El beso de Judas "Un rey sin...

By VelbethUchiha08

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Madara se enteró que Hashirama no es varón, sino hembra, tras una batalla, a sus 15 años de edad. Desde ese d... More

Nota de autor:
Capítulo 1 Te amo, Madara
Capítulo 2 La verdad al fin sale a la luz
Capítulo 3 El primer beso de Judas
Capítulo 4 Beso de saliva con sangre
Capítulo 5 Rumores
Capítulo 6 Joya de cristal
Capítulo 7 Traición
Capítulo 8 Hashirama, Sayuri y Sakumi
Capítulo 9 Los besos de Judas
Capítulo 10 Manipulación de sus palabras
Capítulo 11 No es correcto
Capítulo 12 Dos mentes distintas
Capítulo 13 Pelea de Reyes/ Sueños perversos
Capítulo 14 Ojos perversos
Capítulo 15 Celos y Chantaje parte 1
Capítulo 16 Chantaje
Capítulo 17 Tu pureza me pertenece
Capítulo 18Pureza tomada
Capítulo 19 Los planes en marcha
Capítulo 20 Celos y manipulación
Capítulo 21 Amar a Dios en tierra ajena
Capítulo 22 La tempestad se aproxima
Capítulo 23 Horas antes de la ceremonia
Capítulo 24 Sello y Pacto
Capítulo 25 La anciana del abrigo rojo
Capítulo 26 El linaje
Capítulo 27 Otra vez justos
Capítulo 28 Imperio
Capítulo 29 El rumor afuera del Imperio
Capítulo 30 La venganza de la anciana
Capítulo 31 El castigo del rey
Capítulo 32 Uchiha Yuda
Capítulo 33 Trauma
Capítulo 34 Pasión demoniaca
Última nota
Capítulo 36 El ángel de la muerte primera parte
Capítulo 37 El ángel de la muerte segunda parte
Capítulo 38 El ángel de la muerte tercera parte
Capítulo 39 La desaparición del príncipe
Capítulo penúltimo / Beso mortal
Capítulo 41 Final

Capítulo 35 Familia inestable

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By VelbethUchiha08


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Por fin tenían tiempo a solas desde hace años. Muchas cosas por decir y reclamar, pero antes, Lady Hashirama, quería pasar tiempo tranquilo con Madara. La morena dejó que descansará la larga travesía, después le ofreció visitar el risco que solían frecuentar cuando niños, ahora el monte Kague. Mientras caminaban agarrados de la mano, detalle que ella misma sugirió antes de comenzar con la larga caminata, prestaba atención a lo nuevos cambios del hombre que, a pesar de sus tantos defectos y ambiciones, seguía amando.

Lady Hashirama, tenía una duda que la inquietaba. Los rumores que la involucran con Mito, no pidieron pasar desapercibidos a los oídos de Madara. De tan solo pensar en ello, sentía inquietud y preocupación que eso fuera la razón del nuevo comportamiento de Madara. O, simplemente no la amaba como seguía haciéndolo por él. Tenía que saber por qué la seriedad, pues nueve años era mucho tiempo como para no tener algo que hablar. Rompió el hielo deshaciendo el agarre de manos y llevó los brazos a su gruesa cintura varonil, y por último reposo la cabeza en el hombro, a medida seguían caminando hacia su destino.

—Muchos años sin vernos, mucho tiempo como para no tener nada de qué hablar. ¿Qué pasa, Madara? ¿Ya no me amas? ¿O, quizá hay algo que me quieras decir? Por favor, dime qué es lo que te mantiene serio y distante —cada palabra de la morena sonó apagada y desesperada por una respuesta.

Madara tenía muchas cosas en mente, pero la que seguía molestando en su cabeza, y lo que lo hacía sentir triste, aunque no lo reflejará, era la muerte de su segundo hijo. Pero como todo en esta vida tiene sus sacrificios, Mayura fue la perfecta ofrenda para despertar los ojos de Dios.

Al sentir la mano de la morena soltarlo, llevó rápidamente su vista a ella, luego miró como se aferró a su cintura y acomodó la cabeza en su hombro derecho. La escuchó, luego contestó a todas sus preguntas de la manera más seria.

—Es cierto que hay muchas cosas de que hablar, como lo hay en tiempo. Hashirama, llegué ayer, dame un tiempo para volver acostumbrarme de lo que ambos hicimos prosperar —se refería al imperio más rico y poderoso que había, el imperio de Fuego —, no pongas presión. Cada día que esté a tu lado voy a revelar lo que hicimos en nueve años. Y sobre lo otro..., no pienso mucho en ello porque sé bien cuánto me amas, aunque te acuestes con Mito...

Las palabras de Madara, su manera tan despreocupada de arrojarle en la cara su supuesta infidelidad, envió este momento a solas a la mierda. Lady Hashirama, tras escuchar las últimas palabras de Madara, se separó de él y dejó de caminar. Por otro lado, Madara siguió avanzando lentamente.

—¡Espera, Madara! —exclamó furioso —. ¡¿De qué mierdas hablas?! ¡Yo nunca te he sido infiel, yo no haría eso, ahora dime por qué supones que acoste con Mito! —enfureció más al ver como él seguía andando —. ¡Te he dicho que te detengas y me expliques por qué difamarnos!

Madara hizo caso omiso, continuó caminando. Lo que sentía por la pérdida de su segundo hijo no le permitió enfadarse por todos los rumores que llegaron a sus oídos de su querida esposa y su amante.

Lady Hashirama, quería una explicación y los nombres de aquellos que se encargaron en envenenar la mente de su rey. Con brusquedad aplicó un muro de madera frente a ellos. El muro salió de la tierra rápidamente, medía tres metros de alto, cuatro de largo, y era ancho. Madara al ver aquel muro salir, solo optó por detenerse a ver que tan alto sería.

—¡Te ordeno que me expliques, ¿por qué piensas eso de nosotros?! —una vez más exclamó casi mordiéndose el labio inferior de coraje.

Madara giró su cuerpo hacia ella para contestar. El Uchiha no lucía como hace unos minutos, ahora tenía una mueca de enfado por la orden y el muro, su Dojutsu estaba activado. Lady Hashirama, supe tarde que se había pasado de la mano.

—¡No vuelvas a darme órdenes, Senju! —comenzó a caminar apresurado hacia ella —. ¡No seas cínica, ¿por qué piensas que soy un tonto, un iluso que no sabe lo bien que se la pasaba, la reina de este imperio con el líder Uzumaki! ¡Así de golfas te has convertido, no lo dudo que lo hayas llevado a nuestra cama!

Lady Hashirama, soltó una fuerte bofetada. El golpe fue ruidoso, tanto que hizo eco. Un hilo de sangre escapó de la boca de Madara, a medida volvía su furiosa mirada hacia la morena.

—Como te atreves a llamarme así —sonó ofendida, pero su dureza no disminuyó —. Soy yo quien debe reclamar sobre tu ausencia. Tu abandonó de tus deberes. Y lo más importante, el nuevo comportamiento de nuestro primogénito. Ahora que lo moldeaste a tu manera es un adolescente frío y grosero. ¿Es eso lo que fuiste a hacer durante nueve años? ¿Manipular a tu hijo y meterle en la cabeza que nadie lo quiere, que sola la fuerza brutal traerá paz? Estoy decepcionada de ti, como hombre, esposo, rey, y mucho más como padre —se desahogó, por fin dejó salir lo que por mucho tiempo quiso confesar al hombre que no atendía sus deberes correctamente. Para agregar más leña al fuego, agregó: —El infiel has sido tú, y por lo que haces piensas que pago con la misma moneda. Te estaré esperando en nuestra habitación por la noche, si es que quieres dormir conmigo u irte otra vez...

Entre humo desapareció Hashirama con dirección a casa de su hermano, en donde le dieron la primera queja de Yuda desde su regreso al imperio. Tobirama, informó cómo el primer príncipe, se había agarrado a golpes con los nuevos participantes del los exámenes chunin. La arrogancia que poseía y aquellos ojos que regresaron a él, eran la peor mezcla de un Madara más joven.

Lady Hashirama, no tenía conocimiento sobre el regreso del Rinnegan, pues ambos no se lo comunicaron, menos sobre sus avances en sus entrenamientos. Tal como llegó a casa de su hermano, repentinamente, llegó a la habitación de su hijo, quien al ver a su madre entrar con un semblante molesta y sin previo aviso, supuso lo que estaba por pasar.

El azabache de cabello largo y suelto, no se movió de su cama, se encontraba boca arriba acariciando al mismo gato negro de ojos pintos. Con las mismas facciones de su padre, la observaba desde su cómodo lugar.

—Sabes por que estoy aquí, así que ponte de pie —decía, a medida se acercaba a la cama —, y muestra esos ojos de una vez.

Yuda, sin apuro alguno, se incorporó de la cama y se quedó quieto frente a su madre, quien lo inspeccionó detalladamente lo tanto que había cambiado. El gato negro con ojos pintos desapareció sin que lo notarán.

—¿Fue él, tu hermano te dio la queja? —preguntó serio.

—¿Mi hermano? ¡Tu tío, y sí él me dio la queja! —espetó y lo tomó de los hombros —. ¿Por qué golpear a esos jóvenes? ¿Qué hicieron para merecer una paliza usando esos ojos? ¿Acaso tu padre no te enseñó una de la más importante reglas de ser un ninja, que no debes pelear con tus camaradas, la gente que debes proteger y tus seres queridos?

El muchacho solo movió la cabeza de arriba abajo, pero no respondió con palabras.

—Dime qué fue lo qué causó el revuelto y por qué tu padre y tú, no comentaron nada sobre el Rinnegan. Comienzo a pensar que ocultan muchas cosas de mí. —Mirándolo fijamente, esperó tan siquiera una respuesta lógica del menor, que debido a su actual altura tenía que alzar un poco la cabeza.

—Me aburri en la fila de la solicitud de los estupidos exámenes chunin. No sé por qué padre o uno de los tantos shinobis que tenemos, no pudo traerme esa pedazo de papel —se expresó irritante.

—Porque no has entrenado con ninguno de ellos, sino con tu padre, él debería de darte la solicitud.

—Lo que sea, no creo que yo por ser un "príncipe" necesite esperar en una tonta fila —con desdén se expresó.

—Aunque sea un príncipe debes seguir las normas. ¿Por ello te has molestado y agarrado a todos a golpes? No olvides lo que yo te he enseñado, la sencillez y la empatía hacia las personas de este imperio. No seas como tu padre.

Viendo a su madre con aquel aire de grandeza, preguntó rápidamente:

—¿Cómo es mi padre, según usted? No fue usted la mujer que lo amaba con todos sus defectos. Sabe, madre, sus palabras suenan rencorosas. O, ya no lo quiere, y por ello se ve con ese hombre a escondidas.

Hashirama quiso actuar de la misma manera como lo hizo con Madara, pero no lo hizo, solo optó por acariciar la mejilla de su hijo, quien despreció el afecto sentándose en la cama. El muchacho prosiguió a decir:

—Mi padre dijo que él le iba a decir, como con todo su entrenamiento hizo que volviera a activar los ojos que usted apagó. No se preocupe, madre, no tengo intención de hacer más daño y de seguir... —calló, mejor se tumbó en la cama.

—Anda sigue, no te quedes callado. Qué iba a decir.

—Nada. Salga de mi habitación, voy a dormir... —se giró hacia otro lado que no fuera al de su madre.

Lady Hashirama deprimida abandonó la habitación, sino antes dijo:

—Yo siempre le he sido fiel a tu padre, lastima que ambos no lo sean conmigo...

Cuando llegaron a Konohagakure, el banquete se canceló por orden del primer príncipe. Tras la larga travesía y de haber asesinado a su hermano menor, en una batalla sangrienta y despiadada, no tenía ánimo de hacer nada. Él solo quería dormir en su plácida cama y olvidar lo que hizo por el eterno, lo que despertó nuevamente el Rinnegan. En tiempos las palabras de su padre le sonaban lógicas, y a veces solo lo hacían sentirse confundido. Si su padre lo amaba mucho, ¿por qué engendró a un hijo para ser asesinado por su otro hijo? Juzgando a lo que él veía, su madre no lo quería —no podía perdonar la bofetada, Yuda resultó ser rencoroso —, y su padre, él solo lo ponía en difíciles situaciones que comenzaba a pensar que lo manipulaba para alcanzar paz en todo los reinados con su toqué de violencia y sumisión. Había días que quería ser como otros adolescentes de su edad, tener amigos, no enemigos y sirvientes, salir del imperio a pasar el tiempo sin estar alerta de ser atacando por los enemigos de sus padres, enemigos que no sabía por qué lo querían muerto. La vida era aburrida y sin sentido de vivir. No había algo u alguien que lo hiciera sentir bien consigo mismo y amado.

—Si me quitarás los ojos y los destruyo, creo que seré feliz por una vez en mi vida. Solo así podre comprobar si me ama mi padre, y solo así dejará de odiarme mi propia madre...

El gato de ojos pintos salió de su escondite al regazo de Yuda.

—Tú, pequeño felino, me amas de verdad y estás feliz que volviera...

* * *

Esa misma noche, Lady Hashirama, esperó la presencia de Madara, en su cómoda cama. Ya pasaban de las diez. No volvió a buscar a Yuda, tampoco lo hizo con Madara, que en todo el día no se había dejado ver. Odiaba sentirse despreciada, nada para él. Ya comenzaba a aburrirse de la frialdad y de dormir sola en su cama. No hubo más que irse a dormir, sola y a acurrucada con una almohada que solía poner entre sus piernas y brazos. Minutos después de haberse quedado dormida, comenzó a sentir las frías y grandes manos de su rey, sobar y apretar sus nalgas, besos cerca de la área anal, y la larga cabellera rozar sus caderas y el dorso de cada muslo. Se encontraba boca abajo con la bata echada para arriba y sin braga. Aquellas caricias se sentían tan bien que no tardo en ponerse cachonda y gemir de lo que le hacía falta, una larga y bien merecida noche de pasión.

—Soñé muchas noches con hacerte lo que me plazca en nuestra cama, al fin estamos juntos, listo para montarte y hacerte correr antes que yo lo haga. Hashirama, no vuelvas a reprocharle a tu esposo, si lo vuelves a hacer, me iré y solo regresaré a destruir todo lo que hemos alcanzado. —Una brutal nalgada recibió la morena que la hizo quejarse y girar a verlo —. ¿Lo vas a volver a hacer? —la desafío, a medida se incorporaba y tomaba asiento sobre sus piernas para comenzar a bajar su cremallera de su pantalón.

Ella lo vio desde su lugar, aún babea por ese hombre en sus cuarenta. Su cuerpo llenó de cicatrices y bien marcados abdominales, provocaba morder su labio inferior. Lo amaba tanto que no veía la amenaza a simple vista.

—No volverá a pasar, pero, por favor, deja de pensar mal de mí.

Madara se inclinó hacia enfrente llevando las manos por debajo del estómago de la morena. Se montó en ella y comenzó a mover las caderas hacia enfrente y hacia atrás. Besó su hombro. Al hacer contacto visual, dijo:

—Déjame asesinar a Mito. Antes que comience la guerra de imperios...

—¿Cómo qué la guerra de imperios? —confusamente preguntó.

—Acabó de recibir la primera amenaza contra nuestro imperio en un pergamino enviado por el imperio de Arena y Agua.

La guerra entre imperios estaba por comenzar y dos jóvenes por conocerse en plena batalla. El encuentro iba a flechar el corazón del príncipe del imperio de Fuego, y llevarlo a su trágico destino...

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