Melissa abrió los ojos al amanecer y vio a Donghae tumbado a su lado, profundamente dormido. Aprovechó para mirarlo atentamente, para deleitarse en sus rasgos. Como si hubiera sentido sus ojos, el cuerpo de Donghae fue hacia ella, la buscó y la acarició.
—Loula... —murmuró.
Melissa dio un respingo, lo que despertó a Donghae.
—¿Melissa?
—Sí, soy yo. Menos mal que te acuerdas de mi nombre —contestó Melissa con acidez. A continuación, se sentó en la cama para levantarse.
—¿Qué te pasa? —le preguntó Donghae confuso.
—Estabas llamando a otra mujer —contestó Melissa cruzándose de brazos.
—¿Ah, sí? ¿A quién?
—¿Me estás diciendo que ha habido más de una?
—Por supuesto. No pretenderías que estuviera cuatro años de celibato.
—Por favor, ahórrame los sórdidos detalles de tu vida sexual.
—Estás celosa.
Melissa se puso en pie rápidamente, dispuesta a negarlo, pero la habitación comenzó a darle vueltas. Donghae se apresuró a levantarse y a ayudarla a mantener el equilibrio.
—Siéntate y pon la cabeza entre las rodillas —le indicó ayudándola a sentarse de nuevo en la cama. Melissa así lo hizo, cerró los ojos y se concentró en respirar profundamente.
—¿No te encuentras bien? —le preguntó Donghae.
—Dios mío, creo que voy a vomitar...
Efectivamente, nada más llegar al baño expulsó el contenido de su estómago.
—Voy a llamar al médico —anunció Donghae.
Melissa sintió que el baño desaparecía de su campo de visión y, como en un sueño, percibió los brazos de Donghae llevándola a la cama.