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By Lxvelyh

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« ¿Quieres escucharme decirte que te quiero? -Su bonita sonrisa se impregnó con la sorna más vil-, pues bien... More

◾Prólogo◾
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◾ Agradecimientos ◾
▪️REVIVAL: RE-EDICIÓN Y PUBLICACIÓN▪️

◾10◾

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By Lxvelyh

Capítulo 10:
Heridas culposas.


•Minho•

El repiqueteo de su celular había culminado con la importante partida de FIFA. Kim Seungmin se aferraba con uñas y dientes a la victoria cuando él se tuvo que excusar para ir a contestar la llamada, cosa que aprovechó Jisung ante la poca atención que le daba su novio entre partidas. Dejando a los chicos a solas en el cuarto de juegos de los Kim, Minho se encerró en el baño del pasillo principal, creyendo que la chica lo llamaría para despedirse por la noche.

La sonrisa inconsciente fue inmediata en sus comisuras, haciéndole parecer tan emocionado de escuchar la voz que tanto le gustaba. Quiso mantenerse optimista, pero todo ésto se dispersó al sólo recibir jadeos exasperados tras la línea que no decían una oración entera.

—Hani-yah. —Susurró, queriendo una respuesta.

El pulso se le disparó sin saber el por qué. Literalmente el silencio a través del teléfono le helaba la sangre, le paralizaba de manera súbita. Había interferencia en la llamada, se escucha mal y entrecortado. Lo único que podía oír era un sollozo leve que sin dudas provenía de la chica.

—Hani, amor —Repitió con cautela—. ¿Qué sucede?

La frase fue clara mientras sorbía su nariz desesperada:—Llama a emergencias, Hyunjin se está desangrando.

Las horas habían corrido de una forma lentamente tortuosa. El apuro en llegar al centro clínico fue precipitado, casi entorpecido por las emociones turbulentas que los envolvieron sin en realidad quererlo. Pasaron de tener una noche tranquila de vídeo juegos, a acabar en una ambulancia donde el mejor amigo de dos de los chicos corría un peligro inevitable.

El estado de Hani no era mucho mejor, con golpes por doquier y un desenfreno descontrolado que sólo apuntaba que estaba al borde de un colapso ansioso nada favorecedor. Cuando el médico de guardia avisó que debían intervenir a Hyunjin en cirugía, Minho tuvo que retener a la chica entre sus brazos, debido a que su cuerpo se desplomó sin más fuerzas para luchar.

—Kang Hani estará bien —Habló el cuñado de Seungmin, el cual era el médico encargado del centro clínico que pertenecía a su familia.

No sabía cómo, pero Kim había conseguido que todo el suceso transcurriese por debajo de la mesa y sin tropiezos. La prensa amarillista no los había seguido, y gracias al poder legislativo del padre de Seungmin, obtuvieron el silencio total por parte de la clínica entera. Nadie vio nada, Hyunjin no había sido atacado casi hasta ser asesinado, y tampoco estaba inmiscuido en asuntos ilícitos respecto a juegos de azar. Minho no disfrutaba de los excesos de poder, sin embargo justo en una situación así, agradecía la ventaja de la corrupción gracias a sus acomodados estatus sociales.

—Podrán entrar a verla en unos minutos —Explicó el muchacho demasiado joven para tener una especialización en medicina—, uno a uno, claro está.

Seungmin siguió hablando con el esposo de su hermana, haciendo juntos el papeleo de ingreso de ambos chicos. Les facilitaba el hecho de ser mayores de diecisiete años, a pesar que éste fuese un centro clínico de alta categoría, el cual sería fácil de encontrar para el ojo público. Por los momentos, habían decidido todos unánimemente no avisar a ninguna de las madres, así podrían tener una coartada más consistente en el momento que la mentira no les diese para más.

—Iré a dormir a casa —Avisó el más alto de los tres, entrando a la sala de espera—. Suficiente problemática por hoy, mis padres me quieren allá.

Jisung y Minho asintieron como si fuesen una misma persona. Tras un beso corto en los labios de su novio, Seungmin se marchó dejándolos solos en el silencio de la habitación. Dos personas más se hallaban en la cómoda sala de espera, y eventualmente el chico rubio comenzó a ignorarle cuando ya Kim no estaba. No pasó mucho tiempo para el momento que un enfermero de turno les dijese que podían ir a ver a Hani. Han le cedió la primera visita a Minho, notando la preocupación en su semblante abatido.

Entró en la fría habitación con las manos tensas, unidas para contener el nerviosismo que lo aletargaba. Echando un vistazo a la amplia habitación, se sintió calmado después de tener horas de alta tensión. La sala sumida en sombras, sólo era iluminada por una tenue luz cálida proveniente de una lámpara moderna a un lado de la cama médica. Aquello sin dudas estaba lejos de parecer un centro clínico, creyó eso mucho antes de ver tendido el cuerpo inconsciente de la chica.

A un lado de la ventana cubierta por la persiana automatizada, se hallaba durmiendo Hani, inducida por un sedante leve que neutralizaría su reciente ataque de pánico. Se acercó asegurándose de no molestarla, aunque sabía que estaba sumida entre los brazos de Morfeo. Con movimientos sigilosos, arrastró una de las metálicas sillas para tomar asiento a un lado de la inerte chica.

Se invitó a mantener la calma al verla más de cerca. La penumbra aligeraba los golpes y magulladuras que deformaban ahora su dulce rostro, aún así, Minho consideró que se veía tan bella como de costumbre. Al igual que el quejumbroso temor que sentía por ambos de los afectados, la culpa no tardó en hacerle compañía. Se culpaba por no haber pasado el día con la chica, así quizás hubiese podido evitar de alguna manera todo el incidente.

Tomó la mano inmóvil de Hani entre las suyas, queriendo tenerla más cerca, procurando que no se sintiese sola. No se sentía como su piel, que por lo general era suave, estaba ausente de vida y poco tersa. La llevó a su rostro, colocando su mejilla contra la palma helada, captando el lento pulso de la muñeca de la chica contra su pómulo. Suspiró aliviado, agradeciendo que no le hubiese pasado algo mucho peor. Sin embargo, contuvo el deseo de quebrarse al verla más atentamente.

Hani parecía una muñeca de porcelana rota, lastimada por sus dueños insensibles hasta el cansancio. La cicatriz en su frente, producto de la caída en la piscina, aún sobresalía en su frente en un tono más claro de su piel, contrastaba sin dudar con las otras heridas y moratones que eran parte de su dormido rostro. Estaba lastimada de todas las maneras posibles, porque Minho tenía al tanto todas las heridas no visibles que la chica tenía abiertas dentro de sí.

—Te cuidaré hasta que tú última herida deje de doler, lo prometo.

Salió de la habitación tras estar un rato haciéndole compañía a la chica. Al no ver a Jisung en la sala de espera, se dejó caer pesadamente en el asiento, desinflándose como un defectuoso globo. Unos minutos más tarde, la figura del chico haciéndole sombra hizo que lo mirase mientras tenía la vista perdida en sus zapatos. No se esperó que el indiferente Han Jisung le regalaste una sonrisa alentadora ante su desfavorable humor.

—¿Pollo o atún? —Le preguntó casual, agitando los dos sándwich de máquina que traía consigo.

Rió poco animado, recordando la referencia:—Siempre pollo.

Jisung asintió. —Siempre atún. —Recitó de memoria como cuando eran niños. Le entregó el empaque plástico, y se sentó a su lado sin decir otra cosa.

Comieron en silencio, haciéndose la compañía que jamás Minho volvería a creer que se harían. Tras muchos años alejados, ya no se sentía tan apartado de Jisung, a pesar que sólo compartían la cena como cuando eran niños. Se sorprendía de lo sereno que se encontraba el chico ante todo, el rubio si quiera había tenido tiempo de llorar, no había tenido tiempo de descansar, no había tenido tiempo de respirar si quiera. Han Jisung lucía entero, inmune a cualquier sentimiento adverso que lo quisiese engullir oscuramente. Quizás se debía a su optimista humor, él no lo sabía bien en realidad.

—No sé cómo puedes lidiar con todo esto. —Confesó terminando su cena, mostraba verdadera admiración.

Jisung tragando su último bocado le dedicó una mirada breve, demostrando su incredulidad. Se encogió de hombros sin darse mucho crédito por lo dicho, porque sólo estaba siendo sincero repentinamente.

—He visto por mucho tiempo a Kang Hani herida. De diferentes maneras si sabes a lo que me refiero —Comentó sereno—. Suena mal. Pero después de un tiempo, sólo me preparé para recoger los pedazos rotos e intentar que se estabilizara una vez más.

Se vieron en silencio, y Minho fue atacado por ello sin saber la razón. Recordó la forma rápida en que el rubio intentó calmar a la chica con ejercicios de respiración, era todo un profesional. Jisung era quizás el mayor soporte para Hani, y eso le ocasionaba sentimientos encontrados. Por una parte, quisiese ser él y poder aprender a sobrellevar lo malo que ella debe cargar, y por otra parte, odiaba sin saber el por qué a la chica por tener todo el apoyo de Han.

—Es impresionante lo que haces por ella.

—No es nada —Se excusó, restándole importancia—. Hago lo que una persona hace cuando quiere a otra.

—¿El qué?

—Cuidarla y darle todo mi soporte posible —Suspiró sonoro—. De la misma manera que intentas cuidarla tú. Le quieres a tu manera, pero le quieres. —Observó, dejando mudo a Minho.

—¿Cómo lo sabes? —Cuestionó a la defensiva.

—Tengo ojos, Minho —Se burló de su vaga observación—. Después de todo, bajo esa fachada, no dejaste de ser el chico del que me enamoré siendo un niño. Tan preocupado por los demás que no tiene tiempo para pensar en sí mismo. —Suspiró con clara nostalgia.

Minho se removió incómodo por la naturalidad en las palabras del rubio. Ya no sonaba como el intenso Jisung que lo agobiaba a diario en la escuela, no, sólo sonaba como el chico que alguna vez fue su compañero de infancia y que le robaba sonrisas genuinas mientras compartían el sándwich del almuerzo. Sin saber exactamente qué hacía, se tomó la libertad de recostar su cabeza en el hombro libre del chico, quizás buscando un apoyo, buscando la seguridad que siempre sintió al estar a un lado de Han. Esperó alguna reacción de su parte, sin embargo, no hubo nada más que el rubio reposando su mejilla contra la coronilla de él, de la misma manera que solían hacerlo. Descansaron así, con los ojos pesándoles lo suficiente para no discutir por su repentina cercanía.

•Hani•

El segundo día de su estadía en la clínica pasó tranquilo. Hacía más de veinticuatro horas que despertó del sueño inducido, y sus extremidades comenzaban a quejarse por su inmovilidad. No podía decir que se sentía precisamente respuesta, pero al menos su rostro no dolía tanto como lo recordaba.

El enfermero encargado en ella le incentivaba a verse en el espejo, sin embargo, no tenía la valentía suficiente a sabiendas que se vería fatal. Dejó la habitación de recuperación luego que el médico recetara que estaba de alta. Su muñeca lucía un yeso de un color blanco casto, por suerte, era la misma mano que ya tuvo vendada por uno de los incidentes con EunHye.

No tenía ni una puntada en su rostro, a pesar de sentirse como si hubiese estado en un ring de boxeo por noches enteras. No supo cómo tenía puesta una pijama color rosa claro, pero por alguna razón agradecía estar aseada y no llevar encima la ropa bañada en sangre. Con ayuda de Jisung, peinó su cabello algo enredado, de manera poco hábil, consiguió hacerse una trenza desorganizada.

Los chicos la esperaban en la sala para visitantes. No se sorprendió al ver como Minho agitaba su mano emocionado hacia ella mientras traía consigo un puñado de globos de colores, no le extrañaba gracias que había descubierto que el chico era tan detallista. Sonrió por primera vez luego del incidente, cuando el castaño la abrazó con verdadero desespero que se convirtió en una simple alegría al unirse entre sus brazos reconfortantes.

—Hueles bien. —Le susurró ella muy cerca de su cuello.

Minho siempre olía bien, a ropa limpia y algún perfume varonil que no reconocía, le gustaba su olor. Esa tarde al salir de su habitación designada, Lee lucía como si se hubiese vestido precisamente para impresionarle. Así no se hubiese esforzado, seguramente lo habría logrado, arrebatándole un sonrojo inevitable.

—Me alegra tenerte cerca, Han-Han. —Le respondió quedito con sus mejillas ardiéndole frenéticamente.

Sentados alrededor de una otomana de tela, jugaron a las cartas esperando con paciencia porque dijeran algo sobre Hyunjin. Por lo poco que sabía, la intervención del chico había sido exitosa, y aunque aún permanecía inconsciente, los especialistas lo consideraban normal debido a la contusión tan grande que tenía.
Había escuchado por equivocación como Kim Seungmin hablaba con el médico designado a Hwang. Se alarmó en silencio cuando el hombre expuso la ligera posibilidad que el chico padeciera de efectos colaterales debido a la excesiva pérdida de sangre y golpes adredes a terminaciones nerviosas.

No quiso terminar de escuchar, porque al oír un bajo "Existe la probabilidad que tenga algunas lagunas mentales" quiso ir corriendo hasta el hombre y pedirle que desmitiera aquello. Le temía a creer en que Hyunjin quizás atravesaría por una breve pérdida de memoria.

—¡Péscalo! —Canturreó juguetón Jisung, llevando la delantera en el juego.

Su novio le rodó los ojos con aburrimiento:—No seguiré jugando si Jisung ganará todas las partidas.

El nombrado lució ofendido mientras Seungmin se dirigía a Minho y a ella, haciendo caso omiso a la existencia del rubio. Los dos rieron al unísono al ver cada corta discusión sin sentido por la pareja, quienes se arreglaban luego de unos segundos tras darse uno cuántos besos en la mejilla o en la frente. Algunas de las personas que esperaban en la sala los veían imprudentemente con desagrado, pero no era como si les importase en realidad.

—Kim Seungmin. —La voz neutra y ya conocida por todos resonó en la habitación que sólo era escandalosa por las risas de Jisung.

Voltearon a verles todos. Kim sin mucho ánimo para levantarse del alfombrado suelo, se puso de pie y dirigiéndose hacia él los dejó solos. Mientras el rubio repartía las cartas para una partida más, Hani siguió al chico que comenzaba a hablar con él médico de manera habitual. La charla fue corta a comparación de otras veces en el día, y por primera vez, Seungmin traía consigo una sonrisa sincera en su boca.

—Tenemos permiso de ir a visitar a Hyunjin. —Dijo la noticia.

Hani lo observó con mucha atención, en cambio Minho se quedó absorto en las cartas pensando quizás su primera jugada.

—¿Quieres ir tú primero, Hani? —Le preguntó ante el silencio de su mejor amigo, quién dio por hecho que pediría ir primero pero no lo hizo.

Ella asintió no muy segura, pero como Minho no se impuso ante su decisión, decidió ir. El pulso le corrió con avidez al tener el pomo metálico de la puerta bajo sus manos, sus movimientos titubearon antes de girarlo, quizás no estaba lista para enfrentarlo. No sabía en qué estado estaría Hyunjin, pero de seguro sería uno pobre y el corazón no le daba descanso pensando en la peor posibilidad.

Las persianas de la habitación se mantenían corridas, dándole una iluminación escasa al lugar gracias al atardecer en el cielo. A diferencia que en su sala, la cama del chico se hallaba en el centro de la habitación, y habían demasiados aparatos de alta tecnología que lo rodeaban dándole imaginaria compañía. El pitido del conta pulso hacia una molestia punzante en sus oídos, y cuando éste realentaba su sonar, creía que todo estaba a punto de marchar mal.

Contuvo un jadeó asombrado al verle de cerca. Tenía leves moratones en su rostro a diferencia de ella, pero lo más destacable en él era el hecho que su cabello largo ya no estaba. Se habrían deshecho de casi todas sus hebras azabaches, dejándole un bajo espesor en su cabeza. Ella sabía el por qué, lo supo al capturar la cura que iba desde el inicio de su nunca hasta quién sabe dónde. Pasaría tiempo para que Hwang Hyunjin recuperara su salud y apariencia característica, porque ya no era ni la sombra de lo que siempre fue.

Tomó asiento en un sillón reclinable a un lado de su cama, contemplándole al dormir, incapaz de decirle todo lo que tenía en mente a pesar de su inconsciencia. Sostuvo su mano muerta, y la besó castamente conteniendo sus lágrimas que picaban por salir. Lo que no se esperó fue el apretón que él le dio devuelta. No fue fuerte, si quiera consistente, más bien era como un vago impulso, no obstante, le fue imposible guardarse la sonrisa que tenía para darle.

—Sí, estaremos bien. —Le dijo como si eso fuese lo que Hyunjin pensaba.


•Hyunjin•

La imagen tenía una secuencia repetitiva en el cuadro oscuro que era en su mente. La sonrisa de su hermano impregnada en sangre y crueldad le acechaban, le acechaban al punto de desvariarle el pulso. Era un sueño del que recurrentemente quería despertar, pero no podía hacerlo por mucho que lo intentase.

Perseguido por la sombra maligna de JinYoung, corría por su vida a través de un pasillo oscuro sin final. Los días no parecían tener fin, mientras sus rodillas dolían de tanto que se esforzaba escapando lo más lejos posible. El espacio sin final no sé detenía, sin embargo, un momento lo llevó por sorpresa. Cuando comenzó a caer al vacío en cuanto el chico lo veía desde el borde del abismo, pensó que estaría a salvo, sin embargo, la consciencia sobre qué estaba cayendo lo azotó y pronto entró en pánico.

El aterrizaje no fue duro, si quiera dolió. Sus laditos estaban desenfrenados, corriendo con una velocidad bestial. El lugar a donde había ido a parar era aún más oscuro que el pasillo del que siempre escapaba. Eran indistinguibles sus manos entre la nefasta penumbra, aquél sentimiento que hacía mucho no aparecía en sí, hizo presencia al oír su propio corazón. La soledad era irremediable. La desolación era algo a lo que le huía desde su niñez, y el abandono no tenía algo que lo revocara. Hyunjin hacía mucho que conocía de más que era experimentar el asilamiento.

Se hizo un ovillo en el espacio gélido, abrazándose a sí mismo con fuerza, recordándose que no se encontraba solo. Se tenía a sí mismo y a nadie más, si nadie estaba ahí para abrazarle, se tenía a él. Inconsciente se sumió en un llanto silencioso, que sólo intensificaba aquella presión en el pecho que no le permitía respirar correctamente.

Que guapo que estás —La voz dulce se filtró por algún sitio entre las negras paredes, provocando un escalofrío que logró estremecerlo. Te lo digo a diario, pero hoy lo reafirmo. —Carcajeó con fuerza, era escandalosa pero agradable de escuchar.

El silencio que hubo tras eso lo desconcertó. No quería estar solo, quería escuchar a la voz dulce que le hablaba de la nada. No quería seguir estando solo, ya no más.

Sabes, Hyunjin —Volvió a hablar, como si leyese su mente—. Todos te echamos mucho de menos. —Hubo algo melancólico en su tono.

Abrió sus ojos entre la oscurana, sin saber de dónde provenía la amable voz que le dió seguridad tras tanto tiempo de miedo.

Despierta, Hyunjin. —Le pidió, sorbiendo su nariz.

Ella lloraba.

Parpadeaba con una lentitud perezosa, con los párpados pensándole. Sus orbes lánguidos no enfocaron enseguida, extraviados en la pared color crema de fondo que le parecía más un atardecer borroso que otra cosa. Mareado, echó un vistazo al lugar en donde se hallaba. Aquello no era la oscuridad a la que se había acoplado, aquello era una habitación.

Su mirada bajó hasta una de sus manos inmovilizadas por una vía intravenosa, la cual estaba conectada a varios cables que no entendió al instante de verlos. Algo más pesado detenía su mano, fijándose más aún, notó las manos contrarias sosteniéndolo con seguridad. La castaña escondía su rostro de él, recostando su frente contra sus brazos enredados con la mano de Hyunjin. Era cálido el contacto, tan tranquilo que no fue capaz de decir nada para preguntar qué sucedía.

—Han... —Su voz se perdió, quebrándose de inmediato.

Hizo una mueca dolorosa cuando la punzante molestia se presentó en su garganta, enmudeciéndolo en segundos. Dolía de tal manera que Hyunjin comenzó a toser una vez tras otra. Fue rápida la respuesta contraria hani no tardó en alzar su cabeza con incredulidad, para verle con esos ojos brillosos que creyó que no tendría al frente otra vez.

—No puede ser, Jinnie. —Contuvo el aliento, inocente por lo que veía.

Por un largo momento, se vieron fijamente de manera silenciosa. Lo único que irrumpía la religiosa mudez era el pitido del conta pasos que estaba conectado al chico. Los orbes grandes de Hani no tardaron en volverse dos lagunas pantanosas, se humedecieron con rapidez, haciéndole ver como un par de cristales brillosos de los cuales Hyunjin no deseaba despegar su vista ni por un minuto.

Creía todo aquello un simple espejismo de su mente que aún desvariaba. Era imposible que estuviese en la seguridad de una cama junto a la chica, cuando segundos atrás corría por su vida mientras una sombra negra le amenazaba. Pestañeó un par de veces, fue así que dispersamente recordó las lágrimas de la castaña mojando su rostro antes que cerrará sus párpados en el pavimento. Creyó en ese instante que había su final, que había muerto en brazos de Hani, mientras intentaba con todas sus fuerzas decirle lo que sentía por ella y su cerebro no era capaz de conectar las palabras.

Todo lo que le rodeaba era extraño, incluso la chica que lloraba silenciosamente frente a él. No se sentía como sí mismo, y aunque intentaba recordar algunas cosas, por más que tratase, nada venía a su mente. Hani al verle carraspear, fue tras un vaso de agua a un lado de la cama y le dió de beber. Tomó de más, ahogándose en el proceso. Su garganta sin dudas dolía y se hallaba árida como el mismísimo desierto.

Ella volvió a sentarse en la cómoda butaca de tela, sin embargo, esta vez no le tomó la mano de la misma forma que antes. Un puchero inconsciente se formó en sus labios, porque la quería más cerca, deseaba en el fondo que lo tomase de la mano una vez más para ano sentir la soledad que no le abandonaba.

—¿Cuánto... Cuán-Cuánto tiempo? —Le costó hablar, tartamudeando en el proceso.

Ese no era él. Ese no era Hwang Hyunjin.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —Ella continuó entendiendo. Él asintió—. Un día y medio, quizás. Estuve inconsciente un largo rato, no tengo la cuenta exacta. —Quiso aligerar aquello riendo un poco, pero se encorvó cabizbaja.

Al procesar aquella confesión, descartó el hecho del por qué estaba inesperadamente internado en un centro clínico, ni pensó en que su vida pendía de un hilo. Su atención se dirigió certera al rostro aporreado de Hani, el cuál lucía un tanto golpeado e hinchado. Sus manos conocían bien el menudo rostro de la chica, sus pómulos nunca serían así de grandes, nunca estarían así de lastimados. La preocupación apareció de repente en su sistema, al entender que quizás él había sido el causante de todo aquél daño físico que ahora deformaba el dulce semblante que le veía con demasiada ilusión.

—¿Estoy bien? —La pregunta se escuchó extraña. Frunció su ceño, porque ni él se había entendido—, quiero decir, ¿estaré bien?

—Estás fuera de peligro, y eso es lo importante. —Respondió robótica, como si hubiese estado esperando la pregunta hacía mucho.

Hyunjin conocía más que bien a la chica, en el semblante alicaído de Hani exponía que ese "Estás fuera de peligro" iba más allá, y él quería saber de qué se estaba perdiendo. Amagó en preguntarle alguna cosa más, sin embargo, dos golpes de la puerta interrumpieron el bombardeo de preguntas que hacían sus ojos contra los de ella. La chica se vio aliviada al dejar pasar a quien fuese que pedía entrar, soltando un suspiro al canturrear el permiso.

En segundos, apareció Kim Seungmin sin su sonrisa políticamente correcta acompañándolo, lucía cansado a pesar de mantener lo que era como leve alegría en sus pasos. Le sonrió parándose frente a él, mostrando verdadera felicidad al encontrarlo despierto quizás.

—Oh, no esperaba que estuvieses consciente —Demasiado sinceras sus palabras, Hani le fulminó discretamente con la mirada. Sin importarle, blanqueó sus ojos para volver a hablar—: En noticias no tan buenas, tenemos que permanecer escondidos. —Explicó sin mucha profundidad.

No tuvo tiempo para seguir, porque la puerta automática de la habitación se abrió una vez más con un chasquido metálico. Los tres conocidos entraron abruptamente a la habitación con sus ojos bien abiertos mientras jadeaban boquiabiertos. Jisung apoyó sus brazos contra sus muslos, retomando el aliento como si hubiese estado corriendo un maratón. Seungmin le miró curioso para luego observar a su cuñado un poco trastocado haciéndole sombra a los dos chicos.

—La prensa consiguió las maneras de entrar en el centro clínico —Minho habló apresurado, con sus mejillas rojizas debido al esfuerzo—, hay periodistas encubiertos en el lugar. —Tosió un par de veces evidentemente cansado.

—Es cuestión de nada para que den con el paradero de Hwang Hyunjin —El cuñado de Seungmin terminó lo que Minho no pudo decir, lucía más sereno a comparación de los otros dos—. No podemos cambiarlo de habitación por su delicada recuperación, así que lo único que nos queda para mantener su seguridad y anonimato, es que todos se estén en cuarentena aquí.

Hyunjin mantuvo su semblante en neutro, intentando entender el revuelo entre todo lo que ocurría bastante rápido. Notó lo alarmado en el rostro de todos los presentes, y aquello no podía significar más que problemas. El intercambio de miradas era abrupto, dejándolo por fuera de toda comunicación sin palabras de por medio.

—¿Acaso nadie sabe qué estoy aquí? —Intervino Hyunjin por primera vez, la confusión coloreaba su voz preocupada.

—Claro que lo saben, Hyunjin-ah —Respondió afilado Minho—, ¿es qué no es evidente qué todos ya saben qué demonios hiciste? —Varios le miraron absortos, incluyendo el propio Hyunjin.

—Bueno —Alargó Jisung alegremente, impidiendo que el castaño continuara con sus agrias palabras—, podríamos seguir nuestra partida de péscalo aquí. —Sonrió contagiosamente aunque nadie le correspondió.

Se formó un silencio sepulcral, donde Minho y Hyunjin se echaban vistazos incómodos el uno al otro. El esposo de la hermana de Seungmin dió consejos básicos para que nadie notase su presencia en el centro médico. La primera indicación era no abandonar la habitación de Hwang, y aquello se haría dificultoso luego de pasar horas sin probar un bocado de comida.

Jugaron a las cartas sobre una mesa improvisada. La superficie provisional se trataba de las piernas inmóviles de Hyunjin, quien no estaba del todo de acuerdo con que lo tomaran como objeto, pero que no tuvo suficiente fuerza para quejarse. Observó muy atento como Hani filtraba miradas tímidas con Lee Minho, quien sin vergüenza acariciaba su mano libre mientras pensaba su jugada en la partida.

Mientras más les miraba, más aumentaba su incomodidad y de vez en cuando recibía gruñidos de queja por parte de Seungmin, el cual se molestaba cada vez que él movía una de sus piernas de manera inquieta.
El equipo médico se encargó de llevarles comida a todos, siendo discretos para así no levantar miradas. El almuerzo se tornó divertido por los comentarios jocosos de Jisung pareciendo no muy a gusto con el silencio. Se encontró riendo tras un par de chistes malos por parte del chico, después de todo, no era tan idiota como solía verle a diario en la escuela.

—Jisung ha traído algo para ti. —Dijo Hani esbozando una sonrisa, terminando su almuerzo y viendo a su mejor amigo con ansias.

En silencio observó a Jisung, esperando porque este hiciese algo más que comer lentamente su pera. El chico se tardó en reaccionar, sacando perezosamente del bolsillo de sus apretados jeans algo que no pudo diferenciar a la distancia. El de mejillas regordetas extendió hacia él lo que le había traído, y parpadeó ingenuo un par de veces antes de recibirlo entre sus propias manos.

Un arete en solitario bastante bonito brilló en su pálida palma. Era largo y en cadeneta, al final de éste, había un dije de triángulo que seguramente se vería excéntrico en su oreja. Observó el obsequio durante un largo tiempo, perdiéndose en la prenda.

—Kang Hani ha dicho que has perdido el tuyo en el incidente —Jisung jugaba con su cabello, en un claro acto de nerviosismo. Su novio a un lado le sonreía con demasiada amabilidad—. Me ha parecido un buen detalle traerte uno nuevo, así volverás a parecer tú —Hyunjin le miró incrédulo por el gesto tan cariñoso—, no ha sido nad...

—Ha sido un gran regalo —Le cortó antes que pudiese restarle importancia a lo que hizo. En sus ojos brilló la alegría aunque quiso ocultarla—, estoy muy agradecido, Sung. -Fue la primera vez que lo llamó por su diminutivo, pero se sentía correcto.

El rubio le sonrió un poco chueco, sin saber bien qué hacer. Seungmin fue el encargado de ayudarle a colocarse el arete, y cuando lo logró, Hani le miró con verdadera felicidad, aplaudiendo como una niña pequeña. Quiso evitar pedir un espejo para verse, aunque ansiaba hacerlo, estaba al tanto que no estaría contento con el reflejo que tendría enfrente.

—Te ves guapo, tigre. —Se burló socarrón Seungmin, robándole una risa a Hyunjin.

Todos inmersos en la risa de los demás, dejaron pasar el pitido metálico de la puerta, el cual anunció la llegada de alguien más a la habitación. En el momento que ésta abrió en un solo tirón, nadie se movió, confiando que se trataría del equipo médico una vez más. No obstante, el rostro de Hyunjin se descompuso en segundos al ver a su madre fija en el umbral, junto con dos figuras que pudo reconocer al instante.

—Santo cielo. —Fue lo único que pudo salir de entre los labios temblorosos de Hwang Jisoo.

La mujer más pálida de lo normal no se movió ni un centímetro, deteniéndose en el medio de la espaciosa habitación. Lucía como si estuviese al borde de perder los estribos de su propio cuerpo, a punto de desplomarse contra la moqueta del suelo esterilizado. A sus espaldas, la rígida Kang Chaeyoung tomaba su hombro fraternalmente, dándole todo su apoyo a pesar de que debía estar hecha un lío por ver a su hija en tan mal estado. La tercera persona se encontraba rezagada a un lado de las dos mujeres, con sus ojos pequeños hinchados y rojizos, evidenciando que llevaba horas llorando.

La escena no era favorable para nadie, y aunque ninguno quiso decir ni una palabra, el primero en levantarse para lidiar fue claramente Kim Seungmin. Con una sonrisa tan política recibió a las tres mujeres, esperando que alguna se la devolviese, sin embargo, lo único que recibió a cambio fue una mala mirada por parte de la madre de Hani que lo hizo a un lado en camino a la cama clínica de alta tecnología.

—¿Cuándo pensaban decirnos que habían sufrido un accidente de tránsito? —Inquirió Chaeyoung, tan impasible como de costumbre. La mujer ni parecía tan afectada por ver a su hija malherida.

Los pechos de todos se descomprimieron al mismo momento, desinflándose sin aire en sus pulmones. Por suerte habían sido avisadas por las autoridades con la versión que el padre de Seungmin vendió convincentemente: Hwang Hyunjin abusó del alcohol por una noche, y en un intento chulesco de parecer que se encontraba en una pieza, condujo a casa en compañía de Kang Hani. En la historia inventada, la chica estuvo con él en contra de su voluntad, tan sólo haciéndole sombra para cuidar de su bienestar. Habrían estrellado la motocicleta en un elevado a eso de las dos de la madrugada, y ésta quedó hecha pedazos. Perfecta coartada donde ninguno de los dos quedaba tan mal parados.

Por suerte, Hwang JinYoung no había cantando como un pajarito con toda la verdad, y ahora su madre creía que puso su vida en riesgo tan sólo por un capricho. Claro que aquello era mucho más creíble y más aceptado que admitir que llevaba más de tres semanas apostando su futura familiar en un casino clandestino. Muy para su pesar, su madre no parecía tan contenta con su desaparición de hacía dos días, y mucho menos al notar el conjunto de máquinas médicas que ahora le rodeaban como si él fuese un robot.

—¿Podrían dejarnos a solas? —Pidió en un hilo de voz Jisoo, sin dejar a un lado su elegancia.

En un asentimiento en conjunto, los chicos se colocaron de pie para marcharse la habitación como grupo. Quedaría a la merced de su madre, y no creía poder estar tan capacitado para desempeñar el rol del chico herido y darle la lástima suficiente, esta vez quizás no se saldría con la suya. Le miró a Hani de soslayo antes que ella cruzara pasos con su madre, quién le echó un vistazo despectivamente y le susurró un distinguible "Hablaremos en casa" que no prometía nada buen. Se esperaba de todo en aquella charla con su madre, sin embargo, no esperó en lo absoluto que Kang Chaeyoung se quedase para ésta.

•Hani•

Su cabeza había estado desvariando desde que volvió del centro clínico. No lograba concentrarse en sus estudios, tampoco conseguía motivación suficiente para hacerlo, y aunque aún obtenía buenas calificaciones, no aprendía nada de lo que hacía en modo automático. Era como un zombie, caminando entre la pequeña casa de servicio sin un sentido certero. Con cada paso que daba, notaba que el lugar era muy pequeño, y en muchas ocasiones sufría de cortos ataques ansiosos al caer en cuenta que toda su vida había sido transcurrida en una diminuta ratonera.

—¿Lo has hecho tú, cierto? —Rechinó sus perfectos dientes unos contra otros, conteniendo sus lágrimas indolentes tras sus ojos fríos—, ¿le has provocado tú el accidente? —Había demasiado desespero en su voz, junto con un reclamo urgente.

Uno de sus debiluchos brazos fue zarandeado con fuerza por la chica, quién clavaba sus afiliadas y lindas uñas contra su fino sweater hasta fijarlas un tanto contra su piel. Le permitió el ataque deliberado al no saber qué hacer, dejándose agredir en la sala de espera del centro clínico, levantando miradas sospechosas por los presentes. EunHye estaba fuera de sí, con su mirar impregnado con odio hacia ella.

—Yo-yo n-no. —Las palabras no salieron más que atropelladas e incoherentes.

El agarre de ella se deshizo de un sólo golpe cuando un enfurecido Lee Minho intervino entre las dos, con un sólo movimiento dócil logró que EunHye le diese distancia a Hani. Su novio aunque mantuvo la compostura, no evitó esconder la molestia hacia la chica colérica que le recriminaba sin una razón congruente. Acarició con dolor la zona dañada y se tragó las lágrimas doloridas que estaban por salir.

—No vuelvas a insinuar que Hani tiene algo que ver con el accidente de Hwang Hyunjin. —Reclamó con voz dura.

Pero lo cierto era que el cerebro de Hani no hacía más que pensar que ella la causante de lo ocurrido con Hyunjin. De alguna manera u otra, había contribuido con que su seguridad hubiese corrido peligro, y todo por su urgencia de mantenerlo a salvo. ¿Era irónico?, De cualquier forma que se viese, sin embargo, la constante culpa que era claramente inexistente le atormentaba.

Su madre a duras penas le dirigía la palabra. Enfocada tanto en su trabajo, la mujer pocas veces le miraba tan sólo por equivocación, como se le mira a un objeto inanimado, Hani se había convertido en parte de la decoración de su mínima sala de estar. Las advertencias que le dio tras volver a casa habían sido breves y carentes de una empatía real, puntuales para ser exactos. Kang Chaeyoung nunca fue una madre precisamente cercana, pero tuvo las esperanzas vívidas porque se preocupase por ella tan sólo debido a su mal estado físico.

A pesar que quiso ayudar a Hyunjin con sus deberes escolares, Jisoo evitó a toda costa que alguno de los dos tuviese contacto con el otro. En la charla con su madre quedó entendido que no debía ir a la casa de los Hwang a menos que fuese estrictamente necesario. Con eso la discusión fue cerrada, y ahora ya sí quisiera se le asomaba la idea de pasar a ver como iba la salud del chico. Ahora sólo iba a tomar su almuerzo o comidas específicas, y volver a su pequeña caja de zapatos a la que le llamaba casa, para así pasar desapercibida de la vida de los Hwang.

De la misma manera que siempre, sus manos hormiguearon con emoción por ir de improvisto a la habitación del chico, sin que nadie lo notase, pero evitó cometer un error que los comprometiese a ambos. La Sra. Hwang se hallaba en casa, tenía una junta de negocios con quién sabe qué fines exactos para la empresa y hacía una amena conversación con sus invitados en unos de los estar de la amplia casa. Si subía al cuarto del chico, lo notaría y más tarde que temprano llegarían los problemas. Por el pasillo se esparcían las risas pomposas, causándole un claro desagrado que no pudo evitar denotar en un gesto de repudio total.

Camino a la cocina, iba perdida en ver sus pies cubiertos por sus afelpadas pantuflas que le regalaban calidez. Procuraba no pisar las líneas que dividían un trozo de madera pulida y otra, dando saltos muy cortos entre los pasos. Perdía el equilibrio en cada movimiento que daba, inclinándose de un lado y pendiendo del hilo imaginario que la sostenía de no caer completamente. Rió consigo misma por su niñería, y hacía un tiempo no le agradaba tanto el vibrar de su pecho mientras carcajeaba. Dió un salto más, acercándose más al umbral de la cocina y repentinamente todo su equilibrio se fue al demonio.

Sus ojos se cerraron por instinto natural al esperar la caída, sin embargo, aunque contuvo el aire, ésta nunca llegó. Unos brazos firmes la sostuvieron con demasiada rigidez y seguridad, estabilizándola en segundos, haciéndola volver a su posición derecha con sus pies bien puestos sobre el suelo. Abrió sus ojos como platos, avergozándose de inmediato al toparse con un completo desconocido que le veía con un exceso de preocupación que era insensata. El hombre con mechones grisáceos manchando su azabache y bien peinado cabello, arregló su evidentemente costoso blazer mientras la examinaba con atención como si se asegurara que todo estaba bien con ella. Hubo un corto momento de tranquilidad en su semblante, antes de percatarse del yeso en uno de sus brazos y el collarín prescrito que usaba de vez en cuando.

—Estoy bien. —Farfulló nerviosa al captar el horror en el rostro contrario.

El tipo no dejó su consternación a un
lado aunque Hani quiso bromear al respecto. Se observaron en silencio, y él curiosamente no pasó por alto los purpúreos moratones que aún decoraban su rostro aniñado. El hombre no lucía cohibido en lo absoluto por verle con descaro cada herida, algo que en todo momento la mantuvo incómoda y quiso hacerla irse corriendo, pero no lo hizo por mantener sus modales hacia su desconocido salvador.

—¿Qué te ha pasado? —No tuvo tapujos en preguntar.

Pateó el suelo haciendo un eco sonoro contra la madera, demostrando su nerviosismo presente en el asunto.

Con una mueca insegura contestó sin querer en realidad—: He tenido un accidente de tránsito.

—¿Estabas con Hwang Hyunjin? —Sus pequeños ojos se abrieron con alarma desmedida.

Ah, sabía lo de Hyunjin, y no era para menos, todos los medios importantes de comunicación se habían encargado de dejar mal parado al chico. Con un vago gesto de cabeza asintió, dándole la razón al hombre desconocido.

—Maldita sea —Murmuró con un leve dejo de algo que Hani no pudo percibir bien—, ¿cómo ha sido tu madre tan descuidada para dejarte con él? —Le increpó sumamente enrojecido por algo parecido a la molestia.

De pronto, se sintió atacada por este desconocido. El encuentro que antes tan sólo se trataba de su camino a la cocina ahora de había convertido en algo extraño que le asustaba un poco.

—¿Usted conoce... a mi madre?  —Frunció su ceño con confusión.

El hombre que lucía en un hoyo de cólera, sacudió su cabeza más para sí mismo, como si quisiera aclarar su mente y alzó la vista hacia ella para luego darle una sonrisa tranquilizadora.

—Por supuesto que sí —Contestó sin mucho problema—. ¿Sabes qué? —La pausa que hizo fue dramática, arrugando sus facciones—, olvida todo esto. Ha sido un placer verte hoy, Kang Hani.

El hombre desconocido con un par de palmadas singulares en su hombro se marchó negando con su cabeza, pareciendo que tenía una lucha interna consigo mismo sin una razón aparente. La chica se quedó ahí en una sola pieza, queriendo entender qué había ocurrido en ese par de minutos tan extraños que la dejaron descolocada en todo sentido. ¿Cómo ese hombre sabía su nombre?



◾◾◾◾◾◾

¡holaaa! ¿Cómo están?, Yo bastante ocupada por la universidad. ¿Cómo han pasado el día de San Valentín?

En este capítulo he dejado algo abierto que necesito que noten, y espero que sí, lo noten.

Nos leemos pronto, xx.

Editado

14/02/20
07/01/22

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