La hermana de mi novio [Dispo...

Luisebm7

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Tras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres... Еще

Notas
La Alumna Nueva
Adiós Privilegios
Intenciones
Cuñadas
Intimidad Violada
Insatisfecha (I)
Insatisfecha (II)
Preámbulo de la Fiesta
La Fiesta (I)
La Fiesta (II)
La Fiesta (III)
*Intermedio*
¿Y ahora?
Domingo de Cine
Pena y Rabia
¿Cuánto dolor puedes aguantar?
Consuelo (I)
Consuelo (II)
¿Quién fue? (I)
*Intermedio II*
¿Quién fue? II
Daño Colateral
Paseo en patines (I)
Paseo en patines (II)
Noche de exilio
De citas y misterios (I)
De citas y misterios (II)
Cita de Amigas (I)
Cita de Amigas (II)
Cita de Amigas III
Postcita
Epílogo de Postcita
Pasión Confundida (I)
Pasión Confundida (II)
Pasión Confundida (III)
Pasión Traicionada
Epílogo de Pasión Traicionada
Distanciamiento... ¿o no? (I)
Distanciamiento... ¿o no? (II)
Distanciamiento... ¿o no? (III)
Masaje con final... ¿feliz?
Amarga Distancia
Estaca en el Corazón
Agresividad
Violencia vs. Pasión
Solo una vez...
Bye, exámenes
Entrenamiento Peligroso
Cita Encubierta
Semana Trascendental (I)
Semana Trascendental (II)
Semana Trascendental (III)
Descontrol
Disgusto Férreo
Enferma de Amor
Recuperación
El Pacto
Confesión Carnal
Corazones Abiertos
*Intermedio III*
Encuentros, travesuras y tormentos
Sometida
Pasado y Presente
Pelea y Castigo
Juego Sucio
Ante todo, placer
Tarde con Víctor
A solas con el demonio
Pre-Halloween
Halloween (I)
Halloween (II)
Halloween (III)
Planes Inesperados
Descubiertas
Regalo de Cumpleaños
Una Verdad
Cumpleaños Travieso
*Intermedio IV*
Dominada
Cicatriz del Alma
La verdad tras el dolor
Entrenamiento... ¿en el vestuario?
Travesuras
Partido de Vóley
Paseos Memorables
Amistad Rota
Alivio para la ira
Paseo de Amigas
*Intermedio V*
Personaje Asignado
Conflicto de Intereses
Fin de Trimestre
Año Nuevo
Acoso y Amor
Infieles
Ruptura
Venganza
Disculpas
Disculpas (II)
Monstruo
Homofobia
Perdonada
La Obra
Tras el telón
Legado de rencor
Justicia
Culpable
Vuelta a la Normalidad
Vuelta a la Normalidad (II)
Feria del Amor
Feria del Amor (II)
La cara oculta de la luna
Adiós
Aceptación
Por ti
Puñalada
Eric
Eric (II)
Un San Valentín inolvidable
Corazones Rotos
Epílogo: 9 de junio
Agradecimientos
Q&A
Gala de Nominaciones
¡Feliz Halloween!
¡Noticias frescas!
¡Especial 3M de lecturas y San Valentín!
¡Concurso de memes!
¡Concurso 2!
¡Lanzamiento final de LHDMN!

Liberación

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Luisebm7

Laurita permanece debajo de mí, a mis espaldas, y mi mirada se extravía en el techo. La fuerza con la que me domina mengua. Sus manos sustituyen mis muñecas por mis pechos. Una caricia profunda sobre ellos junto a una mordida en mi oreja, eso también me doblega. Ella invade bajo mi blusa a la vez que desciende por mi abdomen. Esos dedos traviesos se apoderan de mi seno y pliegan mi falda hasta deslizarse sobre mis bragas.

—Ah... ¡Dios, Laurita! Responde —exijo sumisa, permitiendo que sus piernas abran las mías a su antojo.

—He ganado, Ani. Ponte la lencería para mí y te aseguro que cantarás —me ordena en un susurro.

—Vale, pero no me moveré mientras sigas tan cariñosa —digo y ríe.

Laurita me tumba a su lado. Debí callarme para que continuara con esas caricias.

Me levanto para cambiarme. En cuanto toco un botón de mi blusa, ella me envuelve con sus manos.

—Te ayudaré con eso. Después de todo, fue tu cumpleaños —dice con esa expresión traviesa.

—Pues sí, es lo más justo, teniendo en cuenta que me dejé ganar para complacerte —bromeo.

—¡Qué mentirosa eres! —exclama y posa su mano entre mis piernas. Su dedo del medio me frota con suavidad—. Me gusta la expresión de tu cara cuando te toco, Ani. Te enrojeces.

Laurita me besa con ternura. El tacto de sus labios y de su mano ahí someten mi voluntad. Respondo tomándola de la cintura y correspondiendo la acogida de su boca. Ella continúa desabrochando los botones restantes de mi blusa mientras me sumerge en este estado de ensueño que me atonta.

Mi prenda superior cuelga de mis hombros y cede a la gravedad cuando Laurita la empuja con sus dedos. Mi chica lame toda mi mejilla hasta mi cuello despejado. Se detiene en ese destino y chupa con gentileza. Mi pasividad estimula la placentera excitación que me domina desde hace rato. Cuando ella retira su mano de mi intimidad, surge un desesperante deseo en mi interior, pero acepto el temporal abandono. El objetivo de Laurita es quitarme el sostén y eso hace gustosa al separar las bandas. Los tirantes ruedan por mis brazos. Mis pechos respiran una breve libertad, pues enseguida son apresados por esa boca y esa lengua que los castigan con suculentos azotes y succiones.

—Laurita —pronuncio su nombre a modo de gemido, sobre todo porque su mano penetra bajo mi falda y regresa a mis bragas.

—Ani, tu cuerpo es tan bonito —dice y recorre mi abdomen con la yema de sus dedos—. ¿Te sigo ayudando con el otro cincuenta por ciento de tu ropa? —pregunta con insinuación.

—Deberías terminar lo que empiezas, ¿no? —digo y nos sonreímos.

—¡Qué aprovechada eres! —exclama, pero se arrodilla delante de mí y me inquieta.

En agradecimiento a su gentileza, masajeo su cabeza. Ella desabrocha mi falda y esta cae por su propio peso. Sus manos se restriegan por mis caderas hasta agarrar mis nalgas. Laurita está tan cerca que puedo sentir su aliento humedeciendo mis bragas.

—¡Ah! —gimo ligeramente al disfrutar con su lengua presionando el tejido sobre mi zona erógena.

Apenas estamos comenzando con nuestro juego y ya me poseen unas ganas inmensas de que explore mi interior.

Ella lame sobre mi clítoris y arriba al borde superior de mi prenda. Su boca es su herramienta para apartar el elástico de mi piel. En el proceso, moja con su saliva esa parte sensible de mí. Sus dedos, al mismo tiempo, arrastran mis bragas y descubren mi trasero.

Laurita me desnuda. Su forma de hacerlo me resulta muy sensual. Sus gestos son delicados, de ritmo tan lento que son antónimos del ritmo de mis latidos. Cuanto más me tienta, más se desespera mi corazón.

Las manos de mi chica me libran de mi ropa íntima deslizándola por mis muslos. Mientras, su lengua se esclaviza en mi clítoris; labora a nivel superficial, pero roza constantemente. Apretujo sus cabellos a causa del gusto que me hace sentir. Me humedezco.

—Sí, Laurita. Un poco más. Quiero sentirte un poco más —ruego y retengo su cabeza.

—No, Ani. Te toca cumplir con tu parte. —Laurita se pone de pie y se une a mí. Nos besamos y acariciamos nuestros cuerpos—. Cumple y haré todo lo que me pidas —dice con sensualidad.

—Siempre me persuades. Vale, me pondré la lencería. —Es imposible oponerse a las peticiones de esa carita tan traviesa.

Calcetines fuera. Voy a por mi conjunto, no sin antes recibir una juguetona palmada en el trasero de parte de mi chica.

Claudia se inspiró con su regalo. ¿Estaría ella pensando en otra noche loca con Adrián a la hora de elegirlo? Esto es obra de sus fantasías, pero a Laurita le ha gustado también. Sonrío con cierta vergüenza mientras me pongo las prendas de encaje, primero las bragas y el sujetador. Y pensar que mi chica me ha desvestido para que me vista otra vez.

Mi amiga no escatimó en gastos, esta tela es tan suave y cómoda que debe ser costosa. No necesita devolverme el dinero prestado para su píldora después de este obsequio. Ella no se imagina todos los beneficios que me ha aportado.

Tenso las medias. Laurita, sentada y estilizada en la cama, me mira con deseo. Es tan pícara que se ha desabrochado su blusa y pronuncia sus pechos mezclando erotismo e inocencia con sus hombros encogidos. Por desgracia, no soy tan hábil con el liguero sujetado a mi cintura. Tardo más de lo que me gustaría enganchando los elásticos a las ligas de las medias. Un camisón habría sido más práctico, esto es nuevo para mí.

—¡Listo! Por fin. Aquí tienes a tu Ani. ¿Te gusta lo que ves? —Me exhibo con cierta gracia y ella ríe.

—Ani, eres tan bonita. Estás muy sexy. Quiero una foto de mi chica —dice y coge su teléfono.

—¿Para qué la quieres, pervertida? ¿No prefieres jugar conmigo? —digo con insinuación.

—Eso no lo dudes. Vamos a jugar hasta que te rindas. La foto es otro recuerdo de lo que haces por cantar —dice y se echa a reír mientras me fotografía.

—¡Qué diablilla! La próxima vez te la pondrás tú. Ahora quiero que sigamos con lo que tenemos empezado. No querrás que se enfríe tu comida, ¿verdad? —digo y me contoneo. Laurita me hace sentir especial con solo mirarme.

—Tienes razón... —Laurita deja su teléfono y se encamina hacia mí—. Pero tengo que dejar que te enfríes un poco porque te quemas muy rápido.

—No es mi culpa que dispares mi temperatura —digo teniéndola delante de mí, acariciando nuestras cinturas.

—El problema es que tú también disparas la mía —dice con su tono dulce.

Nuestras miradas hablan. El deseo es tan fuerte y mutuo que nos arrimamos como si estuviéramos bajo hipnosis.

—No veo ningún problema en eso... —digo y nuestros labios se fusionan en besos.

Es sentir su boca a nivel superficial y todo mi cuerpo reacciona. Un placentero cosquilleo se propaga desde mi cabeza y mi estómago. La sensación es adictiva.

—Ani, hoy quiero que sientas. —Laurita coge un pañuelo del cajón.

—No, de eso nada. Quiero verte mientras hacemos el amor —digo.

—Ani, tienes que obedecer, perdiste. Además, te va a gustar. ¿No confías en mí? ¿Piensas que no seré lo suficientemente buena para complacerte? —me chantajea abrazándose a mi cuello y mostrando su carita picarona.

—Sabes convencerme. Confío en ti, pero no pienses que no te voy a comer. Eres mi regalo más valioso y seré muy agradecida contigo. —Sucumbo a sus juegos.

—Te amo, Ani. —Laurita me besa y cubre mis ojos con el pañuelo—. Haré que te estremezcas de placer —me susurra mientras lo ata y mi imaginación se dispara—. Déjate llevar. Relájate.

Esa boquita en la mía y esas cálidas manos en mi cintura me guían, me hacen retroceder. Aunque el instinto me quiere hacer sentir insegura porque camino a ciegas hacia atrás, mi confianza en Laurita es superior. Mis pies se enredan con lo que intuyo que es mi uniforme.

—¡Ah! —Estoy a punto de caerme, pero mi chica me sujeta y me transmite seguridad.

—Tranquila, Ani. Yo te cuido —dice con voz calmada.

Continúo retrocediendo a su ritmo ralentizado y cariñoso. Sus besos me empujan, me conducen. Sus manos son firmes pilares que me sostienen. Y, cuando más entregada estoy, mis pantorrillas chocan con el borde de la cama. Laurita me impulsa por sorpresa y quedo sentada sobre el colchón.

—Ahora empieza lo bueno, Ani —dice y me suena irresistible—. Mantén tus ojos vendados.

—¿Sí? ¿Qué me harás? —pregunto inquieta, pero no recibo respuesta. Escucho un ruido mínimo en medio del silencio—. ¿Laurita? —¿Qué estará haciendo? ¡Qué intriga!

Una melodía comienza a endulzar mis oídos. No es el tipo de música que escuchamos ninguna de las dos habitualmente. Sin embargo, tiene un ritmo sensual, un ritmo que desnuda con esa vocalista que suena tan erótica. Nunca había tenido esta sensación escuchando una canción.

Absorta en esa atmósfera candente, noto el aliento de Laurita sobre mis labios en el instante menos esperado y rompe con un beso. Todo está oscuro, pero su boca comienza a dibujarse en mi imaginación. Soy capaz de ver esa fina piel carnosa y rosada restregándose con la mía. Nuestras salivas se fusionan mientras nos devoramos al compás de la melodía. Esto me enciende.

Los dedos de Laurita entran en acción. Acarician mi rostro con tal delicadeza que me siento como una flor frágil y valiosa. El roce es tan superficial que me produce un placentero cosquilleo en la cara. Incluso mis cabellos reciben una dosis de cariño de esas yemas. Laurita traza un vibrante recorrido a través de mi cuello rumbo a mis pechos. Ese tacto de pluma parece mágico porque deja huella allá donde toca, despierta mi sensibilidad.

Sus labios siguen el rastro que su mano ha marcado. Atacan mi cuello, donde se detienen para doblegarme con su jugosa forma de chuparme. Aprieto las sábanas para resistir, pero...

—¡Ah! —Las agradables cosquillas me vencen.

No sé qué le pasa a mi cuerpo. Cede ante los estímulos con tanta facilidad.

—¿Quieres que te chupe así en otra parte? —me susurra Laurita mientras sus dedos actúan como una ligera brisa sobre mis pechos.

—Sí, Laurita. Sí. Lo sabes —respondo con cierto temblor.

—No, no lo sé. Solo sé que haré lo que quieras. —Esa voz tan sugerente en mi oído me enloquece.

—Quiero tu lengua —pido casi como si fuera una imploración.

—Mi lengua es tuya. —Laurita penetra mi boca con ella. Juega con la mía, la conquista hasta llevarla a su terreno y la chupa a la vez que la lame. Más leña para esta hoguera—. ¿Eso quieres?

—Sí... También en mi cuerpo... —respondo ansiosa.

—Te complaceré. A lo mejor hay algunas partes de tu cuerpo... —dice Laurita y me sobresalto en cuanto toca mi zona erógena— donde prefieras que lo haga.

—¡Sí! Ahí. Hazlo ahí, Laurita —digo deseosa y me entrego al roce de sus labios sobre los míos.

—Está bien. Lo haré ahí muy despacio y sin parar —habla Laurita sensualmente sobre mi boca. ¡Me desespero!

Ella baja hasta mis pechos deslizando su lengua, mojando mi piel sensible. Aunque no la veo, me parece que lo hago. Palpo sus cabellos y enredo mis dedos en ellos. Tengo su cabeza acomodándose entre mis senos. El sujetador no es rival para ella y su mano. Laurita se deleita con mis pezones, los pellizca con sus labios. Tan traviesa. Este no era el destino acordado, pero no me atrevo a interrumpir el placer que me regala sometiendo mi busto.

Su otra mano juega entre mis piernas de tal manera que las abre sin tocarlas. El dedo de Laurita es una maravilla. Tan ágil. Tan complaciente. Azota mi clítoris por encima de mis bragas. Se agita tan rápido que tengo la sensación de que permanece en el mismo sitio todo el tiempo. El efecto de semejante estimulación me excita, me sigue humedeciendo.

Mi gimoteo aumenta igual que el flujo de mi sangre. Casi que puedo ver mi propio interior. Soy un montón de chispas que reaccionan al tacto de mi chica.

Laurita me muerde un pezón a la vez que me apretuja un pecho y que presiona mi intimidad repentinamente.

—¡Ah! —El estremecedor placer escapa por mi boca.

—Creo que ahora sí debería ir con mi lengua hasta ahí. ¿Quieres eso? —dice con sus labios golpeando mi seno y sus dedos penetrándome sobre las bragas—. ¿Ese es tu deseo?

—¡Sí, Laurita! ¡Hazlo! —respondo en una súplica.

—Está bien. Seré buena con mi chica. —Laurita se agacha, lo noto porque no suelto sus cabellos tan sedosos. Sus manos separan mis piernas y me obligan a inclinarme hacia atrás. Su boquita está cerca, siento su respiración. Me lame despacio y me estremezco para contener mi gemido—. ¿Quieres que te lo haga con la ropa?

—¡No, Laurita! Sin ropa —respondo muriéndome de ganas de sentirla.

Ella continúa lamiéndome sobre las bragas. Su lengua es su nueva arma para reproducir el lujurioso castigo al que su dedo me sometía, a diferencia de que es más excitante. Me doblega, me debilita. Mi espalda reposa por completo sobre el colchón, pero mi mano persiste dominando su pelo. Laurita controla mis piernas y yo, su cabeza entre ellas, o eso me gusta imaginar mientras me causa goce.

Mi chica ondea su lengua sobre mis labios, frota con fuerza. En medio de su jugueteo, se cuela bajo mi prenda y me penetra directamente.

—¡Ah! ¡Ah! —gimo encantada y tensa. No esperaba ese gesto.

—Estás tan mojada que no quiero parar. ¿Puedo seguir? —habla sobre mi zona erógena. ¡Me tiene loca con lo que dice y lo que hace!

—¡Sí, mi amor! ¡No pares! ¡No pares! ¡Soy tuya! —digo lujuriosa y presiono ligeramente su cabeza para arrimarla.

La lengua de mi Laurita regresa a lo que le pertenece. Me arqueo en cuanto siento el roce tan jugoso dentro de mí. Mi chica me disfruta, lo noto en la forma tan natural en la que devora mis labios íntimos con los suyos. ¡Qué suavidad! ¡Qué excitante! Ella sabe fascinarme con ese órgano que acompaña su boca en lametazos sobre mi intimidad cuando no está explorándome por dentro.

—¡Sí, Laurita! ¡No pares! ¡Dios! —Respiro agitada. Mi cuerpo apenas aguanta. Sudo placer. Y, creyendo que mi chica seguirá complaciéndome, se me escabulle, su cabeza escapa de mi mano—. ¿Laurita? ¿A dónde has ido? Sigue un poco más. No me dejes así —ruego. No escucho otra cosa que no sea la música.

—Mi Ani...

—¡Aaah! —Algo ha penetrado en mí bañándome en un agradable frescor y me ha estremecido. Aún apretujo las sábanas.

—¿Esto te gusta? —pregunta y comienza a lamer mi clítoris mientras emplea lo que intuyo que sea mi juguete erótico.

—¡Dios! ¡Sí! ¡Ah! —Laurita me trastorna.

—Disfruta, mi amor. Déjate llevar —me dice y continúa lengüeteándome.

Su mano libre flexiona mi pierna. Yo vuelvo a capturar su cabeza.

Laurita ha conseguido lo que quería, pero no tengo objeciones, esto me encanta. Ella multiplica el goce que estoy experimentando con su lengua. Su forma de maniobrar con el consolador es exquisita. Conquista mi interior, varía el ritmo y la profundidad de la penetración, hace que desee más. Mi primera vez con un objeto de este tipo y estoy maravillada. Laurita sabe...

—¡Ay, dios! ¡Ah! ¡Laurita! ¡Ah! —Agarro sus cabellos y las sábanas. Mi cuerpo se tensa. Mi respiración se corta por unos pausados segundos. Mi imaginación se queda en blanco por unos instantes—. ¡Aaah! ¡Ah! —Toco el cielo con las manos.

—Me gusta mucho cuando disfrutas, mi amor —dice Laurita y retira el juguete erótico despacio. ¡Qué cosquilleo tan rico!—. Hoy vas a disfrutar mucho.

—¡Ah! —Otro objeto entra en mí envuelto en el mismo frescor y me doblega a causa de mi sensibilidad. Este es un poco más grande, pero igual de complaciente—. ¡Laurita!

—Ani... —Laurita se inclina sobre mí abriendo mis piernas en el acto. Sigue dentro. ¿Se ha puesto uno de esos arneses que vi en su cajón?—. Te seguiré haciendo el amor.

Su boca mojada acalla la mía. Sus pechos se frotan con los míos. Puedo sentir su calor. Agarro su cintura y la presiono contra mi cuerpo. Está desnuda. ¡Esto me gusta!

Laurita comienza a menear sus caderas despacio. Sus manos separando mis muslos. Sus labios chupando mi lengua. Ella me posee. Poco a poco, su movimiento se acelera, pero no se excede. Su danza pélvica repite las placenteras maniobras que hacía con la mano. Un gradiente de lento y rápido, de profundo y superficial. Esto es más excitante de lo que hubiera imaginado.

Mi chica suelta mis labios y mis gemidos afloran. Ella aleja su torso. Mis manos, que no pueden vivir en paz sin su piel, tantean a ciegas hasta encontrarse con sus pechos. Laurita apoya las suyas en los míos. Ambas nos los apretujamos, replicamos los traviesos pellizcos en nuestros pezones.

—¡Laurita, me tienes loca! ¡Ah! —expreso entre gemidos.

—Hagamos que lo estés un poco más —dice la muy pícara y se aparta hasta quedar fuera de mi alcance.

Una mano se desliza por mi vientre hasta que un dedo presiona mi clítoris como inicio de un enloquecedor juego.

—¡Laurita, no! ¡Ah! —El placer me somete.

—Sé que no quieres que pare, mi amor. —¡Qué mala es!

Me arqueo en repetidas ocasiones. El gusto es tal que siento que pierdo el control de mi cuerpo. Laurita aprisiona mis piernas inquietas y las gobierna como si fueran juguetes. Las abre, las junta, las flexiona, y todo mientras me penetra de forma tan placentera.

—¡Ah! ¡Dios! ¡Ah! —No aguantaré mucho más. Cuando no me muerdo un dedo, tenso las sábanas. Mis sentidos se nublan con la forma en que mi Laurita me toma.

—Ani, te ves muy bonita cuando estás excitada. —Laurita se detiene. Echa mis piernas a un lado y me voltea hasta que quedo bocabajo. Yo me dejo llevar. Estoy en sus manos—. Ven —dice tomándome de las caderas y me ayuda a levantarme. ¡Qué traviesa es! Adopto la posición del perrito encantada.

¡Zas!

—¡Laurita! —exclamo tras su sorpresivo azote y ella responde penetrándome—. ¡Ah!

—Me gusta mucho hacerte el amor, Ani. —Laurita se inclina sobre mí. Noto sus cálidos y suaves pechos en mi espalda y ella agarra los míos—. ¿A ti no? ¿Quieres que pare? —La diablilla retira lentamente el consolador de mi interior.

—¡No! ¡No puedes parar ahora! ¡Sigue haciéndomelo! —le ordeno sumisa y me azota otra vez sin causarme daño—. ¡Ah!

—Ani, me calienta mucho que me lo pidas —dice con tono excitado y entra en mí a la vez que me apretuja los senos.

—¡Dios! ¡Ah! —Mis gemidos continúan.

—Haré que cantes mucho más, mi amor.

Laurita se aleja. Sus manos se aferran a mis caderas. Así, tira de mí a la vez que me penetra. Mi chica me toma y es increíble. Sus excitantes embestidas mantienen el ritmo variado. Me apasiona que su meneo ondule y que recorra todo mi interior, incluyendo esos instantes aleatorios en los que alcanza la mayor profundidad. Al azar, me cachetea las nalgas.

El propio goce me lleva a moverme con ella, a sincronizarme con su danza pélvica. Ella se aparta y yo lo hago. Ella regresa a mí y yo me entrego. Ardo. Estoy ardiendo.

Mi chica agarra mis cabellos y tira de ellos con suavidad. Me atrae hasta que quedo de rodillas y mi espalda siente sus pechos. Ella chupa mi cuello, saborea mis labios y me deja caer hacia delante. De nuevo en la postura del perrito, Laurita me posee con más vigor, llegando a mis adentros con mayor intensidad. Después de su dosis de estímulo, eso eclipsa mis sentidos. Mi cuerpo comienza a contraerse. Me tenso. Casi vencida, empino mi trasero y flexiono mis brazos. Exprimo las sábanas con manos y dientes. ¡Estoy llegando a mi límite!

—Sí, Ani. Vas a cantar. Noto tu rigidez. —Laurita se inclina sobre mí, se restriega en mi espalda todo lo que puede. Una mano se adhiere a mi pecho y la otra pasa por mi vientre hasta calentar mi clítoris—. ¡Qué linda eres cuando no puedes más!

—¡Ah! ¡Dios, Laurita! ¡Dios! ¡No! —gimo con fuerza. Intento detener esa mano que me produce un placer desquiciante, pero solo consigo enloquecerme más. Su forma de penetrarme, de tocar mi zona erógena, de jugar con mi pecho, hasta su aliento sobre mi espalda, todo me excita—. ¡Ah! ¡Laurita! ¡No puedo más! ¡Ah!

—Te amo, mi amor. Te amo —dice en el momento preciso.

—¡Aaah! —Me estremezco debajo de mi chica. Mi cuerpo tiembla. Mis piernas flaquean—. Ah... —Agitada y con falta de aire, pero desbordada de placer. ¡Qué orgasmo!

—Te tiembla todo, Ani. —Laurita permanece sobre mí y recorre mi cuerpo en una caricia—. Frágil e irresistible.

—Casi me matas... de placer —digo con debilidad y me quito el pañuelo.

—Aún puedo hacerlo. —La muy pícara se mueve despacio.

—Ah. —Mi sensibilidad me supera—. Para. Sácalo. No me tortures, diablilla.

—Vale, mi amor. —Laurita me complace. Luego frota mi intimidad y esparce mis fluidos—. ¿Esto significa que te gustó, mi amor? —Ríe como toda una traviesa y besa mi nuca.

—Haces lo que quieres conmigo porque sabes que me gustas mucho —digo y continúo recuperando el aliento.

—Entonces te gustó. —Amo que Laurita no abandone sus caricias.

—Claro, bobita. Te amo y hacer el amor contigo es una de mis formas de demostrártelo.

—No sabía si te gustaría o si te asustaría. Ahora sé que puedo complacerte de otras maneras —dice y percibo su alegría.

—Hablando de complacer... —Empleo las energías que me empiezan a regresar para incorporarme y hacer que ella también lo haga—. No te pienses que te quedarás sin recibir, mi amor. Estoy exhausta, pero ni eso me impedirá comerme mi regalo —digo insinuante.

Nos miramos sonrientes sentadas en la cama. Froto su carita sonrojada. Aunque ella no lo sepa, haré algo más que proporcionarle placer. Esto va más allá. Esto es amor. Esto nos une y nos libera, y pienso liberarla.

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NOTAS

¡Buenas! ^^

Primero, muchas gracias por todos sus comentarios. Pasé el fin de semana leyendo todos los de los últimos tres capítulos y fue increíble. Eran tantos que apenas pude responder algunos, pero, desde luego, me reí muchísimo con los graciosos y amé las teorías y los debates. Me alegra que prevalezca el buen ambiente, ya que esto está pensado para disfrutarlo y reflexionar.

Espero que tengan una semana maravillosa.

¡Nos vemos el miércoles! A ver si refresca la temperatura. :D

¡Un abrazote!

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