El beso de Judas "Un rey sin...

By VelbethUchiha08

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Madara se enteró que Hashirama no es varón, sino hembra, tras una batalla, a sus 15 años de edad. Desde ese d... More

Nota de autor:
Capítulo 1 Te amo, Madara
Capítulo 2 La verdad al fin sale a la luz
Capítulo 3 El primer beso de Judas
Capítulo 4 Beso de saliva con sangre
Capítulo 5 Rumores
Capítulo 6 Joya de cristal
Capítulo 7 Traición
Capítulo 8 Hashirama, Sayuri y Sakumi
Capítulo 9 Los besos de Judas
Capítulo 10 Manipulación de sus palabras
Capítulo 11 No es correcto
Capítulo 12 Dos mentes distintas
Capítulo 13 Pelea de Reyes/ Sueños perversos
Capítulo 14 Ojos perversos
Capítulo 15 Celos y Chantaje parte 1
Capítulo 16 Chantaje
Capítulo 17 Tu pureza me pertenece
Capítulo 18Pureza tomada
Capítulo 19 Los planes en marcha
Capítulo 20 Celos y manipulación
Capítulo 21 Amar a Dios en tierra ajena
Capítulo 23 Horas antes de la ceremonia
Capítulo 24 Sello y Pacto
Capítulo 25 La anciana del abrigo rojo
Capítulo 26 El linaje
Capítulo 27 Otra vez justos
Capítulo 28 Imperio
Capítulo 29 El rumor afuera del Imperio
Capítulo 30 La venganza de la anciana
Capítulo 31 El castigo del rey
Capítulo 32 Uchiha Yuda
Capítulo 33 Trauma
Capítulo 34 Pasión demoniaca
Capítulo 35 Familia inestable
Última nota
Capítulo 36 El ángel de la muerte primera parte
Capítulo 37 El ángel de la muerte segunda parte
Capítulo 38 El ángel de la muerte tercera parte
Capítulo 39 La desaparición del príncipe
Capítulo penúltimo / Beso mortal
Capítulo 41 Final

Capítulo 22 La tempestad se aproxima

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By VelbethUchiha08

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Era una madrugada fría y húmeda cuando Madara apoyó la barbilla sobre el hombro de Hashirama, mientras con la otra mano libre mantuvo su cuerpo pegado con el suyo. Hundió los dedos de la mano derecha en la cabellera lisa de tono chocolate. Debido a los guantes de piel no puede sentir la textura o suavidad, solamente puede oler el aroma que emerge de la melena lisa y larga. Le da afecto con sinceridad y con ganas de amarla. Ella lo abraza con suma fuerza mientras hunde el rostro en el cuello varonil. Siente los mechones de la melena rebelde por encima de su rostro y adora como danza con la escarcha, le provoca cosquillas en la nariz.

—Hace mucho frío. ¿Podemos irnos? —Comenzaba a castañetearle los dientes. Más hundía su cuerpo con él.

—¿Por qué la impaciencia? Si vamos a estar justos de aquí en adelante. —Le depósito un beso suave en la frente.

—Porque tengo frío... —Levantó un poco la cabeza para verle. —¿Qué van a decir los miembros de tu clan? Estoy algo nerviosa. Lo que estamos por a hacer no es normal.

—Yo me encargo de ello. Ahora vamos, entraremos por la puerta principal para que los porteros sean los primeros en saber de lo nuestro a excepción de Izuna.

—¿Qué piensa de esto? —Hashirama despegó un poco el torso para ver aquellos intentos ojos negros.

—Por qué mejor no le preguntas mañana, ya que van a interactuar a diario.

—¿Y tú cuándo vas a interactuar con Tobirama? —Se despega un poco para escrutar las facciones de su rey.

—Luego... —Se separa de ella y la toma de la mano para comenzar a caminar con dirección a la fortaleza Uchiha.

La travesía fue silenciosa entre el bosque calvo por la invernada. Hashirama pasaba por remordimientos por lo que hizo a los suyos, pero no iba a flaquear por amor a Madara, por amor a Judas. Cada paso que daba a un lado de su futuro esposo, los pies le pesaban. Fue preparada para la batalla, no para contraer matrimonio con otro miembro del clan enemigo.

La fortaleza se comenzó a ver a lo lejos. Hashirama estaba a flor de piel. En los pocos minutos que han trascurrido a pensado que es mala idea, sin embargo antes de volver a cuestionar a su rey los porteros que están colocados por la puerta principal se percataron de la mujer a un lado del líder Uchiha. Quedaron atónitos.

—¿Qué esperan? Abran la puerta —ordenó Madara en voz demandante y prepotente. Hashirama quería meter la cabeza en un pozo para esconder su vergüenza.

Los porteros salieron de su trance, luego dieron una reverencia y miraron otra cosa que no fuera el líder, su lord, sostenía la mano de la Senju más poderosa. Esto tenía que ser una ilusión. El chakra del Madara se sintió áspera, ello provocó que los porteros abrieran la puerta principal con suma rapidez. Para suerte de Hashirama, no había nadie al otro lado por la hora de la madrugada. Solo los porteros por las puertas y sobres las gruesas paredes de madera.

—Andando. Entremos de una vez. —Madara jaló la mano de Hashirama.

Ella se mantuvo con la guardia en alto, sus pasos los dio con cautela y no se permitió parpadear constantemente. El mini shibi Tobirama le decía: "No comas mocos, porque si lo haces saldrá perdiendo." Ello le dolió bastante, no tener confianza a su rey. Tristemente muchas cosas malas se podía esperar de él.

—Hum, ¿qué es eso? —preguntó en voz baja.

Madara miró a lo qué señala con la vista y contestó:

—Es un salón de entrenamiento para las kunoichis. —Le estiró aún más de la mano. —Vamos, Hashirama, ¿no tenías mucho frío? Por la tarde te doy un recorrido para que conozcas tu nuevo hogar.

—¿Por qué por la tarde? —inquirío, viéndolo de reojo.

—Porque no te dejaré salir de nuestra habitación hasta la tarde.

Las mejillas de la morena se tornaron calientes. Por ir pensando en lo mal que hacía, no pensó que sería mujer de Madara por tercera vez. 

—¿No hablaras con los consejeros, los élites y tu padre?

—Tks... —La abrazó por la cintura y se la junto tan cerca de sus labios. La quería besar ahí, pero le daba pena que los porteros lo vieran. —Por la tarde.

Entraron a la casa de los líderes, no había nadie por los pasillos. Madara condujo a la morena hasta su habitación donde pasaron al interior. Tras la puerta corrediza cerrar detrás de ellos, se despojaron de sus armas las cuales colocaron cerca de las puertas. Hashirama observaba bien aquel lugar que visitaba por segunda vez mientras removia su abrigo. La chimenea ya estaba encendida lo que alumbraba la espaciosa habitación.

—Madara... Tobirama vendrá a buscarme, no quiero que lo ataquen. Ordena a tus hombres a no lastimarlo. —Giró su cuerpo para verla de frente, él sostiene su abrigo con las manos. —¿Lo prometes?

No pudo contener una sonrisa sardonica. Aprovechar el momento donde el enemigo es vulnerable suena mucho mejor que a hacer las pases, sin embargo puede estropear todo, pensó Madara.

—Lo haré. También espero que él no me provoque.

—Cuando llegue déjalo a mí. De una vez hazlo. —Sin querer queriendo le dio una orden a su rey.

Madara soltó la mano de Hashirama en cuanto escuchó la orden. Su semblante demostró cuán molesto se puso.

—Lo haré, pero como me has dado una orden —la tomó por la parte trasera de la cabeza y apretó el cabello de una manera suave —, no lo hagas frente de los demás, ¿lo prometes?

Hashirama amaba demasiado a Madara, su forma de ser no le incomodaba en lo absoluto.

—Sí; pero diles de una vez, solo así estaré en paz.

—De una vez voy. Cuando regrese te quiero desnuda—le depositó un beso sin cerrar los ojos. Ella sí cerró los suyos. Soltó el cabello e introdujo su mano por debajo de la yukata y la llevó hasta uno de los cenos donde apretó.

La morena gimio mientras su rey apretaba un ceno y también por lo que comenzó a hacer con la lengua, explorar cada rincón de sus cavidad vocal. Lo abrazó por la cadera firme y varonil hasta juntar sus cuerpos. Se excita tenerlo así de cerca.

—¿Está vez serás amable o más duro? La vez pasada me dolieron las piernas por dos días —habló entre besos.

—Trataré de ser gentil —despegó sus labios —, pero hoy te montas en mí.

Se separó sin remover sus manos de él. La posición sexual donde la mujer domina al hombre solamente las prostitutas lo hacían.

—Me va a doler mucho —se quejó, mas no le dijo lo que pensaba.

Él se apretó de una manera brusca a sí para quedar cerca otra vez. Un ligero quejido escapó de sus adentros.

—No dolerá. Te aseguro que no querrás bajar.

Hashirama se puso roja que le dio un leve empujón. Madara sacó la mano de la yukata, sino antes estiró las bandas que cubren sus cenos, rozando los nudillos con un duro pezón.

"Tks. Maldito guante de mierda" , pensó Madara.

—Remueve tu vestimenta. Regreso en unos minutos —le robó un beso, y tras ellos se marchó cerrando la puerta corrediza.

El joven líder Uchiha regresó a la puerta principal donde ordenó a Izuna, quien acababa de salir de la casa que comparten, sobre Tobirama. Uno de los porteros le avisó sobre la llegada de su hermano mayor.

—Si viene la rata albina no lo ataquen, mejor avisarme de inmediato.

—¿Pero si viene a la defensiva? No permitiré que el muy perro entre.

—Izuna —lo tomó de los hombros —, hazme caso. Si lo ves llegar me llamas de inmediato. Ella lo calmara. Si nosotros entramos en conflictos por él, seguramente se desatará una masacre y los nuestros saldrán más afectados.

—¿Y si viene con un ejército?

—Lo hará, no venderá solo. Nadie en su santo juicio se acercaría solo a la fortaleza del enemigo.

—Bueno, haré lo que me pides.

Madara soltó un hombro para acariciar la mejilla de Izuna. Tras el afecto cariñoso de hermanos, el joven líder regresó a la casa. Por la puerta lo esperaba Tajima con los brazos cruzados sobre su pecho y postura erguida.

—Otō-san, ¿cómo van los preparativos? —cuestionó en voz baja. Se colocó a un lado.

—La capilla está lista. El pergamino también. Y sobre lo otro, la modista hace todo lo que puede para terminar el kimono.

—No puede haber fallas. En dos horas manda a las sirvientas a mi habitación. —Madara continuó caminando, pero es detenido por su padre.

—También ordene que se haga un banquete. Tu eres mi hijo, nuestros líder, merece una ceremonia digna.

Madara se detuvo y giró un poco la cabeza para verle.

—Está bien. Por último, ¿qué han dicho los consejeros?

—No se atreven a negarse a tus demandas.

—Perfecto. Nos vemos en dos horas, otō-san.

Continuó avanzando y removiendo su abrigo. A un pasillo para llegar a su habitación, Sayuri lo confrontó. La mestiza vestía la vestimenta de una esposa de élite, un kimono de seda color rojo. Madara al verle actuó como si no supiera lo qué quería.

—¿Cuándo le dirás a esa que esperas un hijo de nosotros?

Eso colmó la paciencia del líder. De una manera ímpetu la tomó del cuello y la estampó contra la pared. Su Dojutsu se dejó ver. Sharigan con tres Tomoe.

—No es mío. No me quieres ver la cara de idiota. —Apretó más el agarré y acercó sus labios a pocos milímetros de los de ella. —Si vuelves amenazarme, conocerás La Etiqueta de Maldición Individual Prohibida. No me hagas tratarte como un ser inferior a mí, creerme, no lo quieres —sonrió arrogante.

La mestiza lo beso sin previo aviso, sin embargo, Madara se hizo hacia atrás y limpió su boca con la mano que soltó de ese frágil cuello.

—Te asquea porque tienes nueva vagina —habló con sorna —. Meses atrás me follabas como un sádico perverso sobre ese maldito futón donde van a dormir como un buen matrimonio.

La presencia de una servidumbre salvó a Sayuri de ser apuñalada directo en el corazón con la Etiqueta de Maldición Individual Prohibida. Madara la soltó del cuello y continuó caminando hacia la habitación dejando a la concubina de su padre derramar lágrimas de coraje y celos.

Hashirama en todo ese momento de espera tuvo resentimiento por lo que acababa de hacer. Eran las dos de la madrugada, y en unas horas Tobirama y Butsuma se enterarán de su decisión por amar a Madara. A ambos hombres les dejó una nota donde explicó lo que hacía y que la perdonarán.

* * *

Al centro de la habitación de Tobirama, este lloraba con coraje desde que leyó la carta de despedida de su hermana. Apretaba los puños y rechinaba los dientes. Sabía que Madara tenía mucho que ver con la decisión de su hermana, no obstante, ella es una kunoichi de 19 años que posee la madurez suficiente para saber lo grave de lo que acaba de hacer. Sin pensar más en las letras de su hermana pidiendo perdón, se levantó del futón y comenzó a vestirse con su ropa shinobi y armadura. Iría por ella tal como otro hermano lo hubiese hecho. Así no tenían que ser las cosas, si Madara la "amaba" por lo menos hubiera pedido su mano como se debe, no manipularla con cariños que a lo mejor no le nacían, y solo quería algo de ella. Poder. Y sí que tenía algo de razón el albino.

Cuando salió de su habitación con dirección a ordenar que levantarán a su escuadrón de hombres, Butsuma lo encontró a medio pasillo. Butsuma sostenía la carta de su hija con una mano mientras la otra mano la apoyaba contra su pecho. Vestía una yukata para dormir.

—¡No vayas, mejor enviemos un pergamino para pedir una reunión con ellos y los consejeros! —Caminó dos pasos al frente. Lucía pálido. —¡No intentes ir por tu cuenta, si lo haces te van a matar, y si eso pasa el clan Senju se quedarán sin líderes!

—Lamento decirle esto padre... —Levantó su mano derecha con el sello del carnero. —haré lo que me plazca, traeré devuelta a Hashirama. —Desapareció con Shunshin no Jutsu.

Butsuma al ver el humo y el jutsus que aplico su hijo, corrió afuera y a todo pulmón ordenó a la mayoría de sus ninjas ir tras Tobirama y no dejarlo solo con los Uchiha. Los porteros no entendía lo qué pasaba, pero no cuestionaron a las demandas del líder Senju. Un élite que escuchó la demanda del líder saltó de la caseta de guardias, en cuanto aterrizó con los ojos cerrados y con el dedo índice en el suelo comenzó a rastrear a Tobirama. Entre tanto, el líder Senju cayó al suelo del porche de su casa por un ataque al corazón. Le dolió la traición de su hija.

* * *

El joven líder Uchiha entró a la habitación. Ahí estaba ella, acostada sobre su futón, cubierta con su cobija. Lo ve inocentemente, sabiendo que su hembra es una kunoichi letal y poderosa, quizá hasta más que él. Esa era otra de las tantas cualidades que le atraía de ella, ella era sorprendentemente una diosa shinobi. Y un rey necesita a una reina tal como lo es Lady Hashirama.

Cerró la puerta detrás suyo, mientras avanzaba a ella fue despojándose de sus prendas. Comenzó con la yukata color negro con su preciado emblema por detrás de la espalda, la malla térmica del mismo color. Su bien mercados abdominales y exquisito pelvis de un ninja bien cuidado se dejaron ver. Su melena del mismo tono que las plumas de los cuervos se alborotó más. Y sus facciones de un hombre en celo transmitía a un león apunto de profanar a esa fiera.

—¿Estás desnuda? —su voz sonó pervertida. Le faltaba dos metro para llegar a ella.

—Sí... —contestó en voz tenue y se apoyó con el codo de su mano izquierda contra el futón. Sus perfectos cenos con pezones de tono chocolate han vacilado.

Los labios de Madara se han húmedecido por lo que está por llevarse a la boca. Y antes de remover su calzado ninja invernal, pantalón negro y prendas íntimas, habló con el corazón:

—Quiero amarte, Hashirama.

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Los siguientes capítulos comenzarán a subir de tono. Aviso porque no quiero que se ofendan o se molesten. Avisé en la nota para el lector cómo sería está historia. Gracias por leer, votar y comentar. No sean lectores fantasmas, tampoco permitan el plagio u las adaptaciones sin permiso.



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