Yo quiero más || Aiteda

By xaitedax

112K 3K 499

Ya era demasiado tarde para negar nuestros sentimientos. Y quizás ninguno de los dos queríamos hacerlo. More

Prólogo
1. Mi musa
2. La verdad
3. No lo sé
4. Felicidad
5. Principios
6. Ya no
7. Sorpresas
8. Promesas
9. Primeras veces
10. Sueños
¡De vuelta!
11. Amargo y dulce
12. Marquitos
13. Lo siento
14. Siempre
15. Anochece
16. Recuerdos
17. Ahora no
18. Luz
19. Armonía
20. Menos mal
21. Sol
22. Evaporación
23. Pez
24. Lluvia
25. Juegos
26. Amagos
27. Correr
28. Campanas
30. Finales
NUEVA NOVELA YA DISPONIBLE

29. Universo

1.9K 72 14
By xaitedax




Aitana

Me miré en el espejo, sintiendo mis manos temblar al recolocarme el velo. La suave tela del vestido se ajustaba a mi cuerpo a la perfección; el encaje haciéndome cosquillas en el escote y las mangas.

Mis ojos brillaban y por primera vez en mi vida, creí sentir esa luz de la que todo el mundo hablaba. Esa luz cegadora, impregnando cada esquina de mi ser, de mis recovecos. Y bendito Luis, que no solo encendía mi luz, sino que en ningún momento pretendía apagarla.

Había llegado el día. El día que llevábamos un año planeando, con mucha ilusión, pero también con muchas dudas. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al recordar el día que, en medio de una discusión, Luis me dijo que canceláramos la boda. Un par de gritos y mil lágrimas derramadas en el suelo después, nuestras bocas se buscaron, prometiéndose en silencio todo lo que no éramos capaces de decir en voz alta.

Sentí la puerta abrirse y girándome, observé entrar en la pequeña sala a Miriam, Ana y Amaia, radiantes. Las tres llevaban vestidos rojos, el color que yo misma elegí para mis damas de honor.

- Pero ¡qué guapa estás! –  Miriam corrió a abrazarme, con cuidado de no despeinarme.

- Joder. – Amaia se enjugó una lágrima disimuladamente. – Buah, tía. Que yo no lloro en estas cosas, coño.

Reí mientras las abrazaba una a una, apretando muy fuerte. Agradeciéndoles en silencio su compañía; sus manos siempre tendidas hacia mí, ayudándome.

- Siempre he dicho que no tengo hermanas de sangre porque la vida me tenía preparado encontraros a vosotras. – aguanté las lágrimas en el borde de los ojos, no queriendo arruinar el maquillaje. – Os quiero mucho.

- ¡Aiti, ya vale! – Ana secó con un pañuelo sus mejillas húmedas.

- Joder, no sé como deciros una cosa. – Amaia interrumpió, moviendo sus manos de forma nerviosa. – Bueno, pues que estoy embarazada. Ahí lo lleváis.

Abrí mis ojos como platos, mientras sentí mi corazón acelerarse al máximo. ¿Había escuchado la palabra embarazada?

- ¿Ya estás con tus bromas sin gracia, Amaia? – Miriam la miraba muy seria, recolocándose un rizo.

- ¡Ala! Que no, tía. – Amaia escondió su mirada en el suelo, de repente tímida. – Que es verdad.

La primera en reaccionar fue Ana, que la zarandeó de un lado a otro mientras la abrazaba, tocándole la barriga. Miriam se acercó corriendo, saltando y chillando lo feliz que estaba siendo en este día. Yo lo veía todo como si de una película se tratara, incapaz de reaccionar.

- Yo también estoy embarazada. – solté, tomando aire. – Ahí lo lleváis.

Silencio absoluto.

Un minuto.

Dos.

- ¿Qué coño dices? – Miriam no daba crédito, mientras apretaba la mano de Ana.

- Me hice una prueba de embarazo ayer. – susurré, incapaz de contener las lágrimas. – No sé si es algo bueno teniendo en cuenta la edad que tengo y mi trabajo, pero la verdad es que me siento feliz. No lo teníamos planeado, pero me hace feliz. Y lo quiero tener.

- ¡Ay, mi madre! – Amaia tiró de mí hacia ella, haciéndome tropezar con la cola del vestido. – Perdón. Siempre liándola, Amaia. ¡Tía, que nuestros bebés van a ser de la misma edad! Que igual si son niño y niña hasta se lían y todo.

- ¡Amaia! – Ana reía entre lágrimas, abrazándonos. – Voy a explotar de felicidad. ¿Cepeda lo sabe?

La pregunta del millón. Touché a todas mis inseguridades, mis miedos. Touché a mi punto débil, a mi talón de Aquiles.

- No. – cerré los ojos, intentando no romperme en pedazos allí mismo. – Me da miedo de que no quiera. O de que se sienta en la obligación de tenerlo porque yo quiero. Me da miedo joder todo el día en que nos casamos.

- Madre mía, Aitana. – Miriam cogió mi cara entre sus manos. - ¿Todavía no te das cuenta de lo perdido que está Cepeda por ti? Lo vas a hacer el hombre más feliz del mundo.

- Tienes que decírselo hoy. – Amaia me miró, seria por primera vez en toda la noche.

Ana suspiró y asintió. Yo también lo hice, mirándolas a todas y fundiéndonos en un abrazo, entre chillidos. Mezcla de nervios y felicidad.

Iba a decírselo hoy.

En nuestra boda.

Cepeda

Roi y Alfred no paraban de bromear sobre lo cursi que era mi corbata roja y yo quería matarlos. Si juntamos a un Cepeda nervioso con uno emocionado y unos amigos tocapelotas aquí tenéis el resultado.

- Que pesaditos estáis, ¿no? - bromeé, dándoles una palmada cariñosa en el brazo.

Alfred nos había comunicado entre tartamudeos que iba a ser padre unos minutos antes y aún sentía en mi pecho la emoción. El día no podía ir mejor.

- Te lo vuelvo a repetir Alfred, estoy muy feliz por vosotros. - Roi asintió, acorde a mis palabras. - Os lo merecéis como nadie.

Los ojos de Alfred eran el espejo del alma, denotando lo afortunado que se sentía. El pensamiento de que ojalá Aitana y yo fuéramos ellos algún día paso rápidamente por mi mente, como una estrella fugaz.

- Siento interrumpir, pero cariño, tienes que venir al altar ya. - mi madre apareció de repente, provocando que mis manos se llenaran de sudor.

- Ya voy, mamá. - Roi y Alfred me dieron ánimos con un breve abrazo, mientras mi madre me acariciaba la mejilla y me instaba a salir de la sala.

Realmente iba a hacerlo, ¿no? Si alguien me hubiera dicho hace unos años que iba a casarme con alguien diez años menor que yo, y que ambos íbamos a ser cantantes destacados en la industria de la música española, me hubiera reído a carcajadas. Y es que a veces los sueños se quedan cortos para lo que acabamos consiguiendo.

Porque Aitana sobrepasaba totalmente mis sueños. No había límites con ella, éramos dos pájaros libres que habían decidido unir su vuelo para volar juntos. Y muy alto.

Me encaminé al altar temblando, con la mirada de todos mis seres queridos sobre mí. Apenas éramos sesenta personas y he de reconocer que la mayoría eran nuestros compañeros de OT y la familia de Aitana. Aún me costaba recordar los nombres de todos los primos que tenía.

Mis padres me hablaban pero yo no escuchaba nada. Todos me sonreían y me dedicaban bonitas palabras pero yo no podía ni quería escuchar. Y es que de reojo pude ver como Aitana aparecía en la pequeña iglesia, acompañada de su padre, Cosme.

Mis ojos se empañaron automáticamente. Las palabras quedaron atascadas en mi garganta y no fue hasta que la tuve delante, cuando tuve fuerzas para decir algo.

- Estás absolutamente preciosa. - susurré en su oído, queriendo que la ceremonia acabara ya para poder besarla.

- Bonita corbata, Luisín. - bromeó, apretando mi mano muy fuerte.

Y no la solté en ningún momento. Nuestras manos quedaron unidas durante toda la ceremonia. Cuando me di cuenta, estábamos poniéndonos nuestros anillos y declarándonos marido y mujer ante el resto del universo.

- Yo os declaro marido y mujer. - el cura sonrió cálidamente. - Puede besar a la novia.

Joder, que si la besé. Sus labios uniéndose a los míos siempre será la sensación más mágica. Aitana sonrió aún con su boca pegada a la mía, haciéndome a mí sonreír. Los invitados no paraban de gritar y de vitorearnos pero digamos que yo no quería separarme de ella.

- Te quiero mucho, Luis. - las palabras deslizándose de su boca como la miel de los labios.

- Yo te cuero más. - una carcajada compartida antes de unir nuestros labios fugazmente.

Aitana

La ceremonia había concluido entre risas, besos, comida y mucha música. Luis había cantado varias canciones de su nuevo disco en primicia y yo lo había imitado, compartiendo trozos de aquellas letras escritas en mi cuaderno, guardadas en un cajón.

Las lágrimas de emoción habían llenado el salón donde habíamos celebrado la boda cuando nuestros compañeros de OT proyectaron un vídeo de nuestra historia tanto dentro como fuera de la academia. Y aunque nadie sabía por todo lo que habíamos pasado, fue el regalo más bonito que nos podrían haber hecho. Una aproximación a la realidad que nos hacía recordar lo bonito y difícil que fue nuestro comienzo, así como todo lo que habíamos tenido que luchar por darnos cuenta de que no podíamos vivir el uno sin el otro.

Y ya eran las siete de la mañana, la fiesta había terminado y Luis y yo nos encontrábamos en la habitación de hotel. Y más allá de desear con todas mis fuerzas olvidarme de todo y culminar la noche, era consciente de que tenía que hablar con él. Tenía que decirle que estaba embarazada.

- Luis. - susurré su nombre con miedo. - Tengo que hablar contigo.

- Joder, mi amor. - Luis rio, cogiéndome y sentándome encima de él, aún con el vestido puesto. - Nos acabamos de casar y ya estás pronunciando esa frase.

- Ay, Luis, que no estoy de broma. - la voz me temblaba. - Lo primero de todo, lo siento por no habértelo dicho antes. A ver, que yo lo sé desde ayer, no te creas que llevo un mes sabiéndolo y no te lo he contado pero me siento mal porque debería de habértelo dicho hoy antes de casarnos y...

- Eh, respira. - cogió mi cara entre sus manos y me acarició las mejillas, parándose en mis labios. - ¿Qué pasa? Me estás asustando.

- Estoy embarazada, Luis.

Cepeda

- ¿Vas a decir algo?

Podría haber estado soñando y hubiera reaccionado igual. El mundo se paró, sentí como dejaba de dar vueltas.

- Joder, lo siento, Luis. - su voz se quebró y varias lágrimas resbalaron por su mejilla. - Sé que no era lo que queríamos y lo siento muchísimo.

Un momento... ¿qué?

- ¿Estás de puta coña? - chille, cogiéndola en brazos y dando vueltas, mientras las lágrimas escapaban de mis ojos. - ¡Vamos a ser padres!

- ¿Estás feliz? - los ojos de Aitana estaban muy abiertos y se bajó de mis brazos, su semblante serio.

- ¡Soy el hombre más feliz del mundo entero! - grite, atrayéndola hacia mí y agachándome, quedando a la altura de su barriga. - Eh, pequeño o pequeña, soy tu papi. Y ya te quiero muchísimo.

Aitana cayó al suelo, abrazada a mi, acariciando mi pelo mientras lloraba desconsoladamente.

- ¿Tú estás feliz, Aiti? - susurré, besando su pelo y su frente.

- Más de lo que nunca pensé que era posible.- la besé y sentí nuestras lágrimas mezclándose, nuestros corazones uniéndose en un solo latido.

Aitana había quemado mi reino.

Y ahora ella y nuestro pequeñín eran mi universo.

——————————

Hola!!!!!

Os traído un capítulo muchísimo más largo y con muchísima emoción. No puedo parar de emocionarme con esto, no puedo creer que estemos llegando al final 😭

Gracias por llevar esta historia hasta donde ha llegado, que es mucho más de lo nunca imaginé.

Comentad y votad mucho porque ya solo quedan un par de capítulos más para cerrar esta historia ❤️

GRACIAS💫

Continue Reading

You'll Also Like

1M 79.7K 38
¿Cuánto esta bien entregarle al otro? ¿Con cuanto alguien se siente satisfecho? Dinero, fama, éxito.. O tal vez... ¿nuestra propia vida? Fiorella se...
6K 289 14
Tn una chica vampiro de nacimiento conoce por accidente a Abraham un simple humano. Por casualidades del destino Abraham es transformado en inmortal...
318K 37.4K 51
Blair es un alfa que juega con los corazones de los omegas tratándolos como simples juguetes, sin embargo, cuando decide convertir al omega y CEO de...
205K 7.6K 49
||Laliter|| -No te digo adiós, nunca más.