El beso de Judas "Un rey sin...

By VelbethUchiha08

53.6K 5K 1.8K

Madara se enteró que Hashirama no es varón, sino hembra, tras una batalla, a sus 15 años de edad. Desde ese d... More

Nota de autor:
Capítulo 1 Te amo, Madara
Capítulo 2 La verdad al fin sale a la luz
Capítulo 3 El primer beso de Judas
Capítulo 4 Beso de saliva con sangre
Capítulo 5 Rumores
Capítulo 6 Joya de cristal
Capítulo 7 Traición
Capítulo 8 Hashirama, Sayuri y Sakumi
Capítulo 9 Los besos de Judas
Capítulo 10 Manipulación de sus palabras
Capítulo 11 No es correcto
Capítulo 12 Dos mentes distintas
Capítulo 13 Pelea de Reyes/ Sueños perversos
Capítulo 14 Ojos perversos
Capítulo 15 Celos y Chantaje parte 1
Capítulo 16 Chantaje
Capítulo 17 Tu pureza me pertenece
Capítulo 18Pureza tomada
Capítulo 19 Los planes en marcha
Capítulo 20 Celos y manipulación
Capítulo 21 Amar a Dios en tierra ajena
Capítulo 22 La tempestad se aproxima
Capítulo 23 Horas antes de la ceremonia
Capítulo 24 Sello y Pacto
Capítulo 25 La anciana del abrigo rojo
Capítulo 26 El linaje
Capítulo 27 Otra vez justos
Capítulo 28 Imperio
Capítulo 29 El rumor afuera del Imperio
Capítulo 30 La venganza de la anciana
Capítulo 31 El castigo del rey
Capítulo 33 Trauma
Capítulo 34 Pasión demoniaca
Capítulo 35 Familia inestable
Última nota
Capítulo 36 El ángel de la muerte primera parte
Capítulo 37 El ángel de la muerte segunda parte
Capítulo 38 El ángel de la muerte tercera parte
Capítulo 39 La desaparición del príncipe
Capítulo penúltimo / Beso mortal
Capítulo 41 Final

Capítulo 32 Uchiha Yuda

907 87 21
By VelbethUchiha08

 

▬▬▬▬▬ஜ۩۞۩ஜ▬▬▬▬▬▬

Uchiha Yuda, creció siendo un niño hiperactivo, travieso y mimado. No recibía regaños por parte de sus padres, todo lo que quería, el primer príncipe del imperio de Fuego, se le concedían. Yuda con tan solo tres años despertó con el Rinnegan activado, causándole a su madre un fuerte dolor cabeza y preocupación de lo que crearon Senju y Uchiha. La morena no mostraba preocupación ante su bello niño, idénticos a su padre con una sola diferencia, el cabello lacio igual que el suyo, pero en un tono oscuro como las plumas de los cuervos.

Nadie, absolutamente nadie, podía decir no al niño con tan solo cinco años de edad porque si lo hacían activaba su preciado Dojutsu, regalo del sabio de los seis caminos Hagoromo, arrojaba violentamente a más de cinco metros de distancia. Cuando el primogénito del rey y la reina, despertó Rinnegan, fue el día más feliz para el rey causándole una alegría inigualable que nadie jamás había hecho sentir. Su deseo habían sido escuchado por el ángel de la muerte, apodo que le otorgarían los enemigos a su primogénito al cumplir quince años de edad.

Lady Hashirama sabía que Madara seguía siendo ambicioso, ahora que tenían a su lado a un hijo bendecido con un monstruoso poder, sus preocupaciones aumentaron a tal punto que se desahogaba con su hermano menor. Si Yura era idéntico a Madara, y hasta juraba que era como ver a la misma encarnación de este en su pequeño retoño, le traería muchas molestias cuando fuera un adolescente con ganas de probar sus habilidades de retar hasta la muerte a shinobis más poderoso que sí mismo. Peor aún, si eran tan idénticos podía que el niño creciera con los mismos pensamientos de su vil padre, quien solo quería más poder y poner a todos por debajo de sus pies. El pequeño niño era como tener al hijo de un demonio en cuna de oro bajo el cuidado de su amorosa madre, quien escondía el temor que carne de su carne podía llegar hacerle sentir.

Por otro lado, Madara mostraba cómo usar sus poderes contra quien sea que lo maltrate, pero nada tonto era el rey, pues le decía que nunca se atreviera a dañar a su madre o a él. Gracias a ellos tenía en sus manos un poder destructivo y potente. Otra cosa que notó Madara sobre su pequeño retoño, tras activar Rinnegan activó Sharigan. Sin saber qué emoción fuerte lo llevó a hacerlo a su temprana edad, lo vio como un caso especial. Con tan solo ver esos ojos de tono grisáceo y hondas de varías series, Madara al igual que Lady Hashirama, se hacían varías preguntas sin poder responder a todas sobre lo extraño de sus poderes y de los que aún no mostraba.

Yuda, estaba destinado a convertirse en el shinobi más temible y respetado por todas las naciones antes de convertirse en adulto. Los enemigos se verían obligados unirse a los enemigos por miedo de pelear con un monstruo letal como el príncipe del imperio de Fuego.

Tras un delicioso refrigerio, Lady Hashirama, estaba por comenzar con la lección del día de hoy: "¿Cómo ser una buena persona con los aldeanos del reino de Konohagakure?" A medida tomaba asiento sobre su cojín favorito, al centro de la sala de estar del castillo de los reyes, la morena observaba a su criatura molestar a su sapo, quien mantenía una tamaño de un perro adulto para que el niño no lo fuera a lastimar con sus juegos toscos. Ten'no, podía sentir lo fuerte que eran los ojos del primogénito de su ama, y temía que este niño pudiera lastimarla por puro capricho.

—Musuko-chan, ven aquí y toma asiento enfrente de tu madre —dijo Lady Hashirama sonriente.

El pequeño tras sacarle la lengua al sapo tomó su cojín con sus pequeñas manos y lo cargó consigo hasta con su madre, en donde lo colocó enfrente de ella, listo para escuchar la nueva lección. El sapo emperador también se acercó a ellos con cautela de no recibir aquella onda de aire del niño, pues no lo había dejado montarlo hace unos minutos.

—La lección del día de hoy es cómo ser una buena persona con los aldeanos de Konohagakure. ¿Cómo podemos lograr ello?, te preguntarás, mi pequeño demonio —sonreía Lady Hashirama, al reconocer la maldad inocente de su niño —. Tener empatía con todos los seres que debemos proteger y aquellos que demuestran cariño y respeto. No debes maltratar al más débil por cosas insignificantes, porque para ello sirve las buenas palabras que uno puede usar para arreglar un conflicto o un mal entendido. ¿Entiendes, mi niño, u quieres una explicación con ejemplo en físico?

Yuda con sus enormes ojos negros ve a su madre inmutable. Lucía como si no hubiera entendido una sola palabra.

—Eso significa que no entendiste, ¿no es así, Yuda? —preguntó maternal.

El príncipe asintió con la cabeza.

—A ver, explícame, quiero escucharlo de tus labios —insistió saber la reina.

Yuda antes de hablar giró la cabeza para ver al Tan'no, en su mirada trasmitía odio. El sapo como la reina, notaron cómo fugazmente su aurora cambió de tranquila a áspera.

—Por ejemplo: acabó de tener empatía hacia el anfibio por no dejarme montarlo como un poni —sonrió ligeramente, inclinando la cabeza hacia su costado izquierdo.

La reina y el sapo, confirmaron que Yuda pensaba como un niño más grande a la edad que tenía, pues pensaba antes de hablar y mezclaba palabras de niño de su edad con otro más experimentado. Era un poco temeroso preguntarse: "¿Qué pasaba por la mente de Yuda?"

—Algo así mi niño, pero lo que trato de inculcar en tu inofensiva cabecita, es que debes ser a todo momento simpático con los aldeanos y las personas que te cuidan. No debes ser violento porque te digan que no puedes hacer eso u no puedes tomar aquello.

—Y si no soy... —interrumpió a su madre —, ¿qué me harás tú?

La morena vaciló un poco por la pregunta que sonaba como la retaba. Como pudo se tranquilizo antes de levantar la voz y provocar que Yuda se sintiera regañado por su madre frente al sapo.

—Me vas a decepcionar, Yuda —habló seriamente.

—¡Pues no lo haré, okaa-san, yo te amo! —Yuda se incorporó y se lanzó en los brazos de su madre, sentándose sobre su regazo y colgándose de su cuello con sus brazos.

Lady Hashirama, rápidamente envolvió a su niño con los brazos y le dio un abrazo lleno de amor, pues quería que sintiera el calor de una madre hacia su hijo.

—Que buen niño eres... —apoyó su mentón sobre la pequeña cabeza —, así debes ser con los demás, hasta con tu tío...

—¡No lo quiero a él, es malo! —espetó Yuda, hundido su cabeza contra los cenos de su madre.

—Tobirama, no es malo. No porque se lleve mal con tu padre significa que es malo —explicó, llevando sus iris hacia abajo, llevándose una sorpresa incómoda, Yuda quería amamantarse —. ¡No, Yuda, tú ya eres un niño grande de cinco años, los niños grandes no toman leche de los pechos de su madre! —regañó manteniendo el toque maternal.

Yuda dejó de mover a los costados el kimono de su madre de sus pechos, pero apretó sus pequeñas manos y activó Rinnegan para verla molesto. Tener esos ojos así de cerca era como tener un kunai apuntando a la yugular.

—¡Déjame beber leche, okaa-san! —demandó Yuda con el ceño fruncido.

Ten'no, al ver la amenza saltó cuatro metros retirándose de su ama, estaba por aumentar su tamaño para defenderla. Por otro lado, Lady Hashirama, escondió el miedo, pero sus ojos cristalizados no pudo esconder de su propia carne.

—Bebe leche con dos condiciones —dijo ella, lista para activar su modo sabio y sellar a su propio hijo, si este se ponía violento. Le podía tanto de pensar en hacerlo, pero el único que podía engañarlo sin recibir amenazas de su propio hijo era Madara, pero este tenía una semana fuera del imperio sin avisar sobre su paradero.

—¿Cuáles, mami...? —sonó arisco.

—Desactiva esos ojos, y que sea la última vez que bebes leche de mis pechos.

—Hum... bueno, ahora dame leche, okaa-san.

Lady Hashirama, removió su kimono de sus pechos y dejo que su pequeño retoño bebiera leche. Por otro lado, Ten'no, observaba a su ama sobar la cabeza del pequeño demonio. Este pensaba que Yuda era una niño malcriado, que con unas cuantas nalgadas bien dadas dejaría de ser tan hostil con su propia madre y con los demás que lo rodean, pero por el amor de madre no se le permitía ponerle una mano encima a su niño mal educado.

Por la noche, y tras dejar a Yuda en su cama, Lady Hashirama fue en busca de su hermano a su nueva casa, la cual compartía con Sakumi y Niko. El albino tenía dos meses que se casó con la viuda de Izuna, y tomó a su hija como propia, y como la pequeña azabache quería tanto sentir el calor de un padre se llevaba bien con su padrastro, aunque su tío Madara se molestaba con ella.

Al llegar a la casa, Lady Hashirama, tocó la puerta silenciosamente, pues debido a la hora debían estar durmiendo. Sin embargo, Tobirama, se percató del chakra de su hermana acercándose, no le tomó mucho abrirle la puerta y dejarla pasar. Al interior de la vivienda la reina lloraba con desesperación por lo que su hijo le hacía sentir cuando estaban solos: temor a herirlo.

—Ya sabes que hacer —dijo Tobirama —, sobre el sello para controlar su fuerza, pero no quieres sellarlo.

El albino con los brazos cruzados por encima de su pecho ve a su hermana sentada en una silla cerca de la mesa del comedor, negando con la cabeza sobre su idea.

—No puedo hacer eso con mi hijo... —sonó melancólica —. Sería un monstruo de madre. Madara se molestará tanto conmigo.

—Pues él sabe bien cómo es su propio hijo. Creo que deberías hablar con él en cuanto regrese. Solo un sello mantendría esta aldea a salvo de los poderes extraños de Yuda. Si no hacemos algo se saldrá de descontrol.

—Déjame hablar con Madara... cuándo regrese.

—¿Pues dónde está? Tiene una semana fuera de la aldea, ni siquiera llevo consigo a otros shinobis.

—No lo sé..., creo que tiene un amante —se rompió en mil pedazos, pues era la primera vez que revelaba sus sospechas de infidelidad ante alguien que no fuera sí misma.

—Hijo de perra... —mascullo con rabia —. Mañana si no regresa saldré a buscarlo.

De regreso en la habitación del rey y la reina, la morena entró sintiéndose tristemente derrotada por cómo su vida se había tornado al ser la esposa de un hombre que podía estar siendo infiel con una mujer fuera del imperio. Tras unos minutos ver esa cama matrimonial vacía y ordenada, zanjó sus pensamientos deprimentes y fue a revisar a su crío en la habitación de al lado. Una puerta dentro de la habitación la lleva al otro lado la llevó a encontrarse con una cama vacía.

Lady Hashirama, aterrada de dónde podía estar su niño, rápidamente lo buscó debajo de la cama, adentro de su clóset, en su baño personal, dejando por último la terraza cuya puerta se mantenían con llave, pero esta no tenía la llave puesta. Su corazón aceleró y rápidamente abrió la puerta con la esperanza de encontrarlo al otro lado sano y salvo.

No fue tan lejos, pues Yuda jugaba con un gato negro cuyos ojos eran pintos: uno blanco y otro color azul celeste. El felino escapó de los brazos del pequeño de inmediato vio a la madre de este salir por la puerta. El gato desapareció en un parpadeo.

—¡Yuda, ¿qué haces aquí?! —Lady Hashirama, aliviada se acercó a su hijo y lo revisó de pies a cabeza.

—El gato me levantó, mami. —Talló sus ojos negros del sueño que tenía, luego la abrazó.

La morena no le dio mucha importancia al felino, cargó a su pequeño retoño y lo llevó a la cama a descansar. Dormido Yuda lucia como cualquier otra niño de su edad, el niño que Lady Hashirama quería tener para ahorrarse muchos dolores de cabeza por la maldades que podían salir de su cabecita. Tras revisar que durmieran profundamente regresó a su cama y se acostó a descansar.

A mitad de la madrugada despertó de repente al escuchar la risa de Yuda a todo volumen. <<¿Podía ser aquel gato otra vez?>> pensó a medida se levantó para ir averiguarlo por qué tanto alboroto. Al entrar a la habitación se encontró con Madara acostado a un lado de Yuda, haciéndole cosquillas en su pancita. El pequeño movía bruscamente sus pies de arriba abajo por las cosquillas de su padre. Era agradable ver de regreso a su rey, pero más al saber que era lo primero que buscaba en su regreso, a su niño.

—Otō-san, quiero más cosquillas —dijo Yuda entre risas, viendo a su padre desde abajo entre su brazo, pues usaba el brazo de su padre como almohada.

Madara levantó la cabeza para ver a su esposa parada por la puerta con los brazos cruzados y una mueca de disgusto en su rostro, pero él sabía cómo contentar a su hembra tras su ausencia y ningunas noticias de su paradero.

—Ya no, Yuda —murmuró Madara, removiendo con cuidado su brazo para dejar caer la pequeña cabecita de su hijo en su almohada —. Duerme, en la mañana tendremos todo el día para jugar con un poco de entrenamiento.

Con un beso tierno en su frente Yuda se quedó quieto y cerró los ojos. Diez minutos después, Madara entró a la habitación que comparte con su esposa, cuyo cuerpo yacía en la cama acomodada sobre un costado dándole la espalda. Una suave cobija cubría a la reina hasta los hombros, pero esta no permaneció mucho tiempo cubriendo a la morena, pues fue removida de una forma rápida dejando ver su bata de seda de color turquesa que le llegaba por debajo de sus glúteos. Madara al ver el buen culo que su hembra poseía y su larga melena castaña, lo excito tanto que fue obligado a montarla con ropa puesta. El contacto del rey causa a la reina calentar de inmediato cuya braga se mojó debido a los besos posesivos y ahogados que le daba su rey mientras se sobaba con su grandes nalgas.

—Oh, Madara... —gimió ella —, hazme tuya.

—No digas más... —mordió sus labios y se despegó sus labios de los suyos —, pues no esperaba una aprobación de tu parte.

Tanta calentura por parte de ambos hizo que ella olvidará por el momento sobre sus sospechas de infidelidad y él sobre lo que tenía que reclamar a su poderosa esposa...


Gracias por leer, votar y comentar. ☆

▬▬▬▬▬ஜ۩۞۩ஜ▬▬▬▬▬▬

Continue Reading

You'll Also Like

79.6K 7.3K 50
Sinopsis: Está historia es 100% original, está basada en los personajes de Freen Sarocha & Rebecca Armstrong. En esta historia podrás descubrir cóm...
18.5K 1.8K 15
en un intento de Rastha. trato de envenenar a la Emperatriz los días previos a su cumpleaños. pero no contaba con lo que iba a pasar y es lo siguient...
5.2K 293 42
Cambiando la temporada 1 de The Umbrella Academy. Cinco volviendo del apocalipsis para salvar a su familia, un secreto que Reginald se llevaría a la...
82.8K 7.1K 50
Sakura Haruno harta de su ciclo de auto destrucción decide dar un paso y avanzar para olvidar a Sasuke pues este al volver de su viaje rompe su coraz...