Schizophrenic Obsession © (Tr...

By justpain

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Esquizofrénica, homicida, bipolar, depresiva, insomnio, obsesión por la sangre, solitaria: Ariana. Ella haría... More

Nota del Autor
Blood for Them
Psychology test
Party Night (Part I)
Party Night (Part II)
Kiss of Death
My life, my problems...
Aviso *Importante*
Recital of love?
Shredded Humans is coming
Silence
Gwen.
Suicidal Kiss
Happy Birthday
Unexpected visitor
Truths of shit
Anorexic kiss
Sequestration
Kill me
Smells like Rotting Flesh
APARTADO: cuestionario + sorpresa
The Pieces of the Game Change
The frayed ends of sanity
Eyes under the same knife
No More;
White Lights
Everybody knows
Attractive fainting
The mortuary loneliness
Between cannibals
Desolation
Fear
Terrible Hope
Help.
Someone.
The Wedding I
The Wedding II
The joke was on me
Ephemera
Epilogue

Never trust in your mind

36.1K 2.1K 749
By justpain

Hola a todos!! :3 Quiero hacerles un anuncio pequeño y corto. Sólo quiero avisarles a los que me tienen agregada en Facebook (y a los que no también) que pueden agregarme ahora al nuevo facebook que utilizaré para realizar anuncios, recomendaciones, adelantos y demás sobre wattpad y mis historias, así que ahora en adelante utilizaré ese para temas vinculados con wattpad y mis historias (por ejemplo, cuando subo un nuevo capítulo asi se enteran, adelantos de capítulos...). El link del Facebook lo dejo en el vínculo externo y, si estan por celulares, lo dejo aquí: https://www.facebook.com/kyoko.enoshima Bueno eso es todo, disfruten el nuevo cap ;3♥

* * * * * * * * * *

"¡Oh voces silenciosas de los muertos!

En la hora que aterra

no me llaméis hacia el pasado oscuro,

donde el camino de la vida cruza

los valles de la tierra."

José Asunción Silva, Las Voces Silenciosas.


— ¿Esto es una especie de broma o de despedida?  —contesto sin encontrarle sentido a las palabras de Derek.

Escucho un suspiro de nuevo, un poco mas agobiado y como si tratara de tomar fuerzas para seguir hablando.

—Lo siento. Es una despedida final. Estarás mejor sin mí, no sabes quién soy realmente.

Me quedo callada, no podía creer lo que me estaba diciendo.

Estás sola, Ariana. Tu mente te engaña. ¿Creías que te quería?

Omito sus voces, sus chillidos, sus gritos de alegría y, sobretodo, su inestabilidad.

— ¿Es por mí, cierto? —No sabía cómo lo hacía, solo que, todas las personas que conocía se iban alejando de mí sin que yo sepa realmente cómo. Él ya se había ido una vez en mi vida y no quería volver a perderlo.

—Necesito que estés mejor y eso yo no puedo lograrlo.

El silencio nos invade y ambos no sabemos qué contestar. Se escucha un llanto ahogado en la garganta y una especie de ruido similar a un zumbido.

—Eres distinta. Has cambiado.

—No soy la misma niña estúpida que era antes. Si quieres culpar a alguien de mi cambio, culpa a la sociedad y a sus estúpidos prejuicios.

—Ar...

—Calla, no quiero escucharte más. Te veo luego —digo y cuelgo escuchando por última vez un "Ar" ahogado.

No entendía qué estaba ocurriendo pero tenía ese nudo en la garganta que quería aflorar de a poco, haciéndome sentir una mierda de persona y queriendo hacerme llorar y parecer débil. Qué patética que soy.

Lo eres.

Ustedes están peor porque me eligieron a mí. Todas comienzan a reírse al escuchar esas palabras fluir en mi cabeza de mi propia parte. Parece que están dementes después de todo y, no puedo juzgarlas. Siempre tuve cierta simpatía con los dementes.

— ¿Estás bien? —pregunta Joshua.

Lo miro y caigo en consecuencia de que estaba el junto a mí, realmente lo había olvidado y también había olvidado hacia donde iba, por lo que recuerdo a Sophie y recuerdo que tengo una cena horrorosa con mi familia.

—Sí, estoy bien. —como sé que no me va a creer, agrego: —Ahora deja de mirarme.

Él asiente y sonríe por lo bajo, sabe que estoy bien gracias a esas palabras. Giro bruscamente en la siguiente salida y ambos doblamos nuestros cuerpos debido a la física general.

—Debería avisarle a mi padre que conduces hermoso.

— ¿Lo harás? —sonrío maliciosamente sin siquiera mirarlo.

—No, no me atrevería.

Lanzo una risa apagada y sigo manejando hacia el edificio de Sophie. Llegamos y ella ya se encontraba lista en la entrada, esperando. Bajo del auto para que pueda pasar a la parte trasera y Joshua se adelanta en abrirle su puerta. Ella estaba vestida con un cinto de flecos verde musgo, similar a su vestido que le llegaba hasta los tobillos y era suelto completamente a pesar de una ligera marca en su cintura gracias al decorado del cinto. Tenía unas sandalias de varios lazos que se enroscaban con gracia en sus piernas hasta la mitad seguramente de sus gemelos, y el cabello lo llevaba suelto, como un mar rojo de sangre pura. Tenía una o dos trenzas ocultas y algunos lazos de colores que le daban un toque hippie a su vestimenta, al igual que su bolso de tela de colores psicodélicos.

—Joshua, ella es Sophie... Sophie, él es Joshua —digo repitiendo las presentaciones de las películas con mala gana.

Los observo y noto en sus ojos una luz, un destello mínimo y oculto. Siento que debería fijarme más en ello, pero lo dejo pasar por alto.

Ariana, cuidado.

Cállense. No han servido para nada.

Observa bien.

Les hago caso omiso a sus palabras y los tres nos subimos al auto con rapidez. Viajamos unos minutos hacia el edificio de Joshua, el cual se encontraba bastante lejos de allí, por lo que nos pasamos en un silencio abrasadoramente horrible y poco amigable, más bien eléctrico y desconfiable. Dejamos a Joshua en su edificio y él nos saluda cuando sale. Arranco el auto y Sophie se pasa hacia delante —donde estaba antes sentado él—, a mi lado mientras estoy en marcha, como no me molesta si se resbala, se cae del auto y rueda hasta romperse los huesos en el pavimento, no le digo nada. Si quiere morirse abollada es su problema.

—Creo que me merezco al menos una explicación rápida de lo que tengo que decir en frente a tu padre —dice terminando de sentarse en el asiento del copiloto.

La miré por el rabillo del ojo y ella levantó una ceja, retándome a hablar.

—Sólo debes decirle que me quedé a comer en tu casa y bien temprano, a la mañana, me fui para ver a un amigo. Nada más.

Ella asintió y se quedó en silencio. Respetó el mío y yo el suyo. Supo que no quise hablar más del tema ni tampoco quise decirle lo que realmente ocurrió esa noche y porqué necesitaba su ayuda. Ella pareció entender y se limitó a contestar con más silencio. La llave pasa por encima de la tableta electromagnética y la puerta hace un zumbido justo antes de abrirse. Empujo con todo el peso de mi cuerpo a la puerta y paso por la entrada del edificio, luego hace lo mismo Sophie.

—Qué lindo edificio... —dice lentamente Sophie mientras ve alrededor del hall.

—Ajam.

Ambas subimos por el ascensor, con la canción estúpida de fondo. Y luego entramos al departamento.

—Ariana, ¿podemos hablar? —Se escucha a mi padre hablar desde su oficina.

Se escuchaba intranquilo pero frío y distante como siempre.

—Espérame en la sala, está allí —le comento a Sophie mientras ella me asiente, educada, y se dirige hacia el sillón.

Comienzo a caminar hacia el despacho de mi padre. El corredor está intranquilo y silencioso. Al llegar allí, la puerta entrecerrada me detiene el paso. La empujo con la palma de la mano sin mucho esfuerzo y camino dos pasos hasta plantarme frente al escritorio de mi padre, donde él está hundido entre papeles del trabajo.

— ¿Qué quieres?

Él aparta su vista de los papeles y me mira.

— ¿Quieres decirme algo sobre hoy?

— ¿Además de que eres una basura y no sirves para nada? Mm... no.

Él se levanta de la silla de forma estrepitosa, tratando de intimidarme pero ni siquiera me inmuto.

—Eres despreciable a veces —comenta entre dientes, con la mandíbula apretada de furia, y los puños cerrados, sobre el escritorio. Sus brazos estaban totalmente rígidos y la camisa remangada denotaba sus venas sobresalidas en su piel, debido a la fuerza que hacia contra el escritorio, que era demasiado bajo y tenía que encorvarse para llegar a él.

—Lo sé, y soy peores cosas. Pero, después de todo, a alguien tenía que salir —finalizo señalándolo con la barbilla.

—Más te vale cuidar esa boca con tu padre. Me mereces respeto.

— ¿Yo? ¿A ti? —respondo en burla.

Siento cómo comienza a enojarse cada vez más, hasta quedar un poco más colorado debido al enojo.

—Eres una maleducada.

—Bueno, tú me educaste —sonrío.

Como le estaba retrucando todo lo que él decía, sus brazos golpean el escritorio con firmeza y se escucha el eco por todo el departamento.

— ¿Crees que podrás asustarme? —pregunto con una risa irónica en el rostro.

Me mira con los ojos envueltos en llamas, sin comprender el cómo aun no había gritado y corrido bajo la mesa para cuidarme de sus golpes, como en algún tiempo lo había hecho.

—Ya no soy esa niña. Ya sé cuidarme por mi misma y te agradezco por hacerme ser quién soy.

—Eres igual de estúpida que tu madre.

Sonrío.

Pestañeo.

Mátalo.

Con un salto subo al escritorio, me estabilizo. Con la misma rapidez, lanzo una patada en el rostro de mi padre, éste se tambalea hacia atrás, contra las ventanas que dan hacia la calle.

— ¿¡Qué haces!?

—Te respondo con sinceridad a tu afirmación.

—Me has golpeado...

—Para que veas lo que se siente ser inferior a alguien y que éste te golpee.

— ¿Yo? ¿Inferior a ti? —comienza a decir parándose lentamente y mirándose en el espejo de la pared la nariz con sangre y casi rota.

—Eres inferior a cualquiera. Eres menos que un hombre y una persona. Eres un ser despreciable e insignificante que nadie llorará cuando te mate —sonrío de lado, me bajo del escritorio mirando por el rabillo del ojo la cara aturdida de mi padre, y salgo del despacho suyo con una sonrisa de lado y macabra.

— ¿Todo bien? —pregunta mi prima, la cual se dirigía hacia allí.

—Por supuesto. Pero parece que le sangra la nariz a tu prometido, sé buena y ayúdalo —digo sin ganas, pasándole por al lado sin siquiera voltear a verla ni detenerme para hablar.

Veo cómo ella se dirige con miedo y los gritos de mi padre inundan el departamento de nuevo, gritando injurias sobre mí. No me interesa. Camino hacia la sala de estar y me doy cuenta que está vacía, por lo que me dirijo hacia la cocina, donde está la cocinera y Sophie, la cual estaba ayudándola.

— ¿Qué hacen? —pregunto al entrar y verlas cortando vegetales.

Ambas se dan la vuelta para mirarme y luego vuelven a trabajar.

—Estaba ayudándola a preparar tu comida, no sabía que eras vegetariana.

—Dudo que sepas muchas cosas sobre mí.

—Exacto. Por lo que me gustaría conocerte mejor, Ari.

Otra vez ese diminutivo asqueroso.

—Mmm... y, ¿Qué quieres saber? —pregunto con el semblante serio y pensando en que, al estar la cocinera, no haría preguntas comprometedoras acerca de lo que había pasado realmente cuando su padre trató de matarme.

—Podrías empezar diciéndome tu signo en el zodiaco.

— ¿Eso? Soy de acuario.

— ¡Yo soy de piscis! —dice emocionada mirándome, dejando de cortar la lechuga.

—Que emoción... —digo sin pocas ganas.

—Es el que le sigue a tu signo zodiacal.

—Lo sé.

— ¿Y en el horóscopo chino?

—Soy el tigre.

— ¡Yo también! —dice nuevamente emocionada.

—Lo sé. Nacimos el mismo año, por eso vamos al mismo curso.

—Qué inteligente eres—responde sorprendida, analizando la situación.

La miro realmente dudando de la eficacia humana.

—Y, ¿qué te gusta hacer?

Muerte. Sangre. Destrucción. Cortar. Derramar. Destrozar. Comer. Sangre. Sangre. Sangre. Te gusta la sangre.

—Leer —respondo rápidamente ignorando sus palabras.

—He visto cómo te mira Jamie en el Instituto —dice mordiéndose el labio inferior.

Jamie. Había olvidado por completo la salida de mañana.

—Chicas, la comida está lista. ¿Me ayudan a poner la mesa? —responde la cocinera antes que yo.

—Sí, hoy Ruby tiene el día libre, ¿cierto?

—Efectivamente —responde la regordeta cocinera—. Es el cumpleaños de su hijo.

Asiento, entendiendo, y comienzo a juntar los platos blancos mientras Sophie me ayuda con los cubiertos y la cocinera prepara la comida en dos grandes fuentes para llevarlas cómodamente a la sala. Comienzo a ir a la mesa mientras la irritable me sigue pisando mis talones.

—No me contestaste.

— ¿Qué cosa?

—Acerca de Jamie.

—Somos amigos... —respondo sin poder hacer callarlas. Todas gritaban insultos, peleas, amores, palabras de engaño y demás gritos.

—Entiendo... ¿Y Joshua?

Ambas llegamos a la mesa y comenzamos a acomodar los platos y los cubiertos con facilidad. Éramos cuatro por lo que no hacía falta tanta presentación. Suspiro, reteniendo mi mano que quería con incontables ganas golpearle la nariz y quebrársela, haciendo que acabe con su sufrimiento ahogándose con su propia sangre.

—Somos amigos. ¿Qué hay con tener amigos? —pregunto sentándome en una silla, agotada de tantas preguntas.

—Nada. Nosotras somos amigas, ¿cierto? —sonríe con fuerza mientras se sienta a mi lado a esperar a mi padre y a mi prima, y también a la comida.

La observo con extrañeza. Todo su rostro parece estar alegre y exaltado por estar allí. Después de todo, no era mala persona, solo que estaba hundida.

—Exacto —respondo con menos sinceridad de la que pretendo.

Ella aplaude dos veces y coloca sus manos a los costados en un santiamén. Mi padre y mi prima se acercan despacio, yo les sonrío. Gwyneth tenía el rostro en sombras, como si hubiera visto un cadáver. En cambio, mi padre, tenía el rostro duro y cuadrado, apenas asombrado acerca de la real presencia de una amiga que en realidad era imaginaria pero estaba allí haciéndole frente en la mesa: Sophie.

—Buenas noches, soy Robert Black. El padre de Ariana —dice presentándose mientras se sienta en la cabecera, junto a mí y Gwyneth, que estaba en frente mío.

—Buenas noches, mi nombre es Sophie Ficsun.

El apellido hace estremecer el rostro de mi padre pero sólo una fracción de segundos. Sonrío al ver el quiebre imperceptible en él, del cual se recupera fácilmente. Sabía que reconocía ese apellido por los expedientes policiales. Era el que tenía la persona que había tratado de matarme en la oficina de la directora y lo sabía perfectamente.

— ¿Algún problema, padre? — pregunto riéndome por dentro.

—No, ninguno. ¿Por qué debería haberlo? —pregunta retrunqueándome el juego que yo había empezado.

—No lo sé, díselo a tu rostro —sonrío y la cocinera llega en el preciso momento antes de que mi padre se enoje y conteste algo inadecuado en frente de Sophie.

Pon algo de diversión a la cena, Ariana.

No soy un mimo ni un payaso, entreténganse solas.

Tendremos que hacerlo nosotras.

¿Qué? Cállense.

No deberías callarnos. Somos las únicas que estamos aquí para ti.

—Ariana, ¿estás bien? —pregunta mi prima, al verme sin hacer nada mientras todos se estaban ya sirviendo la comida.

Dile que se calle. Estamos todas bien.

—Estoy bien, cállate.

Repito instantáneamente lo que dicen ellas, sin saber por qué lo hago, después de todo ellas empeoran mi soledad continua. Comienzo a servirme ensalada y los ojos comienzan a arderme. Primero lento, luego como si tuviera fuego dentro de los parpados. Me los froto con mis manos, eso hace que sea peor el dolor.

—Ay, me queman los ojos.

—Está bien, ve a lavártelos al baño. Tal vez te entro algo o es por la cebolla —dice mi padre viendo que mi ensalada contenía cebolla, sin preocupación alguna.

Cierro los ojos y me dan puntadas en el cráneo, todas se ríen de mi sufrimiento y comienzan otras a gritar con desesperación que las alimente. Me paro de la mesa haciendo un gran ruido con la silla al correrla para pararme, y prácticamente corro con los ojos llorosos y cerrados hacia el baño de mi habitación, tropezándome con los escalones. Entro allí y me choco con la puerta del baño, que está cerrada, la abro a tientas y entro rápidamente prendiendo la luz.

Abro los ojos. Al ver mi reflejo me espanto de mi misma, los ojos están normales. No los tengo llorosos y ni siquiera rojos por acción de mis manos anteriormente. Me miro y siento que algo está pasando. ¿Qué pasa cuando lo único que confías se vuelve en contra tuyo? Mi mente era lo único en lo que yo podía confiar, y cada vez estaba peor.

—Ariana, baja que ya está el postre —dice mi padre desde abajo.

¿El postre? ¿Tanto tiempo estuve aquí arriba que ya terminaron de comer? Sólo pasaron dos minutos desde que me ausente de la mesa... Salgo rápido del cuarto de baño y bajo las escaleras aún más rápido.

— ¿Qué pasa? —pregunto ya sentándome en mi lugar, viendo los platos ya vacíos siendo recogidos por la cocinera.

En la mesa ya no quedaban restos de la comida anterior, sino que en el centro, había un helado de varios sabores, decorado por frutas y chocolate derretido. Las bochas hacen que se me caiga al piso todo y me entren solamente ganas de devorarlo.

—Has demorado allá arriba, ¿Qué ocurrió? —pregunta mi prima preocupada.

Estaba tan pendiente del helado que casi no escucho lo que ella me dice.

— ¿Qué? Sólo estuve unos minutos —contesto al fin, apartando la vista del postre y colocándola en los ojos de ella, realmente preocupada por lo que me decía.

Todos en la mesa se callan y me miran directamente a los ojos.

—Pasó una hora desde que subiste a verte los ojos.

Jamás confíes en tu mente.

Y todas comenzaron a reírse.


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