Tiempo y Existencia. Enterrad...

By DulceNada

9.8K 1K 313

Savanna ni se imaginaba que salir a bailar una noche con su mejor amiga y socia, Mika, sería el fin de su vid... More

1. IMPREVISTOS
2. SUEÑO DE VERANO
3. ¿PRESENTIMIENTO, DUDA O CONFUSIÓN?
4. NADIE ESTA SOLO
5. CHARLA DE CHICAS
6. ENCUENTRO
7. SÍ...NO...TAL VEZ
8. PRIMERAS IMPRESIONES
9. CUESTIONES DE OPINION
10. INESPERADO
11. VISITANTES NOCTURNOS
12. SONRIE Y MIENTE...OTRA VEZ
13. EL DIABLO BAILA A NUESTRO ALREDEDOR
14. PASADO, PRESENTE Y FUTURO
15. DOBLE CITA
16. EL CRIMEN DE UN NIÑO
17. VERDADES
18. ELECCIONES
19. PREPARATIVOS
20. MASCARADA
21. DESEOS PECAMINOSOS
22. SOMBRAS DE LO INCORRECTO
23. ENREDADERA DE ESPINAS
24. A VECES REALMENTE TERRIBLES COSAS SUCEDEN A REALMENTE INCREIBLES PERSONAS
25. SORPRESAS, SORPRESAS
26. ESCAPADA
27. DOS SON COMPAÑÍA, TRES MULTITUD
28. ALQUIMIA DE EMOCIONES
29. EN COMPAÑÍA PELIGROSA
30. VISITAS DE ÚLTIMO MOMENTO
31. DOS GOTAS DE AGUA
32. CAMINO DE NO RETORNO
33. CONFLICTOS Y DILEMAS
34. IDEAS Y SENTIMIENTOS
35. ¿NUDOS O PALPITACIONES?
36. CERCA
37. CARENCIA CONTRA DESEO
38. LANA
39. CAMINOS CRUZADOS
40. LA PRUEBA DE FUEGO
41. AHORA Y SIEMPRE
42. CAFÉ CON SAL
43. AVIONES DE PAPEL
44. TERCERO INVISIBLE
45. VERDAD O PESADILLAS
46. REGRESO
47. MOSAICO DE CORAZONES ROTOS
48. REALIDADES
49. CADENA DE EVENTOS
50. ARBOL GENEALOGICO
51. HASTA EL FINAL
53. ALTA TRAICION
54. ECLIPSE

52. PUNTO CIEGO

83 17 10
By DulceNada

Mientras esperaba sentada como una completa inútil dentro del coche, a que Sebastian y Aston regresaran de su misión "pasaporte", mi mente comenzó a carcomerme de adentro a fuera repasándome los peores escenarios donde Sebastian era acorralado, raptado o asesinado por los espectros o, vaya a saber por quién, poniéndome cada vez más cerca del borde del pánico.

Incluso después de mi berrinche rehusándome a que fuera, ambos, Sebastian y Aston me convencieron, de muy mala gana, de que quedarme era la mejor opción. Aparentemente ir por ahí con un blanco en mi cabeza no era una de las más brillantes ideas.

Así que, aquí estaba mordiéndome el labio, ansiosa por su regreso. Mirando al reloj del salpicadero marcar cada segundo, hundiéndome más profundo en la desesperación. Ya habían transcurrido más de los 45 minutos que dijeron que les tardaría. Mis dedos se apretaron con más fuerza alrededor del puño de la daga que Sebastian me había dejado antes de irse.

Todavía no podía creer lo que estábamos a punto de hacer, estaba de los pelos con la sola idea de exponernos de este modo. No teníamos un plan, no confiábamos en nadie, incluso la palabra de Aston era de poco valor.

No tenía nada contra él, simplemente, no me daba vibra, ni buena ni mala, y...bueno, no estaba segura sobre eso tampoco. Daba la impresión de ser un poco pendejo, pero nada más, y no hay ningún crimen por ello. Sin embargo, estaba aquí cuando no teníamos ninguna otra opción. Sabía que podíamos estar yendo directo a una emboscada, pero caería en ella de ser la esperanza de que me llevara a Sisi.

Y, tal vez, si salía como lo había estipulado Sebastian, una vez que tuviéramos la caja, podríamos destruirla de una vez por todas. Arrojarla al mar, prenderle fuego, no sé, lo que sea para que no pudiera hacer daño a nadie más. Era un plan casi demasiado fácil. Por eso no le tenía demasiada fe.

Con la ansiedad y el miedo a flor de piel, no lo soporté más y salí del coche. En la oscuridad de la madrugada nadie vio cómo mi coche se adentraba en el parque, desapareciendo dentro de la espesura del bosque.

Y ahora, una hora más tarde me encontraba en medio del claro junto al refugio de la iglesia, que ahora mismo era un recordatorio de lo desolado que era. Pasado el tiempo estipulado me dio la orden de irme, no respondí a eso porque simplemente no podía y no lo haría.

Cerré la puerta sin hacer ruido, y presté atención a cada sonido, pero estaba tan silencioso como una tumba. No había nada, ni animales, ni vida salvaje, insectos a la vista. Nada. Parecía la quietud antes de la tormenta.

Apreté mi mano en la daga y de repente escuché pasos veloces desde el camino de entrada al claro, como si alguien corriera hacia donde me encontraban. Me puse en guardia. La esperanza de que fueran ellos y el terror ante la posibilidad de haber sido detectada, azotó mi corazón.

Abruptamente alguien salió expulsado de la muralla de arbustos y árboles por donde el coche se había abierto paso. Caminaba de espaldas mirando hacia el bosque. Cabello oscuro, jeans negros y camisa blanca. Aston. Sólo Aston.

Acercándome le pregunté: -¿Dónde está Sebastian?- se volteó ante el sonido de mi voz, y corrió hasta donde me encontraba. Su rostro estaba colorado, resoplando, intentando recuperar el aire. -¿Dónde está?- sus traslúcidos ojos celestes miraron a los míos, y sentí que había algo mal. Parecía consternado. Recomponiéndose, me sujetó de los hombros, y mi piel saltó como si le hubieran dado una patada eléctrica dolorosa.- ¡Mierda, Aston! ¡Respóndeme!- le grité abriéndome de sus manos.

-Van...-dijo, y en ese instante los arbustos detrás suyo se sacudieron. Mi mirada se deslizó más allá de él, y Sebastian corrió atravesando el verde mural. Mi corazón volvió a palpitar.

-Sebastian...-susurré, y levantó la vista a mí. Me dio una de sus sonrisas torcidas, y corrí a él como si hubieran pasado años desde la última vez que nos habíamos visto.

Me lancé a sus brazos, y se quejó cuando mi cuerpo chocó contra el suyo. Me abrazó y lo apreté más fuerte. No me importaba que lo estuviera asfixiando o que pareciera una necesitada obsesiva, me alegraba que estuviera bien, me importaba y se lo demostraba.

-Bebé, estoy bien.-

-Pensé...Pensé...-

-Shh...Estoy aquí.-acarició mi cabello. Alcé la mirada empapándome de sus dulces ojos. -Ahora, vámonos, ya tengo todo.-

Regresamos al auto y nos pusimos en marcha hacia lo que yo creía que era nuestro propio infierno personal.


Cuarenta minutos más tarde, nos encontrábamos en un acampado junto a un hangar donde aparentemente Aston había logrado hacer que nos reservaran uno de los aviones privados de lo que él llamaba "solidaridad en la lucha", a lo que yo llamaba "misterismo preocupante".

Sin embargo, ahora teníamos un transporte con salida de inmediato, sólo teníamos que esperar por los papeles del pasaporte falso para Sebastian. Según Aston podía obtenerlo rápidamente pero sólo tenía duración de doce horas, lo cual iba al dedo porque no pensábamos quedarnos de vacaciones. Por lo que después de tomarle una foto rápida a Sebastian, o mejor dicho, al rostro que usaba, estábamos parados junto al avión mientras Aston terminaba de pulir los detalles.

Apareciendo por la esquina de la trompa del gigantesco avión, se acercó a paso rápido y dijo: -Muy bien, lo tendrá en una hora, a lo sumo. Tendremos que esperar.-

Suspiré. Tendremos que esperar. Aunque no era tarea fácil.

Me moví inquieta por el lugar. La brisa se filtraba a través de la tela de mi remera, poniéndome la piel de gallina. Me quedé admirando el cielo nocturno desde el umbral de la pared del hangar. No había estrellas, sólo la redonda luna plateada con un brillo tan intenso que bañaba la gris pista de aterrizaje en blanco.

Sus brazos cálidos me rodearon acunándome contra su pecho. Me amoldé a su cuerpo acariciando sus manos sobre mi vientre. Dejando un beso en mi mejilla, dijo:- ¿Un beso por tus pensamientos?-

Me sonreí.

-¿Qué tal dos?-

-En ese caso, cientos, todos los que quieras.- su labios rozaron mi mejilla al hablar.- Dime qué te preocupa, además de lo obvio, el fin del mundo, el demonio, nuestra muy posible, aunque espero que no, inminente muerte y el fin de la raza humana.-dijo, y me sacó otra sonrisa.

-No sé...-

-Yo creo que sí. -

Suspiré. -Desearía que todo se terminara, que ya tuviéramos la caja. La destruyéramos y continuáramos nuestro destino en cualquier otro lugar.-

-¿Dónde te gustaría ir?-preguntó, y su aliento cosquilló contra mi piel.

Descansando mi cabeza en su hombro, dije: -Cualquier lado lejos de aquí.-

-Un lugar cálido con arena y mar.-

-Sí, me gustaría. Sentir la arena entre los dedos de mis pies, el relajante suave arrullar del mar.- soñé despierta. Tomé una profunda respiración. Me gustaba esa idea, me recordaba a él, cálido y acogedor.

- Sentirte contra la suave arena caliente.-su voz baja y rasposa me hizo estremecer de anticipación. Acuné con mi mano su mejilla, rozando mi mentón en su piel.

- y comer mucho helado de chocolate.-

-...sobre ti.-agregó, y la imagen de su boca lamiendo cada tramo de mi cuerpo cubierto de chocolate, aceleró mi corazón.-Te lo estás imaginando, ¿verdad?-me sonrojé, y se rió. -Eres una chica sucia, ¿lo sabías?-

-No es mi culpa que metas todas esas ideas en mi pobre inocente, virginal cabeza.-

-¿Virginal? No, bebé. ¿Inocente? Siempre.- dejó un beso detrás de mi oreja.

-Haces trampa.-dije frotándome contra su mejilla, acercándome a sus labios.

-¿Yo? Cuando tú tienes un cuerpo y alma que deseo. ¿Cómo puedo controlarme? Aunque siempre ha sido así.-dijo, y me volteé en sus brazos.

Sus ojos bajaron a los míos, atrapando mi mirada.

-¿A qué te refieres?-

-Tal vez no lo recuerdas. Tú siempre tenías las de ganar, siempre buscabas los argumentos más graciosos para hacerme convencer de que estabas en lo correcto.-

-¿Qué? ¿Cuándo?- pregunté, no recordaba nada de eso.

-Mnn...-frunció el entrecejo pensativo. Su pulgar se movía trazando lentos círculos en mi espalda baja.- Creo que tenías cuatro y yo siete, no recuerdo exactamente, pero sí recuerdo a una pequeña astuta queriendo sacar provecho de mí.-

-¿Yo? Jamás.- dije, y su risa sedosa y peligrosa me hizo estremecer de placer.- Espera, ¿lo recuerdas?-

-Algo, cada vez recuerdo un poco más. ¿Te acuerdas cuando estábamos en Ushuaia en la cabina polaroid?-

-Sí...-

-Eso trajo un recuerdo de nosotros dos frente un espejo riendo y haciendo exactamente lo mismo.-dijo, y lágrimas de felicidad nublaron mi visión.

-Lo recuerdo también. Tú tenías unos hermosos rizos rubios cortos hasta el mentón y estábamos divirtiéndonos delante de un inmenso espejo de marco dorado. Fue hermoso. Desearía que esos tiempos hubieran continuado.-

-Yo también...pero podremos tener nuevos recuerdos por delante.-

-Me gustaría.- De repente, ambos hablábamos en voz baja, en nuestro propio mundo. Rodeé su cuello con mis brazos. -Te quiero en todos mis recuerdos. Quiero peleas y discusiones, meteduras de pata, corregir los errores del otro, quiero esto, te quiero a ti. Te quiero en cada paso de mi vida.- un brillo de excitación iluminó en sus ojos.

-No puedo esperar.-susurró, y me besó con todas las "L" puestas. Largo y lento.

Enredé mis dedos en su cabello sintiendo su lengua moviéndose con la mía, acariciándose, amándose como nosotros lo hacíamos. Sintiendo nuestros labios fundirse en un apasionado beso, mi corazón se agrandó cuatro tallas más de lo que ya lo había hecho, todo con su amor.

Con un último beso se separó chupando mi labio inferior.- Mnnn...¿y puedo tener esto siempre para el desayuno?-

-Todos y cada uno de los días.-

-¿Promesa?-

-Promesa.-susurré poniéndome de puntitas dándole un pequeño beso en los labios, y me dio una sonrisa matadora.

-Es hora.-gritó la voz gruesa e impaciente de Aston trayéndonos de regreso del espacio.

Sebastian exhaló y apoyó su frente sobre la mía, penetrándome con esos ojos terracota:-Te amo.- cuando no hubo respuesta de mi parte se apartó sin dejar de mirar dentro de mis ojos.

-No lo diré. No es nuestro fin. Te lo diré cuando todo termine, y estemos teniendo nuestro momento, solos, pero no ahora.-

-Sabes, yo no suplico...pero por ti, lo haría de rodillas.-dijo, y sólo él sabía qué botón tocar.

-Eres malo, muy malo...-dije, y sus labios lentamente se estiraron en una gigante y brillante sonrisa.- pero te amo así.- se inclinó a mis labios manteniéndose lo suficientemente cerca para que nuestras pieles casi se rozaran.

-Bien.-susurró, y me dio un beso que hizo añicos mis sesos. Sin aliento nos separamos, y apretándome contra su cuerpo, dijo: - Vamos.-

Regresamos al hangar, y Aston estaba hablando con un sujeto. Un tipo de unos veintitantos, vestido todo de negro y rastras en todos los tonos del arcoíris saliendo del frente de su cabeza cayendo hacia atrás recordándome el aspecto de "Depredador". Su rostro tenía tantos piercings como una joyería anillos. Una larga y gruesa cobra estaba tatuada en su lado izquierdo de su rostro trepando por su mejilla y terminando cerca de su cien.

No nos dirigió una mirada, sólo le entregó un sobre marrón a Aston, y se giró en sus pies desapareciendo por la puerta lateral detrás del avión. Aston se volteó y sonriente se nos acercó.

Mi mirada se posó en las lastimaduras en sus nudillos. No recordaba habérsela visto antes. Parecía como si le hubiera golpeado a algo.

Abrió el sobre y le entregó una libreta azul a Sebastian.- Recuerda, sólo medio día.-le dijo.

-Entendido.-le contestó tomándolo.

-Muy bien, estamos listos para partir, por lo que...hagámoslo.- dijo, y anudó el paso hacia la escalera del avión. El estómago se me encogió.

Tomé una profunda inhalación, y sentí el brazo de Sebastian dándome un suave apretón en las costillas. Le miré, y me sonreía tranquilizadoramente. Traté de devolverle la sonrisa, pero era claro como el agua que estaba aterrorizada. No sólo íbamos a ser engullidos por la niebla, sino que íbamos a ir hasta allí en avión, de nuevo.

A paso lento subí las escaleras con Sebastian detrás.


Una joven azafata nos recibió con una sonrisa, y nos movimos a los asientos. El lugar era espacioso. Si ir en primera clase era todo un lujo esto era desorbitantemente ostentoso. Había dos filas emparejados de asientos con sólo seis sillones individuales bien mullidos y cómodos.

Aston ya se había acomodado en el fondo. Cuando sus ojos se posaron en mí, me dio una sonrisa de lado y no sé por qué tuve una mala sensación. Aparté la mirada y me dirigí al segundo asiento de la derecha lejos de él.

Sebastian dejó el bolso con las dagas junto al asiento, y se sentó a mi lado. Cuando la turbulencia terminó, nos abrimos los cinturones y me levantó sobre su regazo.

-¿Mejor?-preguntó mientras su mano hacía suaves caricias en mis caderas.

-Mucho. -dije, y enterró su rostro en mi cuello. -¿Tú no lo sientes?-

-Te siento a ti.-dijo dejando un ligero beso en mi cuello.

-No... No sientes que hay algo...¿raro?-pregunté, y se apartó buscando mi mirada.

-¿A qué te refieres?-

-No lo sé, tengo esta sensación de...incertidumbre, de que algo no está bien.-

-Mnnn...bueno, es normal, considerando todo lo que hemos pasado, siempre vamos a pensar que hay algo malo esperándonos, ¿pero no puede ser que lo confundas con tu miedo a volar?-

-Sí, puede ser, pero...no sé, es como cuando te sale todo bien, es normal pensar que hay algo tramposo detrás.-

-No lo voy a negar, también me da mala espina la facilidad en cómo se dieron las cosas, pero una cosa es segura, lo que sea que suceda, tú estarás a salvo, me las arreglaré para que estés bien, no dejaré que nada te pase.- mi entrecejo se arrugó. Ahora iba de nuevo, todo heroico, sin pensar en sí mismo.

-¿y, a ti? No importa lo que te pase, ¿verdad?-

-Sabes a lo que me refiero.-

-Exacto, porque lo sé, me haces enojar tanto. Jamás piensas en ti, sólo en rescatar al mundo.-

-Tú eres mi mundo.-susurró, y eso me entristeció, porque no importaba qué le dijera no sería suficiente para demostrarle su valor, estaba en una dura lucha interna con todos sus demonios que, lamentablemente, iban tomados de mi mano.

-No te tienes en cuenta. Es como si no existieras para ti mismo.- apartó la mirada, y acuné su mejilla haciendo que me mirara. Sus ojos tristes y desolados miraron a los míos. -Te amo tanto que si algo te llegara a suceder porque intentaras salvarme, me rompería en mil pedazos. Necesito tener la confianza en que no harás nada estúpido por salvarme, necesito que confíes en ti, en mí, en nosotros. Tienes que darte cuenta de lo valioso e importante que eres para mí. - su boca se abrió intentando decir algo, pero posé un dedo en sus labios, tenía que decírselo.- No digo que no tengas tu venganza, eso es tu decisión seguir adelante o no, sólo no quiero que llegues a un momento en que esto sea un para siempre dentro de tu corazón. Hay demasiadas cosas buenas y placenteras como para dejarnos arrastrar por el miedo, dolor y el pasado. Sea cual sea el camino, no va a cambiar te veo, cómo te amo. Estaré a tu lado no importa qué. Te quiero a ti, todo de ti. Lo bueno y lo malo. Sólo...no quiero que sea un cáncer que te consuma. Podemos ser mucho mejor que eso.-

Me dio una sonrisa dulce.

-Lo sé, bebé, lo sé, y te amo por eso, eres la única que entiende. Es difícil, y tienes razón, pero no podemos con el mundo cayendo a nuestros pies.-dijo jugando con los dedos de mi mano en la suya.

-Cierto, pero eso está más allá de nuestro control, demasiado estamos haciendo, sacrificando, pero eso no va a definir quienes queremos ser. Podemos intentar ser quién añoramos y a la vez dar pelea. Podemos ser ambas.- su mirada se volvió brillosa, y la esquina de su boca se inclinó hacia arriba en una sonrisa astuta.

-¿Es posible que seas aún más increíblemente bella y sabia?-dijo llevándose mi mano a los labios, dejando impreso un beso.

-Es una habilidad con que se nace, cariño.-ronroneé, y me dio una deslumbrante sonrisa.- Por favor...-supliqué.

-Lo sé, lo sé...No me arriesgaré, no quiero perderme de una vida contigo.- A no poder sentir más felicidad, lo besé con pasión. No me importaba que los demás nos vieran, no me importaba que nos juzgaran. Sólo me importaba mostrarle cómo me sentía.

Me quedé en su regazo abrazada a él mientras esperábamos llegar. Aston se puso de pie, y rondó al baño.

Una voz masculina habló a través del megáfono:- Lamento informarles que por una urgencia de último momento el destino ha sido desviado a Inglaterra con aterrizaje inminente en Londres. Disculpen las molestias.-

Ambos nos erguimos alertados.-¿Qué?-dije, y me deslicé a mi butaca. Aston salió atolondradamente del baño, y caminó a nosotros.

-¿Qué está sucediendo?-le preguntó Sebastian.

-No tengo idea, es imposible que suceda esto. No pueden cambiar rutas así como así.-dijo.

-Pero lo hicieron. Alguien ha manipulado el avión. ¿No sabes?- le atacó.

-No.- se defendió Aston.

-¿Es posible?-pregunté aturdida.

-¿Por qué no?-respondió Aston, y ahí estaba el presentimiento burlándose en mi cara.

-Ciertamente conveniente, ¿no crees?-le espetó Sebastian.

-¿De qué me estás acusando?-

-Tienes dos neuronas, resuélvelo.-contestó Sebastian, acercándose amenazadoramente.

-No tengo idea, estoy igual de atónito que tú.-le espetó de regreso, acercándose también, haciéndole frente.

-Oigan, no, basta.-dije poniéndome en medio de ellos, mirando el rostro enfadado de Sebastian. Sus feroces ojos no se apartaron de Aston.- Ya no importa. Lo que importa es qué hacemos.- Aunque sabía la respuesta.

-Esperar.- dijo con voz cortante y gruesa.

El resto de las últimas horas pasaron más rápidas de lo que me gustaría. Supongo que estar al borde de la hoguera aceleraba hasta las agujas del reloj. Estaba tan inquieta que temía tumbar el avión. La mano de Sebastian continuaba haciendo círculos distraídamente en mi muslo intentando calmarme, pero creo que era más para tranquilizarse él.

El avión aterrizó y los tres nos pusimos de pie de inmediato.

-Estamos acorralados.- dijo Aston acercándose. Sebastian se movió hacia la ventanilla del otro lado del avión mirando afuera.

Rápidamente le seguí y choqué con el hombro de Aston. Giramos y sus manos me tomaron de las caderas dándome equilibrio. Estábamos demasiado cerca. El celeste frío de sus ojos apuntaba a mí, y no me gustaba. Se sonrió, y retrocedí alejándome.

-¿Está todo bien?-preguntó la voz seria de Sebastian a mi espalda y me apoyé contra su pecho. Su brazo se curvó alrededor de mi cintura apretándome contra su cuerpo, y me sentí a salvo.

-Sí...sí.- me apresuré a decir y me giré. Su mirada aniquilante estaba en Aston.

-¿Estás bien?- me susurró Sebastian, agachando ligeramente su mentón.

-Sí. ¿Han venido por nosotros?- pregunté, pero su mirada seguía fija en Aston, quien sin verse afectado por Sebastian contestó en su lugar: - Sí. - y se movió alrededor nuestro.

-¿Qué hacemos?-mi voz salió desesperada y temerosa. Despegando sus ojos de Aston se frotó la frente, pensativo.

-¿Podremos bajar por otro lado?-sugirió Aston, sin dejar de moverse por el corredor.

-¿Por dónde? ¿La ventanilla de la cabina del piloto? No. Sólo hay una entrada y salida por un sólo lugar.- le contestó Sebastian.

-¿Entonces?-dijo Aston.

Sus ojos castaños regresaron a mí, y supe. No sería agradable, pero de nuevo estábamos acorralados y la única manera de salir era peleando. Asentí.

-¡Están locos!-exclamó Aston.

-Señores, hay que descender.-dijo con calma la azafata.

-¿Se te ocurre otra manera?-le espetó Sebastian, ignorándola. El silencio contestó por Aston. Sebastian encontró mi mirada, y dijo:- Si encuentras una posibilidad, vete, huye.- negué con la cabeza, y tomó mi rostro entre sus manos. - Hazlo, siempre te encontraré.- me dio un beso rápido en los labios, y con mi mano en la suya comenzamos el descenso.

Una larga limusina negra con vidrios polarizados y al menos media docena de sujetos en traje como los "hombres de negro" esperaban por nosotros. Una vez pisamos suelo, a paso lento se nos acercaron.

Sebastian jaló de mi mano corriendo tan rápido como podíamos, rodeando la cola del avión en dirección al campo detrás. Estábamos en medio de la nada, sólo hectáreas y hectáreas de pista de aterrizaje.

Una pequeña película de nieve caía helándonos hasta los huesos. La niebla espesa y gris oscura estaba sobre nuestras cabezas como un mal augurio. Las fuertes pisadas de los sujetos resonaban muy de cerca.

De la nada, aparecieron tres sujetos de negro frente nuestro y nos detuvimos de golpe. Sebastian y Aston me rodearon escudándome. Formaron un círculo alrededor nuestro dejándonos sin escapatoria. Se arrojaron sobre nosotros, y la pelea empezó.

No daban abasto combatiendo con seis sujetos a la vez. Miré alrededor buscando algo o alguien. Mis ojos se posaron en los bloques que usan de tope de freno en las ruedas de los aviones, y me escurrí de en medio de los chicos. Uno de los sujetos que peleaba con Sebastian me vio y estiró su brazo para alcanzarme. Le esquivé, y corrí hacia la gigante rueda.

Tomé uno de los triangulares, y sentí unas manos sujetarme de los hombros con fuerza. Con velocidad me volteé, tomando impulso con el pesado bloque y lo impacté en su cabeza. Retrocedió, y volví a golpearle. Cayó al suelo cubriéndose la nariz ensangrentada.

Miré hacia los muchachos, y los vi rodeados. Aston había logrado hacerse con un bastón de policía que usan para reprimir y golpeaba a los sujetos manteniéndolos al margen. Mi mirada buscó a Sebastian. Había logrado tumbar a uno de los monos pero aún daba pelea con otros dos.

Corrí, y golpeé a uno de los sujetos musculosos como un gorila, en la parte trasera de su cabeza tomándolo desprevenido. Se volteó, y volví a arremeterle. Retrocedió aturdido, y miré a Sebastian propinarle un puñetazo en el mentón. Giró en círculo, y se desplomó junto a los otros dos vencidos en el suelo.

Tomó de mi muñeca, y estábamos a punto de correr cuando sentí algo duro, frío y muy afilado en mi garganta. Los ojos de Sebastian se abrieron gigantes, asustado, y todos nos paralizamos.

-Ahora, todos sueltan sus armas y se quedan quietos, ¿entendido? Tú también, linda.-dijo la voz gruesa del sujeto a mi oído. Me quedé mirando a Sebastian, quien con un leve movimiento asintió, y lo dejé caer. -Eso es. ¿Caballeros?- Sebastian lentamente soltó mi muñeca, y de lejos escuché el palo de madera de Aston golpear el suelo con un resonante estruendo.- Ahora, todos entraremos pacíficamente dentro del auto.- despacio Sebastian caminó frente nuestro y el sujeto le espetó: -Manos arriba, chico.-

Sebastian obedeció, y conmigo apresada caminamos lento de al coche.

Nos detuvimos frente a la puerta polarizada trasera. El sujeto se inclinó por mi derecha abriéndola. De imprevisto, la mano de Sebastian apareció cerrándose alrededor de la cuchilla en mi cuello. Lo miré pasmada y asombrada.

Su sangre cayó por mi cuello. Su rostro estaba arrugado en enfado. Le di un pisotón con fuerza al sujeto haciéndole soltar un quejido de dolor. Sebastian jaló del brazo del sujeto, y más sangre saltó en el aire ensuciando el capo del coche. Le dio una trompada al sujeto, quien trastabilló aterrizando en el suelo. Tomó mi mano, y corrimos hacia el hangar. Uno de los sujetos corrió frente nuestro y le dio un puñetazo en el rostro a Sebastian.

Unos brazos me rodearon desde atrás con fuerza y taparon mi boca con un paño con un fuerte aroma que reconocí. Cloroformo.

Forcejeé desesperada, y cada respiración que daba llenaba más y más mi sistema con la droga. La visión comenzó a volverse doble y borrosa. Sebastian continuaba peleando pero en un segundo lo habían rodeado otros tres sujetos más.

Comencé a desvanecerme. Mi cabeza se desplomó hacia atrás contra el hombro del sujeto mientras veía a Sebastian recibir una horrible paliza.

Cayó al suelo, y lágrimas corrieron por mi mejilla viendo impotente y quieta, los zapatos de charol de los sujetos propinarle patadas con una violencia brutal en sus costillas. Pestañé lento pero ya todo era un borrón indistinguible. Mi mente estaba anulada y mis párpados pesados. Me arrojaron dentro del coche, y un segundo después todo fue absorbido por la oscuridad.


Continue Reading

You'll Also Like

312 56 12
¿Qué hacer cuando tu amor de la infancia regresa? ¿Qué pensar cuando no sabes qué hacer? Quizás fue el destino o la casualidad, pero sus caminos siem...
1.7K 283 11
"Tania y yo no queremos dejar de ser novios, queremos seguir juntos y ambos sabemos que tenemos necesidades fisiológicas que necesitamos satisfacer...
74.2K 3.3K 53
[T E R M I N A D A] E N E D I C I Ó N Tn Denbrough, nueva en Derry y con un gran sentimiento de culpa por haber sobrevivido al accidente que se llev...
36.9K 4K 17
Los hermanos Yoongi y Jimin eran populares entre los omegas y alfas, cada uno atraía a sus opuestos. Por esta razón Yoongi siempre dejaba su olor imp...