ADVERTENCIA DE CONTENIDO EXPLÍCITO
EL PRESENTE CAPÍTULO PODRÍA HERIR LA SENSIBILIDAD DE ALGUNOS LECTORES
SOLO MAYORES DE EDAD, SE RUEGA LEER DE MANERA RESPONSABLE
(¡Y que lo disfrutes!)
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NATALIE
Nick me deja caer sobre la cama, boca abajo, dejando mi culo expuesto hacia arriba.
Mis manos se sujetan de la tabla en el cabezal de la cama casi de modo instintivo cuando él y toda su magnificencia se inclinan hacia un costado.
Mi mejilla derecha se apoya entre las almohadas esponjosas y blancas. Inhalo profundamente al sentir la presencia de mi intimidante compañía.
Veo su sombra inclinarse sobre la cama y, a su vez, consigo divisar una bestia a punto de martirizarme, opacando las voces de advertencia resonando en mis pensamientos.
Giro la cabeza para observarlo directamente, por encima de uno de mis hombros extendidos.
Está firme, con uno de sus pies afirmados contra la orilla de la cama. En sus manos está el pantalón de jean que traía cuando llegamos, del cual le está quitando el cinturón.
Carajo...
Su cabello rubio cae sobre su mirada, punto desde el cual tiene sus lobunos ojos en mí, atrapándome espiando lo que hace.
—Nick—murmuro.
Es extraño, mi voz ha salido casi en una súplica.
—Quisiste esto—conviene.
¿Lo quise?
—No tan...
"No tan fuerte por favor" le imploro.
Cuando finalmente se acerca a mi piel desnuda con el cinturón.
Y roza con el extremo opuesto a la hebilla, mis pies descalzos y aún húmedos con restos de jabón.
El cinturón continúa acariciándome. Me produce un cosquilleo mientras recorre mis piernas, subiendo por mis pantorrillas y concentrándose en el nacimiento de mi sexo, justo entre las piernas.
Una explosión de sensaciones detona en mi interior al sentir el roce del cuero sobre la sensibilidad de mi piel. Un tacto tan inofensivo como peligroso; ahora me acaricia, pero podría hacer mucho daño.
Ejerce una pequeña presión que me arranca un ahogado gemido. Punto a partir del cual continúa subiendo, acariciando mis nalgas, pasando por la zona baja de mi espalda, mi cintura, la parte media de mi columna, ascendiendo hasta el punto entre mis omóplatos...
Finalmente llega a mi cuello y se acerca. Inesperadamente, corre mi cabello a un costado, él se inclina y deposita un dulce beso en mi nuca. Su ternura se cruza con mi deseo y con el enorme temor que crece en mí por él y por lo que me provoca de solo saber lo que podría llegar a suceder.
Luego del beso, llega hasta mis manos listas para presionar con fuerza la tabla de la cama.
Donde él encuentra el cinturón y lo cierra, apresándome contra la madera.
La situación me deja un poco asombrada, por lo que me vuelvo a él y lo observo con inquietud.
Lo interrogo sólo con la mirada en un gesto al estilo "¿acaso no piensas azotarme?"
Él solo suelta una risita con un gruñido y cruza sus rodillas, afirmándose sobre el borde de mis glúteos. Siento su pene afirmado contra mi culo, provocando todo tipo de pensamientos, preocupaciones y fantasías.
—Nick—murmuro.
Creo que dejar escapar su nombre ya forma parte de mi morbo.
Él no se detiene, por el contrario, se coloca en posición horizontal sobre mi espalda, aunque sin tocarme. Sus manos se afirman en la cama como si estuviese por hacer flexiones de brazo.
Me quedo esperando el momento en que me dé duro y sin piedad, me haga gritar, doler y sufrir...
(El punto es que el destino es una verdadera perra y siempre está listo para sorprenderme.)
Nick asoma sus labios a la zona donde anteriormente liberó mi cabello y deposita un casto y tierno beso.
Una respiración profunda y prolongada huye de mi garganta al sentir su incipiente barba contra mi piel.
Él separa los labios y me besa con mayor intensidad, generándome intensas sensaciones, haciéndome desvariar.
En el beso, succiona, me roza con sus dientes, su lengua se desliza con experiencia y gracia.
Por fin deja caer su cuerpo con suavidad, sin ejercer todo el peso que podría, pero sí provocándome un estado semejante a la locura al sentir toda su parte delantera presionando contra mi cuerpo completo desde atrás.
Él me sigue besando el cuello, succionando cada vez con mayor intensidad, besándome de manera apasionada y desatando una red de mariposas eléctricas en mi ser al empujar su pene contra mis glúteos.
Sus manos se cierran sobre mi cintura, obligándome a levantarme. Él se arrodilla tras de mí, provocando que deba apoyar mis codos contra el colchón.
Mis sentidos se vuelven un remolino o una tormenta eléctrica al momento que sus manos acarician mi sexo. Primero una mano, presionando con uno de sus dedos hasta encontrar mi clítoris. Por todos los demonios, necesitaba de esto.
Nick sigue presionando, provocando que me retuerza en el intento de mantenerme firme.
—Ah...
En medio del gemido, cierro los dientes contra la almohada. Él sigue haciendo lo suyo, encontrando y presionando mi botón sensible, jugueteando y penetrando más adentro...
Hasta que aparta la mano.
Su momento de clemencia logra traerme de nuevo a la Tierra. Cuando me vuelvo, encuentro su mirada lasciva descendiendo hasta desaparecer entre mis piernas, y lo siguiente que siento es su lengua contra mi clítoris.
La almohada me queda demasiado lejos y un gimoteo me queda en la garganta cuando Nick me penetra con su lengua. Entra y sale de mi vagina, sin piedad alguna, insistiendo, entrando y saliendo con firmeza.
Mi corazón va a mil cuando en el instante que creo no resistirlo más, él se aparta.
Busco respirar de nuevo, implorando algo de cordura...hasta que siento rozar su pene contra mi vagina.
Sin condón.
Me vuelvo rápidamente y en un estado de placentera duermevela, me encuentro con que está asomando su pene hacia mí, en peligrosa dirección.
—¿No...tienes...condón?
Le pregunto.
Y es tan estúpida mi pregunta, por supuesto que tiene.
—Ah...
Mi farfullo se oye intenso cuando siento finalmente que se introduce dentro de mí.
El gemido que suelto es tan extenso como una súplica.
—Tranquila—me dice, apoyándose contra mi espalda, al tiempo que me penetra suavemente—, acabaré fuera.
Traqo saliva y asiento.
Solo quiero que lo haga.
Él deja reposar sus labios sobre la piel desnuda de mi hombro izquierdo mientras continúa con expertos y deliciosos movimientos de su cintura.
Llevo tanto tiempo sin hacerlo que cierto dolor me produce. O es que ya había olvidado el tamaño de su enorme miembro viril.
Cuando capta que me duele en verdad, se detiene con su pene dentro y reposa un beso en mis labios desde un costado.
Yo agradezco por su paciencia.
—No te haces una idea cuánto he necesitado de ti...
Sus palabras llegan como anestesia a mis oídos cuando intenta hacerlo nuevamente, logrando entrar más profundo. Un estallido de sensaciones dentro de mí se fusiona con el dolor. Él lo hace lento, en movimientos tan cuidadosos como nunca lo hizo.
Apoya su frente en mi espalda. La siguiente ocasión en que se detiene, en verdad quiero que lo siga haciendo y casi debo implorar por esto.
Finalmente opta por tomar las riendas del asunto y me penetra, haciéndola ingresar completa y robándome un ahogado gemido que corta mi respiración.
Nick entra y sale con mayor ritmo y aceleración. Una extraña corriente de placer se extiende en mi interior, siendo el dolor que queda, sedado por sus palabras:
—Esto es maravilloso, Nat. Tu eres hermosa.
Quisiera responderle, decirle que es el dios más asombroso que he encontrado en esta vida, pero temo confundirlo.
Él es una brújula que, si conduce a algún camino, es hacia el infierno.
—Oh...
Suelto la almohada una vez que su pene me sigue penetrando y él, con todo su peso y tacto encima de mi cuerpo, empuja con mayor intensidad, con una fuerza distinta.
El placer me obliga a retorcerme en estallidos con tal de sostener el momento.
Quiero acabar, pero no antes que él.
El asunto es que resiste, lo sigue haciendo. Por supuesto que Nick con toda su experiencia, es capaz de percibir la tortura sexual a la cual me está dejando sometida.
—Aún no nena, me la estoy pasando asombroso.
Y acelera el ritmo.
Sus muslos golpean contra mis glúteos, al igual que su abdomen. Casi puedo imaginarme su enorme espalda y su trasero maravilloso sacudiéndose mientras me penetra.
—Yo...voy a...
Él acelera el ritmo.
Cielos.
No puedo más.
Acelera, pero...ya no es tan intenso el dolor. Está siendo...
—Natalie...
Su voz en mis oídos es suficiente y lo único que preciso para dejarme ir. Mi nombre en su boca, qué delicia.
Las rodillas me flaquean y me dejo caer en la cama.
—Oh, Nat...
Él tampoco se resiste a mi fundición y sale de mi sexo para apoyarlo contra mis nalgas. Se masturba con ella mientras me dejo ir, sintiendo su néctar caliente roseando mi espalda y mi trasero.
Su boca descansa en mi hombro.
Siento tan cerca sus suspiros de placer que quisiera quedarme a vivir en ellos por siempre.
Nick se presiona contra mis nalgas, logrando que salga lo último de su asombroso semen. Y se aparta, dejándose caer de espaldas a mi lado en la cama.
Ambos quedamos en estado de estupor luego de un momento cuasi catatónico provocado por placer y ansia.
Desconozco cuánto tiempo es el que me quedo suspendida en la nada misma, hasta que reacciono e intento levantarme para ir a lavarme.
Sin embargo, me vuelvo a mi derecha antes de salir de la cama.
Movimiento suficiente para poder encontrarme con el angelical rostro de Nick, evidenciando que está fundido en un sueño delicado y profundo.
Nunca había llegado tan dentro de él...
¿Es probable que me haya hecho...el amor?
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#LasMentirasDelJefe
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