NATALIE
La terraza es bellísima. Es la hora del almuerzo y todo mi organismo se ha organizado como si hubiese cruzado al otro lado del mundo, con la mezcla de cambios climáticos, ambientes y jet lag. Pero sin andar tantos kilómetros. El giro en mi vida ha sido devastador.
El bosque se cierne a nuestro alrededor. Ambas estamos envueltas en mantas, cada una en la suya. Corre una brisa fresca que el ambiente fangoso le otorga sus grados menos.
—¿Cómo está mamá?—le pregunto, en cuanto me siento segura. Si es que esa palabra se puede aplicar. Desde hace unos seis meses que guardo la sensación de que una bomba podría caer en cualquier momento y hacernos estallar la cabeza a todos—. ¿Y qué es lo que traes ahí?—añado, observando la caja,
—Ella está...no puedo mentirte, Nat—su gesto se ensombrece y mi corazón se encoge esperando lo peor—. Ha seguido enfermando, tu partida le ha hecho muy mal. Tienes que salir de aquí y verla cuanto antes.
Una sensación cargada de desesperación se clava en mi pecho. Sophia tiene razón. He sido sumamente desconsiderada.
—Ella te ha enviado este regalo, pero no sé qué tenga dentro. No quiero que recuerdos o algo aquí impacte emocionalmente en ti, no estoy segura hasta qué punto eres capaz de tolerar algo más.
Los sándwiches y el zumo de naranja que nos trajimos a la terraza para almorzar de pronto ya no son tan sabrosos y me han caído, junto con la noticia, al modo de una piedra en el estómago.
—Tienes que alimentarte—insiste ella.
—Dime todo lo que sepas de mamá. Dame tu móvil, voy a llamarle.
—Lo siento, Nat, pero me lo quitaron al ingresar. Normativas de ciberseguridad...o para que no nos escapemos o hagamos una locura.
—De hecho, si un hacker anda suelto trabajando para Kaneki, podría geolocalizarnos en cualquier momento.
Se me hace difícil confiar en la seguridad de este sitio y qué tan viable pueda ser permanecer aquí.
—No entiendo muy bien de qué va todo eso, pero he tenido que leer sobre genética y tecnomedicina, lo cual me ha caído como una bomba—responde ella—, demasiada información, toda junta. Para poder salvarte.
—Eres asombrosa—declaro. Y me inclino hasta ella para estrecharla en un fuerte abrazo al que corresponde.
—Demonios, So—añado—, te necesité tanto todo este tiempo. Estuve demasiado sola.
—Mejor no hagas esfuerzos por recordarlo todo. Vamos de a poco en esta...reinserción.
—De acuerdo—le digo y me aparto.
Finalmente opta por pasarme el regalo de mamá. Es una caja envuelta en papel celofán del tamaño de una cabeza y media aproximadamente. Pesa lo suyo. No imagino cuánto debe haber gastado por entregarme esto, ha de estar desesperada con que regrese.
—Por cierto—le digo, mientras intento adivinar qué hay dentro de la caja—, ¿qué fue eso de "cielo" de parte de Serge?
Sophia se sonroja y se muerde el labio, mirándome con picardía. Conozco ese gesto...
—¿Se acostaron?—lo suelto casi como una afirmación.
—Yo diría que hasta superamos esa etapa—responde, dubitativa.
Y me llevo las manos a la boca, atrapada por la sorpresa.
—Lo empecé a perseguir—explica—, con interés de que fuésemos un equipo, hacer el esfuerzo por biscarte, sine mbargo él ya estaba investigando sobre el proyecto CUERPOS.
—No...
—Sí, de hecho, me entrometí, estudié al respecto, engañé a algunas personas hasta dar con tu rastro. Él también hizo lo suyo.
—...puede ser—completo la frase.
Y Sophia capta que no lo digo específicamente por ella.
Sino porque acabo de destapar la caja negra donde yace el regalo de mamá. Supuestamente de ella, de hecho.
—¿Qué es?—Sophia intenta mirar.
Y lo saco.
Lo que hay dentro me deja helada. Hace tiempo, fue esta la manera que encontré de poder comunicarme con "El Virus" quien resultó ser Samurái, mi amigo virtual de hace mucho tiempo. Y la persona que estaba detrás de ese usuario anónimo de Hard Deep era Magda. Una extraña justiciera de la informática y con pasiones por la cibertecnología ciborg a la espera de que una señal mía la hiciera mostrarme toda la verdad sobre ella, sobre Nick, sobre el mundo oscuro al otro lado de la cara visible de la pornografía y las expectativas mercantiles de lograr algo un poco más salvaje y controlada por algunos.
Magda nunca quiso ir en mi contra, ambas estábamos colaborando por la misma causa. Sus medios no eran los más adecuados, pero era su manera de relacionarse con el mundo. Ese modo de controlar a los demás a partir de su sentido tecnológico.
La comunidad ciborg se caracteriza por intervenir su cuerpo con un nuevo sentido gracias a medios tecnológicos. Ella hizo una copia del sistema que generó para sí misma y copió generando así el FURIUS. Estaba siendo hackeado este. Su información le pertenecía también a Vicent, quien logró meterse en el sistema tras rastrear a Samurái. Y fue gracias a este método que nos halló en la Isla donde funcionaba Little.
Pero Kaneki, ¿cómo cuadra en todo esto?
Si Magda murió con la explosión, ¿por qué ahora aparece el casco? Es un canal de comunicación, más que un videojuego. El algoritmo fue alterado por Magda para poder llegar a mí. Y lo logró. Ahora no sé quién puede estar intentando comunicarse conmigo.
Si es Kaneki, estamos en problemas...
—So—le digo—, tengo que probarlo. Pero te pido que te quedes conmigo—mi voz se oye como cortada por cuchillas.
—Claro que sí, Nat. Me quedaré. Pero estas asustándome, ¿puedes explicarme de qué se trata?
—Temo que algo pueda ocurrir. O me pueda matar.
El casco es un videojuego.
Peleas.
Si una muere, no puede desconectar la conciencia jamás del sistema.
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#LASMENTIRASDELJEFE
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Hola!! Les cuento que hoy miércoles a las 21hs (Argentina) estaremos haciendo un live por Instagram junto al escritor Alejandro Murillo. Pueden conectarse y conversar en el chat conjunto ;)
Bssss
L.