The Exchange (ALBALIA)

By santocacahuete

126K 5.9K 185

Esta novela no es mía... pero es muy buena. Tratare de adaptarla lo mejor posible. More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Capitulo 60
Capitulo 61
Capitulo 62
Capitulo 63
Capitulo 64
Capitulo 65
Capitulo 66
Capitulo 67
Capitulo 68
Capitulo 69
Capitulo 70
Capitulo 71
Capitulo 72
Capitulo 73
Capitulo 74
Capitulo 75
Capitulo 76
Capitulo 77
Capitulo 78
Capitulo 79
Capitulo 80
Capitulo 81
Capitulo 82
Capitulo 83
Capitulo 84
Capitulo 85
Capitulo 86
Capitulo 87
Capitulo 88
Capitulo 89
Capitulo 90
Capitulo 91
Nota importante
Nueva Adaptación

Capitulo 50

1.5K 59 1
By santocacahuete

*POV Alba

Mierda

Fue lo primero que pensé al escuchar el teléfono en la mañana, toqué la mesita de noche que había al lado de la cama buscando mi celular. No tuve éxito. Agradecí que al abrir los ojos lo encontré, a mi lado Natalia se quejaba de alguna cosa y frotaba sus ojos, en el frustrado intento de mantenerse despierta.

-Hola? -me acosté otra vez, mientras bostezaba.

-Buen día luz del día. -cantó María, animada.

-Hm... -no pude decir nada más, además de eso mi voz salía terrible cuando lo intentaba, me pregunto cómo ella puede tener toda esa energía.

-Muy bien, ¿lista para contarme que diablos pasó ayer con la americana?

-No. -respondí con mi voz rasposa -Llámame en diez minutos.

-Ok.

Con mucha pereza me senté en la cama, bajé la cabeza y esperé que la tortura de no querer levantarme pasara, aun así, cuando me levanté terminé tambaleándome, volviendo a sentarme. Me quedé un pequeño tiempo de pie, hasta obligarme a ir al baño. Cuando salí mi celular ya vibraba en mi mano.

-Se acabaron los diez minutos. -anunció María. Rodé los ojos, maldita hora en la que le dieron un reloj.

Le conté por encima lo que pasó, lo que Natalia vio y su reacción.

-Ah... fue eso? -comentó, claramente decepcionada -Creí que habían discutido, o no sé.

-Curiosa.

-¿Y cuáles son los planes para hoy?

-No tengo ni la menor idea. -suspiré, acostándome en el sofá de la sala, en donde ya estaba sentada hace tiempo.

Nos quedamos hablando un poco más y luego cortamos, Natalia apareció en la sala. Corrí hasta ella y me lancé en sus brazos, riendo, ella me sujetó fuerte contra su cuerpo, impidiendo una probable caída.

-Buen día, fea. -jugó, mientras dejaba escapar una de sus lindas sonrisas -¿Con quién hablabas?

-Adivina. Solo tienes una oportunidad. -me alejé un poco de ella -Empieza con M.

-Difícil. -fingió pensar, después se echó a reír -¿Qué quería la niña?

-Estaba preocupada por ti, pero no le digas que te dije eso. -sonreí.

-Tienes razón, salimos como dos fugitivas de una fiesta. Te debo una invitación a una discoteca.

-Imagínate, me divertí anoche. -afirmé -Y me gusta cuidarte, me siento útil.

-Entonces... -ella limpió su garganta -...creo que no me siento muy bien. -hizo un gesto completamente falso.

-Que pésima actriz eres. -comenté riendo.

-Ah, lo soy? -me rodeó con sus brazos, mientras reía, yo solté un grito por la sorpresa.

-Si, no sabes fingir. -seguí molestando, Natalia bajó los brazos rápidamente, dándome la impresión de que me iba a dejar caer, me sujeté de su cuello -Loca.

-¿Quién no sabe fingir? -me provocó, dejándome en el suelo -¿Creíste que de verdad te iba a dejar caer? -ignoré la primera pregunta, respondiendo la segunda.

-No sé. -me encogí de hombros.

-Todas las veces que te caigas, yo estaré abajo para sujetarte. -llevó mi cabello detrás de mi oreja, mientras me veía con ternura.

-Linda. -envolví mis brazos en su cuello, sellando sus labios -Anoche en la discoteca habían varios hombres y mujeres insinuándote.

-¿En serio? -arqueó una ceja.

-¿Me juras que no te diste cuenta? -me crucé de brazos, haciendo una careta.

-No. -respondió, convencida -Solo tengo ojos para una chica. -no dejé escapar una sonrisa -Y ella está muy al frente mío. -dio un beso en mi nariz.

Nos quedamos un tiempo más la una con la otra, hasta que decidimos salir a desayunar.

-Mmm, siente el olor a pan fresco. -comenté con Natalia, cuando entramos en la cafetería.

-Siento el olor del café. -frunció la nariz, riendo.

Nos sentamos en una de las mesas y tomé el menú, Natalia hizo lo mismo, pero más por costumbre que por otra cosa.

-Rayos... -murmuró -... no entiendo ni una palabra de lo que está escrito aquí. -uso el menú de cabeza, haciéndome reír.

-¿Nada? -pregunté, refiriéndome a su nuevo método para intentar leer.

-Nada. Ni así. -se lamentó, soltándolo -Te cambio una salida por todo un día recibiendo clases de español.

-Wow, ¿un día entero sin parecer una turista en mi propia ciudad? -ella asintió -Es una propuesta muy tentadora, lo pensaré. -sonreí.

Mientras yo pedía Natalia jugaba con su celular, cuando terminé ella levantó la mirada, viéndome.

-¿Cuál es el número de María?

-¿Su celular? -ella asintió -¿Para qué?

-Deja la curiosidad. -me sacó la lengua, hice una careta y le pasé el número -Listo, anotado. -guardó el celular en su bolsillo, satisfecha.

Cuando llegaron las cosas que pedí, Natalia frunció el rostro para algunas cosas que no conocía.

-Experimenta. -incentivé, ella lo hizo y le gustó tanto que terminó pidiendo un poco para comer en el camino. Lo que me hizo reír.

-En serio, esto sabe muy bien. -comentó, mientras caminábamos -¿Cómo es que nadie lo vende en Miami?

-Hay cosas que solamente existen en España. -me encogí de hombros.

-Como tú. -sonrió, viéndome y acercándome más a ella. Nos fuimos abrazadas hasta casa.

-Iré a dar un susto a la ducha. -anuncié, haciéndola reír.

-¿No quieres compañía? -jugó, sentándose en el sofá.

-No, te lo voy a poner como castigo. -respondí, caminando hasta el baño.

Fui rápida, no quería perderme ni un solo segundo al lado de Natalia, cuando entré en la habitación, pasando la toalla en mi cabello mojado, ella terminaba una llamada.

-¿Quién era? -pregunté curiosa, sentándome en una esquina de la cama.

-Nadie en especial. -evadió -Ven aquí. -golpeó el colchón entre sus piernas, gateé hasta allá, ella envolvió sus brazos en torno a mi cuerpo y rozó su nariz por mi cuello -Hueles bien... -comentó, posando un delicado beso en el lugar.

-Lo sé. -me recosté en ella, ignorando los escalofríos -¿Con quién hablabas?

-Ya te dije mi amor, no era nadie. -sonrió.

-Es claro que era alguien. -respondí -¿De Miami?

-Deja eso. -evadió nuevamente, suspiré pesadamente -Curiosita. -besó mi mejilla.

Terminamos pasando el resto de la tarde ahí, tiradas, sin hacer nada especial, pero al mismo tiempo era el plan perfecto.

-Niñas... -mi madre entró en la habitación, haciéndonos reír -...¿Vamos de shopping?

Vi a Natalia, quien aceptó la invitación de buen agrado.

-Ah, ¿así es? Conmigo es todo un drama para ir, pero con mi madre no. -fingí estar enojada.

-Amor, son mis primeros suegros. -respondió -Necesito ganármelos, no? -comencé a reírme, dejando un leve beso en sus labios.

Nos alistamos y nos fuimos al centro comercial con mis padres, cuando llegamos ellos se fueron a un lado y nosotras a otro, quedando de encontrarnos en el lugar de las comidas en una hora. Entrelacé mis dedos con los de ella, mientras paseábamos por el lugar.

-Mira, eso es absurdo! -exclamé, viendo el precio de un simple par de pendientes -Solo alguien lo suficientemente loco pagaría tanto por esta cosa.

Salí de la tienda aun sin poder creer el precio de aquel pequeño material.

-Si te digo que yo pagué mucho más por algo que solamente arruinó mi vida, ¿qué me responderías? -mandó la pregunta, como si estuviese hablando del tiempo.

-Que eso ahora ya no importa más.

-Es por eso que te amo. -pasó su brazo en torno a mi cintura, besando lo alto de mi cabeza -Hey, ¿qué opinas de este anillo? -se quedó frente a una vitrina.

-Es bonito. -sonreí.

-¿Lo usarías?

-Depende.

-¿De qué?

-De quien me lo dé. -le guiñé, tomándola para continuar el paseo.

La noche fue agradable, sin embargo no nos tardamos mucho allá. Pronto estábamos en casa. Y mi madre no perdonó, puso un colchón en su habitación para que yo durmiera ahí, dejando a Natalia sola en la mía.

A la mañana siguiente, cuando desperté, ella no estaba en casa.

-Mami, ¿dónde fue Nat? -pregunté, bajando corriendo las escaleras.

-Hm, no sé ángel. -siguió con la mirada en la masa que movía, mientras yo entraba en la cocina -Avisó que iría a hacer algunas cosas y salió.

Regresé a la sala y me senté en el sofá. Después de lo que pasó en la discoteca es inevitable pensar no pensar en lo peor. Pero, en el momento en el que iba a comenzar a desesperarme, tocaron el timbre.

-Buen día dormilona. -entró Natalia sonriendo, pero luego su sonrisa se fue borrando al verme seria -¿Qué?

-¿Cómo que qué? -dije sin poder creerlo, cerrando la puerta -Te vas así no más y ni siquiera dejas un recado.

-Disculpa amor, no quise levantarte.

-Natalia, ¿dónde estabas? -la seguí por la casa.

-Fui a comprar un poco más de esto. -me mostró una bolsita de la cafetería a la que fuimos ayer -Esto es vicioso, sabías? -suspiré, un poco aliviada, ella lo notó -Y ahora, ¿en dónde está mí beso de buenos días?

-No sé si lo mereces. -me crucé de brazos.

-Ven aquí, peleadora. -me tomó, envolviendo sus brazos en torno a mí cuerpo y capturando mis labios, desarmándome.

Delicadamente me fue acercando más a ella, mientras introducía su lengua húmeda en mis labios, llevé mis manos a sus cabellos levemente despeinados, mientras ignoraba los altos latidos de mí corazón. Las manos de Natalia acariciaban mis espalda, espantando a la vez cualquier rastro de irritación que podía existir en mí por su fuga de la mañana. Su boca al mismo tiempo que era cariñosa se mostraba hambrienta, agrediéndome de la manera más deliciosa que puede haber. Hasta que una secuencia de pequeños besos inesperados marcaron el fin del momento.

-Cada día me dejas más loca. -murmuró, recostando su frente en la mía.

-Créeme, mí estado no es mucho mejor que el tuyo. -respondí, con la voz ronca, arrancándole una risa.

-Tengo planes para esta noche. -anunció, prácticamente cantando.

-¿Me darás un día libre de decidir qué hacer? -pregunté, sorprendida.

-Si, pero no te acostumbres, es solo por hoy. -sonrió.

-¿A dónde vamos?

-¿Has escuchado hablar de la palabra sorpresa? -hice una mueca -Tendrás que aguantarte hasta la noche.

-Mierda. -murmuré, entonces recordé algo -Natalia, ¿cómo pudiste comprar en la cafetería si ni siquiera entienden los que dices? -arqueé una ceja.

*POV Natalia

Tragué seco, ¿por qué las cosas no pueden ser perfectas? Siempre hay un agujero. Y Alba siempre lo descubre.

¿Y ahora?

-Hm, ¿ya has intentado hablar con ellos en inglés? -arqueé una ceja, para parecer convencida, ella negó -Entonces, te sorprenderás cuando lo intentes. -sonreí, aliviada por lograr escaparme -Ellos jamás pierden un cliente, así tengan que usar diccionario.

Sentí que ella no se había tragado completamente mí historia, sin embargo sabía que no me iba a contestar y por ahora eso bastaba. Recosté mí cabeza en el regazo de Alba, quien ahora estaba sentada en el sofá, luego sus pequeños dedos comenzaron a mover mí cabello, sin embargo ella se quedó extremadamente callada.

-¿Aún está dándole vuelta a lo que te dije? -pregunté, con los ojos cerrados.

-Ah...no!

-No? Segura? -abrí los ojos al momento de verla considerar la pregunta, suspiré y me senté -Dime exactamente en que estás pensando. -sujeté sus manos.

-Nada. -desvió la mirada.

-Hey... -sujeté su barbilla, delicadamente, haciéndola verme -...no hice nada que merezca todo ese esfuerzo que estás haciendo para descubrirlo. -sonreí.

-Está bien.

Sellé sus labios rápidamente, una...dos...tres...cuatro veces. Hasta conseguir una linda sonrisa.

-Para. -me empujó, riendo -Déjame tener mí momento seria. -se cruzó de brazos.

-No te dejo. -la lleve hasta mi pecho, abrazándola -Tu sonrisa es muy bonita como para que la escondas. -rocé los labios por su cuello.

-Tienes métodos muy sucios para conseguir lo que quieres. -murmuró, haciéndome reír, antes de volverse y unir sus labios a los míos.

*POV Alba

-Necesito saber a dónde vamos, Natalia. -insistí, corriendo detrás de ella por la casa -¿Cómo voy a vestirme apropiadamente si no tengo esa información?

-Alba, ponte una ropa normal. -se sentó en mí cama -No iremos a ningún lugar lujoso.

-¿Con que vas a ir tú?

-Todavía no he pensando en eso. -se tiró hacía atrás, acostándose -No paso tres horas pensando en qué ponerme.

Le hice una mueca, aunque no me haya visto.

-Muy bien. -volvió a sentarse, batiendo sus manos -Prepararé algunas cosas, ve alistándote.

-¿Ya te mandé a la mierda hoy? -grité, cuando ella estaba saliendo de la habitación, riendo.

-No. -tuvo el descaro de contestarme, antes de bajar.

Resoplé y me fui a buscar la ropa perfecta. Pero la pregunta que queda es: ¿Perfecta para qué?

Las ocho en punto, estaba lista. Y, como pude ver, Natalia también.

-¿Para qué todo esto? -pregunté, viendo el montón de baratijas que cargaba.

-Es parte de la sorpresa. -sonrió.

-¿Quieres ayuda? -ella negó -¿Vamos?

-Vamos. -caminó hasta la puerta -Eh...será que puedes...? -señaló la puerta, luego entendí y la abrí -Gracias.

Salimos un poco atravesadas.

-¿Cómo nos vamos a ir?

-La calabaza no se convirtió en carroza, princesa, nos iremos en taxi. -jugó -Pero antes. -dejó toda la basura en el suelo y sacó una venda negra.

-Tienes que estar bromeando. -dije sin poder creerlo.

-Callada. -sonrió y me la colocó -¿Cuántos dedos tengo ahora?

-¿Cuántos tú quieres tener?

-Coopera, Albi. -reclamó, impaciente.

-No veo nada. -suspiré, su mano tocó la mía y ella me guió hasta sentarme, luego todo se quedó en silencio algunos segundos, hasta que Natalia regresó.

-Listo, podemos irnos. -le avisó al conductor.

-¿Cómo el sabe a dónde ir? ¿Cómo el te entiende?

-Quieta, mi amor, ya me encargue de todo. -mi pierna temblaba, impaciente, hasta que su mano se posó sobre ella -Tranquila. -dijo con la voz calmada, digna de una adiestradora.

-No soy un cachorro, por si aun no te has dado cuenta. -si, las sorpresas me estresan, la escuché reírse.

*POV Natalia

Nos tardamos un poco en llegar al lugar y yo realmente espero que todo esto valga la pena, no quiero decepcionarla ahora. Con cuidado la ayudé a salir del carro, ya había arreglado las cuentas con el conductor, que por cierto era el tal novio de Alex. Después de dejarla afuera, saqué todas las cosas que traje.

-Listo, puedes quitarte la venda. -sonreí, ayudándola.

-Pero.. qué? -vio alrededor, con los labios levemente abiertos, mostrándose sorprendida -¿Cómo lo descubriste? -me volvió a ver.

-María. -sonreí -Ella fue de gran ayuda.

El ruido del agua de la cascada era lo único que escuchábamos, nada más.

-Ella me contó cuánto adoras este lugar. Y que siempre que lo necesitabas venías aquí.

-Si, yo... -pestañeó varias veces seguidas -...vaya. -suspiró -Desde el intercambio no vengo aquí. -sonrió- Se me había olvidado lo maravilloso que era. -caminó hasta la orilla del río, en donde se agachó y mojó su mano.

-No sé si lo que preparé para hoy le llegará a los pies a esta belleza de naturaleza. -indiqué la cascada.

-Traerme hasta aquí es la cosa más linda que han hecho por mi.-sonrió, levantándose y viniendo hasta donde yo estaba -Quiere decir que te importa.

-Es obvio que me importa. -pasé los brazos en torno a su cuerpo -Fue tú primer secreto que descubrí.

-Creo que tendré que discutir con María por habértelo contado. -jugó -Este siempre fue mi lugar favorito en la ciudad, en donde podía huir del mundo.

El viento hacía su cabello moverse, delicadamente lo llevé detrás de su oreja, ella sonrió.

-Y entonces, ¿qué fue lo que preparaste?

-Ah... ya vas a ver. -sonreí y me alejé -Es algo medio cliché, no tengo muchas ideas, pero creo que cosas así jamás pasan de moda.

Y abrí la sabana picnic, haciéndola reír.

-Sabes, siempre soñé con hacer un picnic. -me contó -Con la toalla de cuadros y todo.

-Entonces, realizaré tu sueño, mi amor. -alisté todo, con la ayuda de Alba, quien se emocionó con la idea -Pero antes de comer... -la vi, con una sonrisa picara en el rostro, luego volví a ver hacia la cascada.

-Ay no. -dio algunos pasos hacia atrás -Me tardé horas en estar lista y... -la ignoré, tomándola en mis brazos -...mi cabello, Natalia. Y están mis zapatos... -siguió -...y también mi maquillaje.

-¿Y que más? -pregunté, lista para entrar. Ella me miró a los ojos.

-Nada más. -dijo con la voz baja, sabiendo que había perdido en la pelea -Acaba con esto de una vez. -murmuró.

Me reí y entré al agua con ella, soltándola. Por unos segundos me quedé observándola, su cabello cada vez más mojado, la ropa pegada al cuerpo, la sonrisa casi infantil en el rostro, que estaba viendo hacia arriba, como caía el agua. Sin dudas ella es la chica más linda de todas.

-¿Que pasa? -preguntó, despertándome, sonreí.

-Nada, solo te estaba observando. -pasé la mano por mi cabello, ahora mojado.

-Hm... -se acercó, prendiendo sus brazos en mi cuello -...solo tú me haces tomar un baño, bajo a una cascada, a esta hora. -murmuró, rozando sus labios en los míos. Mordí su labio inferior, levantándola del suelo, mientras reía.

-¿Te vestiste así a propósito? -me referí a su blusa, la que ahora mostraba el contorno de sus senos.

-Te pregunté a dónde iríamos, no me dijiste nada. -se defendió -Opté por lo más cómodo.

 Negué con la cabeza, riendo. Nos quedamos ahí jugando un tiempo más. Alba no dejaba de jugar con el agua, parecía una niña. Jugó ahí un buen tiempo.

-Ven aquí, pequeña. -la llamé, ella corrió y se tiró en mis brazos, derrumbándome sobre el pasto en el que estaba sentada.

-Vaya, hace tanto tiempo que no me divertía así. -dijo riendo, sentí las gotas heladas que dejaba caer en su cabello sobre mi rostro.

-¿Sabías que me encanta cuando sonríes así? -la vi, llevando su cabello hacia un lado.

-¿Sabías que desde hace unos días vienes siendo el motivo por el que sonría así? -respondió, pasando su nariz por la mía, sellando mis labios.

Su cuerpo mojado se encajó completamente al mío, sus pechos se rozaban en mí, los labios dulces me llamaban. Sabía que si íbamos muy lejos era una vez o el picnic, así que me detuve.

-¿Tienes hambre?

-Tienes el don de arruinar los momentos. -murmuró, arrancándome una risa.

-Ven, no traje todo esto hasta aquí para nada. -la ayudé a ponerse de pie, para sentarnos sobre la sabana.

Ella revolvió el cesto, viendo lo que traje, hasta que se detuvo y comenzó a reírse.

-Mi amor, esto ya debe estar malo. -tomó la bolsita de la cafetería que obtuve por la mañana -¿Tanto así te gustó? -asentí.

-¿Cómo puedes estar segura de que está malo? Pruébalo.

-Si me hace daño será tu culpa. -jugó.

Ella llevó su mano dentro de la bolsita, mordí mis labios.

Es ahora.

*POV Alba

Pero...Qué!? Saqué una cajita que había dentro de la bolsa de la cafetería. Natalia me veía aprensiva, sin entender nada, la abrí. En el mismo momento me congelé, al ver el pequeño y delicado anillo que había dentro.

-No sabía muy bien cómo hacer esto... -su voz me hizo verla -...y aun más porque es la primera vez que lo hago. -sonrió, sin mucha gracia -Pero quería que fuera en un lugar especial, porque tú eres especial. -mordí mis labios, sabiendo que las lagrimas no tardarían en llegar -Aprendí a aceptarme, a vivir... -respiré profundo -...y lo más importante, aprendí a amar. Te quiero para mi, Alba. Totalmente. -tocó mi mano -Yo te quiero como nunca antes quise algo o a alguien. Tú me encantas, puedes dejarme loca con la misma intensidad con la que me calma. No importa la distancia entre tu país y el mío, no importa si hablamos diferente, nada importa cuando hay amor. -una pequeña lagrima bajó por mi mejilla -Y yo te amo, te amo como una loca. -mantuvo sus ojos fijos en los míos -Así que, ¿quieres ser mía? -quitó delicadamente la cajita de mis manos -Realmente espero que aceptes, porque no sé qué hacer sin ti.

*POV Natalia

La vi, nerviosa, Alba realmente no parecía estar ahí, sus pensamientos volaron, yo tenía miedo de que ella negara. O de que no le haya gustado. O de haber dicho algo mal. No sé, creo que fui medio paranoica.

-Yo... -la invité a seguir, ella pasó su mano por su rostro y respiró hondo -...si, quiero, Nat. -sonrió -Quiero ser tuya. Solamente suya.

Una onda de alivio recorrió mi cuerpo, me levanté, ella hizo lo mismo y luego se lanzó en mis brazos, haciéndome dejar caer la cajita del anillo, pero eso era lo de menos ahora, la levanté del suelo, en el mismo que ella colgó sus piernas alrededor de mi cuerpo y giré con ella, mientras sonreía como una idiota, por saber que ahora si, ella es mía. Sólo mía.

-Te prometo que nunca, jamás, te vas a arrepentir. -sonreí, viéndola a los ojos, ella aun seguía en mis brazos.

-Sé que no.

Di algunos pasos hacia atrás, hasta sentir el agua mojar mis pies descalzos.

-¿A dónde estas yendo? -preguntó, sujetándose aun más a mi cuerpo.

-Solo confía en mi. -pedí, dejándola delicadamente en el lago.

Me senté en la parte menos profunda y la atraje, haciéndola caer sobre mí, sonriendo, quité algunas de las mechas de cabello que estaban en su rostro, entonces contorné sus labios con mi dedo para luego unirlos a los míos. La besé sin ningún tipo de prisa, sintiendo el dulce sabor que ella tiene, confirmando que tomé la mejor decisión. Posé mi mano en su cuello, presionándola contra mi, pasé mi lengua por su boca, hasta que ella me permitiera introducirla ahí, para encontrarme contra la suya. El agua, que ahora no parece tan fría como antes, chocaba contra nuestros cuerpos, pero no le di mucha importancia a eso y creo que Alba tampoco lo hacía. Con la mano libre acaricié su espalda, sintiendo la tela fina de su blusa. Mordí su labio inferior y murmuré.

-Creo que tenemos que librarnos de esto. -quité lentamente su blusa -Pescarás un resfriado si sigues usando ropa mojada. -dije con total seriedad, ella soltó una leve risa, entendiendo a donde quería llegar.

-Estoy totalmente de acuerdo, doctora Lacunza.

Con una sonrisa maliciosa, tiré su blusa hacia atrás, así como los pantalones que usaba, haciéndolos caer sobre el pasto, me di vuelta dejando que Alba tocara el agua, puse mi mano debajo de su cabeza y la acosté delicadamente, luego recorrí mis ojos por todo su cuerpo, jadeé al notar sus pechos completamente expuestos, confirmando mis sospechas de que ella no se había puesto nada debajo.

-Me encanta verte. -suspiré, al ver su rostro levemente, colorado por causa de mi mirada lujuriosa -¿Tienes una pequeña idea de las sensaciones que recorren por mí cuando estás así? -acaricié su mejilla, delicadamente.

Sin esperar una respuesta me incliné hacia el frente rozando mi nariz en su cuello, Alba suspiró, sonreí involuntariamente, amo verla tan entregada. Dejé mi cuerpo caer sobre el de ella, sin permitirme lastimarla, obviamente. Al propio y rápidamente acosté mi cuerpo totalmente sobre el de ella, solamente para que tenga una idea de como me pongo cuando la veo.

Chupé su cuello, sabiendo que es ahí donde está su punto débil, nada más para sentir su piel responder a mi caricia. Arrastré mis labios hasta llegar a su rostro, mordí su mentón y distribuí algunos besos por sus mejillas, hasta encontrarme con sus acogedores labios, levemente abiertos, listos para recibirme, no me contuve, los capturé nuevamente, aunque no haya podido concentrarme mucho tiempo en ellos, Alba alejó un poco mi cuerpo, solamente rozando sus pechos contra los míos y, aunque yo aun esté con mi blusa, eso termina con mi autocontrol, necesito sentirlos otra vez.

Bajé mis labios, rozándolos entre sus dos perlas preciosas, desde su perfume dulce hasta el calor que emanaba su piel, todo me atrae. Todo me vuelve loca.

Mordí uno de sus pezones rosados, sintiéndola arquear su cuerpo cuando finalmente besé el lugar. Su respiración aumentó significativamente y algunos roncos gemidos se escaparon cuando jugaba con sus pechos, pasando mi dedo ligeramente por el que no estaba tomado por mis labios. Invertí el orden un tiempo después, sintiéndola sujetar mi cabello y contraer su cuerpo debajo.

Cambié el rumbo de mi boca, bajándola por el abdomen plano de Alba, ella sonrió, sintiendo cosquillas, sonreír con ella, con esa forma tan natural de niña que ella tiene. Seguí con los besos, mordiendo su muslo y la sentí sostener su respiración cuando rocé mis labios en su parte interna.

No lo tomé mucha importancia al agua que mojaba, había tomado la decisión de hacerla mía en ese lugar.

Volví hasta sus labios, mirándola a los ojos por un momento, viéndolos brillar por la expectativa, por el deseo.

-Quiero que me hagas tuya, en todos los sentidos de la palabra. -susurró, con la voz ronca.

-Tú ya eres mía. Ahora solamente quiero probarte.

Alba sonrió, con sus ojos en dirección a los míos, sus uñas arañaron levemente mi piel mientras ella subía la blusa que yo usaba, quitándola y tirándola junto a la suya, bajó sus manos por mis bazos, siguiéndolas con la mirada y subió nuevamente por mi pechos, cerré mis ojos, sintiendo su pequeña caricia. Ella me tomó del cuello, llevando mis labios al encuentro con los suyos. Después de un tiempo relativamente corto ambas estábamos desnudas. Ahora si, piel contra piel. Su pequeño cuerpo, como siempre, acomodándose en mis brazos, encajándose cuidadosamente. Tengo miedo de tocarla y terminar lastimándola, se ve tan frágil, sin embargo no me contuve, pasé mi mano apretando la parte interna de su muslo y llegando exactamente a donde quería, sintiéndola lista para recibirme, Alba mordió mi hombro, evitando un probable gemido, me distraje un momento, observándola, hasta que sentí su pequeña mano envolver también la parte interna de mi muslo y sus dedos acariciando entre mis piernas. Me faltó el aire.

-No... -respiré hondo, queriendo formar una frase que ella pudiera entender -...no tienes que hacerlo. -dije de una vez.

-Yo quiero hacerlo. Eres mía ahora, no? -asentí -Quiero conocer tu cuerpo, recorrerlo, cada parte de él... -sonrió, angelicalmente -...también quiero hacerte sentir placer.

Pensé en responder, en decirle que mi cuerpo entero vibra solamente al verla deleitarse con mis caricias, sin embargo, antes de decir algo, Alba inició una ingenua caricia en mi intimidad, haciendo un camino de mordidas y chupetones por mi abdomen, llegando hasta mis pechos y besándolos lentamente, cerré los ojos, sin poder contenerme. Mordí mis labios, con dificultad para respirar, mientras intentaba creer en el poder que ella tiene sobre mi cuerpo, sus manos seguían deslizándose, posesivas, provocativas, calientes... Un gemido involuntario cortó mi garganta cuando ella me apretó, sus labios fueron al encuentro con mi cuello, mordiéndolo, deleitándome con sus caricias. No me llevó mucho tiempo para llegar a la cima del placer. Sellé los labios de la chica increíble que, ahora, tengo orgullo de decir que es mía.

Me alejé de ella unos tres segundos para pensar si era correcto dejarla seguir y ya parecía una eternidad, mi cuerpo entero la llamaba. Aun no entiendo cómo puede dejarme de esta forma.

-¿Qué hiciste conmigo, niña? -susurré, con la voz ronca, acostándome nuevamente sobre ella en el agua.

-Nat, por favor... -pidió, con su voz desvaneciéndose -...ya basta de hacerme sufrir.

Sonreí y sumergí mis dedos en su región de placer haciendo leves movimientos, al mismo instante atrayéndola hasta mi, uniéndola a mi. Un alto gemido cortó el aire, si fue mío o de Alba, sinceramente no lo sé. Moví mis dedos lentamente dentro de ella, esperándola acostumbrarse, sus manos se prendieron en mis brazos y ella comenzó a moverse, en poco tiempo aumentamos el ritmo, sincronizadas, mientras más nos movíamos más ganas tenía de seguir. Más lo necesitaba. Más entregada. En el instante en el que su intimidad se contrajo, sentí mi cuerpo estremecerse junto al de ella, para, solamente entonces, llegar juntas a lo más cerca posible del cielo.

-Te quiero. -murmuré, en español, viéndola a los ojos, los que se agrandaron al escucharme -En todos los idiomas, ¿recuerdas?

-I love you too. -me respondió en inglés -De todas las formas.

Entonces el único sonido que escuchamos por un cierto tiempo fue el de la cascada y el de nuestros corazones.

-Que tal si nadamos un poco y luego vamos a comer. -sugerí, después de recuperar mi aliento.

-Pero... así? -se vio rápidamente. Asentí.

-No te avergüences de tu cuerpo, mi amor. -me levanté y estiré mi mano para que ella también pudiera levantarse.

-Discúlpame, es inevitable. -suspiró -Tú ya estuviste con tantas chicas antes... -mordió sus labios, la tomé para darle un abrazo, entonces susurré.

-¿Tienes idea de cuánto amo tu cuerpo? -rocé mis labios en su oreja -¿De cuánto te encuentro hermosa?

-¿En serio?

-En serio. Eres perfecta.

Finalmente ella se relajó un poco. Nadamos, jugamos en el agua como si no hubiese mañana. Cuando fuimos a comer Alba insistió en vestirse, yo solamente me puse mi short, dejándola ponerse su ropa interior y mi blusa.

-Ven... -tomé el anillo y sujeté su mano -...oficialmente, mía. -sonreí, colocándolo en su dedo.

-Ya era tuya hace mucho tiempo. -respondió, con una linda sonrisa en su rostro.

Continue Reading

You'll Also Like

432K 60.9K 42
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
116K 10.3K 31
Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejó de serlo hace mucho, después del primer golpe que recibió por su parte cuando estaba embaraza...
68.9K 6.5K 33
Ser guardaespaldas de la hija de un mafioso no fue nada fácil para Jeongyeon, su vida está puesta sobre la vida de Nayeon para protegerla cueste lo q...
125K 20.9K 47
Checo trabaja como asistente editorial en Vogue. Ama todo sobre su trabajo, menos a su jefe, Max Verstappen. Max es el peor y Checo lo odia. Pero cu...