La hermana de mi novio [Dispo...

By Luisebm7

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Tras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres... More

Notas
Adiós Privilegios
Intenciones
Cuñadas
Intimidad Violada
Insatisfecha (I)
Insatisfecha (II)
Preámbulo de la Fiesta
La Fiesta (I)
La Fiesta (II)
La Fiesta (III)
*Intermedio*
¿Y ahora?
Domingo de Cine
Pena y Rabia
¿Cuánto dolor puedes aguantar?
Consuelo (I)
Consuelo (II)
¿Quién fue? (I)
*Intermedio II*
¿Quién fue? II
Daño Colateral
Paseo en patines (I)
Paseo en patines (II)
Noche de exilio
De citas y misterios (I)
De citas y misterios (II)
Cita de Amigas (I)
Cita de Amigas (II)
Cita de Amigas III
Postcita
Epílogo de Postcita
Pasión Confundida (I)
Pasión Confundida (II)
Pasión Confundida (III)
Pasión Traicionada
Epílogo de Pasión Traicionada
Distanciamiento... ¿o no? (I)
Distanciamiento... ¿o no? (II)
Distanciamiento... ¿o no? (III)
Masaje con final... ¿feliz?
Amarga Distancia
Estaca en el Corazón
Agresividad
Violencia vs. Pasión
Solo una vez...
Bye, exámenes
Entrenamiento Peligroso
Cita Encubierta
Semana Trascendental (I)
Semana Trascendental (II)
Semana Trascendental (III)
Descontrol
Disgusto Férreo
Enferma de Amor
Recuperación
El Pacto
Confesión Carnal
Corazones Abiertos
*Intermedio III*
Encuentros, travesuras y tormentos
Sometida
Pasado y Presente
Pelea y Castigo
Juego Sucio
Ante todo, placer
Tarde con Víctor
A solas con el demonio
Pre-Halloween
Halloween (I)
Halloween (II)
Halloween (III)
Planes Inesperados
Descubiertas
Regalo de Cumpleaños
Una Verdad
Cumpleaños Travieso
*Intermedio IV*
Dominada
Liberación
Cicatriz del Alma
La verdad tras el dolor
Entrenamiento... ¿en el vestuario?
Travesuras
Partido de Vóley
Paseos Memorables
Amistad Rota
Alivio para la ira
Paseo de Amigas
*Intermedio V*
Personaje Asignado
Conflicto de Intereses
Fin de Trimestre
Año Nuevo
Acoso y Amor
Infieles
Ruptura
Venganza
Disculpas
Disculpas (II)
Monstruo
Homofobia
Perdonada
La Obra
Tras el telón
Legado de rencor
Justicia
Culpable
Vuelta a la Normalidad
Vuelta a la Normalidad (II)
Feria del Amor
Feria del Amor (II)
La cara oculta de la luna
Adiós
Aceptación
Por ti
Puñalada
Eric
Eric (II)
Un San Valentín inolvidable
Corazones Rotos
Epílogo: 9 de junio
Agradecimientos
Q&A
Gala de Nominaciones
¡Feliz Halloween!
¡Noticias frescas!
¡Especial 3M de lecturas y San Valentín!
¡Concurso de memes!
¡Concurso 2!
¡Lanzamiento final de LHDMN!

La Alumna Nueva

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By Luisebm7

Ring, ¡Riiiiing!

Es el maldito despertador. ¿Ya se acabó el fin de semana? Silencio ese ruido taladrador. Me siento tan cómoda con el calor bajo la sábana que no me apetece levantarme todavía. Doy media vuelta. El cuerpo tibio de mi chico está a mi lado. Extiendo mis brazos y me acurruco sobre su pecho cálido, que es mucho mejor que la almohada. ¡Esto sí es estar a gusto! En nada volveré a babear otra vez.

¡Riiing! ¡Riiing!

¡No! Mi sueño tranquilo se convierte en pesadilla. Es su alarma. Su cuerpo se sacude toscamente. Adiós comodidad. Adiós calor. Solo quería dormir un poco más...

—¡Ay, no puedo con mi alma! —dice Eric, mi novio, y se incorpora con un estirón. Le suena media espalda—. Mi amor, hay que levantarse. Son las seis clavadas. Hoy tengo exámenes.

—Ya... —digo apagada. Me pesan los párpados.

—Mira que te dije que no te quedaras hasta tarde mirando series. Cabezona. Pero sigue durmiendo, boba. El de los exámenes soy yo. Me basta el detalle de que quisieras acompañarme al insti antes —dice mi novio. Ya se ha puesto medio uniforme, increíble, y yo sigo tirada en la cama.

"Venga, Ana, mueve el culo. Hace tiempo que dejaste de ser aquella vaga tonta gracias a él" me digo en mis adentros. Es verdad, no soy una perezosa y Eric es muy bueno conmigo como para no compensarlo. Llevamos un par de años juntos. Pronto hará uno que vivo con él. El tiempo vuela, debe de ser por lo bien que estoy. Hago vida de casada sin grandes responsabilidades. Vivir sola con mi novio es un sueño hecho realidad.

Antes de conocerlo era una bala perdida. Tenía a mis padres locos. Salía con chicos canallas y malotes de mi edad. Al mes de empezar con Eric, dejé el vicio del cigarro y depuré mi vida. Mis padres lo adoran. Por eso me permitieron quedarme con él. Saben que es muy responsable como para dejarme embarazada con mis casi 17 años y él rozando los 19. Encima me dan una paga mensual para ayudarnos.

Eric y yo vivimos en un apartamento de sus padres, pero él lleva años cuidando de la casa solo y tiene que asumir algunos gastos. Sus padres lo ayudan económicamente hasta cierto punto, quieren que siga siendo un chico responsable, que no pierda la costumbre. Yo lo admiro. Estudia y trabaja. Aunque esté cansado, mantiene el buen humor. Me respeta. Me cuida. Me ama. ¿Qué más puedo pedir?

—Vale, mi amor. Prepárate y repasa. Yo me ocupo del desayuno —digo mostrándole una sonrisa.

Ríe. Imagino que le causa gracia mi cara de adormecida, suele decírmelo. Me lo agradece con un beso.

Salgo de la cama. Nunca me cansaré de la comodidad de andar en bragas y camiseta. ¡Amo mi vida!

Me pongo el uniforme pensando en la rutina del instituto, pero soy incapaz de prever que me espera un día lleno de sorpresas.

***

Eric y yo entramos en el instituto. Es tan temprano que apenas se ven alumnos merodeando por el patio y los pasillos. Lo acompaño a su aula. Hay cuatro gatos afincando los codos, ni nos molestamos en saludar para no desconcentrarlos. Son estudiantes de segundo de bachillerato, la diferencia con los menores es brutal. En mis inicios de la secundaria fui de las peores alumnas. Notas pésimas. Me burlaba de otros compañeros. El resultado es que voy un curso por detrás, debería estar en primero de bachillerato.

Le hago preguntas a mi novio en voz baja. Su primer examen es de Historia, una de las asignaturas que más odio. Tragar y tragar información hasta más no poder para luego vomitarla. ¡Ni que fuéramos a convertirnos en enciclopedias! Para algo están internet y los libros. Si nos lo enseñan para tener un mínimo de nivel cultural, pues al menos que lo hagan de forma más dinámica. Representaciones teatrales y películas, por ejemplo. Aprendí más con La vida es bella que en clase, aunque lloré mucho.

Las respuestas de mi novio son bastante acertadas. Está bien preparado. Es mi ejemplo a seguir. Siempre me habla de que hay que esforzarse en la vida para conseguir lo que queremos, y que eso implica afrontar situaciones que no nos gustan. Es un chico muy maduro, es una de las cosas que me encantan de él. Quiere estudiar ingeniería mecánica. Estoy segura de que entrará en la universidad y lo conseguirá. Por suerte puede cursar la carrera aquí en la ciudad, así no se irá de mi lado.

Suena el timbre de inicio de las clases. Me despido de mi novio y le deseo suerte. Me voy a mi aula. Ahí me espera mi puesto en solitario junto a la ventana que da a la calle. Decidí sentarme sola al final para que nadie me distraiga. Bastante me cuesta concentrarme en las clases como para tener a alguien al lado comiéndome la oreja. Lo admito, no me gusta el instituto, o, por lo menos, el sistema educativo actual. Pero no me queda otra que afrontarlo como dice Eric e intentar superarlo lo antes posible.

Último año de secundaria y luego bachillerato.

Entra la profesora. Mis compañeros dejan de hacer el tonto. El suelo está lleno de trocitos de goma y de papel. Eso tiraba yo en mi primer año de secundaria, entre otras cosas. Matemáticas. Comienza mi martirio semanal...

La primera hora me vuela en un estado de ensimismamiento total como cuando fumaba porros. Números flotando con voluntad mágica. Palabras que me suenan a conjuros de Harry Potter como hipotenusa, coseno y álgebra. ¿Quién se lo puede imaginar? Extiende tu lápiz como una varita. Conjura «¡Álgebra!». ¿Y qué pasa? Las palabras se convierten en letras con números. ¿Eso no es un acto mágico? No cualquiera lo consigue.

Doy un profundo pestañazo y me encuentro en clase de Lengua. Ni me he enterado de si pusieron tareas de matemáticas. No importa, luego en casa siempre adelanto ejercicios. El problema es que me está invadiendo un sueño irresistible. Y pensar que me queda todo el día por delante.

¡Menudo aburrimiento! Sintagmas y más sintagmas. No proceso más palabras.

Dibujo en mi cuaderno para mantenerme espabilada. Al menos así parece que tomo apuntes. ¿Qué sentido tiene todo esto? No seré escritora ni daré discursos en público. Es que ni sé a qué quiero dedicarme.

Termino un boceto de una chica. Paseo la mirada por mi reloj para descubrir que aún queda más de media hora de clase. No soy creyente, pero le pido a dios que el tiempo se apresure. Y mi pobre Eric debe de estar obstinado.

La ventana me libera de esta prisión. Al otro lado de la calle del instituto hay un pequeño bosque. Hace un día tan bueno para pasear por ahí. Jugueteo con mis rizos mientras sonrío. Dos gorriones revolotean, incluso escucho el eco de su alegre trino. Creo que el macho corteja a la hembra.

Aparece un taxi que espanta a los pájaros. Parece que alguien llega tarde. Se baja una alumna con pintas de estudiante modosita. No le veo bien la cara desde aquí, pero ese flequillo, ese uniforme tan perfecto y esa postura tan erguida lo dicen todo. ¡Menuda sorpresa! La recibe la mismísima directora. Está claro, debe de ser una enchufada que aprueba hasta con los exámenes en blanco. ¿Pero quién será? No recuerdo haberme cruzado con ella por los pasillos.

—Ana. ¡Ana! —me llama la profesora. Vocifera mi nombre de tal manera que me deja en ridículo.

—¿Sí? —Regreso a la realidad.

Mis compañeros se ríen. ¡Menudos!

—Que salgas a la pizarra. Analiza la siguiente oración —me ordena la profesora.

¿Por qué a mí? Me tiene en su punto de mira.

De camino a la pizarra me silban como halago. Sienta bien, pero me hace sentir como un objeto sexual y eso no me gusta. Es Mario el que silba, lo veo. Y me guiña un ojo. Lleva años detrás de mí. En otra época habría caído como tonta, pero ahora ni en sueños. Es un niñato fastidioso y repugnante, nada que ver con mi Eric.

Consigo analizar la oración con ayuda de la profesora. Al menos no me riñe, hago más que la mayoría. Seguro que por eso siempre me saca a la pizarra. Me sacudo el polvo de la tiza y regreso a mi asiento. Y justo cuando pienso que seguirá la rutina...

Toc, Toc.

La puerta se abre tras la indicación de la profesora. ¡Es la directora! Su presencia se nota como si fuera una dictadora, todos guardamos silencio. No es para menos. Esa mujer tan ancha y seria impone. Invita a alguien a entrar.

¡No me lo puedo creer! Es esa chica. ¿Qué hace aquí?

—Os presento a vuestra nueva compañera de clase. Ella es Laura y desde hoy es alumna de este instituto. Es una alumna brillante. Tratadla bien y con respeto. Ayudadla a integrarse. Si la amargáis, ateneos a las consecuencias. Dadle una cálida bienvenida —dice la directora.

—Bienvenida, Laura —decimos a coro.

¡Menuda presentación! Ahora sabemos quién es el ojito derecho de la directora. Laura...

—Gracias, señorita McCarthy. Hola a todos. Gracias por la bienvenida. Sois muy amables. Espero estar al nivel del grupo A —dice Laura mientras recorre el aula con sus ojos asustados y agacha la mirada cuando llega a mí. Su voz es dulce y delicada. Su postura es disciplinada, pero femenina y sumisa. Imagino que está nerviosa. Es normal, no conoce a nadie.

La directora se marcha. Deja que la profesora se encargue del resto.

—Puedes sentarte... al lado de Ana. Es buena estudiante, haréis buenas migas.

¿En serio? Bueno, tampoco es que quede otro puesto libre. Pero se acabó mi privilegio. No me queda otra que retirar mis cosas y hacerle sitio.

Laura asiente.

—¡Qué bombón! Está to' buena. El reinado de Ana se va a la mierda —murmura Mario a su compañero Carlos.

—Le sobra el uniforme —añade Carlos.

Son unos idiotas. ¿Qué reinado ni reinado? Ven una cara nueva y enseguida se les disparan las hormonas. Es verdad que la chica es mona, pero tampoco es para tanto. Tiene cara de niña y ese peinado con flequillo no la ayuda, una lástima para ese pelazo oscuro. Demasiado lacio para mi gusto.

Laura viene hacia mi mesa. No es difícil darse cuenta de que evita las miradas ajenas.

—¿Puedo sentarme? —Me pide permiso. Tremendo nivel de educación.

—Sí, claro. Este será tu puesto a partir de hoy —digo.

—Gracias. —Me sonríe con la misma amabilidad con la que habla.

Ahora que la veo de cerca reconozco que tiene unos ojos verdes muy bonitos.

—Discúlpame, ¿puedes decirme en qué tema están? —me pregunta.

—Pues... —Me lo tengo que pensar—. Tema cuatro.

—Vale. Gracias.

Laura abre su libro y su cuaderno como si fueran reliquias. Ni una arruga. Ni una tachadura. Sus apuntes son limpios y coloridos. Es zurda y usa una muñequera. Enseguida se pone a atender a la profesora. ¿De dónde ha salido esta chica? ¿Sería monja?

***

Hay cambio de clase. Me toca Química en el laboratorio. No es que me entere mucho, pero la asignatura es mitad práctica gracias al profesor que tenemos y eso me encanta. Él es un hombre un poco chiflado, imagino que es normal después de hablar de moles, sustancias, tabla periódica y demás constantemente.

Aprovecharía para escaquearme y visitar a mi novio como suelo hacer, pero me advirtió que no podría salir ni al patio por la tanda de exámenes que tiene esta mañana. Pobrecito.

Los pasillos parecen una jungla. Los más pequeños corretean como si estuvieran en la guardería. Siento vergüenza ajena. Cada año, los novatos son más infantiles. Seguro que yo también corría como una cabra loca enseñando los dientes como si no me cupieran en la boca. Pero me recuerdo más intentando fugarme y juntándome con mi grupito de fumadores.

Laura me sigue como una perrita. Estoy sorprendida. Pensaba que estaría preguntándome cosas como una pesada en lo que quedaba de clase de Lengua. No fue así. Al contrario, sentí que era yo quien la molestaba por cambiarme de postura y resoplar con frecuencia. Ella se mantuvo concentrada hasta el último minuto, ni siquiera relajó su postura erecta. Luego me pidió que si podía venir conmigo a Química y aquí estamos.

Normalmente me siento sola en la clase de Química también, salvo cuando hay que hacer grupos de más de dos personas. Como suponía, me ha tocado Laura de compañera. Aunque creo que es una buena chica, me parece un poco rarita y es la protegida de la directora. No me importa lo que digan los demás, pero sí lo que hacen y me jodería verme involucrada en un problema por su culpa. Mantendré las distancias.

El profesor ha dejado las mesas dispuestas. Tenemos varios recipientes con líquidos coloridos y transparentes. Por lo visto haremos un experimento de reacción química con cambio de color. Que si permanganosequé, que si azúcar, que si potasio. No me entero muy bien, pero hacerlo será divertido.

Sacamos los libros. Mis compañeros Roberto y Patricia me piden el mío porque se olvidaron de los suyos. Son de confianza, así que no me importa prestárselo, compartiré con Laura. Y cuando me estiro para alcanzárselo a ellos...

¡Clac!

Un líquido me humedece la falda y los muslos. Un recipiente está volcado y su contenido púrpura se derrama sobre mí.

—¡Mierda! —exclamo.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! —Me encuentro con Laura sonrojada y espantada. Saca un pañuelo más rápido de lo que puedo asimilar lo ocurrido—. Ha sido mi culpa. Lo siento.

Laura me frota la falda y los muslos sin dejar de disculparse. Hace todo lo posible para secarme. Diría que está muy avergonzada. Más lo estoy yo con las risitas de fondo.

—Déjalo. No es nada. —La detengo—. Al menos no es ácido —bromeo para romper con la tensión, pero la falda la puedo tirar tranquilamente. Esa mancha no se irá de ahí, el profesor nos lo ha advertido muchas veces.

—¡Dios, qué torpe soy! Me sabe tan mal. ¿Vamos al baño para limpiarte mejor? —dice Laura.

Empieza a darme pena. Parece que tiene un sentido de la culpabilidad muy agudo esta niña.

—Podéis ir al baño si hace falta. Ya veis lo que pasa cuando no estáis atentos —dice el profesor. Aprovecha para reñirnos con su clásica calma.

—No hace falta, en serio. Seco esto y listo.

El profesor continúa con su clase.

Le quito los pañuelos a Laura para terminar la limpieza. Noto la culpabilidad en su cara. Sigue roja. No se atreve ni a mirarme. ¿Habré hecho algún gesto que la haga sentir peor? Le recordaré que fue un accidente para que esté más tranquila.

Esto es lo que me temía. Si es muy susceptible y le va con un cuento a la directora, saldré perjudicada. La directora lo dejó bien claro.

***

Hace un par de minutos que tocó el timbre del recreo. Fui al baño y me froté la falda por si acaso, pero esa mancha es permanente como intuía.

Salgo al patio con mi batido de chocolate para merendar. Tengo ganas de ver a mi novio. ¿Cómo le estarán yendo los exámenes? Seguro que bien. Al menos no estaré sola, por ahí viene mi mejor amiga Claudia.

—¡Ana! —Claudia me da dos besos y me mira asombrada—. Madre mía, ¿y ese manchón? ¿Tienes la monstruación? ¡Ja, ja, ja!

Es mi amiga de la infancia. Nos entendemos bastante bien. Debería estar en primero de bachillerato con ella. Nuestra amistad estuvo a punto de irse al carajo cuando me junté con los fumadores, pero demostró lo que vale. Fue ella quien me presentó a Eric en una fiesta. La quiero tanto.

—Sin comentarios —digo y nos apoyamos en una pared cerca del pasillo—. Esto es obra de una chica nueva en mi grupo.

Laura sube por las escaleras junto a nosotras en ese instante. Me callo y pellizco a Claudia. La vemos pasar. Agacha la cabeza, es como si no supiera dónde meterse cuando me ve. Desaparece al doblar por el pasillo.

—Es ella —le digo a Claudia—. Me puso perdida.

—¡Más torpe que un pato cojo! —dice Claudia y reímos.

—Es un poco rara. Se puso a limpiarme y todo. Encima se sienta a mi lado y es una protegida de la directora.

—¿En serio? Te ha tocado una friki. Pobre de ti, lo que te espera —dice Claudia simulando pena.

—No me seas gafe, que mi vida es perfecta —digo con orgullo.

—Bueno, bueno. Tanto como perfecta... ¿Cómo van esas alegrías para el cuerpo? ¿Has estrenado ya la nueva lencería? —me pregunta Claudia como si fuera una diablilla pícara.

—Me tiene que llegar esta semana. Así que nada. Además, Eric con el insti, el trabajo y los exámenes está más cansado y no tiene tiempo. Esta racha nos enfría más en la cama.

—El tiempo para eso se hace. Sácalo del agobio. Si quieres, deja que se concentre y termine los exámenes, pero luego fóllatelo bien. Con ese modelito vas a triunfar. Es un chico, le gusta el tema por narices.

—No sé qué decirte, Claudia. Las últimas veces he sido yo la que lo ha buscado.

—Eso es porque él está en su burbuja. Sé juguetona y querrá más.

—Bueno, ya te contaré cuando pruebe. Por cierto, ¿cómo te fue tu examen?

Prefiero cambiar de tema. Es mi único punto delicado en la actualidad y me como mucho la cabeza. A veces me da miedo pensar que ya no le gusto a Eric físicamente.

—Bastante bien. No sacaré notaza, pero apruebo. Ahora tengo el otro. Matemáticas, con eso te lo digo todo.

Suena el timbre del fin del recreo.

Claudia corre para estar preparada para el examen. No le gusta repasar durante los minutos previos, pero sí estar lista.

Doblo la esquina del pasillo y me quedo atónita. Laura recién se aparta de la pared y apresura los pasos como si huyera al verme. ¿Se había quedado tan cerca? ¿Había escuchado lo que había hablado con Claudia sobre ella?

***

Por fin suena el timbre de salida. El instituto se estremece como si se desatara un terremoto. Parece un volcán en erupción. Pasa lo mismo todos los días a esta hora. Todos corren en masa por los pasillos y las escaleras gritando con frenesí. Un día en clase es como media vida en prisión. Esa es la sensación que transmiten cuando saborean la libertad.

Yo también salgo con prisas para ver a Eric, pero me detengo en la puerta del aula. Experimento un efímero sentimiento de culpabilidad. Laura está recogiendo sus pertenencias con calma. Las últimas horas han sido incómodas y tensas. Eludía mi mirada, aumentaba la frontera entre nuestros espacios y no me dirigió ni una palabra. Yo tampoco pude romper a hablar en mis intentos por esclarecer lo ocurrido. No le he dicho ni adiós. No soy así, pero ahora no es momento para volver y arreglarlo.

Vuelo por las escaleras. Distingo a Eric entre la multitud fuera del instituto. Pero no está solo. Ahí está esa entrometida otra vez. Es Daniela, una zorrona, todo el mundo lo sabe. Lleva semanas rondando a mi novio como una abeja a una flor. Quiere probar su miel, estoy segura. Mi Eric es guapo, un chico alto de pelo oscuro con aspecto de malote y personalidad encantadora. La gente lo compara con John Travolta en Saturday night fever. El problema es que él es amable con las chicas y ellas lo malinterpretan. Esta lagarta de Daniela se lo quiere beneficiar y no lo voy a permitir.

Me apresuro. Los enanos me bloquean el paso. ¡Malditos renacuajos!

Daniela se está despidiendo de Eric. ¡La muy zorra le acaricia el pecho descaradamente mientras le da dos besos! Y le sonríe como una tonta. ¡La muy buscona!

Aparto a empujones a estos pitufos. Alcanzo a Eric, pero Daniela ya no está.

—¿Y esa qué quería?

—Mi amor, no te había visto. ¿Dices Daniela? Solo me deseaba suerte para los exámenes —responde Eric.

Intenta darme un beso, pero lo contengo.

—Pues parecía otra cosa. La sonrisita y la caricia lo decían todo.

—Ana, por favor. ¿Celos de Daniela? ¿De verdad? Ya sabes cómo es. Y sabes que eres la única para la que tengo ojos.

El tono sereno de Eric y sus palabras melosas me ablandan enseguida. No tengo razones para dudar de él. Me echo en sus brazos. Nos damos el beso que ansiaba surgir.

—¿Qué te ha pasado? —Eric se percata de mi falda manchada.

—No te lo vas a creer. Una friki en clase de Química. Luego te lo cuento con lujos de detalles. Acabo de comportarme como una pésima novia. Tenía que haberte preguntado por tus exámenes primero —digo arrepentida.

—No pasa nada, boba. Los exámenes fueron muy bien en general. Me vino muy bien repasar contigo por la mañana. Diría que he aprobado todos los de hoy. Quedan menos.

—Habrá que celebrarlo, ¿no? —digo con cierta insinuación.

Tiro de su brazo para empezar a andar hacia casa y alejarnos del bullicio, pero se queda plantado. Me extraño.

—Vale, tengo que contarte una cosa —dice mi novio. Su tono se torna serio.

¡Ay, dios! Que no sea una confesión de infidelidad aquí y ahora. No lo soportaría.

—¿Q-qué cosa?

—Mis padres me han llamado. Les respondí durante un descanso. La noticia fue tan inesperada que me costó concentrarme en el último examen.

Esa seriedad es la que me empieza a preocupar, aunque me consuela que no sea algo relacionado con una infidelidad. Odio mis celos estúpidos...

—¿Te acuerdas de mi hermana menor? Te habré hablado de ella en alguna ocasión.

—Sí, bueno. No sabría decir si es azul como un pitufo —bromeo forzosamente, me doy cuenta de que no es el momento apropiado—. ¿Le ha pasado algo?

—No sé cómo decírtelo. A mí también me tomó por sorpresa. A ver, mi hermana viene a vivir con nosotros.

—¿Cómo?

Creo que Eric habló en chino.

—Mis padres dicen que necesita cambiar de aires. Que necesita a su hermano. En realidad, no los entiendo. Fueron ellos los que nos separaron. No he hablado con ella en años por su culpa. Pero es mi hermana y tengo buenos recuerdos de ella en nuestra infancia. Quizás sea el momento de recuperar el tiempo perdido. Y me hace ilusión, la verdad. Espero que no te importe que se quede con nosotros. La cuidaremos juntos.

No puede ser verdad. Mi intimidad con mi novio... ¿llega a su fin? No me siento bien teniendo pensamientos egoístas tratándose de la familia de mi novio, pero veo el desplome de mi sueño.

—¿Pero qué edad tenía? ¿Y cuándo viene?

—Es un año menor que tú. Seguro que os llevaréis bien.

¿Por qué me parece que he escuchado eso antes?

—Mis padres me han dicho que ya está aquí, que hoy venía al instituto. Me dieron su número nuevo. Le pasé un mensaje diciéndole que la esperaría en la puerta. Imagino que estará hablando con alguna profe.

—Ya está... aquí... —digo pasmada.

La mochila me pesa el triple de repente.

—Mi amor, siento no habértelo dicho antes. Ya te digo, ha sido todo muy repentino —me dice Eric mientras me pone las manos sobre los hombros. Su expresión recupera la alegría cuando mira al frente—. Mírala, ahí viene. ¡Qué guapa se ha puesto!

Me volteo.

Ese pelo tan lacio. Ese flequillo. Ese aspecto de modosita. Ese andar tan inocente.

—¡Laura! ¡Por aquí! —vocifera Eric sacudiendo un brazo.

¿Laura es... la hermana de mi novio?

¡¿Qué?!

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