La Clase del 89' (Mycroft y t...

Par MSCordoba

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Mycroft Holmes es el mejor promedio del instituto Dallington. Los valores de amistad y afecto no resultan rel... Plus

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 61,5
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Cartas
Epílogo
Nota de autora
Anuncio importante

Capítulo 18

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Par MSCordoba

— ¿Cuál es tu género de música favorito?

No era un secreto que Anabeth Smith fuera una amante de la música. Era fanática del Pop y el Rock, pero también tenía gran conocimiento en otros géneros como el Jazz y la música clásica.

Mycroft tenía noción de esto. Por eso no se sorprendió cuando le hizo la pregunta. Su respuesta la decepcionó.

— No tengo un género de música de preferencia.

— Michael Jackson, Madonna, John Lennon, Mick Jagger, AC/DC, The police, Queen... —la chica siguió enumerando artistas. Mycroft negaba con la cabeza a todos y cada uno—. ¿Nadie? ¿En serio?

— Apenas conozco la mitad de esos nombres. —confesó, manteniendo su mirada indiferente.

— Si me dices que no sabes quién es Michael Jackson, juro que te ahorcaré con tu corbata.

"No te pido que te guste. Solo que lo conozcas." 

— Sí. Tengo presente su imagen. Sé que escuchas sus canciones en tus ratos libres.

— Okey. Algo es algo. —luego de una pausa, añadió—. ¿Hay alguna razón o... simplemente no te interesa?

— No me siento especialmente atraído por algún genero de música en particular. Simplemente no lo considero relevante.

Mycroft guardó silencio. Antes podía decir que la música clásica le agradaba. Todo cambió cuando Sherlock comenzó a tocar piezas de Bach y de otros compositores en su violín. Al principio no le molestó. Su hermano tenía talento y era gratificante escucharlo. Pero con el paso de los años esas piezas se volvieron repetitivas hasta llegar al borde del hartazgo. Desde entonces se volvió reacio al género.

Anabeth abrió la boca y la volvió a cerrar.

— ¿Qué ibas a decir?

— Nada, olvídalo. Era una pregunta tonta.

Mycroft se le quedó mirando con una ceja en alto. La castaña simplemente no pudo resistirse.

— Iba a decir si tocabas algún instrumento. Como dije, es una pregunta tonta si no te gusta la música de por sí.

— Fui a clases de piano cuando tenía cinco.

— No me entendiste.

Mycroft la observó sin comprender sus palabras. Ella sonrió y agregó:

— Existe una diferencia entre "aprender" y "tocar". Yo puedo decirte que aprendí a tocar el clarinete en cuarto grado, pero actualmente toco batería, bajo y guitarra. Uno fue por obligación mientras que los otros por pasatiempo.

— En ese caso no, no toco ningún instrumento. El que recibió el don de la música fue Sherlock.

"Y nunca pierde la oportunidad de restregármelo en la cara." 

— Yo, por otro lado... —agregó—. Carezco de la creatividad para componer una melodía o siquiera recrearla. Además, no lo considero como algo de vital importancia, por lo que nunca le presté atención.

La chica asintió, comprendiendo sus palabras. De repente se escuchó el sonido de la campana, indicando el final del receso. Los jóvenes dieron por finalizada la conversación y regresaron a sus respectivas clases.

***

Una semana después...

Anabeth no había podido olvidar las palabras de su amigo. Cuanto más pensaba en ellas, menos sentido les encontraba. Quizá no era que careciera de talento musical, sino que aún no había encontrado un instrumento que fuera de su agrado. Realmente se extrañaría si, conociendo a Mycroft por el genio que era, no tuviera algún talento dentro de la música.

Ese viernes, el pelirrojo pasaría la tarde en casa de los Smith. No había ningún motivo en especial. Su madre estaba la mansión por lo que no debería cuidar a Sherlock. Podría permitirse un descanso, lejos de los constantes acordes de violín de su hermano. El hogar de la castaña era el escondite perfecto.

Anabeth vio la oportunidad y no dudó en aprovecharla. Deseaba sacarse esa duda de la cabeza de una vez por todas.

***

4:35 PM.

Anabeth terminó de hacer sus deberes. Se encontraba en la mesa de la cocina mientras que su amigo yacía tendido en el sofá de la sala, leyendo una novela que había tomado prestada de su biblioteca. 

— Quiero hacer un experimento. —anunció, cerrando su carpeta de un golpe seco.

— Suerte con ello. —habló con indiferencia sin despegar la mirada de su lectura.

— Y necesito de tu ayuda. —añadió, esperando de esa forma hacer a un lado la negatividad de su amigo.

— ¿A qué viene eso? 

— Acompáñame.

La chica se puso de pie y comenzó a alejarse. No serviría de nada explicar sus planes, porque lo más probable es que solo obtuviera un "no" como respuesta. Con el tiempo había aprendido que la única forma de mover a los Holmes era estimular su sentido de la curiosidad.

Y esta vez no fue la excepción.

Mycroft bufó con fastidio y se puso de pie, siguiéndola hasta el garaje. El lugar estaba a oscuras. Anabeth tanteó la pared buscando el interruptor. Una vez que lo encontró, se hizo la luz.

Como el auto de los Smith no estaba, el lugar se veía mucho más amplio. En uno de los costados había un panel con herramientas mientras que del otro lado había pilas de cajas, las cuales parecían haberse acumulado con el correr de los años. En la pared del fondo yacían acomodados perfectamente sobre sus soportes un bajo, una batería y una guitarra. A diferencia del resto de los objetos del lugar, estos tres últimos se encontraban en perfectas condiciones.

Mycroft bufó con fastidio al comprender sus intenciones.

— Creí haber sido suficientemente claro al respecto.

— Lo sé. —entró al lugar haciendo caso omiso a las palabras del chico.

— Entonces, perdóneme la trivialidad de la pregunta. ¿Por qué me trajiste aquí?

Anabeth camina hacia uno de los estantes y toma unos palillos.

— Como dije, quiero hacer un experimento. —Mycroft eleva ambas cejas al ver que le quería entregar un par de baquetas—. Ten.

— ¿Batería? ¿Es en serio? —sonríe en forma burlona—. Debe ser una broma. ¿No escuchaste nada de lo que te dije el lunes pasado?

— Sí, idiota. Tú mismo lo dijiste, no sirves para hacer melodías. Pero resulta que la batería... —una sonrisa juguetona tiró de sus labios—. No tiene notas. 

— Anabeth, no creerás de verdad que yo... —miró el instrumento, como si se tratara de una mala broma—. No pensarás que puedo tocar esa cosa.

— ¿Ahora? Por supuesto que no. ¿Con un poco de práctica? Claro. Solo dale la oportunidad. Algo me dice que puede llegar a gustarte.

— ¿Por qué, en tu sano juicio, creerías eso? Primero y, para empezar, no me gusta el rock, el Punk ni otro estilo que se le parezca. En segundo lugar, disfruto del silencio. Y resulta que la batería es todo lo contrario a eso. 

Ella sabía que su propuesta no sería bien recibida, por lo que esperó pacientemente a que el muchacho terminara de parlotear.

— Si me dejaras explicarte... Sabrías que no elegí este instrumento al azar. Primer punto: bórrate esa idea de que la batería es solo para el Rock. Este instrumento puede ser hallado en canciones de cualquier género, incluso dentro de orquestas sinfónicas.

Mycroft la miró como si se hubiera vuelto loca. Realmente hablaba en serio.

Anabeth ignoró la mueca de su amigo y prosiguió.

— Y en segundo lugar, para tocar requieres precisión. El ritmo debe ser constante y no puede haber margen de error. El baterista es quien les otorga una identidad a las canciones. Según el ritmo, una balada puede pasar a ser una canción de Rock o una canción de Rock puede pasar a ser una de Pop. En resumen, el ritmo es la columna vertebral de las melodías.

Le tendió las baquetas por segunda vez.

— El baterista tiene que ser alguien a quien le guste la precisión, el control y ser un líder por naturaleza. Y resulta, Mycroft, que tú tienes esas características. Así que... ¿quieres intentarlo?

El chico la miró, en una mezcla de asombro y perplejidad. Ella podía ser muy persuasiva cuando se lo proponía, pero... ¿Él? ¿Un baterista? No podía siquiera imaginárselo. Simplemente no era algo que encajara con su persona.

Sus ojos se posaron en los de la ojimiel y luego en esas baquetas que le eran tendidas. Tomó uno de los palillos de madera y lo examinó con desconfianza. La sonrisa de Anabeth se ensanchó cuando tomó el otro.

— Solo... pruébalo. Si no te gusta, no insistiré. —alentó.

Mycroft tomó asiento en el pequeño taburete, solo para darle el gusto. Haría un poco de alboroto, devolvería las baquetas y volvería al sofá para retomar su lectura. ¿Cuánto tiempo le llevaría? ¿Un minuto? ¿Dos a lo mucho?

"Sobreviviré." 

Golpeó cada tambor de manera individual. Lo mismo hizo con los platillos. Cuando estuvo a punto de alzar las baquetas e iniciar un ritmo sin sentido, Anabeth lo detuvo.

— Alto. Mantén tus pies sobre los pedales. El pedal derecho es del bombo, el izquierdo controla la altura del platillo. Ese último mantenlo presionado en todo momento.

— Pensé que me dejarías tocar.

— Sí, pero como se debe. No sirve de nada si solo golpeas tambores al azar.

"Era exactamente lo que tenía en mente." Renegó, queriendo terminar con esto lo más rápidamente posible.

Anabeth se colocó a sus espaldas y le indicó de qué manera debía blandir las baquetas.

— Empieza por golpear el platillo más pequeño y mantén un ritmo constante.

— Esto es ridículo.

— Solo hazlo.

Mycroft resopló con aburrimiento y obedeció. Sin mucho esfuerzo, golpeó el platillo repetidas veces.

— Bien, mantenlo así.

"Esto es sumamente fácil... y estúpido."

— Ahora pisa el pedal para añadir el bombo.

El joven así lo hizo, manteniendo ambos sonidos en sincronía.

"Demasiado sencillo."

— Por último, añade el tambor chato de tu izquierda y hazlo sonar cada tres golpes de platillo, manteniendo el ritmo de los otros dos, claro.

Mycroft así lo hizo, pero no salió como esperaba. Su pie imitó el movimiento de su mano derecha en vez de la izquierda. Probó una vez más, obteniendo el mismo resultado, solo que esta vez había sido su mano izquierda la que había dejado de tocar en sincronía.

— ¿Pero qué...?

Anabeth soltó una carcajada al ver el rostro de su amigo. Su sonrisa engreída había desaparecido, siendo reemplazada por una mueca de consternación.

— ¿De verdad creíste que sería tan fácil?

— No lo comprendo. Mis manos y pies no hacen lo que les ordeno.

— Eso es porque, como cualquier novato, tus miembros aún no se mueven de forma independiente. Tus pies tienden a imitar los movimientos de tus brazos o viceversa. Eso es lo que te hace cometer errores.

Mycroft apretó los labios en una fina línea. Entendía el concepto. En el piano la mano izquierda tocaba notas diferentes en escala y tiempo a las de la mano derecha.

Pero en su recuerdo, había dominado el piano en menos de media hora. Sus manos hacían lo que él quería sin ninguna dificultad. Pero esto era otro nivel. Aquí no solo debía mover los brazos, sino que también tenía que tomar en cuenta el movimiento de los pies. No pensó que un instrumento de percusión pudiera tener este grado de complejidad.

— ¿Y qué tengo que hacer para dejar de cometer esos errores?

— Practicar hasta perfeccionar tu técnica. —respondió con simpleza—. Lo que te acabo de enseñar es el ritmo básico. Cuando logres dominarlo, podrás subir el nivel de dificultad.

— ¿Y eso cómo sería?

Anabeth extendió la mano, pidiendo las baquetas. Mycroft se las devolvió y cambiaron lugares.

— Te enseñaré. Este es el ritmo habitual de la música Disco.

Una vez en posición, la castaña hizo girar los palillos entre sus dedos y comenzó a tocar.

Sus pies y manos se movieron en perfecta sincronía. Sus movimientos eran suaves y fluidos, haciéndolo parecer sumamente sencillo. Mycroft escuchó con atención esa perfecta sucesión de golpes de tambor y platillo.

Anabeth mantenía los golpes constantes y luego agregaba un redoble de tambor que le agregaba más sustancia y complejidad al ritmo. Era rápido, pero sin llegar a ser estridente.

Hizo un último redoble de tambor para finalizar con un golpe de platillo. Una vez terminada su pequeña demostración, dejó las baquetas sobre el redoblante.

— En eso consiste la batería, básicamente.

Mycroft tenía los ojos abiertos de par a par. Había sido la primera vez que la había visto tocar.

— Eso fue... Impresionante.

— Gracias. —sonrió con timidez. No estaba acostumbrada a tocar frente a otras personas.

Volvió a tenderle las baquetas.

— Ahora sí. Te dejo improvisar si quieres. —dejando el banquillo libre.

El pelirrojo volvió a tomar asiento. No quería hacer el ridículo, por lo que solo se abstuvo a repetir el ritmo básico. Mantuvo presionado el pedal del platillo y comenzó a mover solo sus brazos, siguiendo las indicaciones de su amiga.

Ella agradeció internamente que Mycroft no comenzara a tocar de manera desenfrenada como la mayoría de sus amigos. A ellos no les interesaba aprender la técnica ni los ritmos básicos. Solo querían hacer un gran alboroto fingiendo ser estrellas de Rock. El pelirrojo, a diferencia del resto, sí prestó atención a su breve explicación y se preocupó por tocar correctamente.  

Cuando se aseguró de haber asimilado el movimiento de sus brazos, añadió el bombo, logrando finalmente la sincronía. Sostuvo el ritmo durante unos diez segundos hasta que volvió a equivocarse.

— Maldición. —se detuvo del todo—. Ya casi lo tenía.

— ¡Hey! Pero al menos te salió. Demasiado bien para ser la primera vez.

Mycroft frunció el ceño.

"¿Realmente lo he hecho bien?"

— ¿Lo dices en serio?

— Sí. Cuando toqué por primera vez, tardé unos quince minutos en conseguir mantenerme en sincronía.

Mycroft la observó. No había signos de falsedad en sus palabras. Quizá su demostración no fue tan mediocre como esperaba.

Él le sonrió y, en respuesta, hizo un redoble. Nada complicado. Tan solo tocó cada tambor hasta terminar con un golpe de platillo final. Anabeth rio por lo bajo.

"¿Por qué las personas siempre tocan así cuando están delante de una batería?" 

— Estaba esperando que hicieras eso. Hasta ahora no he conocido a nadie que pudiera resistirse.

— Solo me pareció apropiado. —se excusó, manteniendo una expresión indiferente.

Se irguió sobre su asiento y colocó las baquetas sobre el tambor, como quien no quiere la cosa.

— ¿Eso es todo? —ladeó la cabeza, mirándolo con diversión.

— Sí. Ahora si me disculpas, tengo un libro que terminar.

Se puso de pie. Anabeth se cruzó de brazos y alzó una ceja.

— Eres un pésimo mentiroso, Holmes. —el chico se detuvo en seco, pero no dijo nada—. Si alguna vez quieres volver a tocar, con gusto te enseño.

— Jamás dije que me gustara.

— Oh, no hace falta que me lo digas. Ya lo sé. —sonrió con orgullo al tiempo que apagaba la luz y salía del garaje.

Mycroft apretó los labios con disgusto. Le preocupaba un poco que Anabeth pudiera leerlo con tanta facilidad. Era verdad. Por extraño que parezca, había encontrado la batería como un instrumento interesante. Pero jamás lo admitiría en voz alta. Era demasiado orgulloso para hacerlo.

Dio la media vuelta y abandonó el lugar. Como dijo anteriormente, tenía un libro que terminar.

El resto de la tarde transcurrió con normalidad. Ninguno de los dos volvió a mencionar el asunto. Aun así, la sonrisa triunfal de la castaña no pudo ser borrada de su rostro.

***

Faltaban diez minutos para que el reloj marcara las cinco. Mycroft divisó por la ventana el auto de su familia aparcando frente a la casa. Cerró su libro y se levantó del sofá.

Se asomó por el corredor que daba a las habitaciones, en búsqueda de la castaña. Observó que había una línea de luz por debajo de la puerta del baño. Cuando ella saliera, le avisaría que había llegado su chofer.

Mycroft aprovechó el tiempo de espera para recoger sus pertenencias. Se dirigió a la cocina, donde su abrigo yacía colgado en el respaldar de una de las sillas. Mientras se lo colocaba, no pudo evitar observar la carpeta escolar de Anabeth.

No le hubiera dado importancia, sino fuera por una hoja desacomodada que le llamó poderosamente la atención. El borde superior sobresalía lo suficiente como para poder leer el título de esta.

<< EXAMEN DE BIOLOGÍA: UNIDAD Nº9 >>

Les habían entregado las calificaciones el día anterior. Anabeth debió de meterlo en su carpeta a las apuradas, como el resto de hojas sueltas que iba acumulando con el correr de las semanas.

Mycroft miró para ambos lados y luego al examen. Sentía deseos de darle una ojeada. Jamás le había preguntado a Anabeth su calificación, aludiendo que la respuesta era sumamente obvia.

Pero al tener el papel a solo un metro de distancia le resultó imposible contener su curiosidad. Quería confirmar si su deducción había sido acertada. 

Sabía que no era apropiado husmear en las calificaciones de otros, pero ya era demasiado tarde para retractarse. El examen ahora estaba en sus manos y lo que vio lo dejó desconcertado.

"¿Me equivoqué? ¿Cómo fue esto posible?"

Escrito en tinta roja había una gran A+ junto con un breve mensaje de felicitación por parte de la profesora. El chico esperaba una F o una D. Incluso una C en el más optimista de los casos. 

"¿Pero una A+?"

— Solo tenías quince minutos... No mentías al decir que no sabías nada para el examen. —murmuró al tiempo que le daba una rápida leída.

El chico evaluó la posibilidad de alguna trampa, pero eso era imposible. Ese día vigiló a Anabeth de cerca. La había observado por el rabillo del ojo desde su pupitre mientras ella estaba terminando su evaluación.

"Si hubieras hecho trampa, lo sabría."

Escuchó pasos por el corredor y se apresuró a devolver el examen a su lugar, dejando todo tal y como lo había encontrado.

Anabeth se asomó a la cocina.

— Larry está afuera. —informó.

— Sí, lo sé. Ya recogí mis pertenencias. —se colgó la mochila al hombro, luciendo casual.

— Ok. Te acompaño a la puerta.

Mycroft asintió. En menos de dos minutos, se encontraba viajando de regreso a su hogar. El traslado fue silencioso, lo que le ayudó a aclarar sus ideas.

Una vez más tuvo la desagradable sensación de que había algo que no estaba viendo. Algo relacionado con la peculiar forma de ser de Anabeth, que le explicara el cómo alguien que es un completo desastre en matemática pudiera aprobar un examen sorpresa con tan solo quince minutos de estudio.

Se masajeó las sienes con cansancio. De repente, recordó la primera vez que Anabeth se había quedado al cuidado de Sherlock. Recordó lo que había dicho, luego de haber realizado ese colorido experimento.

<< ¿Qué puedo decir? Tengo buena memoria. >>

Esas palabras resonaron en su mente con fuerza.

"Pero quizá no sea solamente buena." 

Mycroft no vio la hora de llegar a su hogar. Necesitaba quitarse esa duda de la cabeza. Por primera vez en meses, se sintió más cerca de aclarar todo este misterio que giraba alrededor de Anabeth Smith.








~•~•~•~•~•~•~•~
Si tienen curiosidad, acá les dejo un video de cómo es el ritmo de la música disco.
(Es el 1ro que aparece. Desde el segundo 0:27 hasta el 0:41)

Gracias por leer ;)

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