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NATALIE
—Tíralo a la cama.
Cai asiente.
Me acomodo en la silla con el respaldas hacia adelante y mis piernas alrededor de éste. Afirmo mis brazos sosteniendo el daiquiri que antes había pasado a uno de mis sumisos y lo observo hacer su tarea.
Sabes qué hacer.
Sabe cómo hacerlo.
Y Josh tiene experiencia en esto.
Cai se pone detrás de Josh, lo acorrala por las muñecas y lo empuja hasta el borde de la cama. Afirma una rodilla sobre el colchón mientras lo hace caer boca abajo.
Por un momento noto el paquete del negro apoyado contra el trasero del rubio y mi corazón está a punto del estallido.
Carajo, qué es esto. Jamás creí que participar de algo así podría llegar a ser tan...intenso.
Cai se aparta y sus pupilas negras al centro de sus ojos lechosos se centran en mí. Por otro lado, observo al rubio boca abajo con su lindo trasero expuesto y quisiera ser yo quien le haga algo, pero no es mi papel. Ahora soy quien da la pauta.
—Besa su cuello—le ordeno—, y luego muérdele el suspensorio.
Cai asiente.
Noto que sigue duro. No sé si les dan una palada de viagra a cada uno, pero los tres estamos igual de calientes.
Mi mano libre se dirige instintivamente hasta mi entrepierna, presionando por encima de la ropa y me siento deseosa de mucho más mientras observo a Cai inclinando su enorme cuerpo con cierta delicadeza encima de Josh. Acerca sus labios gruesos al cuello de este y lo hace retorcerse con una extraña excitación electrizante mientras besa bajo su oreja, muerde uno de sus lóbulos y con las manos lo toma del rostro. Luego las dirige hasta la quijada y luego cierra una de sus enormes manos sobre la nuez de Adán del rubio haciéndolo levantar la cabeza y deslizando su lengua por la nuca del chico. Bastaría ejercer un mínimo de presión para matarlo. Bastaría que yo dé la orden.
Pero eso no va conmigo, aunque la idea me excite. Me pregunto si redoblase la dosis de drogas...
Cai desliza su tacto firme por los brazos de Josh, pasando la boca entre los omóplatos del chico, llegando a su cintura y mordiéndole el elástico. En un instante tira hacia atrás y lo suelta, arrancándole un gritito de ardor al rubio.
—Rico—farfullo.
—Hazlo otra vez—le ordeno.
Cai responde de inmediato. Estoy segura de que también le gustó.
Muerde nuevamente el elástico, tira hacia atrás, mucho más atrás que antes, es posible que la tela esté apretando los testículos y el pene de Josh, cuando lo suelta y el ruido me llena de excitación, junto a un gritito más intenso de parte del rubio.
—Disfruta de él—le ordeno—, sin dejar de morder.
Noto que los ojos de Cai se dirigen hasta el mueble con la cajonera, junto a una pequeña pantalla en stand by. Luego se vuelve al trasero de Josh y muerde una de sus nalgas. Quisiera ser quien haga eso. Las manos de Cai se cierran en la cintura pequeña del rubio, poseyéndolo sin pudor y rozando con sus dientes la piel iluminada por las luces rojizas y violetas. Está a punto de llegar a un punto que me puede enloquecer, pero no lo hará si no le doy la orden.
No ahora.
Me pongo de pie y ando hasta la cajonera. Pero me detengo en la pantalla. Noto algunas opciones, entre ellas, la posibilidad de rastrear música o ver porno. Elijo la música. Rastreo una de mis canciones favoritas y le doy Play.
La voz de Bobi Adonov en Apartment me acompaña mientras rastreo el mueble de madera lustrada, incrustado contra la pared.
Las argollas de la cajonera son doradas y con diseños delicados, antiguos, hermosos. Las tomo y empujo el cajón lentamente hacia atrás. Me encuentro con que es grande y el mueble entra en la pared.
Hay dildos de distintos tamaños, algunos vibratorios, otros de goma, inclusive algunos inmensos que reconozco de inmediato, no por experiencias sino por mis tiempos de andar por la Deep web. Ahora estoy dentro de ella en persona. Esta mierda es un amasador de carne; lo vi una vez que violaban a una chica con uno de estos. Logré joder al tipo que subió el vídeo y lo vendría por internet, pero nunca supe quién era el tipo que tenía puesta una máscara de cuero mientras la hería y luego practicaba fisting.
Hasta hace un tiempo no sabía nada de esto. Por suerte, esta era nos trae más información de la que quisiéramos...y en algún momento, resulta útil.
No quiero probar esto, pero puede que los dildos eléctricos. Son pequeños, del tamaño de un dedo medio y cuentan con una argollita larga que sobresale para poder extraerlo con rapidez.
Saco dos de estos y abro el cajón siguiente, mientras la música penetra en mis oídos.
Sé que hemos estado pensando,
En la misma cosa.
Así que ahora,
Sumérgete.
Hasta ahogarnos profundo.
Carajo.
Inhala.
Encuentro bozales, máscaras de cuero con forma de perro, collares de cuero con tachas y algunos elementos punzantes.
Exhala.
Sólo fueron dos cajones...
...y es al abrir el tercero cuando descubro que sé exactamente lo que quiero hacer.
La cabeza bajo el agua
Sigue sosteniéndome.
Jugando con fuego,
Por favor no corras.
—Lindo chico.
Separo mis oídos de Cai tras indicarle que se incorpore boca abajo en la cama, a la misma altura que Josh.
Hemos estado esperando mucho tiempo,
Te quiero en este momento.
Me he quitado la ropa, quedando completamente desnuda por encima de ellos. Desnuda, pero no vulnerable. Me siento más poderosa y anhelante que nunca.
Cruzo un bozal por su boca y saco la cadena hacia atrás, dejándola descansar sobre su espalda. Es intenso verlo arquearse al detectar el frío.
Queda con los codos apoyados sobre el colchón cuando me vuelvo a su acompañante y hago lo mismo: cruzo el bozal, lo cierro y al escucharlo resoplar, mi corazón da un vuelco de excitación.
—En cuatro—indico a ambos.
Así que firma tu nombre a través de mi cuerpo
Pierde tu inocencia.
Puedo sentirla abandonar tu cuerpo,
A las tres la mañana.
Ellos se incorporan quedando de rodillas contra el colchón al igual que sus codos, levantando sus lindos traseros hacia arriba.
Y me tomo el gusto de quitarle el bóxer a Cai. Me deshago de él de manera instintiva y rápida.
No sé si el estupefaciente que inhalé es lo que provoca que me sienta de esta manera ahora, pero me fascina y quiero de ellos. Todo de ellos. Me pregunto si estando cuerda desearía lo mismo.
Esta soy yo, pero una parte de mí que no conocía...
Me pongo de pie en la enorme cama y tiro de las cadenas, empujándolos con sus bozales hacia arriba y me siento la puta ama.
La luz rojiza nos baña a los tres, la pasión nos abrasa, hundiéndonos en llamas y ni siquiera me tomo el tiempo de pensar si está bien o está mal el levantarlos por el cuello a ambos. Lo que puedo notar es que la verga de Cai está dura e inmensa. En Josh también se vislumbra una erección debajo del suspensorio y su trasero en alto me da la pauta de que quiere esto tanto como yo.
Si quieres culparme,
Por el calor del momento
Estoy tan concentrada en lo que quiero que ni siquiera caigo en la cuenta de que estoy a punto de decirlo:
—Cógete a Josh.
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#LasMENTIRASdelJefe
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