Ojos tristes

By AutorAnnaPA

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⚠️historia con contenido gráfico que puede ser perturbador para algunos lectores, se recomienda discreción⚠️... More

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Una luz
El hombre
Mudanza
Tanto dolor
Atractivo
Paseo
Pesadillas
Traición
Primer intento
Viva
Una mala siesta
Solo mía
Un desafio
Seducción
Familia
Un error
Depresión
Intervención
Segundo intento
Charles Anderson
En casa
Un romance
Una noche
Ojos tristes
Perdida
Deseo
Encuentro
Tercer intento
Fin
Epílogo

Sin salida

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By AutorAnnaPA

Isabel

Callaghan llego temprano ese día, parecía contento, respiré hondo y salí de mi habitación, el vestido a penas me cerraba, podían verse mis piernas por completo y estaba descalza, como a él le gustaba.

—Belle— me llamó y accedí acercándome despacio—, hoy tendremos invitados especiales—, odiaba a sus invitados, eran los peores días, siempre traían niñas pequeñas con ellos y las intercambiaban por algo de dinero, aún podía escuchar sus llantos y las paredes de la maldita casa aún rechinaban con sus nombres.

—¿Qué tan especiales?— debía preguntar para saber qué vestido usar, si usaba el incorrecto se enojaría y sería peor.

—Únicos— pronunció moviendo mucho los labios como si yo fuera demasiado estúpida para entenderlo—, te compré un nuevo vestido que usarás hoy, también zapatos—. Miré hacia la bolsa que señalaba con la mirada y me acerqué.

Dentro de la bolsa había un vestido... de adulto, aún así parecía 2 tallas muy chico para mi, pero jamás me había comprado nada igual, los zapatos, eran estiletes rojos, con tiras, desde mi fiesta de 15 años no había usado algo parecido, dudaba poder caminar en ellos.

—¿Señor?— me miró alzando una ceja—, esto no se parece a mis vestidos—, la sonora carcajada que lanzó me causó escalofríos, su mirada era siniestra y tragué con dificultad.

—¿No? ¿Enserio?— preguntó sarcástico— Men han de haber dado la bolsa equivocada en la tienda—, cubrió su rostro con su mano como si en realidad lo lamentara, mientras me miraba con burla—. Tráelo, veremos que tanto me debo quejar del servicio—, me acerqué de nuevo a él, ahora con la bolsa entre mis temblorosas manos, sabía lo que venía, aún no llegaba a él y ya podía sentir sus manos lascivas en mi piel y sus besos recorriéndome, mi respiración se aceleró al mismo tiempo que las ganas de llorar cristalizaron mis ojos—. Desnúdate— ordenó.

Abrí botón por botón la parte de arriba de mi vestido, aparentemente tardándome demasiado ya que sus manos quitaron las mías del camino, asustándome y rasgando la tela dejándome completamente expuesta de la cintura hacia arriba, las lagrimas comenzaron a caer despacio mientras su lengua recorría mis pechos y succionaba con sus labios mis pezones, dejando caer la última parte del vestido al suelo.

—Eres asquerosa— dijo presionando mi seno con su mano que no lograba abarcarlo por completo—, no pude disfrutarte tanto como quería—, se dirigió a mi cuello y con su mano libre comenzó a "estimular" mi vagina, lo cual hacía con movimientos bruscos y desagradables, lastimándome y dejándome adolorida—, vístete—, me ordenó empujándome al suelo.

Me arrastré por el vestido llorando comencé a ponérmelo como siempre hacia, ya debería de estar acostumbrada, o eso decía la desagradable mujer de la cocina, acostumbrada... como si fuera mi culpa haber sido secuestrada, como si fuera mi culpa cada violación. Terminé de ponerme el vestido, era negro y corto arriba de las rodillas, el escote del frente mostraba gran parte de mi pecho y la espalda, estaba completamente descubierta.

—Toda una zorra— dijo Callaghan cuando termine con los zapatos, en los que apenas y podía mantenerme en pie, escupiéndome al rostro y alejándose a paso acelerado, rompí en llanto en cuanto estuvo lo suficientemente alejado de mi—, ¡Arréglate, los invitados llegan en una hora!—, me advirtió a lo lejos, gritando y un escalofrío corrió por mi espalda, jamás me había hecho vestir así, nunca por nadie, si estos "invitados" eran tan diferentes, sería la noche de mis pesadillas.

Luego de tomar una ducha rápida comencé a cubrir mis moretones y heridas, si cualquier herida era exhibida, Callaghan me golpearía hasta dejarme inconsciente de nuevo, el traía el maquillaje una vez al mes, un poco de todo lo que me dejaba utilizar, quería que fuera como una muñeca de porcelana, con largas pestañas y labios rojos, así que siempre buscaba complacerlo para sufrir lo menos posible; mis manos temblaban haciendo muy difícil la tarea de arreglarme correctamente, las lagrimas traicioneras que escurrían por mis mejillas eran aun peor, aún así, hice lo que pude para quedar perfecta.

Cuando volví a bajar la casa parecía otra, habían limpiado el pasillo que daba al salón, cuando menos el moho y el aroma a humedad de ambos espacios había desaparecido, los tacones apenas me permitían el movimiento seguro al bajar las escaleras, mi respiración se sentía entrecortada y pude escuchar la música provenir del salón, me acerqué despacio, con temor inundando mis sentidos, podría desvanecerme en cualquier momento.

El lugar estaba lleno, había gente por doquier, vestidos de gala, con zapatos altos y peinados de salón, todos bebían y comían algún tentempié patrocinado, obviamente, por mi dueño.

—Isabel— la voz a mi espalda me hizo estremecer y mi piel se puso de gallina.

—Señor— giré, permitiéndole verme, su mirada me recorrió de arriba abajo con una mueca de desagradado, ya hacía años no le parecía atractiva por mi edad, gracias a lo que sea que hubiera en el cielo.

—Funcionará— dijo acercándose y tomando mi brazo—, no lo arruines Isabel, si lo haces bien, te compraré un dulce—, besó mi mejilla, no sabía que era lo que no debía arruinar pero el pensamiento que causaba un nudo en el estomago.

Aún con los estiletes Callaghan era unos 10 centímetros más alto que yo, su brazo acorralaba mi cintura y me pegaba a él como una calcomanía; los invitados nos miraban, mujeres y hombres todos recortaban cada paso dado por su anfitrión, sentí asco al ver la cantidad de señoras jóvenes y no tan jóvenes en la habitación, ¿cómo podían permitir tal aberración? ¿Ellas no sabían lo que Callaghan hacia? Claro que sí...

Mirando al rededor me di cuenta que en esta fiesta aparte de la presencia de mujeres, no había niñas ni niños... sólo adultos, en vestuarios elegantes, miré a mi dueño con duda plasmada y su mano se apretó en mi cintura causándome dolor.

—No lo arruines— dijo apretando los dientes sin mirarme, nos dirigíamos a un grupo de hombres jóvenes, sonrientes, el nudo en mi estomago se intensificó—, caballeros—. Asintió en su dirección y los hombres voltearon a vernos, sus miradas ni siquiera lo tocaron, todas se fueron directamente a mi.

—Tristán— dijo uno de penetrantes ojos verdes.

—Richard— contestó y sonrió burlón—, señores, les presento a mi diosa y mi musa—, me miró— Isabel Gehenna—, los hombres se acercaron a besar mi mano, eran 5 en total, mi corazón se aceleró y no se buena manera, era miedo, tenía terror ante su mirada, tragué con dificultad y ante la presión de la mano de Callaghan sonreí.

Por órdenes de Callaghan tuve que aceptar todas las bebidas que me ofrecieron hasta sentirme mareada y asqueada, para su deleite, dada la media noche otros hombres y mujeres menos elegantes entraron con mi mayor temor... los niños, todos parecían asustados, eran pequeños y estaban lastimados, recordé a Caroline, tan pequeña e indefensa.

—Hay niñas que no pasan de los 7–, dijo el maldito de Callaghan a mi lado limpiándose los labios.

—Eres asqueroso— me tomó del brazo con fuerza y acercó su rostro al mío.

—Y ti me harás muy rico hoy—, me jaloneo y arrastro hasta una habitación que estaba aparentemente vacía, empujándome hacia adentro haciéndome caer sobre mis rodillas—, no vayas a arruinarlo Isabel—. Su mirada siniestra se quedó grabada en mi memoria mientras escuchaba los sonidos de lo que parecían animales hambrientos acercándose a mi, miré hacia todos lados, viendo sombras únicamente, sombras de hombres.

Conforme se fueron acercando a mi identifique sus rostros como los hombres que mi dueño me había presentado anteriormente y q una de las mujeres que bebía cócteles con ellos más tarde, corrí hacia la puerta con toda la rapidez que pude, encontrándola trabada e imposible de abrir... sabía mi destino, sabía lo que me deparaba y estaba muerta del miedo.

Dolía, todo dolía, mientras los hombres se intercambiaban posiciones, mi cuerpo ya no podía resistirlo más, ellos tocaban, arañaban y penetraban a su gusto, incluso tres al mismo tiempo habían decidido ultrajarme mientras ella sólo gemía dándole placer a los dos restantes sobre mi y mi rostro. Callaghan tenía razón, yo era un asco, era un ser miserable que no merecía vivir, era basura y como basura me tratarían siempre. Si gritaba, una mano femenina golpeaba mi rostro o mis senos, haciéndome gritar de dolor, si lloraba un puño masculino chocaría con mi estomago sofocándome, estaba muerta en vida.

Recuerdo el mundo girar a mi alrededor, la oscuridad era dolorosa y mi cuerpo suplicaba por un auxilio que no llegaba, podía escuchar mi respiración, despacio y apenas con fuerza para llegar a mis pulmones, mis labios estaban partidos y el sabor metálico de la sangre ya se había evaporado hace tiempo, había terminado con mis lágrimas hacia tanto... ¿Cuánto tiempo había pasado ya? 

Las personas que habían abusado de mi salieron de la habitación cuando no quedó más nada que pudieran arrojar en mi, estaba llena de semen, saliva y sangre y cada pequeño respiro que daba me traía el aroma a pudredumbre que debía destilar mi cuerpo.

Una llama casi extinta se encontraba en la desgastada chimenea de una sala inhabitada, más que por mi cuerpo inerte, los techos de la casa eran altos y llenos de moho, podías escuchar el eco de cada una de las habitaciones y la música del piano que él tocaba cada noche, las paredes eran blancas, sucias por el hollín de la chimenea, a él no le importaba tapar las ventanas, es más, le encantaba que nos vieran a su lado, golpeadas, lastimadas y suplicantes; un grito causaría nuestra muerte inmediata, correr o huir sería aún peor.

Así como me encontraba pude distinguir el sonido de cristales rompiéndose, quizá una pelea, aunque los gritos y quejidos parecían ser de una multitud, levanté mi cabeza del suelo con dificultad, apoyándome en mis manos y arrastrándome a la puerta, el dolor me invadía, tal vez me habían desgarrado.

Al abrir todo se escuchaba más claro, el sonido del piano había acabado, a lo lejos vi a algunos hombres uniformados... ¿eran esos... chalecos antibalas? ¿Estaba a salvo? Una sonrisa se extendió por mi rostro, los policías comenzaron a juntar a los niños, alejándolos de los pedofilos, ellos estaban a salvo, el dolor de mi cabeza se intensificó, sentí mi entrepierna mojada y al bajar la mano noté sangre, me habían dañado más de lo que yo pensaba.

—¡Ahí hay alguien más!— gritó una voz varonil y fuerte corriendo hacia mi— señora, ponga las manos en alto— me gritó, pero estaba demasiado débil—. Señora...— paro sus pasos de golpe y dejo de señalarme con su arma, aterrado de mi situación—, Señorita, soy el detective Charles Anderson, ¿puede decirme su nombre?—, preguntó, pero no podía, no podía moverme, todo se ponía negro a mi alrededor, había perdido mucha sangre, tal vez por fin se cumpliría mi sueño y no despertaría nunca más.

—Isabel... Isabel Gehenna— dichas mis últimas palabras, me desmayé.

•••••

¡Primer capítulo!

Ahhhhhhh ¿qué les dije? Que no me dejaran escribir dos historias al mismo tiempo, pero es que no puedoooooo.

Ayyy ojalá les guste tanto esta historia como a mi, es fuerte y cruda y la amo. Espero sus comentarios ❤️❤️❤️

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