Hijos de la Luna ( Terminado)

By KSrosa1

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A lo largo de la historia de la humanidad nos han contado las leyendas de criaturas oscuras con la capacidad... More

Sinopsis.
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
CAPITULO 18
CAPITULO 19
Reseña
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Anuncio
Capítulo 23
CAPÍTULO 24
CAPITULO 25
CAPÍTULO 26
CAPITULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPITULO 34
CAPITULO 35
CAPITULO 36
CAPITULO 37
Capitulo 38
CAPITULO 39
CAPITULO 40
CAPÍTULO 41
CAPITULO 42 ( FINAL)
NOTA
Nota

Capitulo 4

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By KSrosa1

Capítulo 4.

Me retorcía del dolor en lo que parecía ser una superficie plana, era como si estuviera en una cama de brasas ardiente que se pegaban a mi piel y la derretían, sentía como si ensartaran miles de agujas, sólo veía manchas blancas y negras. Cuando el dolor se hizo más fuerte, comencé a arañar la piel de mis brazos y cara, todo lo contrario a sentir dolor, más bien era un alivio, mi propia carne se quedaba en mis uñas, algo caliente chorreaba de las heridas que me estaba haciendo, era sangre, mi sangre, pero no importaba, lo único que deseaba era calmar este dolor agonizante.

Grité de dolor, desgarrando mis cuerdas vocales, cada vez más fuerte, más ronca, más doloroso, mi garganta ardía, pero no podía parar de gritar, solo quería aliviar este calvario, lágrimas calientes corrían por mis mejillas, mojando de manera tortuosa las heridas que seguía haciéndome.

Intenté ponerme de pie, pero algo o alguien me sujetó, alejando mis manos, grité más fuerte de rabia, amarraron mis manos y pies, se volvió imposible moverme, pero seguía retorciéndome y gritando.

- ¡Basta! - grité de una forma que ni yo pude reconocer mi voz.

Seguía gritando que se detuvieran, no sabía a quién con exactitud, solo quería que el dolor se detuviera.

-Por favor-supliqué -por lo que más quieran, hagan que pare.

-Tranquila, voy ayudarte- escuché en un eco lejano.

Sentí que me agarraban ambos lados de la cabeza con mucha fuerza, el dolor incrementó, otro grito desgarrador sonó por todo el lugar.

Comencé a sentir como mi cuerpo se relajaba poco a poco, como si el dolor se evaporara, después de un momento solo sentía pequeños espasmos en mi cuerpo, los latidos de mi corazón disminuían, sudor frío cubría mi cuerpo.

-Le suministraré un sedante para que pueda descansar- habló una voz varonil. .

-Que no sea mucho, está muy débil- contestó una voz más suave, una mujer.

Sentí el pinchazo de lo que supuse que era una aguja en mi brazo derecho, y luego el líquido entrar, comencé a sentir sueño, mi vista se fue aclarado y yo luchaba por ver a mi alrededor, logré ver la silueta de una mujer acercarse, todo era muy borroso, ella colocó una mano en mi mejilla, el calor de su mano en mi piel fría se sintió bien.

-Todo va estar bien- dijo con dulzura- Ahora yo cuidaré de ti.
Por algún motivo las palabras de una completa desconocida significó mucho para mí.

La ya bien conocida oscuridad me recibió.
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Abrí los ojos y una luz cegadora me hizo cerrarlos, cuando me acostumbré descubrí que estaba en una diminuta habitación, en lo que se suponía que era una camilla, intenté moverme, pero estaba amarrada, así es, amarrada como si fuera una criminal súper peligrosa, que ridículo. Observé a mi alrededor, había una pequeña mesa de madera a mi lado izquierdo y en el lado derecho, en una de las esquinas, un sillón de color blanco, y encima de éste, en la pared, había una pequeña ventana con barrotes, donde la luz entraba a la estancia, frente a mí una puerta, si, solo una, por lo tanto, no había baño en esta habitación.

Lo que me mantenía atada eran unos lazos blancos, esperaba esposas, inclusive cadenas, pero esto perecía hasta ofensivo, tan débil me creían, y lo peor es que funcionaba, ¡qué vergüenza!
Miré la puerta esperando que alguien entrara, pero nada.
No estaba segura de donde estaba, pero tampoco era tan tonta como para no especular que las criaturas de las cuales había vivido escondida podrían ser mis carceleras, después de todo, lo último que vi era un gigante jaguar paranormal.
Si madre tenía razón, ellos querían mi poder, y me torturarían hasta lograrlo, aunque después de todo lo que había sucedido con mi madre ya no sabía si creer o no en sus historias.

Solo pensar en ella mis ojos se llenaban de lágrimas, solté un gran suspiro, ya no quería pensar en ella, porque dolía.

Escuché el sonido de tacones afuera, se acercaban a la puerta, esperé hasta que esta se abrió.
Una mujer alta, rubia, muy bonita, de unos 30 años entró, se me hacía conocida, pero no recordaba de dónde.

-Hola Annica- habló, parándose frente a la camilla, al ver que no contesté volvió a hablar- Soy Julieth Trumbull.

- ¿Por qué estoy aquí? -pregunté, la garganta me ardió y mi voz salió ronca.

-Nosotros te salvamos…

- ¿Salvarme? -interrogué nuevamente, interrumpiendo.

-De los Centinelas- Respondió.
- ¿Centinelas?

-Lo sujetos que iban en el coche contigo- fijó con asombro- No los conoces.

-Ni siquiera sabía que eran “Centinelas”-contesté haciendo comillas con mis dedos- Escuche, señora Trumbull, no tengo idea de quienes eran esos tipos, de acuerdo a mi madre, me entregó a ellos para que me entrenaran, o eso dijo.

Ella sólo me observaba, como analizando mis palabras.

-Tu madre- habló- ¿Dónde está? .

- ¿Por qué yo tendría que saberlo? .

-Porque eres su hija- dijo con obviedad.

- ¿Que parte de- hice una pausa- ME ENTREGÓ A UNOS SUJETOS- remarqué cada palabra- No entendió?

- ¿Por qué lo haría? eres su hija- contestó entornados los ojos.

-En eso tiene toda la razón, señora Trumbull- hablé con la llama de la rabia creciendo en mi interior-Después de todo ¿por qué una madre abandonaría a su hija? ¿no se supone que debe cuidarla? es su deber -dije con una sonrisa psicópata- Eso hacen las madres, ayudar a sus hijas- ella se alejó de la camilla, como guardando una distancia prudencial- pero la gran casualidad es que la mía no es así, para ella yo solo soy un estorbo-gruñí- Ella me odia tanto que me sacó de su vida, como quien saca la basura-grité, comencé a forcejear con los lazos, quería descargar mi furia con algo.

La puerta se abrió de forma brusca y por ella entró un joven rubio, pero mi atención se encontraba en su mano izquierda, donde había una jeringa.

-No te atrevas- Le grité al verlo sacar un algodón de la mesita y pasarlo por mi brazo- Voy a arrancarte la cabeza, ricitos de oro- grité de una forma que hasta a mí me dio miedo, aunque el chico no se inmutó, lo que hizo que mi furia creciera.

Comencé a retorcerme en la camilla, quería destrozarlo todo, mi vista se volvió roja.

Sentí el líquido ingresar a mi cuerpo, el cual se comenzó a sentir liviano, la rabia desapareció y nuevamente la somnolencia comenzó, por lo que supuse que la jeringa contenía algún tipo de tranquilizante.
Sentí una mano acariciando mi cabeza.

-Tranquila, sé lo que se siente estar perdida -musitó la rubia- Sé que estás asustada, pero no tienes que temer, no somos los malos, queremos ayudarte- susurró cerca de mi oído- Todo va a estar bien, mi querida niña.

Y por ese efímero instante me permití creerle.

Cuando desperté ya era de noche, traviesos rayos de luz se colaban por la diminuta ventana.
Observé la habitación en penumbras, nunca me había gustado la oscuridad, no por el miedo absurdo a un fantasma, si no que se sentía tan fría y sola, y si algo odiaba era la soledad.

Escuché un ruido en una de las esquinas, volteé a ver.

- ¡Dios! -grité del susto al ver a alguien sentado en el sillón.

-Lo siento, no quería asustarte- Habló la señora Julieth.

-Pues no parece -le dije, con el corazón acelerado del susto- ¿Que hace ahí en la oscuridad?

- ¿Te da miedo la oscuridad? –preguntó.

-No- dije firme.

-Te pareces a ella- la miré con confusión- A tu Madre.

-En eso se equivoca- solté con molestia por su comparación.

-No quise ofenderte-dijo rápidamente- Me refería a lo físico.

- ¿Qué hace aquí? –interrogué, cambiando el tema, ya que no me gustaba hablar de mi progenitora-Dudo mucho que haya venido a contarme un cuento para dormir- dije con burla.

-Ya que lo mencionas, es justo eso a lo que vine- declaró -Pero me temo que esta historia no te dará dulces sueños, sino un poco insomnio.

- ¿Tiene hijos? -Ella asintió-Pues qué lástima por ellos, que tuvieron que escuchar estas historias.

Ella sonrió, para nada ofendida.

-Hay historias que debemos escuchar, mas eso no significa que siempre nos gusten.
Sus palabras eran ciertas, algo me decía que esta historia en especial sería un giro de 180 grados a mi vida.

- ¿Entonces quieres escucharla? -preguntó.

-Quiero respuestas- hablé, cansada de no tenerlas.

-Puedo asegurarte que en esta historia encontrarás las respuestas a muchas de ellas.

-Comience, por favor- le pedí.
Soltó un largo suspiro, su vista se posó en la ventana, de forma pensativa.

-Hace mucho tiempo, cuando la tierra apenas comenzaba, el creador les dio a sus dos hijos una misión de suma importancia, la cual era proteger a la humanidad, ambos hermanos recibieron con gratitud tal honor.
<<Los hermanos tomaron el período de tiempo que su padre llamó día y lo compartieron, uno trabajaría mientras el otro descansaba, el hermano salió a cumplir su deber, con sus potentes rayos alejaba a los enemigos, cuando la hermana tomaba su lugar la oscuridad avanzaba, su luz no era suficiente para proteger a toda la vida de la creación, la oscuridad creció más con los años, matando, destruyendo todo a su paso, los hombres se protegían con grandes fogatas, los animal se escondían para no ser devorados, las  plantas perecían, las frutas se podrían, las aguas se contaminaban, toda la creación estaba siendo destruida. La hermana miraba con impotencia, se sentía culpable. Un día, tomando el consejo dado por su hermano, buscó ayuda en la misma creación, su primer pensamiento fueron los humanos, la creación más querida de su padre, mas vio arrogancia y avaricia en ellos, en su búsqueda descubrió que los animales eran seres puros, sin maldad en su corazón, buscó entre las miles y miles de especies: encontró a los lobos, los cuales todas las noches le aullaban por ayuda, la segundos fueron los osos, pobres animales que había tenido que  abandonar  los bosques, porque ahí se concentraba más la oscuridad, la siguiente fueron los guepardos, animales rápidos y ágiles, se sumergió en las vastas aguas de los océanos, tomando a los cocodrilos, seres acuáticos, a los cuales les brindó el poder de salir a la tierra, la última especie, y según las leyendas, la más poderosa, fueron los espíritu zorro, dos por cada especie fueron elegidas. Las guio por largos senderos, hasta llegar a un bosque donde les explico su misión, esa misma noche ella tomó su propia luz y se las brindó a los que llamó hijos, dotándolas de poderes: los volvió fuertes, rápidos, ágiles, inteligentes y les dio el poder de cambiar sus pieles de animales por las de humanos. Los cambiapieles se volvieron grandes aldeas llenas de guerreros valientes que alejaban a la oscuridad, y por ese efímero momento, la creación pudo probar la paz, pero nada es para siempre.

Los conflictos comenzaron, algunos creían que su madre les daba más a otros, la envidia penetró en sus corazones puros, y un día, cuando todos dormían, una de las especies tomó la decisión de matar a aquellos que tomaban como los más favorecidos.

La muerte inundó cada espacio de aquel bosque, los cantos de alegría y devoción a su madre fueron reemplazados por gritos de auxilio, las paredes de las casas fueron manchadas con la sangre de los hermanos, y las calles inundadas con las lágrimas de dolor por los familiares muertos, todos olvidaron que eran hermanos, y las cinco especies se mataban entre sí.
Cuando el manto de la noche lo cubrió todo, y madre salió, vio con horror los cuerpos de sus amados hijos muertos, sólo hasta ese momento sus hijos se dieron cuenta de lo que habían hecho, de la sangre que se había derramado. Se dice que esa noche, gruesas gotas de lágrimas de madre mojaron la tierra. Con dolor, tomó las almas de todos sus hijos caídos y los colocó en un lugar donde cumplirían su misión y siempre la acompañarían, en el cielo.>

Cuando terminó el relato me sentí más confundida que al inició

- ¿Qué sucedió con los otros cambiapieles? - pregunté.

-Su madre los abandonó, desde ese momento nunca se volvió a comunicar con ninguno de nosotros.

Nos quedamos en silencio, yo procesando todo y ella dándome mi espacio, lo cual agradezco.

-Eres una de ellos-afirmé- ¿Cuál especie? -le pregunté.

-Guepardos- dijo, poniendo la mano en puño en su pecho, de forma solemne.

- ¿Qué son exactamente? -pregunté, pues todo era tan confuso.

-Somos- se puso de pie, dejando que la luz de la luna diera en su rostro, provocando que sus ojos brillaran como los de mi madre, solo que los de ella eran amarillos neón- Los Hijos de la Luna.

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