Rapsodia entre el cielo y el...

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Llegamos al mundo sin pedirlo. No elegimos nuestro destino, porque viene escrito por manos ajenas. Mientras... More

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Entrevista a Chris
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El DJ anunció por el altoparlante, el siguiente número de la noche, para la concurrencia. De pronto apareció una bailarina apenas vestida y recorrió el escenario completo. La música acompañaba Los movimientos de su cuerpo sinuoso, mientras se frotaba contra el poste y bailando.

Tenía la atención de su audiencia, quien la observaba con ojos hambrientos. Kris desde su asiento, la miraba perplejo.

No pretendía esconder lo mucho que esa bailarina le llamaba la atención. Desde que apareció en escena, no podía alejar sus ojos de ella. Algo tenía, pero no estaba seguro de que era.

—Parece que nunca has visto tetas ¿ah? Es de esperarse, a ti tu madre no te dio pecho, te dio la espalda— y Bracco se rio de su comentario.

Kris ignoró sus palabras. En esos momentos, su atención era para las caderas que se sacudían al ritmo de la música. Bracco sacudió la cabeza y Chris rodó los ojos mostrando su fastidio hacia sus dos compañeros. En ese momento y como enviada por el cielo, Lexi regresó con las bebidas que ordenaron y no venía sola.

—¿Me extrañaron? —les preguntó juguetona y se sentó al lado de Bracco.

—No sé dónde quedó la receta, pero esto es justo lo que me mandó el doctor —Bracco subió a Lexi sobre sus piernas y ambos estallaron en risas —Veo que nos trajiste compañía. A Brittany ya la conozco, ¿quién es tu nueva amiguita?

—Ella es Cherry. Entre las dos se van a encargar de atender muy bien a tus amigos.

—Ah, esos idiotas ya quisieran ser amigos míos. No, Lexi. Sólo vienen conmigo, cosas de trabajo, tú sabes...

—Aww... Bracco, bebe, trabajas demasiado... —Lexi le acariciaba el rostro con un dedo mientras que con el otro le abría la camisa —Mejor nos vamos a otro lado a que te relajes un poco... ¿si?

—Espera, espera... Lexi, espera... No puedo dejar a estos dos solos por dos segundos, sin que hagan algo estúpido.

—Awww, Bebe, pero mira, parece que a uno de tus chicos le gusta Breezy. Cuando termine su baile, que le haga un numerito especial...—insistió Lexi frotándose descaradamente sobre Bracco —uno privadito como el que te voy a hacer...

—A mi se me va a salir mi número especial si sigues, Lexi...—Bracco se levantó bromeando con la muchacha —Oye, novato, deja de babear y anda a ver a Breezy, dile que vas de mi parte.

Kris volteó a mirarlo visiblemente avergonzado. Se negó por supuesto, pero Bracco le apuntó con el dedo.

—Esas son las mejores tetas del club, después de las de mi Lexi —añadió Bracco —Levanta el culo y ve a buscarla. Cherry, encárgate ¿quieres?

Un billete de tres cifras apareció en los dedos de Bracco y Cherry saltó de su asiento. Si la hubiera mandando a destripar a Kris, seguro lo hacía con la misma deferencia.

Kris masculló entre dientes y no tuvo más remedio que seguir a Cherry.

—Uno menos... Chris, vete por ahí y no me causes problemas. Échale un ojo, ¿quieres, encanto?—otro billete fue a dar a manos de Brittany y Bracco dio el asunto por terminado.

—Los dos ojos y lo que tú quieras, Bebé —Brittany se marchó sonriendo de regreso a sus asuntos.

Chris no esperó que Bracco continuara. Tomó la botella de la mesa y se alejó maldiciendo entre dientes.

Tenía los ojos fijos en alguien, alguien que se ocultaba tras la barra y fingía trabajar. Seguro pensaba que se le iba a escapar. Ese enano estaba mal de la cabeza, murmuró Chris avanzando a trancazos por el local.

Por andar sin fijarse, tropezó con un borracho que qse cruzó en su camino. Luego de un intercambio de palabrotas y empujones siguió de largo.

Maldijo de nuevo, porque sin lugar a dudas, ese enano aprovechó la situación para escabullirse. No estaba en la barra. El bar tender lo miró extrañado cuando le preguntó por Dominick.

Chris giró sintiendo como la ira empezaba a ganarle la partida. Una vez llegara a la puerta iba a ser muy difícil atraparlo.

Por instinto, su mano buscó el revólver en su espalda. Sacudió la cabeza dándose cuenta que era una mala idea sacar su arma y perseguirlo a balazos. Trevor le arrancaría la piel de las pelotas, si se enteraba que armó un tiroteo en el club de J.C.

Avanzó hacia la puerta y esta vez una de las amigas de Bracco intentó alcanzarlo. Pudo sentir sus uñas falsas rozar su hombro. Brittany o Cherry, o como fuera su nombre, lo llamó, pero la dejó atrás apurando el paso.

Tal y como esperaba, el enano escapó. No alcanzó a ver hacia donde. Maldijo de nuevo y regresó sobre sus pasos. ¿En qué estuvo pensando? ¿De verdad le importaba tanto verlo de nuevo?

Cruzó la puerta mirando sobre su hombro y volvió a tropezar con alguien que no se estaba fijando.

—¡Pero que caraj...!— alguien tenía tanta prisa como él, e intentaba pasar por la puerta, al mismo tiempo.

Fue un solo instante en el que se miraron a los ojos. Al reconocerlo, Chris dejó escapar una sonrisa triunfante. Fue un impulso violento el que lo envolvió. Ni siquiera se detuvo a pensarlo. Estiró el brazo aún resentido por las heridas y atrapó a Dominick, como quien se aferra a la vida.

Le fue imposible continuar. Necesitaba alejarlo de las miradas curiosas y de Cherry quien ahora se les acercaba azorada.

—Vamos a hablar a otro lado. —Y con la otra mano atrapó a la bailarina quien de pronto empezó a caminar de espaldas. 

—¿Cómo? ¿A dónde? —Preguntó confundida mientras Chris la arrastraba junto con Dominick.

—Tú dirás, un lugar donde no nos molesten.¡Habla! ¿dónde?

Todo sucedía demasiado rápido y Dominick no tuvo ni tiempo para resistirse. Un momento atrás, casi escapaba con éxito. De pronto se encontró atrapado dentro de un closet tan pequeño, que apenas si cabían dos personas apiñadas entre las escobas, traperos y cubetas de limpieza.

Cherry les sonrió orgullosa, les consiguió un lugar donde nadie los molestaría, dijo alejándose un paso. Dominick la miró todavía más confundido y Chris le cerró la puerta en la cara.

—¿Qué carajo haces aquí?

Era una buena pregunta, pensó Dominick. Porque se preguntaba lo mismo.

Cerrar la puerta no fue una buena idea, porque el olor de los limpiadores era muy fuerte. Chris tuvo que abrir para evitar asfixiarse los dos ahí dentro.

—¿Por qué estás aquí?

Ante tanta insistencia, Tendría que responder con la verdad. No era su maldito problema. Pero claro, ¿cómo decirlo con palabras? Dejó su cuaderno en casa y no tenía otro modo de comunicación.

Chris se veía inquieto. Seguro empezaría a lanzarle cosas, pensó. Estaba en problemas serios.

—S...ss...stoy....—Dominick apretó los labios sintiéndose nervioso —bbb...bbb....

—¿Dónde dejaste el cuaderno que te di? —espetó Chris y se detuvo de pronto.

Dio una mirada hacia un lado y cerró  la puerta del closet. Se quedaron en silencio y a oscuras. Dominick no sabía que era peor, si el olor a limpiador que casi no lo dejaba respirar o el espacio tan escaso entre las escobas y ellos dos. No, quizá lo peor era la oscuridad entre ambos y que si J.C abría la puerta, tendría mucho que explicarle.

Pasaron un par de minutos y por fin el peligro se disipó. Por lo menos era lo que Chris pensaba. Apenas abrió la puerta salieron ambos pugnando por aire. El ambiente viciado del club no era la mejor opción para quien casi se asfixia dentro de un closet de limpieza.

Era la oportunidad que esperaba. Dominick se repuso primero y pensó en huir. Pero, ¿a dónde iría? A seguir buscando a June o ponerse a vagar rumbo a casa. Quizá era momento de dejar de correr, pero era lo único que conocía. Correr en vez de pelear.

Sin pensarlo dos veces atrapó la mano de Chris. Al ver su rostro de sorpresa estuvo a punto de amilanarse. Abrió la palma de Chris y empezó a escribir con un dedo un mensaje sobre la piel tibia y libre de tatuajes.

La reacción no era la que esperaba. No lo apartó de un empujón. No dijo nada. Chris apenas dio un respingo y se quedó mirándolo sorprendido. Dominick lo intentó de nuevo, despacio dibujando con la yema de un dedo sobre la piel áspera.

Fue una mala idea pensar en escribirle mensajes de ese modo. Dominick se rindió al no recibir mayor reacción y cuando quiso detenerse, Chris atrapó su mano en plena huida.

—No...no te detengas... hazlo de nuevo.

Fue el turno de Dominick de sorprenderse. Se miraron a los ojos y por primera vez notó algo distinto en la mirada de Chris. Era intensa, pero no se sentía amenazado como en otras oportunidades.

Sobre la palma de la mano volvió a trazar las letras de mensaje que quería trasmitirle. Despacio esta vez, viendo como Chris intentaba descifrarlo. No podía estar seguro de que se entendían, pero sí se que algo había cambiado desde la primera vez que se encontraron.

Dominick quiso saber si daba resultado, así que levantó los ojos con esa pregunta pegada en los labios. Sus balbuceos lo avergonzaban tanto que prefería evitar la humillación de intentar hablarle.

Chris resolló hasta casi quedarse sin aire.

—Vamos, te llevaré a tu casa.

***

Dijo que lo llevaría a casa como a una niña buena y lo cumplió. ¿Ahora qué?

No cruzaron palabra durante el viaje. Solo la música de la radio llenó el espacio que los separaba.

Para esos momentos Bracco todavía no notaba su ausencia. Seguro se le reventaba el hígado del coraje cuando lo descubriera, pero poco le importaba. Tenía asuntos más urgentes que tratar. Chris apretó el timón con la mano que todavía recordaba aquel cosquilleo sobre su palma.

Era culpa de los medicamentos que el médico de Trevor le suministró. Sus heridas y huesos rotos tardarían en sanar. Por eso decidió encerrarse en su departamento hasta ser capaz de funcionar de nuevo.

Fue se sencillo perder la noción del tiempo, durante lo que duró su auto impuesto encierro. La soledad fue una mala compañera. Chris se encontró más de una vez extrañando la calidez de otro cuerpo a su lado.  sobre todo en aquellos momentos cuando el cóctel de drogas y alcohol dejaba de hacer efecto.

Pensaba en Dominick más de lo que quería aceptar. Sin saber cómo así, ese chico se enquistó en su mente. Le resultaba imposible arrancarlo de sus pensamientos.

La soledad era traicionera. Jugaba con su desesperación y deseos. Ahora lo único que deseaba era sentir esa calidez, de nuevo, al precio que fuera. Si tenía que arrastrar al enano ese a su cama y lanzarlo sobre sus sábanas...

La distancia que los separaba, era nociva. Las manos de Chris necesitaban el contacto de otra piel. Volver a sentir ese cosquilleo de nuevo, ese que subía hasta su pecho y le hacía perder la cabeza.

A sabiendas que era una muy mala idea, Chris detuvo en la acera y guardó las llaves. Todo ante la atenta mirada de Dominick.

—¿Vas pasar la noche aquí o qué?—espetó Chris y bajó del auto—Está vez me voy a asegurar que vayas a tu casa. No te quiero encontrar por ahí...en un club de tetas.

La calle parecía vacía, pero sabia bien que los observaban. Trevor tenía ojos y oídos en toda la zona. Nada sucedía sin que él llegara a enterarse.

Chris escupió al piso y acomodó su revólver en la espalda. Podía estar tranquilo que nadie se animaría a acercársele. El auto era conocido en la zona. Nadie que apreciaba su vida, se atrevería a tocarlo.

Dominick bajó a prisa, casi tropezando. Su nerviosismo era evidente. Envuelto en una chaqueta oscura, escondido bajo la capucha, se adelantó.

Chris lo siguió hasta las escaleras y encendió su celular para poder ver los peldaños.  Masculló una maldición. A esas horas de la noche, tal vez madrugada, el silencio reinaba en los pasillos.

¿Qué iba a hacer? No podía llevarlo a casa de Anelka. Seguro ella esperaba en la puerta. Chris iba a su lado. Tenía que hacer algo pronto.

Regresó a su propio departamento. Tomó el picaporte y tal como esperaba, la puerta no se abrió. Lo intentó de nuevo y encogió los hombros.

—¿No tienes llave?

Esa era una buena pregunta. La verdad era que no, no tenía. June cambió la cerradura tiempo atrás y su única llave se quedó en casa de Anelka. Dominick negó apurado, haciéndole una señal para que guarde silencio.

Chris ignoró su pedido de mantener la Paz y sacó su revólver. Apuntó al picaporte y Dominick se colgó de su brazo. Forcejearon apenas y Chris se lo sacó de encima de un empujón.

—¿Entonces vas a dormir en la puerta o qué?

Dominick volvió a encogerse de hombros. Inquieto vio como sacaba un cuchillo de dentro de sus botines. Ni lo pensó, atrapó el brazo de Chris para disuadirlo. Porque si Anelka decidía asomarse, ¿qué le iba a decir? 

A Chris no le importó que le susurrara que se detuviera. En lugar de darle una mano sujetando el maldito celular, el enano le complicaba el trabajo.

Por fin la puerta cedió, luego que manipulara un poco la cerradura. Todo terminó con un golpe  certero y la puerta se abrió. Dominick no lo pensó más, y empujó a Chris dentro, antes que Anelka los descubriera.

Cayeron aparatosamente y con la bulla que hicieron,  ahora sí que podía estar seguro que todo el edificio estaba despierto.  Dolorido se levantó de encima de Chris, para cerrar la puerta antes que Anelka decidiera asomarse.  Con la prisa de antes, gateó sobre el cuerpo que permanecía en el suelo, buscándolo en la oscuridad. Buscó sus labios para evitar que hiciera escándalo y terminara por delatar su presencia.

Mala idea, muy mala idea. Se desató una pequeña lidia sobre el suelo y en plena penumbra. Dominick nunca tuvo posibilidad de ganar y lo sabía. Chris lo atrapó de las muñecas, gruñendo como un animal rabioso. 

—¿Qué carajo crees que haces?—la voz de Chris sonó más gutural que de costumbre.

Profundamente asustado, Dominick no supo que responder. ¿Para eso lo llevó hasta su departamento, no? Entonces, ¿por qué no iban directo al grano y se olvidaban del resto.

Ya lo había hecho antes. Una vez más, sería la última. Nunca más, será la última. Sólo quería terminar, que tuviera lo que buscaba y  se fuera de una vez.  Dominick se abandonó en el suelo. Dejó de resistirse y hasta separó sus piernas.

Chris se estremeció ante el contacto. No era secreto alguno que ardía de ganas de tomarlo. Se sentía bien, demasiado bien tenerlo bajo sus piernas. Podía hacer todo lo que sus deseos le dictaran.  Sería sólo por esa noche, saciarse un rato y luego marcharse sin mirar atrás. ¿Eso quería?

Si cedía a sus impulsos no podría detenerse. El deseo crecía nublando su mente. No lo pensó más y se puso de pie arrastrando a Dominick consigo.

El chico gimió asustado y Chris le apuntó al rostro con su celular. Quería verlo bien.

—Si vas a actuar como una perra, te voy a joder como a una —la ira se le salía por la garganta —Me consta que tienes experiencia. Mucha experiencia.

Quería verlo a los ojos y lo logró. Dominick estaba aterrado. Disfrutó esa reacción, pero era una sensación agridulce. Chris ignoró esa extraña amargura, era demasiado tarde para detenerse.

Encontró una habitación desordenada y empujó al chico adentro. Lo tomó de la nuca y lo sintió estremecerse de miedo. Enfurecido lo arrojó contra el colchón y Dominick rodó para poner distancia entre ambos.

—¿Qué estas esperando? —masculló Chris acercándosele en la oscuridad.

Al quitarse la chaqueta la arrojó al lado de Dominick quien lo esperaba arrodillado sobre la cama. Lo apuntó con el celular, alumbrando sus movimientos. Quería ver que tan lejos llegaría.

Dominick bajó la cabeza en un ataque de pudor. Se quitó la chaqueta, los zapatos y la camiseta. No se atrevió a continuar. Avergonzado, se encogió en la cama y desabotonó el pantalón.

Chris no resistió más y se le acercó con más prisa de la que debía. El chico se contrajo asustado. Parecía un conejo esperando las fauces del depredador. Lo empujó contra la cama, haciendo que el catre crujiera escandaloso.

—Eres más fácil que la jodida tabla del uno, tal como la puta de tu madre.— Se lo dijo al oído, para que lo oiga bien.

Temblaba, pero no por el frío de la habitación. Estaba aterrorizado.

—Cuando te saqué de aquí estabas en lo mismo. Dejándote joder como la perra que eres. —Chris no podía contenerse. Tenía que decirle todo lo que tenía guardado—. Dejándote joder por unas maldivas pastillas.

Sus palabras tuvieron el efecto que deseaba. Dominick palideció y a pesar de la pobre luz, Chris pudo disfrutar su reacción. Los ojos se le llenaron de lágrimas que trató de ocultar. Dominick cerró los ojos para evitar llorar.

Respiraba agitado y temblaba un poco más que antes. Chris se incorporó para no perderse el espectáculo. Necesitaba un poco más.

—¿Qué esperas? ¿No quieres acaso que te joda...?

Chris no pudo terminar la idea. De pronto el puño de Dominick se estrelló contra su rostro. Lo tomó por sorpresa, el siguiente. Quizá era el efecto de las medicinas o que todavía no acababa de sanar.

Dominick parecía poseso. Gruñía con la cara bañada en la lagrimas y asestaba golpes cada vez más certeros.

El conejo asustado quedó atrás.

Le tomó un momento someter al chico y tenerlo contra la cama, de nuevo. Pero ahora era distinto. Se retorcía gruñendo y pataleando.

A oscuras y en esa habitación tan fría, Chris sintió una increíble felicidad. Le dolía el rostro y seguro estaría amoratado, pero no le importaba. El conejo peleaba contra su destino y ante tal realización no podía estar más contento.

Pero, bajó la guardia, Chris no lo notó hasta que fue tarde. Dominick tomó su revólver; tal vez lo perdió en el forcejeo y lo golpeó en la cara, muy cerca al ojo.

Chris tuvo que replegarse y con ello le dio la oportunidad a Dominick de escapar. Dejó tirado el revólver en su desesperada huida. Tan apurado estaba que por no fijarse, terminó estrellándose contra la pared.

Maldiciendo entre dientes, Chris fue a su encuentro. Lo halló reponiéndose del impacto, pero con las intenciones de pelear intactas.

Podían seguir el resto de la noche tratando de matarse entre ambos. Por un momento, sonó a excelente idea. Chris apretó a Dominick contra la pared, con la fuerza que le quedaba. El chico se resistió tal como esperaba.

—¿Qué vas a hacer ahora? —le preguntó disfrutando la proximidad entre ambos —¿vas a morderme? Es lo único que te falta.

Dominick lo tomó como sugerencia y se dispuso a lanzarle una dentellada donde lo alcanzara. Chris evitó a tiempo el mordisco. Tendría que tener cuidado con lo que decía.

—¿Qué carajo te pasa? ¡Si me muerdes con esos dos dientes de conejo, me arrancas la cara, cabrón!

La oscuridad los envolvía a ambos, pero Chris podía jurar que a Dominick le brillaban los ojos de ira.

—Mi abuelo,  allá en el Bayou, cazaba conejos  —Chris sonrió recordando esas épocas—. Nunca desperdició una bala, era mejor un cuchillo para matarlos. Sacarles la piel, cortarlos en pedazos. Ese estofado de conejo era conocido en toda el área.

Sudor frío resbaló por la espalda de Dominick. Tenía un cuchillo, lo recordaba bien. Era enorme.  Si gritaba Anelka vendría en su auxilio y la mataría también a ella. ¿Eso quería? Matarlo, cortarlo en trocitos.

—Llllll... sss....ll...lo siento. —Fue un sollozo y tal vez sus últimas palabras.

Era más que un acto desesperado. Apoyó una de sus manos sobre el rostro amoratado de Chris. Al golpearlo tan cerca, le hizo daño en el ojo izquierdo. Lo tenía casi cerrado y se le estaba hinchando. Pensó en que tal vez podía ir por hielo. En la refrigeradora era la único que siempre había.

Balbuceó otra disculpa, con el fin de comunicarle su arrepentimiento y ganas de reparar el daño. Pero no dio el resultado que esperaba.

La mano fría sobre su mejilla fría, hizo que se estremeciera dentro de su propia piel. Dominick no dejaba de sorprenderlo.  Chris se incorporó primero, sin soltar la mano que lo tocaba.

Hizo que Dominick se levantara. Si lo dejaba ir, no volvería a tener esa oportunidad de tenerlo cerca. Era lo único que deseaba, recostarse a su lado y sentir el calor de su cuerpo.

¿De qué estaba hablando? El chico estaba a punto de congelarse. En la oscuridad, encontró su chaqueta y se la lanzó.

—¡Ponte eso!

Dominick tenía la expresión de un venado frente a las luces de un auto. Chris lo alumbró para asegurarse que se vistiera. Una vez lo hizo se recostó en la cama. Un segundo después se arrepintió de haberlo hecho.

¿Cuándo fue la última vez que esas sábanas se lavaron? El asco lo hizo levantarse. Dominick lo miraba aún más extrañado. Podía leer su mente, pensaba que estaba loco o peor.

—Hace frío, sirve de algo y calienta la cama.

Maldijo en silencio al escucharse a sí mismo. Dominick avanzó a la cama y obedeció en silencio. Listo, ahora tenía un maldito témpano a su lado. 

Podía estar en su cama en esos momentos, disfrutando de la calefacción de su departamento y el olor a limpiador que adoraba aspirar. Pero no, ahí estaba, en la cama mugrosa de alguien más.

Fue una mala idea desde el inicio. Lo mejor era terminar con todo. Bien podía largarse y dispararse a sí mismo si se encontraba regresando a verlo. Entonces, ¿por qué no se movía? ¿Por qué a pesar del asco que sentía, seguía al lado de Dominick.

Quizá era el cansancio, porque de pronto sentía los párpados pesados. Era el minino calor que recibía de Dominick lo que le hacía relajarse un poco.

—Cuando te saqué de aquí fuimos a mi departamento. Dormiste como un jodido tronco —murmuró somnoliento—. Seguro no te acuerdas.

Tenía razón, no recordaba nada. Tampoco se atrevía a preguntar como sucedió. Ciertos pasajes de su vida resultaban borrosos cuando trataba de rememorarlos.

—Casi no te movías, parecías muerto en vida.

Chris nunca lo sabría, pero tenía toda la atención de Dominick. Se estaba quedando dormido y tanta era la necesidad de saber el resto de
la historia, que se sacudió un par de veces.

Actuar inocente le funcionaba muy bien. Tenía una vida entera de práctica y aprendizaje. No sobrevivió al lado de June sin saber como pretender y manipular. Quería saber más, porque si lo que decía Chris era cierto, entonces tal vez, podría sacarle provecho.

—Lo que sea que te dio ese hijo de puta, te puso muy mal. Pero después de que te pude desintoxicar... —Chris se detuvo para bostezar.

¿Qué más? Murmuró Dominick sin percatarse que casi no tartamudeaba. De algún modo se tranquilizó también y ahora quería saber el resto de la historia.

Una versión que no conocía y que calzaba muy bien con lo que Sunny le comentó. Así que hablaba de Chris, ¿no? Sunny creía que tenía algo con él. Ahora que cavilaba, sería por eso que June no aparecía. Seguro estaba escondida. Tal vez Chris la hizo marcharse. Tendría que averiguarlo.

Otra sacudida e hizo que Chris se sobresaltara. Esta vez lo despertó al punto que saltó de la cama. Dominick giró a un lado, pretendiendo dormir profundamente. Tenía que ir con cuidado, si no quería terminar hecho trocitos.

Pasaron unos segundos y Chris volvió a tumbarse, esta vez atrapándolo con un brazo. Dominick se tensó completito cuando Chris murmuró algo sobre su oído.

—¿Dónde dejaste tu violín?

Dominick respondió en silencio que no lo tenía y Chris continuo su monólogo.

—Quiero escucharte tocar.

Eso fue todo. Chris se durmió por fin, con sus labios rozándole la nuca y uno de sus brazos impidiendo que se escape.

Podía esperar que se durmiera bien para escurrirse de la cama y desaparecer. A esa hora toda clase de ideas alocadas se colaban en su mente.

Si June se marchó por fin... Entonces era libre. Podía hacer lo que le viniera en gana. Recuperar el departamento. Decirle a Russell que se quedaría a vivir ahí para no molestar a Anelka. Cambiaría la cerradura, pagaría las facturas arrasadas. Pondría la calefacción de nuevo, aunque no la necesitaba.

No sentía frío, el cuerpo de Chris era caliente como un horno. De pronto sentirse abrigado lo sumió en un sueño profundo. Donde podía vivir tranquilo, con su violín... tocar todo el día... la melodía que sonaba en su mente.


Gracias a todos por llegar hasta aquí. Espero les haya gustado el capítulo y no olviden comentar. Sus apreciaciones me ayudan a mejorar. Cuídense mucho. Nos leemos a la próxima.

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