𝐻𝓊𝓇𝓉 𝑀𝑒 [𝐻𝓌𝒶𝓃𝑔 𝐻�...

By Lxvelyh

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« ¿Quieres escucharme decirte que te quiero? -Su bonita sonrisa se impregnó con la sorna más vil-, pues bien... More

◾Prólogo◾
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◾20◾
◾ Agradecimientos ◾

◾07◾

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By Lxvelyh

Capítulo 07:
Heridas peligrosas.

•Hyunjin•


Aquél almuerzo era extraño de cualquier manera que se viese. El largo comedor hecho de madera negra tenía capacitados tres asientos, y habían flores decorando el medio dándole un toque más festivo para lo apagada que constantemente era la casa. El servicio iba de aquí para allá, ordenando lo que ya estaba ordenado y limpiando lo que parecía más limpio imposible. No era común utilizar el comedor formal para la hora de almorzar, generalmente su madre no se encontraba en casa y él solía comer a solas en la cocina o en su habitación.

Variando con la rutina, se sentó en su asiento de costumbre, quitándose el blazer del uniforme y acomodándose la corbata a juego porque comenzaba a apretarle de más en el cuello. Quería salir a fumarse un cigarrillo, pero era muy temprano aún y la seguridad lo vería a través del CCTV, se haría un escándalo y en realidad estaba evitando problemas por los momentos. Blanqueó los ojos al ver aparecer por el umbral a JinYoung quien hablaba por el manos libres, discutiendo quién sabe qué en italiano, un idioma más que lo hacía ser tan snob. Le ignoró al tomar asiento frente a él, concentrándose completamente en su llamada, como si el menor en realidad no existiese.
Hyunjin contaba su paciencia con un gotero, y las gotas se le estaban agotando, no sabía para qué demonios su madre los citó en el almuerzo cuando lo único que quería era estar en su habitación jugando algún vídeo juego.

No mucho tiempo pasó para que su madre apareciese, deshaciéndose de su sacó igualmente y dándoselo a uno de los mayordomos que velaban en el umbral del salón principal. La mujer lucía agotada, con las pesadas gafas de metal estorbándole en el puente de la nariz, y un semblante más que atareado. Se sentó en la cabecera de la mesa, tomándose el agua embotellada de un solo tirón, sin respirar o algo antes. Para cuando Jisoo acabó con su agua, JinYoung ya había colgado la llamada y le sonreía a su madre en forma de recibimiento.

Lambiscón.

Tan pronto su madre y JinYoung comenzaron a hablar sobre algo respecto a una de las joyerías, los oídos de Hyunjin se cerraron estratégicamente. Picoteaba desinteresado la lechuga de su ensalada Romana, queriendo que el plato de vegetales se terminase de una buena vez para poder largarse a su habitación cuanto antes.

—¿Te parece buena idea, Hyunjin-ah? —La pregunta hizo que detuviese el ataque insensato contra la hoja de lechuga.

No dejó de observar su plato, los vegetales eran más interesantes que la conversación de acciones y acuerdos fiscales, pero su madre esperaba paciente porque dijese algo al respecto de lo que no tenía ni la menor idea qué contestar. Estaba en blanco.

—¿Uhm? —Alzó sus cejas con confusión.

—Seré accionista mayoritaria de un nuevo resort en los Alpes franceses, ¿Te parece una buena idea? —Su madre parecía más emocionada que de costumbre cuando hablaba de algún plan de negocios.

—¿Y yo he estudiado hotelería? —Soltó con una risita socarrona ironizando—, mi opinión no cuenta, madre. Es irrelevante, como todo lo que hago en esta casa. —Siguió comiendo, queriendo ignorar la conversación por completo mientras pagaba su voz al decir lo último.

—Eres el próximo heredero de nuestro grupo corporativo, tu opinión cuenta. —Le alentó sonriéndole,  sorpresivamente.

Aquello era completamente nuevo. Su madre no le regalaba una sonrisa ni porque fuese un día festivo, tampoco lo incluía en los planes del grupo corporativo desde que notó el casi nulo interés de él respecto a los negocios. Pensaba que ya estaba fuera de cualquier posibilidad sobre la empresa y que el único heredero sería JinYoung por naturaleza. Llevaba una corona en su cabeza desde su nacimiento, eso era seguro.

—Eso si JinYoung hyung no intenta deshacerse de mí antes. —Rió una vez más ocultando la verdad en sus palabras.

JinYoung le dio una mirada fulminante tras la mesa, procurando que cuidara su lengua si no pretendía quedarse sin ella antes de su próximo cumpleaños. Se atragantó la risa burlona que tenía como respuesta al ver lo seria que se volvió su madre de repente. Aesar que le gustaba causar problemas, no era bueno manteniendo la estabilidad psicológica de Jisoo y aún no había descubierto la manera de tenerla calmada cuando algo le afectaba de manera tan profunda. Quizás se había excedido, pero su pensamiento sobre su hermano se mantenía firme. Él le quería fuera del camino, sus recuerdos le hacían eco constante de ello.

—Era una broma, mamá —La tranquilizó JinYoung, tomando una de sus manos entre las de él para así darle soporte—, sabes lo malhumorado que es Hwang Hyunjin.

—Acaba con mi paciencia. —Murmuró tensionada, dándole un largo sorbo a su copa de vino tinto.

—El doctor Shin te ha ordenado beber con moderación, madre. —Intervino cambiando el tema de un momento a otro.

Se fijó con preocupación en la copa ya vacía de la mujer, y en la botella frente a ésta que llegaba a la etiqueta que le daba el nombre al vino. Era su tercer trago en lo que iba de almuerzo, y aquello ya era demasiado para lo recetado por el médico encargado en la inestable salud mental de Jisoo.

Hyunjin velaba más de lo que debía por su madre, aunque lo hiciese silenciosamente y sin que nadie lo notase en realidad. Era lo único que le quedaba en su vida, a parte de... A parte de Hani, pero a ella también la empezaba a perder de a poco.

—Mamá ya es una adulta, Hyunjin, puedes estar tranquilo. —Carcajeó JinYoung apoyando a su madre, sólo para llevarle la contraria.

—Oh, también te quieres deshacer de mamá para obtener la herencia más rápido —Fingió sorpresa—, vaya JinYoung, tu codicia me deja sin palabras. —Ocultó un tanto la risa que tenía lista para soltar.

Su madre dejó salir un corto jadeo de indignación, y la mirada de decepción no tardó en llegar:—Hwang Hyunjin.

—No sabes cuándo cerrar la boca, ¿cierto? —JinYoung lo observó con una impaciencia desbordante.

—No irás al viaje de primavera por hablarle de esa manera a tu hermano mayor. —Contrarió Jisoo para callar a sus dos hijos que estaban a punto de volver la mesa del almuerzo un caos.

—Ya firmaste la autorización, madre—Rió sin humor una vez que terminó su último bocado de comida—. Ha sido un lindo almuerzo familiar, pero tengo que terminar mi equipaje. —Les sonrió falsamente antes de levantarse de la mesa y dejarlos sin una palabra qué decir.

Nadie le impediría asistir al último viaje de vacaciones de primavera, ni siquiera su madre que pronto cedería con aquella molestia que tomó sin una razón verdaderamente válida. Subió sin importarle los reclamos de la mujer a sus espaldas, y respiró con real alivio cuando cerró la puerta de su habitación. Por lo único que se arrepentía de haber discutido con Jisoo era por el equipaje sin hacer que aún estaba sobre su cama esperándolo. Se iría al día siguiente, y apenas tenía una camiseta dentro de la maleta.

Su teléfono seguía sonando en el bolsillo de sus pantalones de vestir, pero no le tomó importancia durante el almuerzo sólo porque sabía que se ganaría problemas por fijarse en esa tontería. Sacó el aparato y observó lo que se esperaba, el grupo que tenían Seungmin, Minho y él tenía más de cien mensajes sin leer. Santo cielo, ¿Es qué acaso seguían discutiendo por quién era más inútil jugando al golf?. Abrió el chat, preparándose para rodar los ojos, sin embargo, el último mensaje de Minho lo evitó por completo.

2:33 P.M

Minho


"Mi padre ha apartado la suite máster para los tres. No pensaba dormir en una habitación triple con ustedes, pero ya no tengo opción"

Se imaginó la posible situación de compartir un cuartito mínimo con sus dos mejores amigos y de inmediato hiperventiló. De algo servía tener la mejor posición económica del país, y sin dudas, impediría a toda costa dormir en una habitación normal si podían apartar la suite máster sólo para ellos. Eran mimados, los tres lo eran, pero eso no importaba demasiado para ese momento cuando se podían aprovechar de su buena posición.


Hani

—¿No te parece excelente haber venido en avión privado? —La pregunta de Jisung la sacó de su ensimismamiento.

Las turbinas del jet comenzaron a apagarse haciendo un sonido leve pero estrenduoso para los oídos. Hani se acomodó en el asiento de cuero, observando tras la ventanilla para ver la pista de aterrizaje recibiéndolos. Olvidaba lo bien que se sentía viajar en avión, y aunque la idea de saltar el viaje hasta Jeju en autobús con todos sus compañeros aún le incomodaba, no pudo rechazar la oferta de la señora Han para usar el avión privado de la familia. Se habían ahorrado horas de ruidos excesivos de sus compañeros, mareos por la vía y quizás atención innecesaria de personas que despreciaba, por eso, no puso imposiciones al planificar el vuelo en primer lugar.

—Yah, me encanta ser hijo único. —Chilló emocionado el ahora rubio cenizo mientras subían al SUV polarizado que esperaba por ellos en la pista de aterrizaje.

—Quisiera decir lo mismo. —Bufó sin un buen humor.

El ser hija única nunca había sido una gran ventaja en su caso, su madre le daba demasiada sobre protección, protección innecesaria porque ella no daba de qué hablar en ningún sentido que no fuese bueno. El viaje de primavera fue todo un caos cuando dejó en claro en cada que quería asistir. Cada año para las breves vacaciones primaverales, la escuela preparaba un viaje escolar por curso escolar; como siempre, Hani no era la primera en pensar en ir, por claras razones económicas. Aquél era su última oportunidad de asistir, y aunque no era lo suyo eso de tener que soportar a sus compañeros por más de tres días enteros, quería experimentar lo divertido que sería pasar un fin de semana en un destino paradisíaco.

El rechazo de su madre con que fuese al viaje había sido inmediato, sin embargo, Jisoo insistió en que correría por su cuenta los gastos de Hani para el viaje de primavera, como cada año. Al ser una de las mayores beneficiarias de la elitista escuela, la Sra. Hwang costeó las vacaciones para Hyunjin y para ella como si fuese su hija de igual manera. Se invitó a no sentirse culpable por una vez en su vida, porque pasó toda su infancia haciéndolo a causa de su madre y su constante actitud de presionarla por todas aquellas atenciones que la dueña de casa le daba sin que ella las pidiese.

—Mierda —Farfulló por lo bajo con verdadero asombro—, olvidé lo grande que era este lugar. —Dijo en cuanto el auto se detuvo frente a la fachada del resort.

No supo cuando el camino había acabado, pero ahora tenían una gran edificación incrustada en lo que parecía un viejo acantilado surgiendo frente a ellos, elegante por donde la mirases, perfecta arquitectónicamente hablando si se fijaban en la estructura hecha en su mayoría de vidrio. Jisung la haló con fuerza para salir del automóvil y adentrarse dentro del lugar para llegar al lobby del hotel. Los ojos de Hani estaban tan abiertos como podían, encantándose con cada decoración azul marino y azul cielo que adornaban el espacioso recibo. El lugar atestado de personas, en su mayoría empresarios, los veían discretamente gracias a los movimientos nada sutiles del chico, quién no reparaba en contener su clara emoción por haber llegado.

—¡Camina, camina Hani-yah! Deja de parecer una turista embobada. —La volvió a halar como si se tratase de una muñeca hacia los elevadores.

Subieron a uno de los tres elevadores, el que utilizaban se hallaba vacío por completo a pesar que el lobby se encontraba atestado. Hani se quedó cautiva de la vista tras el vidrio mientras subían y subían piso tras piso, las personas que antes podían ver con claridad ahora parecían pequeñas hormigas desde la altura. La campanilla sonó, avisando que habían llegado al piso cincuenta, el último piso. Ella no se sorprendió al ver como Jisung sacaba de su bolso de viaje una tarjeta dorada grabada con el nombre del hotel. El pasillo al que llegaron era corto, y en cada punta había una puerta francesa de color blanco inmaculado. Siguió a su mejor amigo hasta el final del pasillo, donde comenzó a luchar con el sistema de seguridad de la puerta para destrabarlo.

—Papá debió haber cambiado el código la última vez que estuvo aquí.—Sonaba exasperado, aunque no le extrañaba, Jisung no era bueno para lidiar con situaciones de estrés.

A pesar que la tarjeta dorada sonó e hizo que la puerta se destrabase, aún debían colocar el código de seguridad en el tablero junto al umbral. Jisung pulsó la clave que se sabía, su fecha de nacimiento, pero el botón de aprobación había pintado rechazando el código. Comenzó a forcejear con el pomo, intentando que la puerta se abriese por arte de magia, y de inmediato, Hani no pudo ocultar su temor porque rompiese la cerradura.

—Vamos a meternos en problemas, Jisung-ah. —Se quejó cruzándose de brazos con negación.

Sung rodó sus ojos con hastío, dándole empujones con su cuerpo a la madera fina:—Las acciones mayoritarias de mi padre dicen lo contario.

Por supuesto, el grupo corporativo de los Han era dueño de la mitad del hotel que se alojarían, de esa manera, el hospedaje para todos los estudiantes había salido completamente gratis. A su mejor amigo no le importaba utilizar el poder que tenía al ser heredero, y eso lo demostraba con el simple hecho de haber decidido ante la junta directiva escolar que él y Hani compartirían habitación sin acatar la regla "Los compañeros de habitación deben ser del mismo sexo", claro, se había excusado con un "Soy gay, jamás querré tocar a Kang Hani ni por equivocación". Querían mantener la sexualidad de Jisung en un secreto a voces cuando al chico le importaba menos de un won que supiesen que le gustaban los hombres.

Risas y algunas que otras voces se escucharon al final del pasillo, tras la puerta contraria. Estaba tan sumida en ver cómo el chico luchaba contra la cerradura que no se percató que los vecinos abrieron la puerta para dirigirse hacia el elevador haciendo un escándalo. Las carcajadas aumentaron, y las voces se hicieron más claras, Hani se quedó apresada al distinguir bien de quién se trataba.

—¿Kang Hani? —Le llamaron, pero ella no quiso voltear.

Pasos se dispersaron a sus espaldas hasta llegar a ella, y su corazón latió con fuerza cuando tocaron su hombro para que se voltease. Aquello debía ser una broma, una de las peores que podían gastarle para destruir su aura de vacaciones perfectas. Habían al menos quinientas habitaciones en el resort, justamente ellos debían ser sus vecinos de la suite contraria. Giró sobre sus talones para encontrarse con la sonrisa más cálida que jamás había visto, una sonrisa que desprendía alegría y que a cualquiera agradaría. Su vista se desenfocó un tanto al notar a los otros dos chicos frente al elevador esperando por su amigo.

—Pensé que no vendrías a Jeju. —Había demasiada sorpresa en su voz, y algo más que Hani no reconocía.

Jisung detuvo su arduo trabajo contra la puerta y se volteó hacia ellos, quedando pálido cual papel cuando se enfrentó a la escena frente a él. Su mejor amigo nunca sabía cómo actuar frente al chico, y aquella oportunidad no era diferente a las otras.

—Seremos vecinos de suite —Sonó contento e infantil, y Hani no evitó la sonrisa que se le escapó de los labios—. Han Jisung. —Le saludó escuetamente, por pura cortesía.

—Lee Minho —Le correspondió en un hilo de voz tartamuda—. Ah, hola amor—Saludó al chico que apareció de repente a sus espaldas.

Hani les vio sorprendida cuando Seungmin sin mucho problema se acercó al rubio para plantarle un casto beso sobre los labios, la impresión era la misma para Minho quien los observaba perplejo sin acreditar lo que ahora presenciaban. Al final del pasillo, el único que no se acercaba lucía calmado ante todo, como si ya hubiese contemplado una escena como esa millones de veces. Agradeció que Hyunjin no tuviese la intención de unirse a la extraña bienvenida, porque evitarlo se le hacía más fácil.

—¿Pensaste qué te mentía cuándo te dije qué tenía novio? —Le retó Seungmin a Lee Minho quien aún no dejaba de verlos con indiscreción.

Novio... Hani le echó una mirada acusadora a su mejor amigo, sin entender a qué se refería el castaño con todo aquello. ¿Desde cuándo Jisung era novio de alguien?, La última vez que recordaba el chico aún se hallaba perdidamente enamorado de Lee Minho, y en su cabeza eso no cambió en lo absoluto, pero al verlo besarse tan suavemente con Kim Seungmin sus pobres neuronas que pretendían estar vacacionando se activaron como un gatillo.

—Sí, sí—Hizo un gesto inentendible con su mano—, nos vemos por ahí. —Se despidió con una sonrisa gentil solo para ella antes de darse la vuelta para irse a los elevadores.

Se quedó ahí plantada frente a la puerta, con la respuesta que tenía para Minho en su boca sin salir. Vio a los tres desaparecer en segundos y de inmediato volteó a ver a su mejor amigo que había desbloqueado de repente el código de la suite. Entraron sin cruzar apenas una palabra, permitiendo que Hani procesara todo lo que acababa de suceder en menos de un minuto. La soledad acogedora de la habitación hizo su recibimiento, era amplia, lujosa y particularmente hogareña, aunque ya estaba acostumbrada a estar en espacios tan costosos como ese, nunca podría comprender cómo una chica como ella era tan afortunada para disfrutar de placeres como aquél.

—¿Desde cuándo eres el novio de Kim Seungmin? —Le espetó muy suavemente saliendo de su trance pensante.

El rubio, quién le daba la espalda distraído con los chocolates de obsequio que adornaban la mesa de café a juego con los muebles del living, bufó desinteresado por contestar la interrogante. Jisung no reparó en dar la vuelta para encararla mientras comía uno de los dulces muy concentrado. Lo maldijo dentro de sí, odiando su comportamiento infantil en ocultarle cosas que tarde o temprano descubriría. Aquello era importante, importantísimo, de niños solían fantasear con el momento en que tuviesen una pareja y ser amados como en las comedias románticas que solían ver cada fin de semana, y ese momento había llegado para uno de ellos. Quizás su mejor amigo no imaginaba siendo novio del correcto chico, pero ahí estaba el presidente de la clase, aparentemente queriéndolo más que un perfecto cien de calificación por un examen final.

—¿En serio te gusta, Jisung-ah? —Interrogó temiendo la respuesta y la seriedad que tomó la conversación.

Se tensó notoriamente, parando el sonido de la envoltura del chocolate al ser abierto. No podía verle el rostro, pero se imaginaba los grandes ojos de su mejor amigo desprendiendo tanta molestia y se arrepintió tanto de haber hecho esa pregunta sin pensar bien cómo hacerla en verdad.

—¿Qué te traes con Lee Minho, Hani-yah? —Le copió en mofa al darse la vuelta para encararle.

Hani y él debatieron en silencio viéndose únicamente a los ojos, y tras una mudez casi fúnebre, ella exhaló frustrada por aquella pregunta que no quería ni tenía cómo contestar. Pudo ver atravesar por los orbes oscuros de su mejor amigo la decepción ante su silencio, que otorgaba verdad a la sospecha que quizás Jisung ya se había planteado de diferentes maneras en su cabeza. No era ciego, aunque quería evitar mirarlos como más que compañeros de tutoría escolar, porque ella sabía bien que aunque el rubio ahora tenía a alguien que lo quisiese, le sería inevitable sacar de su corazón al chico que siempre idealizó, el único: Lee Minho.

Desempacaron sin hablarse o rozar sus miradas. La espaciosa suite se encontraba un completo silencio que a cualquiera erizaría su piel. Hani no acostumbraba a discutir con Jisung, porque en la mayoría de los casos el chico solía exagerar por la razón que discutían, sin embargo, esto era diferente. Ambos se encontraban molestos con el otro sin saber la razón verdadera, y callando sus pensamientos que morían por desbordarse y salir. Estaba ofuscada, eso quedó claro cuando intentó guardar su poca ropa en el gigante armario de su habitación y nada parecía entrar de ninguna manera.

—¿Iremos combinados al almuerzo en la piscina? —La voz resonó tras de ella, con un tono bajo y dubitativo.

Sentada en la cama, miró sobre su hombro, teniendo una corta visión del rubio en el umbral observándola, esperando por una respuesta. Al volver sus ojos a su maleta deshecha y el montón de ropa desorganizada, sonrió para sí misma, agradecida con que Han no estuviese tan molesto como una hora antes.

—Somos un equipo, Jisung-ah —Susurró, dejando en claro que no sólo hablaba de sus manías de siempre ir combinándose con la ropa—, siempre lo seremos.

Se quedó quieta al sentir los brazos de su mejor amigo rodearla con fuerza contra su cuerpo, se dejó hacer a pesar que no amaba los abrazos, pero aquello nunca sucedía y disfrutaba en serio de poder estar abrazada de Jisung como una disculpa sin palabras.

—Entonces por el amor a Dios —Murmuró muy cercano a su oído—, no te coloques el traje de baño azul si planeas que nos veamos bien. —Y ambos carcajearon al unísono.

No bastó más para que la disculpa estuviese completa y agradase a los dos. Media hora más tarde, juntos se vieron en la pared entera de cristal que los reflejaba en el salón principal de la suite. Jisung peinó perfectamente su cabello rubio cenizo hacia atrás mientras acomodaba sus gafas amarillas. Se veían ridículos, por su puesto que sí, lucían como una pareja de novios empedernidos, a pesar que estaban lejos de serlo. La tela de flores naranjas y amarillas de la camisa de botones de Hani iba a juego con el short de playa del chico, y sin dudas, se habían convertido en aquello horrorosas personas que no dudaban en combinar su ropa para salir a cualquier lugar.

—Demonios, sí que hace calor. —Comenzó a quejarse Jisung al salir del elavador.

Entornó sus ojos con molestia, aquella ya era la primera queja, y se esperaba más de una en los tres días de viaje que tendrían. Apresuraron su paso hacia el área de la piscina, conscientes que iban tarde para el bufet del almuerzo y que posiblemente su profesor guía estaría listo para llamarles la atención por retraso. Hani se esperó lo peor al ir tomada del brazo del rubio, pensando que las miradas voraces de sus compañeros se le irían encima, pero se llevó una sorpresa al no tener ni la más intención en su llegada. Su curso de dividía en pequeños grupos, los mismos que solían juntarse en la escuela, ocupando mesas con sombrillas azules cristalinas que los cubrían del abrasador sol.

Compartirían mesa sólo ellos dos, y quiso por un momento que Jeongin hubiese podido asistir, pero el pequeño estaría rumbo a Pyeonchang para ese entonces con su curso un grado inferior. Les había tocado la última mesa libre, pasando por un lado del grupo de Hyunjin, dónde Hani sólo pudo divisar a la insufrible de Young EunHye demasiado cerca del pelinegro mientras le obsequiaba una mirada venenosa que no pudo pasar desapercibida.

—¿La bruja no descansa si quiera en vacaciones? —Se burló por lo bajo su mejor amigo, al notar igual la mirada inesquivable de la chica.

Hani evitó reír muy fuerte, pero se le hizo difícil al escuchar la escandalosa risa de su mejor amigo invitándola a que todos los mirasen. En la última mesa los esperaba un invitado, alguien que no creían ver para las vacaciones, y ella no ocultó su felicidad cuando el pecoso los saludó con demasiada emoción.

—¡Félix! —Soltó un chillido feliz al abrazarlo con fuerza como saludo.

El pelirrojo la recibió con gusto riéndose por la escandalosas reacción que sin dudas no creía recibir nunca de ella. Jisung le dió un sonoro beso en la mejilla pecosa, tras soltar de sus brazos a Hani y los tres se sentaron a la mesa esperando porque Lee contase como era posible que había llegado al resort.

—Papá me quitó el castigo —Se encogió de hombros—, y como ustedes venían, no pensé ni un minuto quedarme en casa.

—Duerme con nosotros en la suite —Propuso Jisung—, así creen que haremos un trío. —Enarcó sus cejas divertido, causándole un rubor inevitable a Felix.

—Cierra la boca, imbécil. —Rodó los ojos golpeando a su mejor amigo por la imprudencia.

El profesor Oh había dado instrucciones específicas de qué debían hacer para ir a buscar la comida. Se turnarían por mesa, dividiéndose en dos o tres, dependiendo de cuántas personas conformaban el grupo. Era un alivio no tener que ir a solas por su almuerzo, y disfrutó de la compañía de sus amigos mientras se encaminaban al restaurant principal del hotel. Jisung bromeaba de vez en cuando, tentando con que la echaría a la piscina si no dejaba de hablar y lo creía posible con su cercanía al borde de grava artificial.

La risa se le perdió en el pecho divisando a EunHye y dos de sus amigas más cercanas acercándose hacia ellos, debían cruzar pasos y aquello le causaba un nerviosismo que no pudo ocultar. Su semblante se endureció, intentando ocultar el leve temor que le tenía a la chica con su séquito, y procuró caminar al mismo paso que sus amigos, no obstante, le costó por la rapidez de los dos chicos. Iba más lento que los otros dos, dejándola atrás por unos pocos pasos, Jisung no le prestó demasiada atención, perdido en su entretenida conversación con Félix.

Los ojos feroces de Young EunHye no la perdieron de vista en todo el trayecto, inyectando cada gota de acidez que tenía su mirar para amedrentarla calladamente, justo como un lobo que merodeaba su presa moribunda. Seguiría mintiendo si afirmaba que aquella chica no le ponía el vello de punta, si no le secaba la garganta y le asfixiaba de repente. Caminó con la mirada perdida en sus pasos y sus sandalias playeras, procurando no tropezar con torpeza o algo por el estilo.

—¡No te quedes atrás, Han! —Gritó Jisung, deteniendo su paso para que los alcanzara.

Fue por poco, por muy poco que sus pies le hicieron llegar hacia el lugar seguro que eran sus amigos, pero la seguridad se le fue arrebatada en segundos al sentir un envalentonado empujón que hizo que sus tobillos trastabillaran con debilidad. Quiso mantener el equilibrio, batiendo sus brazos en busca de sostenerse con algo, sin embargo, lo último que vió con claridad había sido la sonrisa victoriosa de EunHye quien le extendía con falsa preocupación su mano para no dejarla caer.

Sus párpados se cerraron en automático cuando el impacto contra el agua llegó, empapando cada parte seca de su cuerpo. Un dolor se instaló en toda su columna de arriba abajo hundiéndose al fondo de la piscina, y sólo podía ver un espejismo de luz que reflejaba el sol a la distancia, un repentino hilo brillante que se desprendía entre tanta oscuridad. Risas y griteríos se fusionaron en una sinfonía ahogada que se tragaban lentamente sus oídos bloqueados por el burbujeo que creó su propio cuerpo al caer.

Nada, se incentivó mientras el poco aire que aún conservaban sus pulmones le exigían salir a la superficie. Nada Hani, se presionó viendo como su cuerpo no reaccionaba, dejándose llevar hasta las profundidades del azul agua. El cuerpo no le reaccionaba, preso de un agudo dolor que acribillaba con dureza toda su espalda y finalmente la inmovilizada por completo, volviéndola un cuerpo sin vida. Soltó su último exhalo de oxígeno que le quedaba, antes de permitir que sus ojos se volviesen a cerrar pesados y cayera en la negrura de la inconsciencia.

—¿Qué mierda le has hecho, bruja? —Bramó a la distancia una voz más que familiar—, ¿La querías matar? —Volvió a arremeter con más fuerza.

No distinguía de quién se trataba, pero dentro de la oscuridad de su cabeza quiso poder descifrar qué iba todo aquél lío que la envolvía sin su consentimiento.

—Yo lo juro, Han Jisung —Sollozó sin pesar verdadero—, lo juro que no era mi intención hacerle daño.

Unas manos presionaban la parte baja de su cuello, haciendo un soporte cómodo para que no pudiese tocar la superficie áspera del borde la piscina. Tosió una vez, tosió dos veces y a la tercera toda el agua que había almacenado fue expulsada de su cuerpo en segundos, permitiendo que sus pulmones tomaran aire sin privaciones. Con los ojos tan débiles, no pudo enfocar su vista para ver quién la rodeaba, pero era un tumulto grande de personas que parecían poco distinguibles entre su poca lucidez.

La tomaron en brazos protectoramente, cubriendo su cuerpo empapado en la calidez de algo que sentía como una sedosa toalla. Sin poder quejarse o tener un objeción, permitió que la condujesen a algún lugar que ella desconocía y tan pronto como su columna magullada tocó una superficie blanda, dejó salir un suspiro aliviado.

—Se le tomarán unas tres puntadas en la frente. —Explicó una voz femenina un tanto metódica.

—¿Está segura qué estará bien? —Intervino un tono conocido, demasiado angustiado aunque supo como disimularlo con frialdad.

—Fue sólo una ligera contusión en la cabeza. —Había paciencia en cómo hablaba.

—¿Y pronto despertará? —Preguntó alguien más, que no era la primera voz.

Hubo una risa corta por la mujer ajena:—Ya está consciente, sólo déjenme trabajar.

Una puerta se cerró, y un frío artificial comenzó a helar su cuerpo aún mojado.

—Querida, querida —Tararearon con diversión—, te has ganado a dos príncipes encantadoramente preocupados. —Rió muy corto.

El punzante dolor no la dejó en paz hasta que la mujer acabó con el meticuloso trabajo en su frente, finalizando con una bandita adhesiva color rosa. Dió un par de palmaditas alentadoras en una de las manos de Hani y se fue, permitiendo que los dos chicos impacientes entraran a la pequeña habitación dividida con cortinas clínicas. Se escuchó cercana a ella una pequeña discusión que no logró diferenciar, y sus ojos se abrieron de repente, encontrándose con las sonrisa más formidable que a cualquier corazón congelado calentaría.

Su vista aún empañada y extraviada se dirigió directamente a él, ignorando por completo a la sombra que cubría la luz blanca del techo. Comenzó a creer que volvía a estar viva al verle con más atención, sus labios voluptuosos y rojizos desprendían una sonrisa ampliamente dulce, tan dulce que el ritmo de su corazón se aletargó con agrado, sintiendo un confort que sólo el chico de cabellos negros y ojos profundos le podía otorgar.

—Hyujin. —Su voz salió atropellada e inaudible, en un susurro robótico que apenas se pudo entender.

Él no dejó de sonreírle desde el fondo de la habitación, y ella inconscientemente hizo un puchero, pidiéndole sin palabras que se acercara para poder verle mejor, sin embargo, eso no ocurrió. Por otra parte, unas manos cálidas cubrieron sus brazos descubiertos, apretando un tanto su piel gélida para esparcirle una temperatura más cómoda. Hani enfocó sus ojos a falta de sus gafas, y entrecerrándolos divisó con claridad a la sombra que le cubría de la fluorescente luz. Otra sonrisa, tan gentil como la de Hyunjin, pero totalmente opuesta. Se permitió sonreír de vuelta a desganas, aunque el dueño de ese gesto era el pelinegro que se mantenía al márgen y no el chico que la observaba con felicidad genuina.

—Me alegra que estés bien, Han-Han. —Murmuró al abrazarla delicadamente, sin importar que sus ropas se mojaran con el acercamiento.

Se dejó hacer, cerrando los ojos por un instante por el formidable agarre que no le permitía moverse, sintió protección y cómo todo aquello que había sucedido se disipaba con esa simple acción. Con un pestañear, buscó a Hyunjin en el fondo de la habitación, y su ceño se fue frunciendo con confusión al no verle cercano a lo que era la entrada de la habitación de cortinas.

Inevitablemente suspiró con pesadez, atribuyéndole aquella falsa visión a su falta de oxígeno. La decepción no tardó en llegar, y una triste mueca se instaló en su rostro enrojecido.

—Es un alivio que estés conmigo, Minho-yah. —Y no mintió al decirlo, achicando sus ojos cuando dejó escapar una sonrisa sincera.

[...]

—La malnacida bruja del oeste cree que se saldrá con la suyas —Masculló entre dientes, apretando demasiado su mandíbula—, pues no, Kang Hani, me las va a pagar. —Subió su tono de voz casi gritando.

Cerró sus ojos con fuerza cuando el grito de su mejor amigo impactó sin piedad contra sus sienes que palpitaban como un par de tambores, el dolor de cabeza la iba a matar en cualquier instante. Llevaba alrededor de una hora escuchando las amenazas de Jisung, quién iba de aquí para allá recitando maldiciones en cuanto Félix presionaba una compresa con hielo sobre su herida en la frente. Ambos veían a la fiera sobre el cómodo sofá del estar, intentando descifrar alguna que otra de las maldiciones que todas eran dirigidas hacia Young EunHye.

Sólo recordaba bien haber caído a la piscina, pero sus dos amigos tuvieron que explicarle cómo demonios había hecho que su frente ahora tuviese una pequeña lesión. La caída la dejó inconsciente al golpear su frente contra el borde de grava de la piscina, según las palabras del rubio, la doctora de guardia en enfermería, había dicho que tuvo mucha suerte de no haber sufrido algo más grave.

Hani estaba estropeada por todos los lugares que la observasen. Tenía moretones en sus rodillas producto de sus excesivas prácticas de tenis, su mano aún era adornada por feas ampollas debido a la quemadura reciente y lo que le faltaba, su frente tenía un verdugón purpúreo que hacía pareja perfecta con el color rosáceo del adhesivo cercano al inicio de su cabello. Si hubiese imaginado que una cosa como aquellas sucedería en el viaje de primavera, si quiera habría insistido en que su madre firmase la endemoniado permiso.

—Podríamos ahogarla en la piscina. —Sugirió Félix en tono cansino.

—Muy predecible, Lee. —Rodó sus ojos con acidez, obviamente rechazando el plan.

El pecoso iba a exponer otra idea para desaparecer del mapa a EunHye cuando dos golpes fuertes se hicieron presentes en la puerta interrumpiéndolos.

—Oh, maldición —Jisung hizo una queja malcriada—, es Seungmin, yo aún no estoy listo para ir a cenar.

Sin perder más tiempo, desapareció a su habitación, y en el paso de unos pocos minutos, apareció con algo de más en su atuendo del almuerzo: una chaqueta de jean. Se la colocó y dando saltitos cortos con emoción fue a abrir la puerta.

—Llegaste temprano, amor. —Fingió sorpresa, y le plantó al más bajito un beso en los labios.

Felix a su lado boqueó con asombro, sin esperarse que eso sucediese, y ella disimuladamente lo hizo cerrar la boca con una de sus manos mientras contenía las carcajadas.

—¿Nos vamos? —Le sonrió Seungmin, un fenómeno nada común de ver.

—Vamos. —Sung entrelazó sus manos sin tapujos, logrando sonrojar al serio presidente escolar.

—Espero que te mejores, Kang Hani. —Deseó titubeante pero sonriente el chico, antes que su mejor amigo cerrara la puerta.

—¿Pasaremos la noche aquí? —Preguntó Félix sin dejar la compresa sobre su frente.

—Veremos una película y pediremos servicio a la habitación —Propuso—. Cortesía de la familia Han. —Guiñó su ojo con complicidad haciendo reír al pecoso.

Tres películas transcurrieron para que los queditos ronquidos de Félix cubrieran parte del estar. Hani lo veía de vez en cuando, intercalando su vista cansada hacia el televisor, y riendo un poco al notar como el australiano babeaba un poco por la comisura de su boca abierta. No había sido buena idea proponerle que usasen sus pijamas para ver el maratón de películas, apenas vieron la primera juntos y ya Lee dormía profundamente sobre su hombro. Dispuesta a apagar la pantalla plasma del estar, sus dedos duraron en pulsar el botón rojo del mando y en un cabeceó dejó el televisor encendido subiéndose en los brazos de Morfeo junto su amigo.

El sueño fue calmo, sin embargo, no duró mucho tiempo. Su teléfono comenzó a vibrar intensamente, permitiendo que una ráfaga de mensajes llegasen y se viese en la necesidad de ver qué perturbaba su calma.

3:57 A.M

Jisung-Ah🐿️

Por un demonIOOOOOO, Ábrehme la mhsldita puerta.

Hani observó reacia el mensaje hasta que notó la tarjeta dorada brillando por sí sola sobre la mesa. Se quejó internamente del despiste del rubio, y pidió para que no estuviese tan ebrio como el mensaje lo delataba. Se apresuró por ir a la puerta esperando a su mejor amigo. Abrió la puerta de repente y el pasillo desolado le hizo fruncir el ceño.

Contaba los minutos en su teléfono, esperando pacientemente por Jisung que no aparecía por ningún lugar. La vista de Hani se fijó en la puerta contraria, que de repente se abrió al igual que la suya para dejar expuesto a un muy adormilado Lee Minho. Lo observó silenciosa, enterneciéndose sola por la visión del chico con los ojos entrecerrados mientras frotaba uno con sus manos. Ni había notado su presencia con cada bostezo que daba, estaba en pijamas, lo que consistía de un pantalón oscuro de chándal y una sudadera color lavanda la cual acentuaba el chocolate de su cabello revuelto. Se quedó ahí, enmudecida mirándolo, sin saber el porqué no podía despegar sus ojos de él y  su suave figura.

—Oh, Hani —Bostezó corto, ruborizándose luego por la inspección no autorizada. Después de todo, no era invisible—. ¿Acaso sigo soñando?—. Susurró más para sí mismo con un dejo de ilusión, y ella se atragantó una risita apenada.

—Espero a Jisung. —Le dijo perdiendo sus manos heladas dentro de su pantalón a juego de dormir.

Los labios sonrosados de Minho hicieron una pequeña "o" con sorpresa, despeinado más aún su cabello en un intento nervioso de ocultar la vergüenza que sentía. El elevador sonó de un momento a otro, despojando al chico de cualquier frase que quería decir y cancelando el contacto visual previamente establecido. Se preparó mentalmente para tomar en brazos a un Jisung deshecho, sin embargo, por las puertas metalizadas apreció una pareja que no quería ver ni en sus peores pesadillas.

La risita dulzona de la chica se apresuró en atormentar sus oídos aún doloridos por el episodio de la piscina, y los balbuceos del pelinegro se hicieron presentes en el silencioso pasillo. Se quejaba, lo conocía como la palma de su mano, y le fue inevitable que su errante respiración no se desesperara al verle tan descompuesto como venía. La muchacha lo tomaba cómo podía entre sus delgaduchos brazos, riéndose del estado deplorable del mayor quien soltaba jadeos con pesadumbre con sus pequeños ojos cerrados. Le dolió verle tan errante, envuelto en el cuerpo de su novia quien lo sostenía con fuerzas para que no se fuese de bruces sobre el piso enmoquetado. Odiaba ver a Hyunjin ebrio, lo odiaba con todas sus débiles fuerzas.

—¿Qué haces, Hyunjinnie ?—Rió animada EunHye saliendo del elevador, estudiando a su novio tan deshecho como un pobre pedazo de papel en agua.

¿Qué estaba mal con ella?, Era imposible que no estuviese ni mínimamente preocupada por el estado del pelinegro.

—Uh, te amo. —El murmullo mutó en eco hasta ella, convirtiéndose en lo peor que pudo haber escuchado.

Su rostro se descompuso en un bucle de emociones errantes, cerrando toda posibilidad de expresividad libre. Se volvió pétrea, helada en sus propios pies e inmune a sus propios deseos de querer escapar de aquella escena que la perseguiría en sus pesadillas. Recordaría las palabras de Hyunjin como un tatuaje de sol que desollaría su piel, incrustado en lo profundo de su cabeza, repitiéndose y repitiéndose para fundirla en una niebla de pesadumbre que sólo le demostraba una cosa: Ella nunca sería digna de un te amo como aquél.

Su vista se volvió borrascosa, peligrosa e inundada de lágrimas que se avecinaban con salir, pero sus puños bien cerrados, con las uñas haciendo estragos sobre su piel fría le impidieron soltar ni una sola gota. Se presionó por seguir viéndolos, velando a pesar de su dolor por el bienestar del pelinegro. EunHye sonrió con victoria al notarla en el umbral sin decir nada, al corriente del afecto que Hani tenía por Hyunjin.

—Vamos a dormir. —Le invitó ella, haciendo a un lado a Minho quien aún estaba aturdido por el sueño acumulado.

La garganta se le fue cerrando con un nudo que le evitaba respirar con normalidad, y canalizó cada una de sus emociones sin rumbo para que aquello no la condujese a un terrible ataque de ansiedad. Hyunjin está bien, se repitió a sí misma, porque eso era lo único que verdaderamente le importaba y siempre sería de esa manera. Pronto su corto período de desvarío fue interrumpido por Jisung que venía de la mano de su novio, vociferando cosas sin sentidos para sus tímpanos ya cansados.

—¡Pasé una noche grandiosa! —Extendió la última palabra, girando sobre sus talones y haciendo tambalear a Kim Seungmin en su baile risueño.

Incluso las risas felices le hacían una molestia inocultable, y enseguida una arcada inesperada invadió la boca de su estómago. Boqueó con el hormigueo incipiente entre sus manos, deseando que el mal sentimiento se esparciese por ahí y dejase de hacer de las suyas, lo menos que quería era una recaída ansiosa justo para ese momento, pero toda la basura del día se estaba acumulando sobre sus hombros, causando que el peso de ésta la hundiese justo como las profundidades del agua se la tragó durante el mediodía.

Su mejor amigo se despidió rodeando amorosamente a su novio entre brazos, apretujándolo más de la cuenta y provocándole un ceño fruncido a Lee Minho que nadie notó a excepción de ella. Luego de un par de risillas cómplices, cada uno fue a su habitación, pero aunque Han haló su brazo para llevársela consigo dentro de la habitación, Hani se quedó estática en el umbral, ciega ante lo que debía hacer.

—Hani —La voz tersa al final del pasillo le llamó, pero ella no reaccionó al instante—, Kang Hani. —Repitió suavemente, acercándose a donde se hallaba paralizada.

Minho venía hacia ella con aún el ceño fruncido y ahora con el rostro medio oculto por la capucha de su sudadera. Los pasos que los separaban eran escasos, pero el bloqueo que tenía dentro de sí era mucho mayor para ver el preocupado rostro del castaño justo frente a ella.

—¿Quieres ir por un yogurt helado? —Preguntó casualmente, dejando a un lado la preocupación para no hacerla parte de la conversación.

—¿Uh?

Minho dió un resoplido aburrido y río por la lentitud en que captaba las cosas, pero se lo perdonó por esa vez.

—Iremos por un yogurt helado. —Afirmó sin permitirle contestar, y de inmediato tomó la mano de Hani para llevarla con ella al elevador.

En su ensimismamiento observó perdida las manos entrelazadas, y como él no las soltaba aún cuando el elevador comenzó a descender, se ruborizó notando el íntimo agarre que parecía ser irrompible, su mano se veía muy pequeña contra la de Minho que la resguardaba con amabilidad. Lee lucía relajado observando la vista del cacharro transparente que los hacía bajar, mientras ella no entendía bien de qué iba todo. Había escuchado bien, yogurt helado, eso fue lo único que procesó porque al sentir la mano tersa del chico envolviendo la suya, toda información se perdió sin dejar registro alguno. No quiso apartarle, en verdad se sentía bien tenerlo tan cerca y sin saber el por qué exacto.

—¿Cómo es qué comeremos yogurt helado? —Se cuestionó más para sí misma. El castaño viró su vista sobre su hombro y le sonrió ladinamente.

En el hall del hotel reinaba el silencio en cuanto las puertas cromadas del elevador se abrieron, ni un alma se encontraba vagando por el lugar, incluso no se veía ni un cansado botones por ahí, pero eso no era de extrañarse. Las 4:15 am, eso apuntaba su teléfono que no había notado que lo tenía en su otra mano. Se dirigieron a uno de los restaurants, diferente al dónde tomaron el almuerzo, este tenía la apariencia más de un bistró parisino, era más casual. Todo el lugar estaba encerrado por altísimas paredes de vidrio, y las luces modernas del techo se mantenían apagadas, dándole un aspecto triste al espacio. Hábilmente Minho tecleó una clave en el dispositivo de seguridad de la puerta de vidrio, y éste pitó tan pronto procesó los números en el sistema. El chico si quiera miraba a los lados mientras la hacía pasar al espacio, ella esperaba que lo peor ocurriose y los encontraran en propiedad privada del hotel sin ser horas pertinentes.

—Espera, Minho... —Lo detuvo, tomando su codo con su mano libre para hacerlo parar. Él la observó expectante para que hablase—. Nos meteremos en un lío. —El castaño no reprimió su risa burlona.

Era la segunda vez en el día que decía una frase así, y ésta vez sentía más temor que cuando Jisung intentó romper la puerta.

—Tengo la contraseña del lugar, Hani, no te preocupes. —Rió una vez más, haciéndola caminar hasta el bufet de yogurt helado al fondo.

Ella chasqueó la lengua torpemente, aquello no había sido necesario de explicar, en realidad era por eso que él tenía la clave de acceso del lugar, aunque no sabía el porqué específico. Le acompañó, escuchándole parlotear hasta la coronilla sobre qué sabor escogería, había tomado un tazón azul de cerámica, y comenzó tomando cada sabor de las máquinas digitalizadas como si no hubiese un mañana. Al finalizar, habían más de cinco sabores, incluyendo frutas y siropes que hacían más dulce el postre. Tomaron asiento en una de las sillas de hierro, frente a frente, intentando verse entre la penumbra del lugar, y a pesar que ella debía achicar sus ojos para verle bien, él no tenía ningún descontento luciendo feliz al tragar cada cucharada del postre.

—El helado te hace feliz —Susurró con una cucharada en su boca, ella no le entendió por completo—, o eso dice mi madre. —Se encogió de hombros quitándole seriedad a todo.

Ella siguió sus pasos, y se llevó una cucharada a la boca. El sabor agrio pero dulce le invadió rápido, era como una medicina instantánea, porque aquél dulzor le había reemplazo el amargor que invadía su boca y sus pensamientos.

—Tu madre tiene razón. —Finalizó, permitiendo que una escurridiza sonrisa causase un leve rubor en las mejillas de Minho.

La herida seguía ahí, latente, doliente y fresca. Las palabras de Hyunjin no serían borradas de su cabeza por más que un simple helado quisiese lograrlo, sin embargo, su corazón la contrarió al ver como Lee Minho le sonreía débilmente, esperanzado de borrar aquellos nubarrones grisáceos que cubrían ensombreciendo los ojos lastimeros de Hani. Lo que le recordaba que estaba viva, latía en su pecho suavemente al ver al chico frente a ella, que pretendía sanar sus tajos corroídos con su simple compañía. A pesar que el escepticismo era mayoritario, ella quiso creer que sus golpes estaban sanando de alguna manera inexplicable.

◾◾◾◾

¡HEYYYY! Pues sí, volví rápido y eso es porque me enfoqué mucho en escribir.

Ok, en éste capítulo han sucedido muchas cosas a la vez. Como:::: que Seungmin y Jisung se hicieron novios, oh sí.

Porfa, comenten, me hace muy feliz leer sus comentarios. Gracias, gracias miles por siempre apoyarme.

Se les quiere, nos leemos xox.

Editado

Publicación: 24/11/19
Editado: 07/01/22

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