Todo era tranquilo, los latidos de tu corazón, tu lenta respiración... Te sentías tan calmada que la sensación es indescriptible. Sin embargo todo se encontrada negro, sentías una cálida presión sobre tu mano y eso fue lo que te motivó a intentar abrir los ojos con esfuerzo.
Con lentitud abriste los ojos, parpadeando muchas veces para adaptarte a la (aunque leve) luz del cuarto, miraste a tu lado y viste de reojo a una serpiente, te habrías asustado si no la conocieras. Una pequeña sonrisa apareció en tu rostro mientras tratabas de levantarte, pero apenas hiciste un movimiento el hombre dormido a tu lado se despertó, seguía sin soltar tu mano. Sus ojos bicolor miraron los tuyos, podías ver en ellos una preocupación tremenda, hizo que te encogiera el corazón de dolor.
—¡Despertaste! —soltó tu mano mientras se abalanzaba sobre ti para poder abrazarte.
¿Por qué tanto repentino afecto?
—Obanai-san... —murmuraste correspondiendo. —¿Desperté?
Querías afirmar pero salió más como una pregunta por lo cual terminaste riendo. Iguro se separó para poder mirarte y la mano que te sujetaba con anterioridad fue a dar a tu cabello para acariciarlo. En serio estabas confundida pero no podías negarte a sus calurosas acciones, eran como regalos. Conociendo la personalidad del pilar y su historia es fácil de suponer.
—¿Dónde estoy? —preguntaste al caer en cuenta que no conocías el lugar.
—Estás en la finca de Shinobu, la pilar del insecto —explicó.
Ni siquiera ustedes han de entenderlo, así que volvamos un poco atrás para saber que sucedió en realidad...
• • •
Esperabas a la persona la cual se supone cuidará de ti, no creías en supersticiones tan tontas como demonios o cosas así pero tus padres sí. Se negaron a que viajaras sin alguien que te cuidara, y que mejor que solicitar ciertos servicios. Un cazador de demonios (nombre aparentemente estúpido para ti en un inicio) te cuidaría la siguiente semana que estuvieras afuera en las noches, ciertas veces en el día y el día final volverías a casa para tomar el lugar de tu padre al convertirte en la cabeza de la familia.
Era todo tan molesto, sumándole la parte de los supuestos "demonios".
La buena noticia para ti era que si todo salía bien, no sólo podrías negarte a aquel matrimonio si no que también podrías vivir con más privilegios al tener una vida libre fuera de preocupaciones o tradiciones.
—Así que eres tú... —escuchaste una voz que hizo que te sobresaltaras.
—¿D-de dónde vino eso? —murmuraste para ti misma mirando hacia todos lados.
No había nadie.
"Sssss..."
El sonido de un siseo hizo que bajaras la mirada, tragaste saliva retrocediendo hacia atrás, cayendo al piso. Fue entonces que gracias a ello te percataste de una persona arriba de un árbol.
—¡H-hay una serpiente! —le gritaste mientras al señalar.
El hombre extraño bajó el árbol, se arrodilló en frente tuyo, donde se encontraba la serpiente y la tomó con sus manos, poniéndola al rededor de su cuello. Tu rostro lucía una espléndida mirada de confusión que no se te formulaba ninguna pregunta o palabra para el joven hombre que estaba en frente de ti.
—Que mujer más problemática —aquel hombre suspiró.
—¿Quién eres? —los dos hablaron a la vez. —Eh... ¿problemática?, ¡usted fue el hombre que habló y terminó asustandome! Después su serpiente se apareció a mis pies y...
—Es sólo porque son órdenes de Oyakata-sama —murmuró.
—¿Eres tú quien cuidará de mí? —te paraste. —Por Dios... Que presentación más vulgar.
Sacudiste tu hakama y luego te acercaste al chico azabache, parándote recta suspiraste. Hiciste una leve reverencia y luego le diste la mano.
—Al parecer sí tienes modales.
Tu reacción hizo que él soltara una pequeña risa sin embargo retomó la misma compostura seria que en un principio, decidiste ignorarlo y hablaste.
—Mi nombre es _______, supongo que te explicaron todo.
—Así es, soy Iguro Obanai, el pilar de la serpiente. Cuidaré de ti esta semana.
—Yo realmente no tengo esperanzas en esto, no necesito a alguien que me cuide pero respeto las opiniones de mis padres —confesaste. —No creo en los demonios pero será un honor tener tu presencia conmigo, Obanai-san.
—Eres muy ingenua —habló acercándose a ti.
—¿No tienes un mejor vocabulario que usar con mujeres, Obanai-san? —preguntaste frunciendo el ceño.
—Eres muy inocente, niña. —Corrigió.
—Creo que es hora de que nos vayamos —comenzaste a caminar. —Tenemos que ir a la ochaya¹, luego tengo que verme con una clienta de ni padre e iremos a dormir en una casa cerca la cual rentaron mis padres.
Iguro asintió.
Empezaste a caminar, él te siguió. Todo el camino fue silencioso, ni él ni tú decían nada, su serpiente de vez en cuando siseaba y aún se te hacía raro el hecho de estar cerca de una pero comenzabas a acostumbrarte, lo hacías rápido. Caminaron hasta llegar a la ochaya, donde una vez adentro y descalzos caminaron hasta la sala del ozashiki², todo ese tiempo Iguro mantuvo una cara seria pero cambió a una de confusión cuando vio que entrarían a otro lugar. Se aguntó las ganas de preguntar, queriendo terminar el trabajo pero te percataste de su expresión, así que abriste la boca empezando a hablar en murmuros.
—¿No sería muy aburrido sólo ir por ahí cuidándome? Quiero darnos un pequeño lujo antes de que empiece el trabajo duro, para mí... Por lo menos, aún así Obanai-san terminarás cansándote de seguirme, me encargaré de que estés cómodo a mi lado.
—Esto no era necesario, pude haberme quedado afuera —respondió de la misma forma. —¿Qué hay de Kaburamaru?
—¿Tu serpiente?... Está bien, sólo mantenla contigo, no importa.
Entraron al lugar y se sentaron. Habían un par de personas más y las geishas³ iban entrando al lugar.
Una de las geishas se acercó a los dos, ofreciéndoles una bebida la cual Iguro no pudo rechazar. Mientras tomaban empezaron a tocar el shamisen⁴ y las geishas junto a las maiko⁵ empezaron a bailar. Notaste de reojo como Obanai se relajaba, su respiración era lenta y fácil de notar, cuando te diste cuenta que lo estabas mirando mucho desviaste la mirada. Una geisha se acercó a ti ofreciéndote sake una vez terminó el espectáculo, también se lo habian ofrecido a Iguro pero este lo rechazó.
—Es un gusto volver a tenerla aquí, ______-san, veo que ahora trae compañía. Un gusto señor, gracias por acompañar a tan honorable clienta —la geisha se dirigió a Obanai quien no supo que responder.
—Sólo estoy trabajando —respondió.
—¡Es más que un gusto estar aquí! Verlas me relaja y el banquete que dan es aún más espectacular, claro que seguiré viniendo con mayor frecuencia.
• • •
Ya habían pasado algunos días y pronto se terminaría la semana. Saliste a comprar dulces en la mañana y en la noche recordaste que los tenías por lo cual tomaste un par y fuiste a la habitación de Iguro para ofrecerle algunos de ellos, sin embargo se te olvidó tocar debido a la gran confianza que ya habían tomando. No tocaste y al entrar le viste el rostro, él se dio cuenta y rápidamente se volteó, dándote la espalda.
—No te debí de haber visto, ¿verdad? —preguntaste mientras avanzabas un par de pasos.
—Vete —insistió.
—Obanai... —te sentaste en la cama, él tragó saliva se escuchó como lo hizo. —eres muy apuesto.
Tus palabras le hicieron sorprenderse, mucho.
—¡Oh! —te paraste y retrocediste unos pasos al procesar tus palabras. —Disculpa eso sonó muy atrevido... Sólo me iré, ¿sí? Si eso quieres, me iré. Disculpa Obanai-san.
Te diste media vuelta pero recordaste los dulces que llevabas, volviste y los dejaste sobre la cama. Sonreiste y le acariciaste el cabello a Iguro, quien de inmediato se estremeció por tan repentino toque. Te alejaste para poder salir de la habitación y no hacer ningún otro movimiento raro.
El pilar se quedó mirando el plato con dulces, tragó saliva, Kaburamaru se dio cuenta de sus sentimientos y siseó, queriendo hablarle a su amigo, haciéndolo pensar.
"¿Qué diablos fue eso?"
• • •
—Esto es una tontería, se supone que debo cuidarla, no ser su sirviente —habló el azabache a su serpiente mientras corría de regreso. —¿Qué pasará si llego tarde y le sucede algo? Ya está oscureciendo, es tan ingenua que sigue sin creer en los demonios... Esa niña.
El reptil albino siseó.
—No es eso, se supone que debería estar cuidándola no comprando sus caprichos. Es tan tonta que no se podría cuidar sola.
Kaburamaru volvió a sisear.
—Espera... —Iguro se detuvo. —¿Qué día es hoy? No puede ser verdad, esa niña...
El pilar empezó a correr en dirección donde se estaba quedando contigo. Entró a la casa y dejó los dulces por ahí. Subió rápido a tu habitación y sin tocar abrió la puerta.
No había nadie.
—¡_______! —gritó tu nombre buscándote.
Empezó a caminar buscando en las habitaciones de al lado, atento. Hasta que se escuchó un ruido, supo que eras tú sin embargo no corrió hasta ahí. Empezó a caminar lento y desenfundó su espada, ya te tenía localizada, a ti y a aquel demonio. Una vez más volvió a gritar tu nombre, sólo para comprobar que hicieras otro ruido y así fue. como te encontrabas pataleando se escucharon tus patadas en la pared, el sonido venía de la puerta en frente de Iguro así que entró.
Al entrar y caminar un par de pasos, intentaste advertirle del demonio que te tenía agarrada, pero estaba tapando tu boca. Fue gracias a Kaburamaru que se enteró de este.
Volteó rápido y fue justo el momento en que el demonio te lanzó por la ventana.
Obanai tuvo un debate mental de si ir por ti antes de terminar con el enemigo o no. Decidió quedarse y matar al demonio quien parecía ser muy cobarde. El hecho de lanzarte fue un intento para detener a Iguro y que no lo asesinara, pero el demonio tuvo mala puntería. Se echó a correr y en cuanto se vio acorralado por Obanai intentó pelear tan débilmente que el pilar lo mató en un abrir y cerrar de ojos.
Iguro guardó su espada mientras corría para poder salir, una vez en el patio te vio y se acercó con rapidez hacia ti.
—¡Niña tonta! —te gritó mientras se arrodillaba. —Te dije que no dejaras que personas desconocidas entraran a la casa cuando no estu-...
—Obanai —lo tomaste de la mano, apretándola. —Obanai...
—¡Cállate! Tienes que guardar tus energías, debemos ir con Shinobu y- —lo volviste a interrumpir.
—Obanai, estoy apunto de desmayarme hazme caso... Iguro —se sorprendió cuando lo llamaste por su nombre. —Fue una semana estupenda, estoy feliz de haberte conocido y...
Las lágrimas empezaron a salir de tus ojos.
—Te amo.
El pilar quedó totalmente sorprendido por tus palabras pero fue poco, te habías desmayado y cuando te levantó vio que había sangre por tu nuca y demás.
• • •
—¿Eso fue lo que sucedió? Dios... No era ningún extraño, él era Kobayashi. Se supone que tenía que hablar esa noche con él.
—Aún así quedaste muy expuesta, ¿por qué querías estar a solas con ese hombre? —preguntó Obanai frunciendo el ceño.
—Iguro... ¿Te llegué a decir algo raro?
Kaburamaru siseó y el pilar desvió la mirada. Un leve sonrojo apareció en su cara, se acercó a ti y te tomó entre sus brazos, para abrazarte. Te sorprendiste porque apenas esa acción fue respuesta a tu pregunta. Te relajaste en sus brazos, una leve sonrisa apareció en tu cara.
—No puede ser —murmuraste. —En verdad lo hice.
—Fuiste una tonta al decir esas palabras como si estuvieras apunto de morir —se le escuchaba molesto al separarse.
—¿Pero a ti no te gustaba alguien más? —preguntaste con curiosidad.
—¿No tenías prometido? —te devolvió la pregunta y reíste. —Cosas del pasado, sólo atracción.
—Ufff —suspiraste. —Si para que seas dulce debo estar al filo de la muerte y desmayada un montón de tiempo, dejaré que más demonios me ataquen.
Bromeaste.
—No seas...
—Es broma, son cosas que no dan ganas de volver a experimentar. —Le tomaste de la mano para acercarle. —Obanai, te a-...
Él te interrumpió a ti, quitándose las vendas de la cara y con mucha pena y recelo; besándote.
Todo su miedo se esfumó cuando le correspondiste.
Y Shinobu entró a la habitación.
¹-Ochaya significa "casa de té."
².-El ozashiki es un banquete en el cual las geishas entretienen a sus clientes. El ozashiki también es la habitación con el suelo de tatami en la cual se realizan los banquetes, en las casas de té o ryotei.
³.- La geisha una artista tradicional japonesa cuyas labores consisten en entretener en fiestas, reuniones o banquetes.
⁴. El shamisen es un instrumento musical japonés derivado del chino sānxián (tres cuerdas).
⁵. La maiko es la aprendiz de una geisha.
Uffff desde hace tiempo quería poner estos conceptos y al fin se me hizo uwu
Necesitaba hacer uno de Iguro para purificarme, en los anteriores que he hecho parece que lo odio XD
Perdón por tardar tanto, debí de haber publicado esto hace 3 días.