—¡Jódete, Sandra! ¡Desaparece de mi vida de una puta vez! —grito histérica.

—¡Esto no se quedará así, putón! —responde Sandra mientras la ayudan a ponerse de pie.

Al menos, le rompí un labio, le arranqué un piercing, le arañé la cara y esta le arderá durante horas. Como que me llamo Ana Álvarez, ella va a borrar esa foto.

—Es un animal. Os dije que no cambiaría. —Escucho el comentario ruin de Catalina mientras me conducen a la dirección.

***

Prefiero no recordar la severa reprimenda de la directora McCarthy. Esa mujer se cebó con Sandra y conmigo, ni siquiera nos permitió excusarnos. Mi castigo es una expulsión hasta la semana que viene y hoy no podré salir del aula si no es para ir al baño. Pudo ser peor, pero la directora tuvo en consideración que estoy nerviosa por el tema de Ricardo. Me dará una última oportunidad para demostrar que fue algo puntual. Si le fallo, me inscribirá en un programa de control de la ira. Desconozco si Sandra recibió el mismo castigo, pero deseo que la expulsen para siempre.

Ahora empieza el segundo recreo y yo me tumbo en mi mesa con pleno desaliento y abatida después de la descarga de toda esa ira que me carcomía. Rasco una astilla de madera con una uña del mismo brazo en el que apoyo mi cabeza. Me quedo a solas con Laurita.

—Ani, ¿estás mejor? —dice con suavidad mientras acaricia mis cabellos con la misma delicadeza.

—Un poco —digo llorosa.

—¿Qué pasó esta vez? ¿Por qué atacaste a Aura y luego a Sandra? —pregunta.

—Sandra quiso chantajearme con la foto del acosador. Pensé que era ella, pero me dijo que Aura se la había pasado. Aura sí era la acosadora, Laurita, pero Sandra me estaba manipulando para que le diera una paliza. Detesto lo que me hizo Aura, pero lo que hizo no deja de ser una consecuencia de la forma en que la traté por lo de las cartas —le cuento—. ¿Por qué no puedo estar en paz? ¿Cuándo acabará esto?

—Lo siento, Ani. —Sus caricias me calman—. Verás que hoy acabará todo. No me gusta que estés mal.

—Sandra puede enviar esa foto en cualquier momento, ella no es tan considerada como Aura, y estoy segura de que tiene el orgullo herido por la golpiza que le di y querrá vengarse —comparto mi temor.

—No pienses en eso, mi amor. Todo se solucionará. —Laurita me transmite su serenidad.

—Mi amor, ¿cómo estás? —Eric entra en el aula y viene directo a nosotras.

—Hermano, la han castigado. Quédate con ella, por favor. Yo necesito ir al baño —dice Laurita.

—Claro, ve tranquila —dice Eric y ocupa el sitio de su hermana. Ella se va—. ¿Cómo te sientes?

—Mejor. —Me duele causarle más preocupaciones a Eric. Todo el progreso del sábado se irá a la mierda.

—¿Qué problema tuviste con Sandra y con Aura? ¿Qué era eso de una foto? —me interroga Eric y me frota la espalda.

—Es una foto vieja en la que salgo besándome con Sandra. Querían usarla para joderme y yo no quiero que se sepa que soy bisexual. —No me queda otro remedio que mentir.

—No dejaré que te molesten con eso. Voy a confrontarlas ahora mismo —dice Eric con seriedad y me veo obligada a detenerlo.

—No, Eric, da igual. Solo faltaría que te metieras en líos también por mi culpa. Por favor, olvídalo, yo me ocupo. Creo que ya les ha quedado claro que eso es privado —digo.

—Eres mi novia y pienso defenderte —insiste Eric.

—Que no, Eric. Hazme caso. Por favor, no me pongas más nerviosa —le ruego—. Ya las puse en su sitio.

—Perdona, es que me frustra no poder hacer nada al respecto —dice Eric y recuerdo lo que hablé con Flor.

—Me basta con que me apoyes y me hagas compañía. No tienes que preocuparte tanto, puedo afrontar mis problemas. Quédate tranquilo conmigo, ¿vale? —le pido y Eric me abraza.

—Vale, mi amor. —Espero no haber sido dura con él.

***

El recreo termina y Eric se marcha después de animarme con un cálido beso. Mis compañeros regresan a clase, pero el asiento de mi chica sigue vacío cuando la profesora de Inglés entra en el aula y cierra la puerta. La lección está a punto de empezar y, mientras saco mi cuaderno a la velocidad de un caracol, me invade la inquietud, una inquietud que se apacigua enseguida porque Laurita aparece.

—Lo siento —se disculpa mi chica ante la profesora y se apresura hasta sentarse a mi lado. La noto agitada, fatigada como si hubiera estado corriendo.

—¿Dónde estabas? —le pregunto en voz baja.

—¿Eh? —Luce despistada y revuelca sus cuadernos como un ciclón.

—Que dónde estabas —repito.

—En el baño y luego salí a coger aire, Ani. Necesitaba calmarme —responde y el orden y la serenidad se restauran en su sitio.

—¡Sh! Chicas —nos riñe la profesora y nos silenciamos.

Unos minutos más tarde, observo a través de la ventana que una ambulancia aparca en la entrada del instituto, aunque la sirena no está puesta. No soy la única que se distrae y que se pone a cotillear, incluso la profesora se asoma cuando un compañero comenta lo que ve. Al poco tiempo, los paramédicos abandonan el centro en compañía de una alumna a la que ayudan a caminar. Algo le ha pasado en su cara porque se la cubren... Esa chica... Ese pelo tan negro... ¡Es Sandra!

—¿Qué pasa, Ani? —me pregunta Laurita denotando su intriga.

—Se llevan a Sandra —le informo y también se inclina hacia la ventana.

—La policía debería habérsela llevado —murmura Laurita y deja de mirar.

Aunque odio a Sandra, me apena que le ocurra algo desagradable. ¿Con quién más se habrá metido para terminar así?

Justo cuando la ambulancia se marcha, un profesor viene a buscarme en el aula. Esto se está convirtiendo en una rutina y todos me miran como si yo fuera culpable de algo.

—Tranquila, Ani, seguro que no es nada —me dice Laurita antes de que me levante, pero no puedo evitar preocuparme.

Segunda vez en el mismo día que acabo en el despacho de la directora. Creía que conocía su expresión más endemoniada, pero esta me aterra tanto que estoy sentada con las piernas bien unidas y mis manos sobre ellas. No muevo ni un músculo, respiro a discreción y bajo el volumen de mis pensamientos temerosos.

—¿Por qué, Ana? ¿Por qué lo hiciste? —cuestiona la directora con la barbilla apoyada en sus puños y su mirada atravesándome.

—¿Q-Qué cosa? Yo no he hecho nada —respondo con voz temblorosa.

—Ana, no estoy para tonterías ni juegos. Esta agresión es grave. ¿Qué pasó? ¿No fue suficiente pelearte con Sandra en el patio y la buscaste para más? —me acusa la directora.

—¡Pero yo no he hecho nada! ¡No sé qué le ha pasado a Sandra! Estoy diciendo la verdad, directora. —Se me saltan las lágrimas.

—Alguien agredió a Sandra en el baño y le estampó la cara en el espejo —cuenta la directora y me quedo perpleja—. ¿No te parece que es una casualidad que te hayas peleado con ella y que unas horas después le ocurriera algo? ¿No crees que la única persona con motivos para agredirla eres tú?

—¡Pero yo no fui! ¡Lo juro! He estado todo el tiempo en clase cumpliendo con mi castigo. ¡Pregúntele a Eric! Él estuvo conmigo en el recreo y mis compañeros son testigos de que no salí en ninguna clase. ¡Yo no fui! Hay muchos que odian a Sandra y que me odian. Ella misma abofeteó a una chica hoy en el baño. ¿Y si fue esa chica? ¡Por favor, créame! —argumento en mi defensa—. ¿Qué dijo Sandra? Ella tiene que saber quién fue.

—No ha querido darme un nombre ni decir si fue un chico o una chica. —La directora suspira y se pasa la mano por la cara—. Me vais a obligar a instalar cámaras hasta en el baño. Lo que hacéis por un lado lo echáis por tierra por otro... Ana, que yo no me entere que me estás mintiendo porque vamos a tener un problema muy gordo.

—No estoy mintiendo. Yo no le haría eso a Sandra. —Me siento mal y hasta culpable. No puedo contener el llanto.

—Regresa a clase y cumple con tu castigo por ahora. Volveremos a hablar sobre esto. —La directora me echa de su despacho con frialdad y me voy con la sensación de que la he decepcionado cuando yo no he hecho nada.

Vago por el pasillo y me siento en las solitarias escaleras para seguir desahogándome. Me fastidia ser sospechosa y perder la confianza de la señora McCarthy después de lo que me he esforzado para limpiar mi nombre. También me afecta que hayan dañado a Sandra de esa manera porque es excesivo hasta para ella. La culpable pudo ser esa chica de por la mañana o gente como Catalina actuando en grupo para vengarse.

Y Laurita... me viene a la mente. Ella y sus prolongadas ausencias. ¿Qué hace exactamente? ¿Y si Sandra la atacó en el baño y mi Laurita se defendió? No puede haber otra explicación si ella estuviera involucrada. Pero no, no, ella no pudo ser. Tengo que hablar con Sandra para que me cuente la verdad o, por lo menos, que aclare que soy inocente.

***

He mentido a mi amor...

Después de salir del instituto y de contarles a Laurita y a Eric lo que le ocurrió a Sandra, comí con ellos con escaso apetito. Mis pensamientos seguían perturbándome y distanciándome de ellos. Cuando Eric se fue a trabajar, le dije a mi chica que saldría a tomar aire fresco. Ella se ofreció para acompañarme, pero la rechacé con la mentira de que necesitaba estar sola. Nuestra despedida supo a invierno porque mi cabeza me martiriza.

La realidad es que le mentí a mi amor cuando creía que no volvería a hacerlo porque mi intención era llamar a Cristina y no quería que ella lo supiera. Cristina me dijo en qué clínica estaba su hermana y hasta allí me dirigí. Ahora visito la sala en la que Sandra está en observación. Nunca imaginé que la vería tumbada en una camilla con un suero y casi toda la cara vendada.

—Hola, Sandra —la saludo con gentileza.

—¿Qué coño haces aquí? —Su carácter de perra rabiosa sobrevive a su debilidad.

—He venido a ver cómo estas. —Me acerco a la camilla.

—¿Y? Ya me has visto, ya puedes contarles a todos que me dieron una paliza. Te habrás dignado a traerme un cigarrillo, ¿no? —Apenas me mira.

—Aquí no se puede fumar y deberías dejar esa mierda porque tu aliento apesta —le digo con cierto humor, aunque no reímos.

—Vete, Bruma. No necesito que te compadezcas de mí porque no me quedarán ni las cicatrices, soy más dura que el hierro.

—Ya, y por eso estás aquí. —Esa coraza tiene que romperse algún día.

—¿Vienes a tocarme el coño? He tenido suficiente. Vete, joder. —Mira hacia la ventana.

—¿Quién te hizo esto? —pregunto directamente.

—¿En serio? ¿Te estás quedando conmigo? —Sus ojos regresan a mí.

—Necesito saberlo. Deja tu orgullo a un lado por una vez —insisto.

—¿Tú quién coño crees que fue? Tu puta princesa, Bruma, tu puta princesa —dice Sandra y me quedo en blanco, petrificada por completo—. Esa zorra es más peligrosa de lo que parece y me lo demostró muy bien. Entendí el mensaje, ¿vale? Ya borré la puta foto de los cojones y no os molestaré más, se lo puedes decir de mi parte, pero que no toque a mi Cris. Que cumpla con su palabra porque si toca a mi Cris, no me quedaré de brazos cruzados.

—L-Laura, ¿me estás diciendo que Laura te hizo esto? —No es real, es una pesadilla. ¿Por qué no puedo despertar?

—¿Estás sorda o qué? La puta princesa me siguió hasta el baño y me retorció el brazo de tal manera que no pude hacer nada. La hija de puta hizo que me comiera el espejo, no pude ni reaccionar. Luego me amenazó con que le haría algo peor a mi hermana si no borraba la foto y si no os dejaba en paz. Está más loca que tú y yo juntas —me cuenta Sandra y sigo flotando en una nube de irrealidad.

—No... No puede ser... —Huyo de la sala porque la imagen de Laurita son fotos suyas que se quiebran en mi mente. Su inocencia, su dulzura, su honestidad...

Desesperada, corro hacia la calle amargándome con la decepción que se cierne sobre mí como un tsunami. El caso de Sandra me hace pensar en el de aquel Mario muerto de miedo. Busco el contacto de Carlos en la agenda de mi teléfono porque mis temores empiezan a encajar como piezas de un rompecabezas. Él me atiende malhumorado y le ruego que me facilite la dirección de Mario porque sé que este no responderá mis mensajes y mis llamadas. Carlos se niega, pero consigo convencerlo con la excusa de que pretendo pedirle perdón a Mario y cerrar grietas del pasado.

Lloro durante todo el recorrido en el autobús porque la supuesta realidad me golpea y me espanta. Tengo la esperanza de que la versión de Sandra sea otra de sus manipulaciones porque no concibo que mi Laurita haga esas cosas tan terribles. La verdad de Mario será mi alivio o la condena definitiva.

Justo cuando llego al portal del edificio en el que vive Mario, él aparece en sentido contrario con un uniforme de fútbol.

—¿Tú qué haces aquí? —cuestiona estupefacto al verme y busca sus llaves con cierto brío.

—Mira, solo vengo para que me cuentes qué pasó aquel día —digo sin rodeos.

—Os dejé en paz y hasta me fui del insti, ¿por qué vienes a remover esa mierda? —Esa respuesta de Mario es suficiente para alimentar mis dudas, pero me niego a aceptarlo hasta que lo confirme.

—No vengo a remover nada, no sé lo que pasó, pero necesito saberlo. Basta que me digas un nombre. —Un nombre diferente al de Laurita.

—¿Queréis reíros de mí? ¿Es eso? No seáis zorras y dejadme en paz igual que hice yo. Pregúntale a la mojigata de Laura, que casi me parte el brazo, para que te refresque la historia. —Mario accede a su portal y me cierra la puerta en la cara, pero no hace falta que hable más porque el miedo capaz de destrozar mis ilusiones se ha confirmado...

***

Vago por las heladas calles rumbo a la desértica playa. Oscuridad, solo veo oscuridad y una tormenta que se eleva en lo más alto para eclipsar las estrellas. Dolor. El dolor me acribilla el pecho. Pero la luna aún resplandece, es una señal de que sigue existiendo una mínima esperanza de que Laurita sea la Laurita que conozco. Marco el número de mi suegra en busca de respuestas.

—¡Ana, querida! ¡Qué sorpresa! ¿Cómo estás? ¿Cómo estáis? ¿Cómo lleváis lo de ese profesor? —Mi suegra me bombardea a preguntas mostrando un gran interés por nosotros. Yo solo deseo saber una cosa, pero no puedo levantar sospechas, así que tengo que contener mis lágrimas y ceñirme al guion de nuera.

—Hola. Bien, bastante bien. El sábado fuimos a la feria y nos divertimos mucho. Estamos superando lo ocurrido de la mejor manera posible —respondo.

—Mi niña me lo contó y me envío algunas fotos. Dice que siempre cuidas de ella y que has estado a su lado con todo este asunto. Gracias por estar ahí para ella, Ana. —Esto me debilita, pero ya no puedo evitar que todo me suene a falso—. Mi marido y yo miraremos de ir pronto porque seguís siendo unos críos y, aunque tus padres os ayuden, os vendrá bien un refuerzo extra.

—Realmente no hace falta, pero sí que nos gustaría que toda la familia se reúna por primera vez. ¿Vosotros estáis bien? —Debo actuar hasta el final, aunque esté desesperada por ir al grano.

—Nuestra única preocupación sois vosotros, querida. Por lo demás, todo bien, tenemos una vida muy rutinaria, somos esclavos de nuestros trabajos. Bueno, tú ya lo sabes.

—Sí, lo sé... Tengo que serte sincera. Te llamo porque mi relación con Laura ha progresado mucho y nos hemos hecho muy amigas. Ella se ha abierto conmigo y me ha hablado de Aiko, pero no me ha contado muchos detalles. ¿Podrías contarme la historia para saber cómo tratar con ella respecto a ese tema? Solo quiero ayudarla. —Me detengo junto al murete de cara al mar y observo las olas negras que me causan pavor.

—¡Ay, Ana! Ese nombre me produce malestar. Esa chica casi me deja sin mi hija. —Noto la angustia en su voz—. Mi niña la conoció en un viaje a Japón y se enamoraron. Bien, perfecto hasta ahí. Mi marido y yo nunca le pusimos inconvenientes, son sus gustos y los respetamos, además, se veía feliz. Aiko la siguió hasta el Reino Unido para estar con ella y tampoco vimos problemas en eso, incluso le permitimos quedarse en casa. Creíamos que le hacíamos un bien a nuestra niña, pero sucedió todo lo contrario. Tú ya habrás visto que ella es retraída y que no hace amigas con facilidad. Esto empeoró con la presencia de Aiko. Ella la aisló más del mundo y la encerró en una burbuja. Los problemas en el instituto se volvieron frecuentes y nos enteramos de que Aiko agredía a los alumnos. No queríamos a alguien así para nuestra niña, ¿me entiendes?

—Entiendo. Por eso decidisteis separarlas. —Recuerdo esa parte contada por Laurita.

—Exacto. Nuestra niña era pequeña para que viviera así y mucho había sufrido ya —continúa mi suegra—. No lo consentiríamos mientras fuera menor y estuviera bajo nuestra tutela. Decidimos apartar a Aiko de su vida para que ella tuviera espacio y viviera como una adolescente normal. Pero esa japonesa era el demonio. Tenía cegada a nuestra niña y... ¡Dios! Perdona. —Solloza.

—No pasa nada, sé que es duro.

—Esa Aiko la arrastró al suicidio —cuenta en pleno llanto—. Gracias a dios, mi marido encontró a tiempo una carta en la que ellas dejaban constancia de que habían pactado quitarse la vida porque se sentían incomprendidas e infelices. ¡Ay, Ana! Se me partió el alma cuando las vi en aquella bañera llena de sangre... y el corte... —¡Esto no fue lo que Laurita me contó! ¿Por qué mintió? ¡¿Por qué?!—. ¡Salvamos a nuestra niña de milagro, Ana!

—No me puedo imaginar lo duro que debió ser. ¿Y qué pasó con Aiko? —Me cuesta digerir las mentiras de Laurita.

—Ella... no lo consiguió... Por favor, no le cuentes nada de esto a Laura —me pide mi suegra.

—No, claro que no... —Ahora veo su verdadera cara—. ¿Qué pasó después de eso? ¿Decidisteis enviarla con nosotros?

—No, mi niña estuvo dos años internada en un centro de salud mental porque estaba deprimida por la muerte de Aiko y temíamos que intentara suicidarse otra vez. Fue una etapa muy dura, Ana. Nuestra niña estaba muerta en vida. —¡Cuántas mentiras! No puedo con tantos secretos y mentiras, ¡no puedo!—. Un día le hablamos de ti y de Eric y lo bien que estabais y entonces reaccionó otra vez y dedicó los últimos meses a recuperarse. Ella misma planificó la mudanza y se inscribió en vuestro instituto, a nosotros nos tomó por sorpresa, pero no nos atrevimos a interponernos en sus ganas de vivir. —¡Esa mentirosa lo planificó todo! ¡Era una infeliz y vino a joder la felicidad ajena!

—Una experiencia terrible. Ella me había contado algunas cosas, pero me alegra saberlo todo. No te preocupes, yo me reservo la información y seguiré cuidando de ella. —¡No aguanto más!

—Gracias, Ana. ¡Qué suerte tener una nuera como tú! Siempre que necesites algo, por favor, llámanos. Me ha gustado que naciera de ti esta llamada. —Mi suegra no tiene ni idea del demonio que es su hija.

—De nada, gracias a ti, y lo haré con gusto. Bueno, te tengo que dejar. Cuídate.

—Y tú, querida. Un beso —se despide mi suegra.

—¡Aaah! —grito con rabia hacia el mar en cuanto cuelgo.

Aprieto los puños mientras mis lágrimas de decepción caen. La persona que tanto quiero y admiro ¡no es real! Laurita no existe, ¡no existe! Detrás de esa máscara de inocencia, de amor, de fragilidad y de bondad solo existe ¡Laura!, una manipuladora, una calculadora, una falsa, una mentirosa, ¡una puta loca! ¡¿Cómo ha podido jugar así conmigo y con su hermano?! ¿A cuánta gente ha hecho daño a mis espaldas? ¡Dios! ¡¿Cuántas mentiras me contó mientras se reía en mi cara?!

Pateo el murete y grito con todas mis fuerzas. El cielo se oscurece por completo. No hay luz, no hay resplandor, solo una infinitud de abismo que representa perfectamente a Laura. ¡¿Por qué me enamoré de ella?! Nada es real, nada es real. Me hizo creer que intentó suicidarse por la muerte de Aiko ¡y no fue así! Me hizo creer que vino a la isla para estar con su hermano y que se enamoró de mí ¡y todo fue planificado! Le abrí mi alma, le perdoné cosas y ella me pagó con mentiras. ¡La odio!

La persona más falsa de todas ha estado a mi lado todo el tiempo, es la que me robó el corazón, y ahora he descubierto su cara oculta. Su imagen se convierte en cenizas que se lleva el viento. Pero ella también va a conocer mi otra cara porque todo este daño que me ha hecho se lo clavaré de frente y en el pecho.

-------------------------------------------------------------

NOTAS

¡Hola!

Feliz lunes y feliz inicio de semana. Espero que hayan disfrutado con este doble capítulo contenido en uno. Debo informarles que estaré una semana y media fuera y que no podré actualizar hasta finales de agosto (alrededor del 26), por eso quería dejarles con un buen adelanto. También les informo que nos estamos acercando al final.

Seguramente lea sus comentarios, pero por ahora les deseo unos felices días. ¡Nos vemos pronto! ¡Besos y abrazos, familia! No olviden cuidarse. ^^

Continue Reading

You'll Also Like

1K 125 3
Ayato Aishi esta desesperado por acabar con sus rivales busco ayuda en entes demoníacos , ofreció un sacrificio a ______, el mismo ente que ayudó a s...
4.4K 463 9
Kara Danvers una vez pensó que Lucy Lane realmente la amaba y decidió apoyarla a lograr todas sus metas. Hasta que una noche frente a todo el país en...
568 274 6
[Cada uno es una miseria] Una alfa despreocupada de la vida, que quiere amar... y anhela ser amada, pero que expresará sus sentimientos hasta el últi...
19.4K 3K 24
Esa catira es una atorrante, una ególatra y para poner la torta está mandada a hacer. Definitivamente no es la protagonista que quisieras leer en un...