COVEN 1

JovinoGajardo tarafından

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Antiguamente los coven eran lugares de reunión para nuestra gente. Desde allí el concilio de ancianos dirigía... Daha Fazla

SINOPSIS
DEDICATORIA
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISÉIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE
CAPÍTULO VEINTE
CAPÍTULO VEINTIUNO
CAPÍTULO VEINTIDOS
EXTRA
CAPÍTULO VEINTITRÉS
CAPÍTULO VEINTICUATRO
CAPÍTULO VEINTICINCO
CAPÍTULO VEINTISIETE
CAPÍTULO VEINTIOCHO
CAPÍTULO VEINTINUEVE
CAPÍTULO TREINTA
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

CAPÍTULO VEINTISÉIS

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JovinoGajardo tarafından

El instituto al que íbamos Jace y yo estaba ubicado en el centro de la ciudad, a una media hora de donde vivíamos. Tanto mi casa como la de él estaban en una pequeña villa de las afueras. Era un lugar demasiado apacible, rodeado de bosques y tranquilidad.

Me sentía extraña y culpable de estar utilizando un cuerpo que no era el mío. Es decir, este era el cuerpo de la Rosse de este mundo, de Rossalyne. ¿Qué había pasado con ella en primer lugar? No me encontraba en paz desconociendo aquello.

—¿Vas a decirme lo que te ocurre? ¿O te mantendrás en silencio todo el trayecto?

—¿Qué crees que haya ocurrido con la Rosse y el Jace de este mundo?

Jace presionó el volante del carro con demasiada fuerza y su expresión se transformó en un amasijo indescifrable. Luego de unos segundos suavizó su rostro y me lanzó una mirada más alegre.

—Es difícil entenderlo, Rosse. Pero los hemos asimilado. Nuestra alma y la de ellos se han unido formando una sola. Seguimos siendo nosotros mismos después de todo. Aunque distintos. Más completos.

—Es cierto —comprendí. Era yo, pero distinta. También era Rossalyne. Tenía todo el conocimiento y experiencias de este mundo y del otro.

—En este lugar existe la creencia de que cada alma tiene muchas vidas —agregó Jace—. Pienso que es algo muy parecido a eso. Es como si hubiésemos despertado y recuperado los recuerdos de una vida pasada. Tampoco me siento igual que antes. Soy diferente.

Seguimos hablando del mismo tema todo lo que restaba de viaje. Al llegar, Jace estacionó el sedan en uno de los espacios que aún quedaban en la calle larga frente al instituto. Íbamos a bajar cuando vimos a una Siba caminando presurosa hacia la entrada del establecimiento.

Jace me tomó del brazo para detenerme, pero me solté y avancé hasta ella.

—¡Siba! —exclamé. Estaba tan feliz de verla.

—¿Te conozco? —preguntó la morena.

—Claro, soy Rosse.

—Sé quién eres —agregó Siba poniendo mala cara, parecía molesta—. Todos en el instituto te conocen.

—Vamos, preciosa —habló Jace depositando un beso en mi cuello—. Deja de molestar a la cuatro ojos. Miré a Jace como si quisiera matarlo. ¿Cómo se atrevía a decirle así? ¿Qué mierda le pasaba?

Siba puso los ojos en blanco y comenzó a rodearnos para poder entrar al instituto.

—No pienso hacer la tarea a ninguno de los dos —decretó mientras se alejaba.

Jace me tomó de la mano mientras aún me abrazaba por la espalda y me jaló haciendo que girara hacia él. Tal y como si hubiésemos hecho una especie de paso de baile.

—Déjala —aconsejó mientas me abrazaba—. Aún no está despierta —susurró a mi oído.

—A lo mejor si le recuerdo el coven logro hacer que...

—No funciona así, Rosse —interrumpió Jace—. Contigo dio resultado porque tú ya estabas despierta cuando nos vimos esta mañana, yo sólo te ayudé a tomar el control de tu mente, a unificarte. Si insistes, sólo vas a quedar como una loca ante todo el instituto.

—¿Cómo sabias que funcionaria conmigo? —quise saber. Estaba muy confundida.

—No lo sabía —respondió el rubio besando mi cabello—. Llevo intentando hacerte reaccionar desde que me mudé aquí, y hoy por fin funcionó.

Escenas de Jace hablándome de un mundo alterno donde los humanos tenían poderes y luchaban contra seres llamados camaleones se calaron en mi mente. Yo simplemente reía y aplaudía lo increíble que era por ser capaz de inventar tales historias.

—¿Hace cuánto despertaste? —pregunté.

—Un mes aproximadamente.

—Ya veo. Me estuviste buscando desde entonces —comprendí.

—Me mudé apenas logré localizarte —agregó Jace—. El yo de este mundo no era muy común que digamos. Sus conocimientos de hacker me ayudaron a localizarte. Oye... —se interrumpió Jace a sí mismo—...oficialmente estamos saliendo hace una semana —habló provocándome cosquillas en el oído.

No pude evitar reír.

—Me alego de que estés aquí —agradecí refugiándome en su pecho—. ¿Sabes algo de Ever o Erik?

—Erik y yo somos compañeros de Rugby. Se llama Christopher, por cierto. A Ever puedes encontrarla en la biblioteca todos los días de la semana.

Me separé de Jace y le miré con extrañeza. Mi novio sólo se encogió de hombros e hizo una mueca divertida.

***

—Cuesta aceptar que en este mundo seamos unas mierdas —agregué luego de un rato.

Jace no paraba de reír ante mis comentarios.

—Extrañaba esta Rosse —aseguró—. Pero intenta actuar normal o terminarás en un manicomio. Recuerda que en este mundo te llamas Rossalyne.

—¡Sí! —grité con mis manos en alto, como si estuviese agitando pompones de porrista.

Jace me regaló una de sus sonrisas y entró a su salón.

Era difícil acostumbrarme al hecho de que Jace y yo estábamos saliendo, además de que mi novio era el actual capitán del equipo de Rugby y yo era una de las zorras más grandes del instituto. Y lo de zorra es literal. Esta versión de mi se tomaba muy enserio lo de "Reina de la colmena".

—¿Irás a mi fiesta de cumpleaños el miércoles? —preguntó Chad. Un chico alto y moreno, con el cabello negro rapado.

Mi mandíbula casi se desencajó al ver a mi compañero de laboratorio. Imágenes de él y yo teniendo sexo en el cuarto del conserje me revolvieron el estomago. No iba a sentarme junto a él ni aunque me pagaran.

—Sé un buen chico y cambiemos de puesto, sí —le hablé a un muchacho delgado que estaba sentado a mi derecha. El muchacho se puso colorado apenas entendió que le hablaba a él.

Inmediatamente miró a Chad y luego a mí. El muchacho delgado estaba a punto de responder algo, pero el maestro de ciencias interrumpió.

—Nadie cambiara de puestos con nadie, señorita Kenneth —sentenció el profesor Thomson—. Eso quedó claro al iniciar el año.

Chad sonreía de lado. Bastardo desagradable.

Caminé con tranquilidad y ocupé mi puesto en el laboratorio. Chad puso su mano en el asiento antes de que me sentara y toqueteó mi trasero.

—No vuelvas a tocarme, pedazo de mierda —le amenacé mientras le sujetaba del cuello de la camisa con una mano y con la otra le apuntaba el ojo izquierdo con un bolígrafo que había sobre la mesa.

—¡A la dirección, señorita Kenneth! —ordenó el maestro.

Chad y yo nos mantuvimos la mirada por unos segundos. Finalmente le solté y me alejé. El moreno me quedó mirando y saboreó la superficie de sus labios con su lengua.

—Me gustan las putas violentas —susurró.

Una oleada de energía salió de mi cuerpo y se desplazó hasta Chad. La energía no era visible en absoluto, pero estaba allí y en movimiento dentro del salón. Crepitaba en el aire. De pronto, el celular de mi desagradable compañero de laboratorio, y el de todos en el aula, estallaron en mil pedazos.

Mecheros y tubos de ensayo saltaron por todo el lugar.

El señor Thomson saltó sobre su escritorio y se apoderó de un pequeño extintor con el que comenzó a controlar las zonas en donde había algo de fuego o se veía humo. Tuvo reacciones rápidas con lo que evitó que saltaran las alarmas dentro del salón.

—¡Todos fuera! —ordenó el maestro—. Señorita, Kenneth, vaya a la dirección. No volveré a repetirlo.

—Mierda —mascullé.

Comencé a alejarme por el pasillo mientras el señor Thomson volvía a repetir a los alumnos que salieran del laboratorio. Varios maestros asomaron desde sus aulas para ver lo que ocurría en el laboratorio de ciencias.

—Todo está bien, todo está bien —oí que decía el señor Thomson a los demás profesores.

Al llegar al final del pasillo doblé hacia la derecha y divisé la puerta de la oficina del director. La secretaria de dirección estaba revisando varias carpetas sobre su escritorio, pero en cuanto me vio rodó los ojos y me indicó que entrara. Así que pasé directamente.

Un hombre canoso, de al menos cincuenta años, me miró sonriente. Estaba escribiendo una especie de nota en un talonario. Cuando terminó con lo que estaba haciendo arrancó el papel y me lo entregó.

—Llega usted en un muy buen momento señorita Kenneth. Alicia estará encantada de recibir su ayuda en la biblioteca.   

¿Qué les pareció el nuevo capítulo? No olviden comentarrrrrrrr. Los amodoro!!!  

Okumaya devam et

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