El beso de Judas "Un rey sin...

By VelbethUchiha08

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Madara se enteró que Hashirama no es varón, sino hembra, tras una batalla, a sus 15 años de edad. Desde ese d... More

Nota de autor:
Capítulo 1 Te amo, Madara
Capítulo 2 La verdad al fin sale a la luz
Capítulo 4 Beso de saliva con sangre
Capítulo 5 Rumores
Capítulo 6 Joya de cristal
Capítulo 7 Traición
Capítulo 8 Hashirama, Sayuri y Sakumi
Capítulo 9 Los besos de Judas
Capítulo 10 Manipulación de sus palabras
Capítulo 11 No es correcto
Capítulo 12 Dos mentes distintas
Capítulo 13 Pelea de Reyes/ Sueños perversos
Capítulo 14 Ojos perversos
Capítulo 15 Celos y Chantaje parte 1
Capítulo 16 Chantaje
Capítulo 17 Tu pureza me pertenece
Capítulo 18Pureza tomada
Capítulo 19 Los planes en marcha
Capítulo 20 Celos y manipulación
Capítulo 21 Amar a Dios en tierra ajena
Capítulo 22 La tempestad se aproxima
Capítulo 23 Horas antes de la ceremonia
Capítulo 24 Sello y Pacto
Capítulo 25 La anciana del abrigo rojo
Capítulo 26 El linaje
Capítulo 27 Otra vez justos
Capítulo 28 Imperio
Capítulo 29 El rumor afuera del Imperio
Capítulo 30 La venganza de la anciana
Capítulo 31 El castigo del rey
Capítulo 32 Uchiha Yuda
Capítulo 33 Trauma
Capítulo 34 Pasión demoniaca
Capítulo 35 Familia inestable
Última nota
Capítulo 36 El ángel de la muerte primera parte
Capítulo 37 El ángel de la muerte segunda parte
Capítulo 38 El ángel de la muerte tercera parte
Capítulo 39 La desaparición del príncipe
Capítulo penúltimo / Beso mortal
Capítulo 41 Final

Capítulo 3 El primer beso de Judas

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By VelbethUchiha08

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Lady Hashirama observaba su reflejo en el espejo de una cajonera colocado enfrente. Llevaba varios minutos posando para sí misma, apretando sus pechos y jugando con su bata de seda, en resumen, una mezcla de niña de cinco años juegando con la ropa de su madre, y una adolescente con las hormonas alteradas. Le gustaba como se ve a sus dieciocho años, porque poseé atributos que resaltan en su cuerpo con curvas difícil de cubrir con la armadura. Ya habían pasado tres años desde que Madara supo acerca del sexo de Hashirama, y ni así hizo que el Uchiha tuviera compasión con ella o fuese delicado. No, Madara seguía con sus tonterías, pero ello a la Senju le causaba risa para sus adentros, y en sus pensamientos tóxicos hasta le gustaba que se comportara de tal modo con ella. Era extraño que le gustará ello, y hasta decía para sí misma cada vez que iba a enfrentarse con los Uchiha, que iba a una cita con su "novio Maddy" cuando en realidad no lo era. Sabía que actuaba inmadura cuando pensaba en él, pero solo ella lo sabía que así pensaba. Toka, su amiga, solo sabía que estaba enamorada del azabache, mas no que su enamoramiento de adolecente iba más allá de una adolecente normal.

Mañana otra vez vería a Madara en el campo de batalla. Sería como una cita de enamorados peleando como perros y gatos. La última vez se vieron hace cinco meses, todo se salió de descontrol cuando su encuentro prolongó dos días sin parar. Si no hubiese sido por que ambos cayeron rendidos, y quien sabe quién la trajo de vuelta a la fortaleza Senju, sepa qué hubiese pasado. A lo mejor se habrían sentado a platicar sobre sus colores favoritos, comidas favoritas, pasatiempos, y más de ellos. Quién sabe, se valía soñar con una cita.

Se encontraba tan concentrada en sus pensamientos bobos, que no se percató del chakra de su hermano aproximándose a su habitación. Seguía ahí poniendo un poco de maquillaje en sus labios para ver que tal le quedaba aquel color en ella, o quizás mañana le preguntaría a Maddy, qué tal se ve. Una carcajada escapó de sus adentros, y la voz de su hermano la hizo salir de sus fantasías.

—¿Qué te pasa? A ti no te gustan esas cosas. — Tobirama no suele ver a su hermana como una kunoichi, sino como un shinobi fuerte. Le es extraño que últimamente ella sea tan femenina.

La morena al verle en el espejo de la cajonera, se cubrió bien y removió el maquillaje de sus labios de inmediato. Se puso roja por la pena, ya que no está acostumbrada que los demás la vean tan femenina. El albino solo la ve desde la puerta corrediza con los brazos cruzados y ropa casual del clan Senju.

—Para la otra avisa que vas a entrar, Tobi. A ti no te gusta que yo entre a tu habitación sin avisar. —Hashirama se dio la vuelta para verle de frente con el ceño fruncido y con las mejillas rojizas de vergüenza.

—He venido a decirte que nuestro padre quiere hablar con nosotros. Se trata sobre esos bastardos.

—¿Qué con los Uchiha? —Sabía que se refería a ellos.

—Pues deja de estar haciendo boberías de niñas y mejor vístete con tu ropa ninja. Nos quiere en cinco minutos en el salón de reuniones.

—Ahí estaré. —Hashirama caminó hasta su ropero para tomar su ropa ninja.

—Oyes, también he venido por algo que me tiene inquieto en estos últimos meses.

La morena al escuchar a su hermano decir ello, volvió a verle. El albino cerró la puerta corrediza detrás de él, y se preparó para compartir sus sospechas.

—No sé cómo empezar —puso una mano atrás de su cabeza —, pienso que ese bastardo de Izuna también es mujer...

Los ojos color chocolate se abrieron por completo. La morena había quedado anonada ante la estupidez que decía su pequeño hermano.

—¡No me mires como una tonta! ¡Me tomó un buen para animarme a decirte esto, y tú...!

—Cálmate, Tobi. No lo es.

—Cómo sabes eso, si te hiciste pasar por un hombre por muchos años, ¿recuerdas?

—Izuna no es mujer —aclaró nuevamente con tranquilidad —. Es hombre, se puede ver a simple vista.

—¡¿Qué se puede ver?! !Es demasiado delgado, bajo y... sus facciones son algo femeninas!

Hashirama soltó otra carcajada. Para ella era estúpido que Tobirama se enfocara en algo irrelevante.

—No lo es; relájate. ¿Cómo sacaste esa bobería de tu inteligente cabeza? —Se vengo por lo de minutos antes.

—Mejor apurate... —salió de la habitación.

Minutos después, los altos élites, se encontraban enfrente del líder Senju escuchando sus ordenes. Butsuma daba la orden de vigilar los alrededor de la fortaleza Senju. Los Uchiha se acercaron demasiado, y los planes habían cambiado. Tenía que buscar una manera para hacer una emboscada antes que siguieran avanzando. Ordenó al grupo de Hashirama, Tobirama, y otros dos grupos de la nueva generación, a hacer vigilancia mientras el líder y sus consejeros pensaban un buen plan. No hubo negación de los cuatro grupos para dicha misión, todos salieron del salón de reuniones en busca de sus armaduras y herramientas, y tras ello se marcharon con direcciones a sus puestos alrededor de la fortaleza Senju.

Hashirama tenía el mando de nueve shinobis y una kunoichi, quien era Toka, su amiga, con ella sumaban diez. La morena dio la orden de separarse a veinticinco metros de distancia, y que no bajarán la guardia mientras esperaban el dichoso plan. Si los Uchiha se presentaban tenían que mandar la señal y atacar. Todos hicieron lo pedido sin cuestionar.

Tres horas transcurrieron y no había señal de los Uchiha. La noche ya había caído y solo el sonido de los grillos y otros bichos se podía oír. El clima era agradable y no había luna, la vegetación del bosque hacía difícil ver a los enemigos por allí escondidos.

Hashirama se recargó contra un árbol y cruzó los brazos. No había nadie cerca para oírla decir:

—Otra vez llegas tarde a nuestra cita, Madara — rio—, ¿cuál es tu excusa?

Continuaba riendo bajo para sí misma. Era tonto pensar en esas tonterías en ese momento, pero ansiaba ver a Madara con toda su arrogancia y groserías. Estaba claro que él la buscaba siempre para empezar una pelea, y que solo hacía eso comentario con toda la intensión de molestar. También era obvio que el Uchiha se encargaba con su Gunbai de los Senju que no le llegaban a los talones por tal de llegar con ella. Era retorcido de tan solo pensar que era un cita, pero eso la animaba a dar lo mejor para que fuera la atención del Uchiha.

Pasaron unos minutos cuando introdujo una mano a los bolsillos de su pantalón. Había sido estúpido guardar aquel maquillaje para los labios haciendo un deber de vida o muerte. Pero quería ponérselo en los labios para ver cuál reacción tendría en Madara al verle femenina. No había nadie quien la viera, así que lentamente unto un poco en los labios con las yemas de los dedos con mucho cuidado de no salir de la línea.

Termino de pintar sus labios de un color carmesí y volvió a introducir el pequeño estuche en su bolsillo. No estaba convencida que había hecho buen trabajo en colocarlo en ella, así que caminó hacia un río que no quedaba lejos de su posición. Quería ver su reflejo con la ayuda del agua y las luces de las estrellas. No le tomó mucho llegar al río, si acaso cuatro minutos de su posición. La corriente se oía nada más. Se acercó hasta la orilla y se inclinó un poco para verse en el reflejo de río. Las luces de las estrellas no era suficiente para verse. Cuando se dio por vencida de intentar verse, se incorporó firme, y su mirada fue directa a quien estaba cruzando el río.

—Madara...

La morena sintió felicidad, pero no lo demostró. Su amor era letal y no se le permitía bajar la gurdia. Madara estaba parado por la otra orilla del río viéndola con su preciado Sharingan, su vestimenta del clan Uchiha, y la Gunabi en su esplada, este empezó a caminar sobre el río, cautelosamente sin prisa alguna. Hashirama estaba lista para su primer ataque, así que llevó su mano derecha por debajo de su barbilla lista para hacer un Jutsu de defensa.

—Eres impaciente. Supuse que sería una noche tranquila.

Madara no contestó en breve, siguió caminando hacia ella.

—Y tú eres irritante, Senju. Antes de venir acá, ¿hiciste tus deberes domésticos? —una sonrisa de lado se formó en su semblante.

Hashirama rio para sus adentros, porque le encantaba que fuera así.

—Déjate de comentarios machistas y mejor dejemos esto para más tarde. Que no ves, lo lindo que es esta noche.

Madara torció la boca y contestó:

—Cada vez que me topo contigo te ves y actúas más femenina, eso te hará débil, Senju. Espera... —la distancia entre ambos era de dos metros —¿qué mierdas tienes en los labios?

La morena rápido limpio sus labios. Sintió pena contestar, que se quedó callada.

—Ah... es eso lo que se ponen ustedes, las mujeres, para querer lucir mejor. ¡En serio quieres lucir mejor en una batalla con esa pintura barata que has esparcido en todo tus labios! —no borraba la sonrisa burlona.

—¡Ya cállate, Madara! ¡A ti que te importa porqué me he untado pintura en mis labios!  —se molestó —. Tú que vas a saber si eres agrio hasta para hablar, pobre de las jóvenes de tu clan por tener hombres como tú.

—Ellas están más que satisfechas de tener hombres como yo —habló arrogante y seguro.

Hashirama aún era adolecente y no era la típica mujer que solía tener conversiones de mujeres con las de su clan. Ella se ocupaba más de su entrenamiento y aprender los deberes de un líder, sin embargo, había entendido a la perfección a que se refería Madara con ello. Por primera vez sintió celos de aquellas mujeres, pero aún así quería escucharlo de los labios del Uchiha a qué se refería.

—¿De qué pueden estar satisfechas? —Mantenía la guardia en alto. Madara dejó de caminar para después contestar:

—No te hagas la tonta, tú sabes a lo que me refiero —no borraba la sonrisa arrogante.

—Ah... —su corazón se imprimía —, así que estás saliendo con alguien, ¿no?

Madara borró la sonrisa y la vio de arriba abajo de una manera irrespetuosa.

—¿Por qué preguntas cosas tan estúpidas en tu actual estado? ¿Y por qué ves directamente a los ojos de tu contrincante? —fue una alerta para dejar en claro su ilusión.

El río en el que pisan se convirtió en sangre, solamente el Mangekyo Sharingan de Madara se puede distinguir del oscuro panorama como pintan el inframundo. Hashirama parpadeo los ojos continuamente para salir de la ilusión. Madara la sorprendió con la guardia baja por actuar de una manera inadecuada en una situación de vida o muerte. Ella mordió su labio inferior para ver qué tan real era esto, tenía que salir de esta mala situación antes que fuera heridas gravemente o asesinada.

—Cada vez que nos encontramos te desconozco más. ¿Qué pasa, Hashirama? Tú no solías ser tan distraída...

Hashirama había comenzado con el entrenamiento que rompería un Genjutsu del clan Uchiha, sin embargo, aún no lo dominaba a un cien por ciento.

—Si que me has tomado desprevenida —sonrió ligeramente —, haz lo que te plazca.

—Es lo que haré...

Madara aplicó Genjutsu donde apuñaló cien veces en el muslo derecho con una katana a Hashirama. Una y otra vez, haciendo que experimentará mentalmente el dolor que sufrió él la última vez que se enfrentaron, pues esta lo había herido dolosamente cerca de esa área.

Cuando e Genjutsu terminó, Hashirama se vio en el mismo lugar, pero de rodillas. Tenía la frente sudada y respiraba con dificultad por el dolor mental previo. Madara seguía ahí parado a menos de un metros de ella.

—Esos ojos tuyos cada vez son más fuertes. Has de estar orgulloso. —Lentamente levantó la cabeza para verle, pero esta vez con más cuidado de no hacer contacto visual. —Lo que acabas de hacer es por la herida que te hice la últimas vez, ¿no?

—Sí, tomó un mes para ponerme de pie. Mira y juzga por ti misma si no he sido generoso contigo.

Madara de una manera instantánea llevó sus manos a su pantalón por debajo de la armadura samurái, luego subió un poco la polera con todo y la armadura, mientras con la otra mano bajo un poco el pantalón y ropa interior. Su pelvis varonil quedó expuesta ante los ojos de la Senju, quien al verl aquella parte varonil expuesta no pudo evitar no sonrojarse. El Uchiha notó ello.

—Mira bien, haz dejado una cicatriz, ¡un puto cien pies!

Era tanto la excitación de la morena que no se percató de la fea cicatriz. Tragó saliva con dificultad antes de contestar:

—¿P-piensas que no has dejado c-cicatrices en mí?, tengo muchas de esas, gracias a ti.

—Lo sé, pero esta dolió más. ¿Por qué te sonrojas? ¿Acaso te da pena cómo me veo? —preguntó curioso.

—¡¿Cómo te veo?! —espetó poniéndose de pie.

Madara subió su pantalón y bajó la polera, una amplia sonrisa se formó.

—Como las tantos de mi clan que se me quedan viendo cada vez que entreno en compañía de Izuna, sin camisa.

—¡No, yo no te veo así! —se expresó alterada.

—¿Cómo? —en arqueó una ceja y cruzó los brazos por encima de su pecho.

—Como piensas que lo hago, como te han de ver las "tontas" de tu clan.

Ahí estaban viéndose tras los reclamos del Uchiha y el sonrojo de la Senju. En ese momento algo hizo sentir que se habían salido de la rutina de llegar y pelear hasta no poder más. El tiempo se detuvo ante ellos, ninguno habló hasta que un tremendo ruido se oyó a pocos metros de distancia. Ambos salieron de aquella hipnosis y se marcharon rápidamente de ahí en busca de sus camaradas. La batalla había empezado. La escena había traído memorias de cuando se despedían de niños.

La batalla fue larga y dejó muchas bajas. Los últimos parados y dando lo mejor de sí, eran los hijos de los líderes. Hace diez minutos ya habían alcanzado diecisiete horas de pelea. Ambos jovenes llevaban sus armaduras dañadas y la ropa también estaba desgarrada. De sus frentes rodaba una mezcla de sudor con tierra. Ya habían repetido jutsus y las estrategias eran menos creativas, no faltaba mucho para alcanzar el clímax y caer rendidos. Madara removió su armadura y la tiró al suelo, Hashirama hizo lo mismo.

—Demos lo último que nos queda —dijo Madara, limpiando el sudor y sangre que brotaba de una descalabrada que le hizo la Senju con la punta de un kunai.

—¿Esto no es mucho para ti? Deberíamos buscar una manera de terminar con esto. Ambos nos convertiremos en líderes de nuestro clan, nosotros tenemos que aprovechar eso para poner un fin —Hashirama respiraba agitada mientras sostenía su katana con lo que le quedaba de fuerza.

—Cómo sabes que serás líder si eres mujer. —Limpió la sangre y sudor con el dorso de su mano izquierda.

—Porque así lo ha querido mi clan. Madara. Hagamos la diferencia. —Le extendió la mano.

Madara observó la mano por unos segundos antes de tomarla. Una sonrisa se formó en el rostro de la Senju al sentir la mano de su amor tocarla.

—Pero antes —la estiró a él —, dame un beso...

Quedaron de frente viéndose a los ojos. Ella lo ve enamorada y sorprendida de lo que había pedido. Esto tenía que ser un sueño de los tantos que ha tenido, pensaba la Senju mientras se perdía en esos ojos color carmesí. El Uchiha por otra lado había confirmado a que se debía el sonrojo mientras miraba su pelvis descubierta. Ella estaba enamorada de él, y era interesante...

—Yo-yo no sé cómo besar. Nunca he besado a nadie, Madara —se expresó nerviosa.

—Yo tampoco sé cómo besar.

Madara fue el primero en apretar sus labios con los de Hashirama. Ella se derrite como su favorito dulce entre la lengua y el paladar. Había llegando lo que soñó por mucho tiempo, así que también apretó sus labios a los de él, y esperó que pasara la magia.

—En verdad no sabes besar... —murmuró a medida besaba.

Hashirama estaba a punto de responder, pero la lengua de Madara entró sin previo aviso a su cavidad vocal. La lengua varonil y gruesa del Uchiha, exploraba cada rincón de las paredes vocales animando la lengua de su enamorada a seguir el ritmo. El sabor de sudor y de sangre se mezcló con la saliva de ambos. No tardaron en abrazarse. Ella enredó sus brazos sobre aquella cintura gruesa, mientras él enredó sus brazos alrededor de los hombros.

Solo el sol que salía del Este presenció el primer beso de Judas...

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Gracias por leer.





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