Capitulo 6

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Capítulo 6

Se veía tan diferente, su mirada, su postura, su aura era más venenosa, no pude reconocerla, la forma de vestir, cambiando sus pantalones de tela fina por unos de cuero negro, sus camisas de botones y colores pastel por una transparente negra pegada a la figura, resaltando sus atributos y las chaquetas por un abrigo grueso verde esmeralda. Tal vez no era diferente, sólo era su verdadero rostro, uno que desearía no haber conocido.

-Hija- contestó con burla- Sabes, no creo que ese look vaya contigo, es demasiado- fingió pensar la respuesta- Llamativo, y pues, tú eres muy insignificante.

-Pues ni tanto, porque te tomaste la molestia de venir a buscarme- dije con altanería.

-Qué tipo de madre sería si dijo que mi querida hija- se levantó, camino hacia mí, se tuvo a dos metros-Caiga en las manos de seres dañinos.

-El único ser dañino que ha pisado esta tierra eres tú- contesté.

-Vaya -habló, con asombro- Julieth sí que es buena manipulando a las personas.

-No creo que tan buena como tú.

Soltó un largo suspiro y comenzó a caminar a mi alrededor, aun manteniendo su distancia.

-Cómo has cambiado en tan poco tiempo-se detuvo detrás de mí-Hasta podría decir que te pareces a mí.

Me di la vuelta con rapidez, quedando frente a ella.

-Nunca- hablé con la rabia a flor de piel -Seré como tú.

Levanto una de sus perfectas cejas y sonrió.

-Ya aprenderás- contestó -Quítate eso, nos vamos- habló, señalando mi ropa.

-No iré a ningún lado contigo.

-Amo tu papel de hija rebelde, te da un toque de esa fuerza que tanto te falta- confesó -Pero me estoy comenzado a cansar- intentó acercase y yo retrocedí -No me hagas perder la paciencia y camina, niña.

-No iré-contesté.

- ¿Por qué? - interrogó.

-Te diré porque- accedí -Tal vez en toda mi triste y miserable vida, que por cierto tú eres la culpable- al ver que logré captar su atención continúe -Puedo haber encontrado un lugar al que cual pertenecer.

Se alejó, sus pasos demostraban molestia.

- ¿Cuál lugar es ese? - preguntó, estaba a punto de responder cuando dio la vuelta -La comunidad de la estrella Azul, crees realmente que ahí perteneces- rio sin gracia -Que creas eso solo demuestra tu profunda ingenuidad.

-Y ¿Por qué no? – interrogué -Apuesto a que serán mejores que tú, aunque bueno, cualquiera es mejor que tú.

- ¿Crees que ellos van a aceptarte es su perfecto mundo? - dijo abriendo los brazos -Tal vez, te dejen entrar en la comunidad, e inclusive te dejen ir al instituto, pero nunca te aceptarán como una de ellos-soltó con resentimiento -Siempre te verán como un ser peligroso, te humillarán y te enseñarán que tú lugar está muy por debajo de ellos.

-Ellos no son así- protesté.

-Julieth no es así- corrigió -Pero todos los demás sí.

-Lo comprobaré yo misma- dije, firme.

-Te diré un pequeño secreto- habló, de forma misteriosa- Todo este centro comercial está rodeado de Centinelas- susurró con diversión en su verde mirada -Y nadie podrá detenerme, ni tu amiguita la arquera, ni sus guardaespaldas.

-No te atrevas- dije con los dientes apretados.

-No te preocupes- volvió a hablar de forma normal -No voy a llevarte- su aclaración me sorprendió - ¿Sabes por qué? - Cuestionó -Porque quiero ver cómo te destrozan, como descubres que en los pasillos de ese instituto habita la escoria más asquerosa y dañina de este mundo cruel- sentí un escalofrío en todo el cuerpo -Y cuando eso suceda, tendré el placer de verte a los ojos y decir- hizo un pausa -Te lo dije.

Se acercó a paso veloz, cerré los ojos por acto reflejo, esperé y solo sentí un suave toque de sus fríos labios en mi frente, abrí los ojos al sentir que se alejaba, nos miramos directamente, verde contra verde, tantas palabras flotaron a nuestro alrededor, pero ninguna dijo nada.

Se alejó tres pasos sin dejar de mirarme.

-Hasta pronto- fueron sus últimas palabras, antes de desaparecer.

Me quedé ahí, parada en el mismo lugar, sin poder creer nuestra conversación y temiendo que sus viperinas palabras fueran ciertas.

-Anni- pegué un brinco al escuchar a Milena llamarme - ¿Estas bien? .

-Sí, sólo- no sabía que decir -Creí que te habías ido, y me asusté –vaya, esa si era una buena excusa.

-No, como crees- me apretó de forma cariñosa los brazos -Solo salí un momento, mamá llamó- avisó -Quiere que volvamos ya.

- ¿Sucedió algo? .

-No creo- recibió la ropa seleccionada y se la entregó a la de dependienta -Nos llevaremos esto- informó-No sonaba alterada, pero será mejor que nos vayamos.

-Claro- acepte. Los guardaespaldas nos ayudaron a llevar la gran cantidad de bolsas.

Debería estar feliz, había salido de compras como una chica normal, conocido un centro comercial, y ahora tenía todo lo que necesitaba, algo propio, escogido por mí, más todo tenía ese toque amargo que mi madre le daba, podría resultar ridículo que después de todas sus mentiras aún siguiera afectándome sus palabras, pero algo dentro de mí, instinto quizás, me decía que todo era demasiado bueno para ser cierto.

El auto iba en silencio, Milena al igual que yo, miraba la ventana perdida es sus pensamientos, agradecí esto, pues lo único que necesitaba en este momento era pensar. Madre dijo algo sobre un instituto, pero los Trumbull no había dicho nada, lo cual me hacía sospechar que ocultaban cosas.

Sacudí la cabeza, debía de dejar de ver el mundo con los ojos de madre y verlo con los míos.
Llegamos a la mansión, entramos. En la sala se encontraba una mujer del servicio, la rubia le preguntó por su madre y ella dijo que estaba ocupa, que nos dejó dicho que luego nos informaría del nuevo suceso, solo esperaba que no fuera perjudicial para mí.

-Tienes un lindo cabello- me elogió Milena.

-Gracias- respondí -Pero tú no te quedas atrás, tu cabello es bellísimo, al igual que toda tu, al mirarte lo primero que pensé era que te parecías a Barbie.

Ella se sonrojó y soltó una risita nerviosa

Nos encontrábamos en la habitación en que se me había colocado.

Había estado en la habitación de la rubia para dejar las cosas que compró para ella, la cual era totalmente rosa, en serio, hasta los muebles, era la digna habitación de una niña consentida.

Descubrí que nuestras habitaciones no están tan lejos, solo a dos puertas de diferencia.

-Sabes, qué bueno que estés aquí- dijo atando una cola a la trenza -Me aburría mucho aquí sola.

Terminó y se sentó en forma de indio a mi lado.

- ¿No tienes amigos? -Cuestioné.

-Sí, uno- contestó -Pero está en una especie de campamento.

- ¿Solo uno? -volví a preguntar.

-Sí, bueno- hizo una pausa -No les gusta acercarse mucho a la hija de la mujer jefa de un clan.

-Es ridículo- opiné -No por ser una mujer hará mal el trabajo.

-En eso te doy la razón, pero ellos no piensan igual.

Un toque en la puerta interrumpió nuestra conversación.

-Adelante- dijo la rubia.

La señora Trumbull entró, sonriendo.

- ¿Qué tal las compras? -preguntó.

-Bien, compramos todo lo necesario- contestó Milena.

-Me alegro- dijo la señora -Mi hija te habrá dicho que hay nuevas noticias ¿Cierto?.

-Si- contesté- ¿Son buenas? .

-Lo son- habló entusiasmada- Hablé con Gaspar, y me dijo que Vasilis tomó la decisión de incluir a Martha en la reunión.

- ¿Quién es Martha?

-Vaya, creí que ya te lo habían dicho- dijo viendo a la rubia -Verás, Martha Daft es la directora del instituto de cambiapieles, Iracebelle, este es un territorio independiente, o sea, que La Comunidad de la Luz no tiene ninguna autoridad sobre él.

- ¿Y su presencia me ayudará? -no entendía, lo que a mí respecta parecía algo malo.

-Bueno, si Martha accede a aceptarte en el instituto, esto ayudaría a que los líderes estuvieran más tranquilos- explicó.

-Eso es bueno, aprendería a controlar mis poderes- dije ilusionada.

-Por supuesto, es perfecto, y todo gracias a Gaspar.

-No lo conozco y ya me cae bien.

-Señoritas, ya es hora de dormir.

-Mamá- dijo Milena con súplica, pero la mirada severa que le envío fue suficiente para callar.

-Buenos noches- dijeron al mismo tiempo, se rieron, y abrazas se fueron.

Sentí un poco de envidia al verlas marcharse, teniendo esa relación que Virginia y yo jamás tendremos.

Con ese último pensamiento, me dejé caer en brazos de Morfeo.

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Los días pasaron como un veloz soplo del viento, la fecha de la reunión se acercaba en cuenta regresiva
En estos días que pasaron aprendí mucho: el funcionamiento de la comunidad es bastante rígida, cualquier error es pagado con muerte, aunque según Milena, la pena de muerte hace mucho que no sucede, pues todos procuran cumplir el reglamento, cada uno de los clanes tiene sus propias reglas, aparte de las establecidas por el Rey, una de las reglas generales más importante es que no se debe intervenir en disputas internas del clan.

Me explicaron que la aparición de los primeros cambios físicos de los cambiapieles era a los 10 años de edad, por muy tarde los 13 años, lo cual volvía mi caso aún más interesante, ya que mi primer cambio fue a los dieciséis, dicen que mi naturaleza me protegió y curó las heridas del accidente. Milena en vivo y directo- sus palabras -disfrutó de mi cambio, ese era el motivo de tenerme amarrada, pues mis instintos salieron a flote y al sentirme acorralada ataqué, dice que le hice una muy fea herida a Ayrton.

Hablando de Ayrton, el tuvo que marcharse a una misión, ya que pertenece a los Guerreros de Luz.

Los Guerreros de Luz son una guardia, como la policía de aquí, que no solo se encargan de mantener el orden, sino también de pelear contar la oscuridad, los verdaderos enemigos, seres con sed de destrucción, el deber de los guerreros es destruirlos y mantenerlos alejados de la creación- llaman así a todo ser vivo del mundo-.

-Te ves como una niña buena- elogió Milena.

-Pues que bueno, así les parezco inofensiva- respondí, viéndome al espejo.

-Podríamos vestirte de monja, y apuesto a que te verían como la del Conjuro.

-Gracias- hablé sarcásticamente -Tu sí que ayudas.

Estábamos en mi habitación, el día de la reunión era hoy, la rubia me ayudaba a vestirme, la señora Julieth escogió un vestido rosa pastel de mangas tres cuartos, apretado de la parte de arriba y en forma de campana de abajo, mi cabello lo llevaría suelto, si parecía una niña buena.

-Lo siento- soltó, para nada arrepentida.

-Chicas- ambas volteamos a la puerta, donde se encontraba la madre de la rubia -Ya es hora, apresúrense.

-Ya vamos- contesté por ambas.

Milena terminó de arreglarse y bajamos las escaleras, donde nos espera una impaciente Julieth.

Todas salimos al patio y nos subimos a las camionetas.

-Una pregunta- hablé, captando la atención de la rubias - ¿Cómo me sacaron de Rusia? .

-Fue muy difícil- respondió la rubia menor -La policía estaba cerca, ya sabes, el ruido alertó a los que vivían cerca del bosque y los llamaron, apenas nos dio tiempo de sacarte del auto y huir, luego te llevamos al jet, pero despertaste en fase, tuvimos que darte sedante para que no hicieras que nos matáramos.

-Vaya- dije sorprendida -No recuerdo nada.

-Tranquila, a veces pasa- dijo la rubia mayor, sin despegar la vista de su teléfono.

-Espero algún día poder controlarlo.

-Cuando entres al instituto lo aprenderás- dijo Milena con una sonrisa.

- ¿Crees que me aceptarán? -Cuestioné.

-Claro- respondió con rapidez -Y tú deberías creerlo.

Todo el viaje hasta la Cumbre de la Estrella Lunar fue en completo silencio, no uno incómodo, más bien el momento perfecto para meditar sobre lo que nos venía encima, sólo confiaba en que todo saldría bien.

-Llegamos- avisó la señora Julieth.

La camioneta se detuvo al salir frente a una estructura de unos 4 pisos de alto, tenía un toque medieval, personas entraban y salían vestidas con trajes de ejecutivos.

-Aquí vamos- susurré para mí.
Subimos las escaleras, entramos al gran complejo y cada persona con la que cruzábamos nos volteaba a ver sin disimulo, al principio creí que era por la presencia de una de las jefas de clan, pero no, ellos me veían a mí, unos con curiosidad y otros con asco.

Me sentía tan pequeña en medio de todas esas personas, quise salir corriendo para no tener sus pesadas miradas sobre mí, pero el suave y muy significativo apretón de manos que Milena me dio, me hizo sentir segura.
Subimos por un ascensor hasta el último piso, antes de salir la señora Trumbull se paró frente a mí.

-Se fuerte, Annica. Esto no es nada comparado con lo que ya has tenido que pasar- habló -Estamos contigo.

Asentí y solté una sonrisa nerviosa.

Salimos de elevador, había un largo pasillo lleno de puertas con rótulos, donde están escritos nombres y cargo de cada persona, caminamos y nos detuvimos frente a una puerta en especial, “Sala de juicios” estaba escrito en letras doradas sobre una plantilla negra.

-Se quedarán acá- confirmó Julieth -Mientras yo les doy los detalles completos de cómo te encontramos, luego tú pasarás, no será complicado.

Qué fácil se escucha, pero que difícil era.

Las tres volteamos al escuchar voces en el mismo pasillo donde habíamos entrado, venían cada uno de los líderes, primero el rey, acompañado de dos hombres que parecían sus asistentes, al estar frente a nosotras saludó con un asentimiento de cabeza, el cual correspondimos, después apareció el señor de los osos, este ni una mirada nos mandó, solo entró, después apareció el jefe de los cocodrilos, este saludó a las rubias con beso en la mejilla.

-Una placer- dijo, dándome un apretón de mano, solo pude asentir, el también entró.

La señora Julieth se despidió, y cuando estaba a punto de entrar, las puertas del elevador se abrieron, y por ella salió una mujer alta, cabello negro en una larga cola alta, vestía un pantalón negro de tela, una camisa manga larga de botones con una corbata a juego, caminaba a paso decidido, mostrando la seguridad en cada uno de ellos.

-Martha- Saludó la señora Trumbull.

-Julieth- devolvió el saludo de forma firme -Señoritas.

No esperó a que respondiéramos, solo entró, la rubia se encogió de hombros y también entró.

-Que grosera- dijo Milena.

Pero yo solo podía pensar que, si esta señora era mi esperanza, debía de prepararme para morir.

Hijos de la Luna ( Terminado)Where stories live. Discover now