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By Lxvelyh

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« ¿Quieres escucharme decirte que te quiero? -Su bonita sonrisa se impregnó con la sorna más vil-, pues bien... More

◾Prólogo◾
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◾ Agradecimientos ◾

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By Lxvelyh

Capítulo 11:
Heridas profundas.

•Hyunjin•

Verse en el espejo era una completa tortura. Nunca había tenido un verdadero problema con su apariencia, hasta luego de del atentado contra su vida. De hecho, Hyunjin se consideraba a sí mismo un chico totalmente atractivo, y cada vez que podía, alardeaba de ello o le sacaba el máximo provecho a su belleza.

Lo días próximos a su alta en el centro clínico se volvieron tortuosos, tanto como el ver su reflejo. La soledad era su acompañante más común, y a pesar que no lo quería admitir, le temía mucho más a eso que a su fatal aspecto. Sus visitas no variaban: su madre, EunHye, Seungmin, y a veces, Jisung. Particularmente la actitud de EunHye nunca fue dócil, pero de hacía unos días, venía comportándose tan afable que se encontró disfrutando de su compañía mientras veían alguna que otra película no muy popular en la televisión.

—Debo verme terrible. —Se repetía a sí mismo cada vez que evitaba su reflejo en el espejo.

Su cabello había comenzado a crecer, en forma dispareja, pero de igual manera a crecer. La cicatrización en su cabeza era buena, y quizás con un poco de suerte, en un corto tiempo le comenzaría a salir hebras en el área calva debido a la lesión. Todos los que le solían visitar insistían con que lucía bien, que nada iba mal con su aspecto, sin embargo, le daba mala espina mirarse en el espejo y por ello, lo evitaba a toda costa.

Pidió rígidamente a su madre que retirara cada objeto que lo lograse reflejar, todo aquél que fuese una borrosa sombra de sí mismo. Cada persona que pertenecía al personal de la casa Hwang, mantenía la compostura al topárselo, sin un gesto en su rostro que demostrase la indudable adversión que tenían ante su malherido cuerpo. Incluso, su chófer ya no lanzaba vistazos fortuitos por el retrovisor al llevarlo a sus consultas clínicas semanales, le ignoraba como si no existiera. Poco a poco, Hyunjin sólo vivía del recuerdo de lo que veía en el espejo antes de ser agredido. Se había vuelto un fantasma.

—Debes estar ansioso por volver a la escuela. —Dijo su amigo con una expresión neutra.

Seungmin almorzaba con más energía que nunca, devorando su cuenco de arroz blanco que, al parecer, no tenía un fondo. Era costumbre tenerlo tras la hora escolar tomando el almuerzo a su lado, no le molestaba en lo absoluto, aunque a veces prefería estar a solas.

—Quisiera poder acabar el último año sin tener que sacar un pie de mi alcoba. —Murnuró en un bocado de su lomo estofado.

Su amigo ya sabía lidiar con su pésimo humor, que no variaba mucho entre algo malo o mucho peor que eso. Le hacía caso omiso, justo como en ese momento, dónde solo pudo blanquear sus rasgados ojos quitándole importancia a los deseos insensatos que le provocaba su ansiedad.

—Eres el príncipe de la academia superior —Le alentó, fallando en su intento de sonreírle con ánimo—, te echamos de menos en la escuela—Se observaron en silencio, Hyunjin no movía ni un músculo—. Incluso Minho te echa de menos—Agregó con una mueca de pesar.

Bufó irónico por el último mencionado. Claro que no se tragaría esa manipulación emocional barata que le quería aplicar Seungmin. Su supuesto mejor amigo, Lee Minho, no le echaba de menos. Seguramente disfrutaba de la soledad de la escuela sin él para hacer de las suyas.

—¡Bueno, bueno! —Alzó sus manos exageradamente, corrigiéndose—. Es Kang Hani la que te extraña, chico imbécil.

—¿Kang Hani? —Casi su voz salió como un pobre susurro inseguro.

Su nombre sonó como uno que no había pronunciado en su vida, como si fuese la primera vez o como si no tuviese ni idea de quién hablaba. De las dos semanas de aislamiento en su habitación, ésta era la primera vez que la chica era nombrada en alguna conversación y algo dentro de sí de removía con malestar, sobreponiéndose ante el dolor físico que pudiese tener. Aunque no decía su nombre ni por equivocación, ella vagaba por su mente en todo momento, en un vil recordatorio que estarían lejos el uno del otro a pesar que fuese contra su voluntad.

—Kang Hani no me extraña. —Se mintió más a sí mismo, queriendo disipar el mal sentimiento en recordar el exceso de llamadas perdidas en su teléfono que no contestó por el bien de ambos.— Ella tiene a Jisung, y de igual manera a Minho. ¿Por qué me echaría de menos? —Calló a Seungmin completamente tajante.

—Porque te quiere, cabeza hueca. —Le blanqueó los ojos más fuerte que nunca.

Excusarse con Minho siempre funcionaba, pero la carta del novio que lo había repentinamente reemplazado, ya no parecía surtir efecto. Una vez más, Hwang Hyunjin comenzaba a lucir como un malagradecido por la atención de más que Hani le daba y él rechazaba sin un motivo específico. No era un secreto para él que la chica le buscaba diariamente, mediante llamadas, mensajes o también cartas escritas que se rehusaba a leer. El montón de papeles de colores con pequeñas frases preocupadas, se amontonaba sobre una de sus mesas de luz a un lado de su cama, recordándole el exceso de buenura de la chica. No podía verlos a diario, tampoco estaba dispuesto a deshacerse de ellos.

Con el paso de las horas, y tras un par de prácticas de estadística junto con Seungmin, el chico se fue, dejándolo a solas una vez más. Comió de mala gana una barra de granola, recostado del umbral de su balcón acristalado, deseando poder salir afuera de una vez por todas. Se sentía como un muñeco dentro de su empaque, dónde no podría salir de éste hasta ser comprado, sin embargo, él parecía ser la figura defectuosa que nadie quería comprar ya.

Paró de masticar al divisarla en la corta lejanía. No podía verla tan bien tras el prístino cristal que lo dividía del borde del balcón, no obstante, aún la veía y eso era mejor que nada. Como casi todas las tardes, se sentaba bajo el árbol que plantó años atrás y leía un libro con atención. La imagen era perfecta, y aunque ya se la sabía de memoria como si ésta no cambiase con los días, la disfrutaba cada tarde de la misma manera.

El cabello sedoso de Hani se movía al son de la brisa fresca de la primavera, mientras el sol tenue de la tarde la bañaba cálidamente para hacerla ver fuera de éste mundo. Su corazón dolía al tener la imagen de ella riendo por cualquier cosa que leía. De vez en cuando, cerraba sus ojos e imaginaba que estaba ahí abajo en el jardín a su lado, provocándole carcajadas que le regalaba calidez entre tanta soledad.

•Hani•

"¿Has comido hoy?, Seungmin dice que te ve mejor. Espero que me leas :)", cliqueó su pluma de color rosa para guardar la punta y soltó un ruidoso suspiro. Había practicado el corto mensaje unas tres veces hasta que su caligrafía tuvo un aspecto perfecto. Las contaba, aquella era la nota número veinticinco que le enviaba al chico, ninguna de éstas tuvo una respuesta y  mentiría si decía que no las esperaba en cada momento que las mandaba.Su casillero estaba repleto de notas que nunca envió, porque sabía que no recibiría respuesta alguna.

Cerró la puerta metálica con más fuerza que de costumbre, y caminó hacia su aula para comenzar un día nuevo de clases. Su mejor amigo estaba en la parte alta de las gradas de asientos, hablando animadamente con Minho. Frunció la nariz extrañada al verlos a solas, porque aunque su relación había mejorado, en toda ocasión tenían a Kim Seungmin de por medio. El novio de Han no se veía por ningún lugar a pesar que la clase ya estaba por comenzar.

Tomó asiento en su respectivo lugar, y sacó sus cosas de su mochila distraídamente mientras esperaba que Jisung llegase a su lado. No le recibió con un saludo, al no tener ganas de hacerlo, el rubio sólo besó su sien con cariño y se sentó para esperar que el profesor diese inicio.
Su vista se alzó poco después de tener en arreglado lugar todas sus plumas de colores.

El profesor Oh entró con su rostro de pocos amigos como usualmente lo hacía, sin embargo, detrás de él apareció la figura de Kim Seungmin descuadrando toda la naturalidad de la escena. En pasos más lentos, la última persona entró en el salón, cerrando la puerta sonoramente a sus espaldas. Murmullos y jadeos de asombro se esparcieron por la sala, y lo único que Hani pudo escuchar fue su pulso correr con desenfreno, cerrando sus oídos por completo.

Era la primera vez en casi tres semanas que lo veía, y le fue inevitable impedir que una sonrisa se deslizara por sus labios al saber por sus propios ojos que estaba mejor de lo que creía. Iba con su uniforme impecable, pero lo único que desentonaba era la boina color azul marino a juego de su blazer, la cual cubría disimuladamente la cicatriz en su cabeza. Su cabello había comenzado a crecer, asomándose por los lados de la tela que ahora decoraba su atuendo.

—El jovencito Hwang se reincorporará desde el día de hoy en nuestras clases. —Habló desde el podio de clases el profesor Oh.

Hyunjin en automático dio una venia corta para toda la clase, y con las manos unidas tímidamente les sonrió carismático como sólo él podía hacerlo. Robó más de un suspiro de ensoñación, incluyendo el de Hani que no lo hizo audible. Mientras comenzó a subir las empinadas escaleras, un aplauso colectivo se disparó en efecto dominó y como si de un político en campaña se tratase, el chico dió saludos al aire a sus compañeros que le daban la bienvenida. Hani se quedó quieta, sin poder aplaudir de la misma manera que los demás. Sin embargo, esperó porque pasase por su lado, manteniendo la sonrisa que era incapaz de borrar, deseando que se la devolviese, pero ésto nunca sucedió.

—¿Quieres qué te lleve a casa? —La pregunta la sacó de su profunda ensoñación mientras recordaba la clase anterior.

Sus manos iban entrelazadas desde que el último timbre sonó dando por acabadas las clases. Lee Minho le gustaba levantar miradas, tomándola suavemente de la mano mientras sonreía felizmente caminando por el pasillo de entrada del instituto. Le gustaba verle sonreír, y eso se era más significante que su constante malestar ante las críticas de los otros que no evitaban mirarlos indiscretamente.

No le respondió con palabras a su novio, permitiendo que fuesen en silencio al auto del chico. Ni una palabra se escapó de sus labios desde la entrada de Hyunjin a la clase del día de hoy, descolocándola por completo el modo en que el chico la esquivaba como si en verdad no existiese. Se había vuelto una completa extraña para los ojos del mayor.

—¿Pasa algo? —Minho no pasaba por alto su actitud reservada. Esa era la cuarta vez en el día que se lo preguntaba.

Ella negó con su cabeza para tranquilizarlo:— Ha sido un largo día.

No mentía. El cansancio pesaba en sus ojos, pero tan solo era por las espesas lágrimas que se habían acumulado día tras día y que evitaba que salieran.

—Tengo un plan —Hani lo vio sonreír emocionado mientras no apartaba la vista del volante—. Podríamos ir a mí departamento, ver alguna película. Mañana no habrá clases, Han-Han. —Zarandeó un poco su brazo de manera juguetona, sin embargo, ella ni se movió.

—Mamá me necesita en casa. —Otra mentira que sonaba convincente por lo carente de información.

Fue tajante al pedirle que la dejara en la estación más cercana de buses. Minho se quejó antes de detener el auto, pero éste cedió al ver como el inflexible rostro de Hani se veía tan cansado de todo. En general, el chico era demasiado comprensivo, y eso lo agradecía de más. Se quedó sentada sobre la fría banca metálica unos segundos, contemplando en silencio el inclemente sol del mediodía que no tenía pinta de querer dar piedad a los transeúntes.

Se decidió por vagar sin rumbo callejón abajo, con la única compañía de los automóviles costosísimos que transitaban la calle que conducía a su instituto. El pequeño 7/11 lo encontró unas cuadras más abajo de la estación del bus, era extraño ver un lugar como ese en una zona de clase alta en Seúl, pero ésta siempre se hallaba abierto y pocas veces estaba ausente de clientes.

Entró haciendo sonar la campanilla de la puerta y el molesto aire frío ficticio le chocó contra el cuerpo prácticamente asado por el calor. Fue breve, tomando un helado menor a un litro sabor a chocolate y una botella de agua. Pagó al joven chico de la caja, y de mala gana se sentó en el juego de mesas plásticas que estaban fuera del local. Normalmente estaría comiéndose el helado con Jisung, pero al abrir el empaque y lamer sin tapujos la tapa acartonada con restos del dulce sabor, supo que era mejor estar sola por una vez.

Comió de su postre con lentitud, sin importarle que éste se derritiese rápidamente. La verdad era que no quería volver a casa, porque nadie la esperaba allá y prefería estar sola en el medio de la nada que en aquella caja de zapatos. Por el rabillo del ojo, notó como una pequeña niña tomaba asiento en la silla contraria a la de ella. La chiquilla de coleta alta llevaba uniforme escolar, que Hani pudo distinguir como algún instituto público.

—¿Señorita, no le molesta qué le haga compañía? —Habló muy bajito, casi inaudible. No tardó en ver la manera en que la pequeña de no más de diez años sorbía su nariz roja y secaba sus ojos llorosos.

Le miró con curiosidad, preguntándose por qué una niña tan pequeña estaba sola después de la escuela. Asintió, y la pequeña abrió su paquete de galletas de naranja, comenzando a comer sin dejar de llorar de manera nada silenciosa. Aunque quiso evitarla, no pudo hacerlo por más tiempo. Le molestaba el sonido de sus leves quejidos, y a pesar que quiso irse, no tuvo el corazón para levantarse de la silla plástica.

—¿Algo va mal? —Lanzó la pregunta desinteresada.

Rogó porque la niña le hiciese caso omiso, pero cuando ésta levantó su rostro cubierto con lágrimas para contestale, se maldijo por ser tan indiferente.

—¿Por qué estás sola? —Preguntó ante la mudez de la niña.

Sorbió sus lágrimas una vez más, hipeando en el proceso e intentando detener su llanto. Con torpeza, limpió las lágrimas de sus mejillas con la manga del blazer color oscuro.

—Eh, eh —La detuvo al ver como estropeaba su ropa queriendo dejar de llorar—. Ven aquí.

La niña paró sus movimientos apresurados y se dejó hacer cuando Hani sacó de su mochila un pañuelo para ayudarle con el lío que ahora empeoraba su dulce semblante. Eventualmente dejó de llorar mientras ella la ayudaba a secar sus lágrimas con paciencia.

—Ibas a estropear tu uniforme si seguías mojándolo. —Le reprendió quizás de más al ser una desconocida.

—A mi madre no le importa si daño mi uniforme o no, siempre está ocupada en el trabajo. —Susurró tras hacer una mueca alicaída.

—¿Y tu padre?

—No tengo uno. —Otra mueca extraña de pesar.

Hani terminó de secar las lágrimas de la desconocida, y suspiró algo molesta por ver una niña tan pequeña como ella estar tan sola.

—¿Has venido con alguien?

Dejó a un lado su helado, dándole toda su atención a la chiquilla que ahora parecía más calmada mientras comía sus galletas.

—Mi mejor amigo se ha molestado conmigo, ya no me habla —Sonó herida—. Vine con él, y luego se fue sin mí. Claramente ya no somos amigos.

Hani se acomodó en su silla sintiéndose repentinamente atacada. Frente a ella, tenía su vívida imagen del pasado haciéndole burlas. Esa niña desconocida que lloraba desconsolada frente a sí, era ella, sin dudas lo era, y le fue inevitable no sentir pena por sí misma.

—Ya deja de llorar —Le revolvió el cabello, despeinándola un poco. La pequeña rió divertida por el amable contacto—, y si sigues llorando, hazlo por ambas. —Le susurró en el oído antes de despedirse con su mano y decidir ir a casa sin haber terminado su derretido helado.

Aquél inusual encuentro con la desconocida niña le había impulsado a hacer algo que se había evitado hacía mucho. Al llegar a casa, no esperó por dejar sus cosas en la casa de servicio, aunque moría de calor por ir en bus, y deseaba despojarse de su estorboso uniforme. Entró en la casa principal, encontrándose con el sepulcral silencio que se esperaba. Observó a los lados, buscando con la mirada a algún guardia de seguridad que vigilara la zona y al no toparse con ninguno, comenzó a subir la empinada escalera de una manera sigilosa.

Las puertas dobles del chico estaban cerradas, y sus manos picaron con nerviosismo cuando llegó el momento de tocar para que la dejasen pasar. Dos toques fueron suficientes para hacer correr su corazón con fuerza. Pasos se escucharon dentro de la habitación, y éstos se detuvieron cercanos al umbral.

Tocó una vez más:—Hyunjin.

Hacía bastante no decía su nombre en voz alta, y ciertamente, extrañaba hacerlo. Se sentía bien en sus labios, algo cálido se esparcía dentro de sí al hacerlo, aquél sentimiento hacía mucho no aparecía dentro de sí. Sus ojos se fueron directos al pomo de una de las puertas, que se movió y luego volvió a su lugar sin abrir. Frunció su entrecejo sin entender qué sucedía volviendo a tocar insistentemente.

—Hyunj...

—Vete. — Su voz se escuchaba distorsionada, distante de ella, a pesar que sólo los dividía la madera.

—Eh, te he venido a visitar. —Se fue apagando justo como una vela.

—Vete, Hani.

—Hyunjin... —Arrastró su nombre en una súplica implícita—, te he extrañado tanto —Un silencio ensordecedor fue lo que obtuvo como respuesta, mientras su corazón galopaba con velocidad—. Echo de menos ver tus ojos desaparecer al reír, también echo de menos que me abraces por las noches, —Sus ojos se inundaron cual dos lagunas— tan sólo quiero asegurarme que estás bien —En segundos se halló sorbiendo su nariz, había comenzado a llorar—. Quisiera saber si tú me extrañas de vuelta.

Se deslizó hasta el piso enmaderado, dejando caer en seco su cuerpo sobre la moqueta, dándose por vencida una vez que no hubo una respuesta tras la puerta. Recostó su cuerpo endeble contra la fría madera, mientras sus ojos cansados se cerraban hartos de guardar sus lágrimas que no se ponían de acuerdo para salir. Daba por hecho que Hyunjin no la quería en su vida, tras ese silencio tan contundente lo decía todo, y no había cosa que calara más en ella que la ausencia de palabras.

No tuvo tiempo de llorar lo suficiente, o de la manera que ella quería, porque en minutos un sonido extraño la alertó por completo. Sus párpados se abrieron asustados al distinguir pasos subir escaleras arriba, lo que podía significar una sola cosa: La señora Hwang había vuelto a casa. Sin una salida más que un escondite, corrió por el pasillo intentando que sus torpes pisadas no la delataran. El caminar a sus espaldas ya no era tan tenue como hacía unos segundos, ahora podía escuchar claramente que alguien se aproximaba.

Intercaló vistazos nerviosos sobre su hombro, luchando contra el pomo de la primera puerta que se encontró. Al tercer forcejeo, ésta abrió y se pudo dar un respiro tras realizar dentro de la segura de la habitación. Estudió su alrededor, notando que había escogido la alcoba de JinYoung, quizás su peor opción para ocultarse. Sin embargo, no se molestó más a sí misma, porque después de todo, estaría resguardada.

El sigiloso chasquido de la cerradura detrás de ella le disparó el pulso contra el cielo. Abrió sus ojos como platos, y no fue hasta que el pomo se giró que su cerebro se accionó para encontrar un escondite nuevo. Fue hasta la biblioteca que conectaba con la habitación de Hyunjin, y por suerte, tuvo el tiempo medido para entrecerrar la puerta antes que la viesen.

—JaeRi, querida —La paciencia de su voz le heló la sangre. JinYoung venía con alguien más —. Te puedo asegurar que no necesito nada más, si necesito algo, llamaré por el intercomunicador. —Era muy educado, como siempre. Hani asumió que le hablaba a una nueva doméstica.

Tras unos pasos más, y el sonido seco de la puerta cerrándose, un suspiro sonoro se expandió por la habitación. No sabía en qué momento podría salir de ahí, o si tendría la remota posibilidad de hacerlo. En definitiva Hani tenía prohibido ir a la casa principal, y aunque su deseo de ver a Hyunjin se había interpuesto contra la regla, tendría que pagar las consecuencias. Se sentó en el piso, obviando que traía su falda escolar o que sus ojos ardían como el mismísimo infierno. Bostezó repentinamente, y tras unos cuantos parpadeos, se permitió cerrar sus ojos, dejándose ir por el cansancio acumulado.

Quería dormir, eso quería.

—Oh-Oh. —El canturreo cómplice y divertido le hizo pegar un bote.

Sobresaltada despertó luego de su siesta de quién sabe cuánto. Frente a ella, se erguía en toda su altura Hwang JinYoung, de brazos cruzados e intentando contener una sonrisa juguetona por la inesperada diversión. Hani se intentó levantar con rapidez, siendo torpe sin dudas al no medir sus acciones apresuradas. Se mareó de pronto, perdiendo su equilibrio y logrando que una parte de su cuerpo chocara aparatosamente contra uno de los libreros de roble. Ahogó un chillido dolorido por el golpe, y velozmente las manos del chico reemplazaron las suyas para estabilizarla por completo.

—Creo que he conseguido el libro que JaeRi había perdido hacía unos días —Habló en voz alta hacia alguien fuera de la biblioteca, había mucha burla en sus palabras. Claramente se refería a Hani—, ya no tienen que buscar nada por mí.

—¿Está seguro, jovencito JinYoung? —La voz de Seoljin sonó clara desde la habitación.

El peligro desfiló frente a Hani y la sonrisa bañada en diversión de JinYoung la apresó.

—No me delat... —Fue callada por una de las suaves manos de JinYoung, la cuál cubrió su boca inesperadamente.

Ella respiró forzosamente, ante todo lo que estaba sucediendo tan rápidamente. Seoljin caminó a la biblioteca, y lo próximo que vio fue el cuerpo de JinYoung estampar el suyo contra una de los libreros, causando una especie de sombra que hiciese que nadie pudiese verla, camuflajeándola contra el aparador. Era tan pequeña ante él que con notar la espalda ancha del chico, sería imposible divisarla. No entendió lo que intentaba hacer hasta que la mujer entreabrió la puerta de la pequeña habitación para asegurarse que todo iba bien.

—Lo he conseguido, Seoljin. —Confirmó sin un titubeo en su voz, ocultando por completo el menudo cuerpo de Hani contra el suyo.

Hani no sabía qué había conseguido, pero fue tan convincente que asumió que hablaba de un libro en específico. Sus latidos iban tan apresurados que no captó la breve conversación que tuvieron Seoljin y JinYoung mientras el pelinegro intentaba que la mujer no abriese la puerta por completo, si lo hacía, seguramente la vería y estarían en problemas. Se percató lo calmado que se encontraba él al estar tan cerca, sin más de medio centímetro separándolos, podía escuchar claro el corazón contrario en un paso firme y estable, era tan lento que se halló disfrutándolo silenciosamente.

¿Por qué de pronto disfrutaba de aquella repentina intimidad con Hwang JinYoung?

—Podemos salir. —La sacó de su trance, abriendo por completo la puerta de la biblioteca.

JinYoung no se separó de ella, aunque ambos cayesen en cuenta de la evidente cercanía que los envolvía. Hani boqueó cual un pez al darse cuenta que el mayor no llevaba camiseta, y tan sólo un pantalón de chándal era lo que vestía, estuvo tan enfocada en pensar que la atraparían que si quiera lo había visto bien. Quiso ignorarlo, pero al salir hacia la luminosidad de la habitación del chico, le fue inevitable no ruborizarse al notar el níveo pecho desnudo.

—Quería leer algo luego de un baño. —Como si leyese la mente de Hani, comenzó a darle explicaciones de cómo iba vestido.

Tuvo sentido aquello al ver su cabello aún húmedo, y la toalla sobre la cama bien tendida. Ella se meció sobre sus talones, sin saber de qué manera marcharse de la habitación antes de tener que dar una respuesta por todo lo ocurrido. JinYoung no le veía, concentrado en algo en su teléfono que robaba toda su atención. Si salía en éste momento, quizás correría con la suerte que nadie afuera la notase, pero debía correr el riesgo.

—Creo que te gusta demasiado entrar sin permiso a mi biblioteca —La sorna coloreaba su tono más grave de lo normal. Creyó que no hablaba con ella, pero era improbable que no fuese así—. Voy a creer que eres tú la que se lleva mis libros o los deja en el lugar equivocado. —Y a pesar que le sonrió pasivamente, las mejillas de Hani se ruborizaron de inmediato.

—No fue mi intención... Esta vez no lo fue —Habló rápido, pero consistente.
Sintió los ojos oscuros de JinYoung sobre ella, ambos recordando el encuentro previo que habían tenido en la biblioteca—, he tenido que esconderme, pensé que tu madre había llegado —Le encaró alzando su mentón con el poco ímpetu que tenía—. Por favor, no me delates.

No era un secreto para nadie la prohibición de la entrada de Hani a la casa principal, todo el personal lo tenía presente, y JinYoung aunque lo ignoraba, sabía que tenía a la chica entre sus manos al conseguirla en su habitación. Él caminó a pasos lentos, acercándose a ella. La castaña ni respiró cuando volvieron a tener la misma cercanía de algunos minutos atrás, y ya la oscuridad no la resguardaba de la desnudez del mayor. Le quemaban los pómulos con vergüenza, el pulso le temblaba y los nervios le traicionarían en cualquier momento, se conocía de más. Después de todo, Hani no era ciega, y el chico era el antónimo completo de fealdad.

—No te delataré —Había promesa en lo que decía. En un gesto dulce, JinYoung ordenó uno de los mechones escurridizos detrás de la oreja contraria—. Pero te recomiendo que no vengas a ver a Hyunjin, si quieres evitar los problemas.

Una mueca de malestar se instaló en su semblante, sabía que debía evitar exponerse, no tenían que recordárselo. No hubo otra palabra entre ellos, y sin pedírselo, JinYoung se vistió completamente en dos segundos.

—Si alguien nos ve —Dijo acomodándose la sudadera color gris—, les diré que estábamos juntos. Te estaba ayudando a estudiar, o algo parecido. Estarás segura conmigo. —Lucía cansado dando esa corta mentira.

—¿Por qué haces esto? —Le fue imposible no preguntar cuando iban a medio camino de la casa de invitados.

JinYoung que le hacía sombra, suspiró sobre su hombro perezosamente, como si se esperase que le preguntara algo así.

—Porque no permitiré que Hyunjin te meta en líos otra vez.

[...]

Pasaron unos días para que sus heridas físicas terminarán por cicatrizar. Ya no traía consigo la muñequera de protección, y con algunos ejercicios de estimulación, su brazo comenzó a funcionar correctamente. No esperó el momento en volver a las canchas de tenis, era el único lugar donde no pensaba por completo.

Por la repentina aislación de Hyunjin, se le había prohibido ir a la escuela con el chofer asignado. El primer día que ambos tuvieron que asistir juntos al instituto, se decidió por ir en autobús, sin importarle lo mucho que tendría que caminar hasta llegar a la estación más cercana. No caminó más de dos cuadras para cuando JinYoung se ofreció a llevarla, aunque quiso evitarlo, él no pareció molestarle en lo absoluto hacerle un favor tan pequeño como ese. Nunca le tocó en realidad ir caminando, porque Minho venía por ella algunos días, y otros, Jisung también iba a la casa Hwang.

El sol del mediodía le quemaba la coronilla del cabello, a pesar que lo mantenía recogido, sentía el calor filtrarse por cada poro de su cuerpo tenso. Era su primer partido luego de haber tenido el incidente con Hyunjin, y aunque era amistoso, veía con preocupación el marcador para asegurarse que tenía la delantera.

Sonrió para sí misma en una victoria segura, era el último corte y sin dudas la partida era suya. Su sentido de competividad pedía a gritos vencer a la chica al otro lado de la red, y con su efectivo saque le fue suficiente para obtener el punto que le hacía falta.

El árbitro pitó, y la cancha se inundó de estrenduosos aplausos. Hani alzó su rostro hacia un lado de las gradas, en busca de un rostro conocido. Entre la ceguera por el abrasador resplandor, consiguió a Lee Minho, quien gritaba animado quién sabe qué. Le dió las gracias al público, tras darle la mano a su oponente. Recibiría una medalla más para su repisa, una más que brillaría con éxito.

Salió de la cancha hacia los vestidores, obteniendo saludos y sonrisas por algunas compañeras, en las prácticas de tenis era más querida que dentro de las clases regulares. Tomó una ducha rápida, lavando su cabello sucio, y luego, optó por utilizar su uniforme deportivo de descanso.

—¿Es Kang Hani? —Mientras secaba su cabello con una toalla escuchó una voz femenina.

Volteó a ver a la chica repartidora, la cual traía consigo un ramo de ranúnculos de colores vívidos. Era grande y llamativo, ella parecía entorpecida por el tamaño del regalo. Hani un tanto confundida asintió.

—Firma aquí. —Le pidió, dándole un iPad con una especie de contrato de entrega.

Releyó por encima, era tan sólo una orden de entrega, no más que eso. Firmó rápido con el lápiz táctil, y tan pronto lo hizo, la chica le entregó el gigante ramo. Su toalla cayó al suelo cuando lo tomó entre manos, era bastante grande, y bonito también.

—Que disfrutes tu día, y felicitaciones. —Como si la chica supiese de su victoria le sonrió, con eso, se marchó.

Hani dejó el ramo sobre una de las banquetas de metal, y le ignoró mientras terminaba de guardar sus cosas en su bolso deportivo. Observó de reojo sus flores favoritas, notando la pequeña tarjeta personalizada de color rosa pálido. La tomó curiosa, tenía una tipografía básica y sobria, nada muy personal porque estaba hecha a computadora.

"Cada vez eres más exitosa y eso me llena de orgullo"

Volteó la tarjeta en busca de una dedicatoria, pero no había nada. Frunció su nariz dubitativa, no sabía de dónde provino el regalo, y eso le causó un corta curiosidad.


•Hyunjin•

El dolor estaba instalado en los orbes oscuros de su madre, la decepción le predominaba, y aquello era peor que cualquier cosa física por la que transcurría. Había perdido la cuenta de cuántas veces su madre le vio de la misma manera que ahora, no obstante, en sus ojos empapados en lágrimas existía una desesperanza que sólo esclarecía la pérdida de fe que tenía en él.

—Pudo haberte perdido. —Su voz débil se rompió justo como un vidrio.

Le acusaba con sólo guardar silencio, le acusaba por la imprudencia que había cometido. Jisoo mantuvo distancia de la cama clínica, viendo de frente a Hyunjin que apenas salía de su trance de sueño de hacía días. No le culpaba por su alteración, después de haber estar desaparecido, consiguió a su hijo postrado con un montón de máquinas que le hacían lucir más delicado de lo que se hallaba en realidad. Temía por la fragilidad mental de su madre, la cual nunca había estado sólida del todo.

—¿No crees qué ha sido suficiente con perder a tu padre, Hwang Hyunjin? —Le esperó al borde del llanto.

Ausente de una respuesta, sólo pudo encogerse de hombros escuetamente, pretendiendo que todo esto no le afectaba.

—No sólo has puesto en riesgo tu vida —Su vista viajó a Chaeyoung, la cual se mantenía en silencio a un lado de ella—, has puesto en juego la vida de Kang Hani, y eso es imperdonable. —Las lágrimas de decepción salieron sin su permiso.

Madr... —Su voz se debilitó hasta desaparecer.

—Deja de pretender que tienes derecho sobre la vida de los demás sólo porque puedes —Estaba siendo dura de más—. Te quiero lejos de Kang Hani.

Parpadeó un par de veces, incrédulo por lo que acababa de escuchar. Su madre, quién toda su vida le había obligado a pasar tiempo extra con Kang Hani ahora le pedía que la dejara fuera de ésta. Su sistema comenzaba a colapsar, sin entender que qué se trataba todo esto.

—Lejos, Hwang Hyunjin —Repitió al verle amagar para protestar—. Ignórala si es necesario, pero estarás lejos de Hani, por su bien.

Desde ese día se le había imposibilitado verla. La observaba furtivamente por su balcón, y a veces, le pedía a Seungmin que le contase cómo le estaba yendo en la escuela. De vuelta al instituto se le hizo un trabajo colosal no topársela, le buscaba con la mirada en cada clase, y como si no existiera, Hyunjin le ignoraba. Sabía por boca de Jisung y Seungmin que hoy había tenido un torneo de tenis, aunque quiso asistir y camuflajearse entre los presentes, tuvo en cuenta que llamaría la atención y prefirió evitarlo.

El pasillo atestado de personas a la hora de salida le agobió de inmediato. Fue rápido en sacar sus cosas de su casillero, queriendo ir a casa cuanto antes. Se había vuelto un ermitaño por completo, huyéndole a las multitudes cuando antes disfrutaba de las miradas aduladoras. En camino a la salida, se topó con la figura femenina que brillaba por sí sola entre el montón.

Su diminuto tamaño sobresalía entre los que lo rodeaban, con el cabello húmedo y suelto mientras luchaba por llevar entre sus brazos un ramo de sus flores preferidas. En su rostro ausente de maquillaje a duras penas podía reconocer el dolor, ya su imaginación no la veía como el día anterior, donde lloraba en su puerta para verle un segundo. Lucía radiante, vistiendo una cálida sonrisa que le robó la respiración por varios minutos.

Se detuvo en seco en el medio del pasillo, observándola en la distancia. Aquello era lo más cerca que la había tenido en semanas, y casi pudo oler su perfume a jazmines que tanto le encantaba. Torpemente miró su teléfono celular entre una de sus manos, y pronto una repentina idea se le ocurrió. Con los nervios a flor de piel, esperaba que contestara con cada pitido tras la línea. Se sintió un niño tonto una vez más, viendo a la chica que siempre le gustó y que nunca tuvo el valor de decirle lo que sentía por ella. Al cuarto pitido, contestó.

—¿Si? —Se escuchaba lejano y con interferencia.

Mientras ordenaba un montón de cosas en su casillero, Hani contestaba la llamada lo mejor que podía, si quiera sin fijarse quién le había llamado. Él contuvo una sonrisa al escucharla refunfuñar por algo sin sentido tras la línea.

—Hani. —Le llamó aún en el medio del pasillo.

Divisó su clara confusión en el rostro, tras dejar algo dentro del casillero, lo empezó a buscar entre el tumulto de personas. Parecía desesperada, pero sin mucho más esfuerzo, lo encontró entre el mar de caras. El tiempo parecía no pasar mientras ambos se miraban fijamente a través de todos, queriéndose más cerca. Sus dedos se aferraron con miedo de su celular, deseando tener la fuerza para decir lo que quería.

—¿Me escuchas? —Las voces fuertes de los demás se interponía entre la llamada.

Sin embargo, Hani asintió efervescente, consciente de que se estaban viendo. Hyunjin tomó un largo y sonoro respiro, armándose de valor de una vez por todas. Ella merecía saberlo, ella merecía escucharlo de su boca, sin importarle el malestar en su pecho que lo quería impedir.

—Te he extraño, Kang Hani —Susurró, conteniendo la respiración. El semblante de ella se deshizo en segundos—. Te he extrañado cada día, y lo seguiré haciendo hasta que estemos juntos de nuevo, solo tú y yo, como siempre.

Ella parpadeó un instante:—¿Hyunjin?

La interferencia se alzaba en la línea, entrecortado la voz de Hani que se escuchaba ya lejana. Se dispuso a seguir, a pesar que le costase cada palabra.

—Echo de menos escucharte reír por cada cosa mínima —Dijo—, echo de menos tu calor por la noche cuando no puedo dormir. Echo de menos tu olor. Extraño cada cosa de ti. Por supuesto que te he echado de menos.—De pronto, sus ojos comenzaron a cristalizarse, porque estaba siendo sincero después de mucho tiempo.

Nadie contestó, el teléfono contrario cayó contra el suelo en sonido seco que se expandió por el pasillo repleto de personas. Hyunjin se quedó en una pieza, tieso observando de cerca como Lee Minho tomaba en brazos a Hani, rodeándola en un fuerte abrazo que envidió desde el minuto uno. La efusividad con que su mejor amigo la sujetaba y la hacía girar divertidamente le achicó el corazón para hacerlo desaparecer. La castaña reía histéricamente, sin importarle que su teléfono quedó en el olvido en el suelo junto con el ramo de flores, dejándose hacer y escondiendo su rostro carmesí en el cuello de su novio. Todo era tan íntimo y cercano, tan Hyunjin y Hani, pero ese no era él, él tan solo les observaba.

—Yo te amo, Kang Hani. —Farfulló con la voz rota aunque ella ya no le escuchaba.

Cerró sus ojos doloridos cuando Lee Minho besó tiernamente a Hani frente a él, dejándole en claro que Hwang Hyunjin estaba fuera de su vida y aquello sería para siempre.


◾◾◾◾◾◾

¡Holaa!, ¿Cómo están?, Yo bien bien.

Ahhhhh, naguará ustedes son los mejores. Tengo 3000 leídos y lo siento como millones, soy fannnn. También soy muy fan que comenten, por favor, háganlo :(

Jeje, saben que ahora que Woojin tiene ig lo extraño más y eso me pone triste. No obstante, espero que los demás puedan tener pronto ig.

Hablando del fic, ¿Les ha gustado?, ¿Quién es su personaje preferido?, Ah, y tenemos un destinatario misterioso del ramo de Hani. Adivinen quien puede ser :)

Quería hablarles que tengo dos proyectos en marcha. Dos fanfics, sí: uno de NCT, y otro de... Larry: Harry+Louis, ok sí, estoy hablando de One Direction, porque soy fan hasta la muerte y me ha salido escribir sobre ellos.

Cuando quieran, publico la sinopsis de cualquiera de las dos.

Gracias siempre por leerme, xx.

Editado

20/05/20
14/01/22

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