Era obvio que lo que te atraía de él era su pasión y entusiasmo al dar las clases aunque... También podemos sumarle un punto extra al hecho de que Kyojuro es maestro; lo que lo hace algo no imposible pero sí prohibido.
En cada clase sólo te le quedabas viendo, mientras él explicaba su clase únicamente podías observarlo y pensar en como le harías (si es posible) para que corresponda a tus sentimientos. A veces, de las tantas que solías verlo sus miradas se cruzaban, terminaba de hablar y te sonreía, cuando eso suele pasar desvías la mirada con un evidente sonrojo en el rostro, el cual ocultas en tu libro de texto esperando a que no diga nada más o te pida leer porque ha pasado que, cuando te pide leer después de que te vio tu cuerpo no puede, tiembla tu voz y tartamudeas sin querer.
Ahora mismo te encontrabas escribiendo una carta para él, algo fácil y simple sólo que estabas en medio de una clase suya.
Cuando Rengoku te llamó, diste un pequeño salto del susto.
—¡Rengoku sensei! Mande. —dijiste sobresaltada volteando a verlo, guardando el escrito debajo de tu cuaderno.
—¿Podrías leernos las preguntas de la página 94 y darnos la respuesta si es que te la sabes? —preguntó con una sonrisa, mirándote.
No dijiste nada más y comenzaste a hacer lo que pidió.
• • •
Te encontrabas comiendo tu bento mientras mirabas a la ventana. Habías terminado y aún seguías jugando con tus palillos mientras pensabas en tu maestro de historia; Kyojuro Rengoku. Diste un suspiro y sacaste tu onigiri de postre, habías terminado la carta en el tiempo libre que tuviste, querías llegar a casa rápido; agarrar alguno de esos sobres bonitos que tenías, quemar algo de cera para echarsela a la carta y sellarla. Sin embargo aún tenías que hacer un par de actividades en tu club, no querías.
Una vez te levantaste, guardaste tu caja de bento en la mochila y saliste de tu salón hacia tu club.
El tiempo pasaba y cuando terminaste te querías dar un golpe mental, estabas tan hundida en lo de tu club y tu profesor que ni siquiera te diste cuenta cuando se hizo tan tarde ni mucho menos cuando empezó a llover.
Él maldito día se veía hermoso, lindo como para salir a dar un paseo o tener una cita de haber sabido... ¡Hubieras dejado tu teru teru bouzu¹ colgado en la ventana!
Tragaste saliva y saliste del aula a la entrada, no podías ni mojar tus libros así que ibas cubriendo tu mochila con tus brazos.
—¿Señorita _____? —preguntó una voz detrás tuya y el agua dejó de caer encima tuyo.
Tu corazón se aceleró, tus mejillas se pusieron rojas. Kyojuro se encontraba al lado tuyo, tapando la lluvia con ayuda de su sombrilla.
—Profesor... —murmuraste volteando a verlo. —¡Rengoku-san muchas gracias! —Agradeciste haciendo una reverencia pero saliste del paraguas y te mojaste más.
El hombre de ojos dorados simplemente volvió a taparte pese a que él se mojaba también.
—No haga eso _____, podrás resfriarte si te enfermas y ¡tienes un gran desempeño en mi clase! —comentó con su típico tono alegre.
—Le agradezco mucho... Pero si usted también se moja podrá enfermarse por igual y quizás no dé clase. —comentaste acomodandote para que la sombrilla los tapara a los dos. —En serio le agradezco mucho esto.
—Por lo visto se te pasó el tiempo, ¿deseas que te acompañe a casa? ¡El deber de los profesores no es sólo enseñar, también debemos proteger a nuestro alumno y velar por su seguridad! —volvió a comentar con energía.
—Claro, por favor profesor...
Así fue como comenzaron a caminar, hablaron sobre tus calificaciones en historia, tu desempeño y como podrías hacerlo mejor aunque Kyojuro te diera uno que otro alago.
Una vez llegaron a tu hogar, le agradeciste con una reverencia.
—No se preocupe por esto señorita _____. —Sonrió. —Asegurese de ir preparada y llevar una sombrilla la próxima vez.
—¡E-entendido sensei! —dijiste volviendo a hacer una reverencia. —¡Gracias de nuevo!
—¡Gracias a ti por tu esfuerzo! —respondió él
Dios, tu cara estaba tan roja.
—Bueno, le agradezco nuevamente... Nos vemos mañana, ¡prometo esforzarme más!
Él asintió, se despidió y dio media vuelta para después irse.
Entraste a tu casa de inmediato, tocaste tu pecho para sentir tu corazón aunque no hacía falta; latía demasiado rápido.
Subiste a tu cuerpo y después de cambiarte sacaste la carta de tu mochila, viste el omamori² colgado en tu mochila y agradeciste tenerlo, vaya que en serio daba suerte.
Una vez con la carta en el escritorio, sacaste un sobre café con detalles dorados de uno de los cajones. La cera se encontraba en un frasco sobre tu escritorio junto al sello.
Prendiste la vela y después de echar unas cuatro pastillas rojas y derretirlas las echaste encima de la carta y la sellaste.
El sello era simple, un corazon y ya.
Luego de eso te pusiste a hacer la tarea de las demás materias, cenar y esperar ansiosa el día siguiente.
• • •
Estabas a fuera de el lugar donde habitualmente se encontraba Rengoku, sólo que esta vez no estaba adentro. Tenías la carta en las manos y un montón de ganas de dejarla.
Entraste, moviste la puerta con cuidado y suavidad, diablos sí que tenías miedo, las manos te temblaban.
Dejaste la carta sobre su escritorio, cuando estabas por dar media vuelta encontraste a quien menos querías.
—¿_____? —preguntó al verte. —¿Necesitas algo?
—¡Disculpeme! —hiciste una reverencia y pasaste corriendo a su lado.
Él dirigió la mirada hacia ls carta sobre su escritorio, al lado de la foto de su familia. Sonrió y se acercó para poder leerla.
Definitivamente odiabas al destino, olvidaste que hoy tenías doble clase de historia. Una idea loca y tonta pasó por tu cabeza. Cuando tus compañeros estaban distraídos escribiste algo en tu cuaderno y te fuiste a esconder debajo del escritorio de tu profesor; Rengoku.
—¿Y _____? —preguntó él al entrar, después de que los demás alumnos saludaran.
—¡No sabemos profesor! Ella estaba aquí hace unos momentos. —respondieron todos al unisono.
Jalaste de con suavidad del pantalón a Kyojuro, él se sorprendió al verte. Le pidió a uno de tus compañeros que leyera una página cualquiera del libro de texto y fingió tirar su pluma, para poder agacharse y verte.
Cuando se agachó abriste tu libreta.
『ʟᴏ ᴀᴍᴏ ᴍᴜᴄʜᴏ ᴘʀᴏꜰᴇꜱᴏʀ。
ᴍɪ ᴄᴏʀᴀᴢᴏɴ ɴᴏ ᴅᴇᴊᴀ ᴅᴇ ʜᴀᴄᴇʀ 【ᗷᗝᗝᗰᗷᗝᗝᗰ‼】♡ ᴄᴀᴅᴀ ᴠᴇᴢ ᴍᴀꜱ』
Él sonrió al terminar de leer, se paró de nuevo.
—Chicos, ¡haremos una dinámica! Necesito que cierren los ojos, les haré un par de preguntas y ustedes responderan sin verlas, sólo cierren los ojos y denme un momento.
Todos asintieron y obedecieron.
Bajó nuevamente para verte.
—No quería aceptarlo porque tanto tú como yo lo sabemos, ____-chan~ —murmuró acercándose. —Sin embargo, también te amo.
—¿Q-qué?... —preguntaste con confusión, no te lo creías.
Kyojuro se acercó a ti y te dio un beso en la mejilla, al parecer no fue suficiente para ti. Lo tomaste de las mejillas y con torpeza estampaste tus labios contra los suyos, él correspondió.
—Pero este será él único que recibas por ahora, necesitas graduarte ~
Asentiste con la cara toda roja.
—¿Por qué no vamos a tomar algo más al rato? —volviste a asentir con la cara roja. —Que tierna, te quiero mucho _____~
Volvió a darte un beso en la mejilla.
—Anda, vuelve a tu lugar.
Asentiste de nuevo sin decir nada, saliste de debajo del escritorio y Rengoku comenzó a hacer sus preguntas. Tocaste tus labios recordando el beso que se habían dado apenas hace unos momentos, él te vio, sonrió y te hizo una seña de que cerraras tu libreta.
Lo hiciste rápidamente con nerviosismo.
Kyojuro movió sus labios, fue fácil de leer.
Te amo.
Después de eso empezó con las preguntas.
Necesito hacer in separador de Rengoku D:
¹. El teru teru bouzu es un muñequito que ponen los japoneses en las ventanas para atraer buenos climas, lo suelen poner en tiempos de lluvia.
². Un amuleto japones.